Esta partida está en revisión. Si el director no da señales de vida o es aprobada por un cuervo será borrada esta noche
-No es lo que deseo, es lo que creo que es justo.
Negué suavemente con la cabeza.
-Lo siento pero no puedo comer ahora, no quiero volver el estómago. Sólo quiero intentar dormir. ¿Vuestra cocinera no conocerá alguno de esos tés que te hacen dormir?
Me faltaba decirle algo, algo que parecía no saber.
-Si está en vuestras manos deshacer el matrimonio, sólo tenéis que maldecirme tres veces... Además, es la única manera.
- Si, pues lo que consideres más justo – no estaba en disposición de discutir por una palabra
- Seguro que conoce algún tipo de infusión, se lo comentaré de inmediato – pero lo otro que me dijo… - ¿Cómo que os maldiga tres veces? Pero si siempre habéis sido buena conmigo… - resoplé con suavidad – bueno, voy a por esa infusión y me lo contáis
Bajé a la cocina y le pedí a la cocinera una infusión de valeriana con cogollo de amapola, aparte de dar sueño tranquiliza los ánimos, cuando ya estuvo todo listo subí con una jarrita humeante en las manos a la habitación de mi esposa.
Lo miré y bebí el té con lentitud, lo caliente de este me devolvía el alma al cuerpo y procedí a explicarle lo de la maldición.
-La única manera en que vos podáis seguir vuestra vida es maldiciéndome tres veces aún cuando no os haya hecho nada. Una vez que digáis tres veces "te maldigo, Zafira", nuestro matrimonio habrá terminado...
Dolía, si pero también era lo mejor para ambos. Aún cuando yo fuera a quedarme en un rincón de mi casa porque volverme a casar sería muy difícil.
Observé como bebía la infusión, me entraron ganas de beber una poca, pero no quería acostumbrar al cuerpo a dormir a deshoras.
- Bueno, pues suponed que lo acabo de decir ¿es suficiente? No me gustaría tener que decirlo si no es necesario… - le expliqué para que no creyera que se trataba de deshacerme de ella sino de que no me hacía gracia tener que decir aquello
-No, tenéis que hacerlo. Alá debe escucharlo de vuestra boca... Si no, no podré irme y no os preocupéis que me iré lo más pronto que pueda pero haré que mi padre venga por mí.
Me recosté sobre la cama, sentía que entraba en una somnolencia casi imposible de contener y aunque miraba a Guillaume, difícil me era decir nada, aunque no estaba dormida aún.
Una doncella entró en ese momento sin llamar a la puerta, la señora se veía realmente enferma pero no se detuvo mucho en ella.
-Mi lord, ha llegado esto para vos... Es del palacio.
Hizo una reverencia y se quedó allí en lugar de retirarse como cualquier doncella experimentada lo hubiera hecho.
Bufé con suavidad y resignación – Tampoco tengo prisa en que os vayáis – le aclaré con voz baja, estaba triste por todo esto y Zafira se había portado muy bien, dormid como esposa mía una vez más, cuando estéis más descansada hablaremos, arropé a la que aún era mi esposa.
Llegó la doncella con algo de malos modales – Espero que sea importante para irrumpir de ese modo – le dije sermoneándola un poco.
¿Del palacio? Esperaba al emisario ¿Qué sería?
Holaaaaa ¿Cómo estás? :******
Zafira se quedó dormida y la doncella, haciendo una reverencia se retiró pronto, pues sabía que había cometido una imprudencia. Al abrir la carta con el sello distintivo del castillo de Mountblanc, se encontró con la invitación para aquella tarde. El día estaba helado y sería muy difícil cabalgar así, quizás pudiera incluso excusarse. ¿Qué haría Guillaume?
Hola, bien y tú? ^^
Leí la carta y me quedé pensando, debía acudir, después de lo ocurrido hacía tres años no podía fallar, además si había llegado la carta podría llegar yo.
Mandé ensillar mi caballo, con él sería más seguro ir que con un carruaje y fui a buscar a la doncella que tras el sermón ahora cumpliría mis instrucciones al pie de la letra – Si se despierta la señora antes de que vuelva decidle que ha llegado una carta del castillo de Mountblac, que todo el personal la atienda de la mejor forma posible ¿Entendido?
Tras esto me abrigué bien y monté mi bello corcel, esta vez no iría al galope, demasiado arriesgado, al trote y con cuidado
Bien, bien ^^
Era aún temprano para ir al castillo pero quizás pudiera detenerse en la taberna que estaba apenas entrar en los dominios de Mountblanc, escuchar cosas y quizás pactar algún negocio con los campesinos de la zona, eso era buena idea pero nunca llegar tarde a la cita con Helena. El frío golpeaba su rostro pero por suerte pudo cubrirse bien como siempre, acostumbrado a aquel clima, el caballo no se quejaba por dicha inclemencia.
Salí pronto por si el tiempo era peor de lo esperado además hasta el castillo había un buen trecho, pero aprovecharía para pasar por la taberna y hacer algún negocio.
El tiempo era malo pero se podía soportar, descabalgué al llegar a la taberna y dejé el corcel en la cuadra allí estaría mejor protegido, luego me afané a entrar a la taberna, allí se debía de estar más caliente.
El ambiente era tranquilo y se servían bebidas espumosas y calientes que salían de la cocina con un olor delicioso, algo dulce con canela y el pan rondaba por las mesas. Tras la entrada del lord, más de uno se giró a mirar, pues no se esperaban aquella media mañana a una de las personas más poderosas del reino. De inmediato el tabernero le ofreció una mesa en el rincón. Realmente había gente pero ningún campesino.
Ya puestos aprovecharía para almorzar, gustaba de la cerveza, pero un vino me haría entrar mejor en calor, y algo caliente para comer, no una comida abundante pues aún me esperaba un trozo de camino por delante, pero si reconstituyente.
No habían campesinos, comería y proseguiría hasta el castillo.
El viento estaba soplando más fuerte cuando Guillaume salió de la taberna, era un día muy especial pero también muy pesado. Podía sentirse algo raro en el ambiente. Varias guardias se movilizaban por la ciudad sin reparar en el jinete.
- Viento del demonio – murmuré al salir de la taberna.
No deseaba otra cosa que llegar cuanto antes, aceleré el ritmo un poco más, había algo extraño en el ambiente, pero sólo pensaba en el fuego encendido de una chimenea.
Al llegar al castillo, de inmediato fue revisado y luego, conducido a un salón que ni de cerca era el despacho de Helena, era un lugar más relajado, incluso había varios sillones y un fuego terriblemente agradable. Una de las doncellas se acercó para ofrecerle algo de tomar.
Vas a tener que esperar un poquito a que llegue la reina a esa hora :)
Oh… un fuego ¡Por fin! Acudí allí a calentarme, cerré lo ojos y entonces me di cuenta de lo cansado que estaba.
Tan sólo pedí una copa de vino, pero el que hubiesen servido con anterioridad, nada especial y le dije a la doncella que dieran aviso, cuando el momento fuese oportuno, a Helena de que ya había llegado.
Me senté en el sillón cerca del fuego, recosté la cabeza en él, allí esperaría, pero los ojos me pesaban cada vez más, quizás me durmiese, tampoco pondría freno al sueño, anoche dormí muy mal.
Si hay que esperar, se espera :P
Poco a poco el sopor fue adueñándose de Guillaume hasta que se quedó dormida, profundamente. El tibio aire del recinto y el sonido del aire afuera, lo arrullaron de tal manera que no pudo hacer más que obedecer a esa necesidad.
Ya no postees, te veré en otra escena. =)