Partida Rol por web

En cuanto el propuso que me metiera en la terma, mi cuerpo se estremeció, era imposible no sentirme atraida por el, realmente ... le deseaba, a cada minuto y segundo y bueno, yo podía darle calor igualmente, hice un esfuerzo por borrar la sonrisa pícara que se me puso en los labios.

- Bien - asentí y abrí la carta sin leerla, dejándola cerca de la bañera y comencé a deshacer los lazos de mis ropas hasta estar completamente desnuda, sentí el frio del ambiente acariciar mi piel y con cuidado me metí en la Terma, sentándome entre sus piernas y dándole la espalda a el - Se escandalizarian si nos vieran así - bromee divertida alargando la mano para coger la carta, me giré y le miré a los ojos, con deseo y amor

No podía apartar los ojos de Helena, se estaba desnudando para acudir junto a mi, ya soñaba con la de besos y abrazos que le iba a dar.

- No si supieran lo que nos amamos – le respondí medio en broma y mis brazos rodearon su cuerpo, estrechándola para sentirla muy cerca de mi – Helena os amo, no me canso de decirlo – mis labios buscaron su cuello, lo besé y mordisqueé de forma suave.

Aunque tratara de evitarlo era imposible, mis manos, cruzadas,  se posaron en sus pechos, el frío había desaparecido, y de momento me quedé así o no le dejaría leer la carta si esa era su voluntad, aunque ahora sentía que todo podía esperar.

- Aún sabiéndolo, no es correcto que vean estas muestras de cariño ... ni aún casado y con infantes - bromee divertida acurrucándome en sus brazos ya dentro del agua.

- Y yo os amo a vos ... mas que a nada en este mundo, por encima de cualquier dolor o preocupación - acaricié su rostro y me giré para besarle suavemente cuando el, segundos antes, había besado mi cuello.

Sus manos se posaron en mis pechos y solté un pequeño jadeo, ansiaba sus caricias, su cariño, pero debía saber que ponía en la carta y después, ya vería como nos amabamos, nunca había sido amada dentro de una terma y ... me parecía una idea apetecible, pero no pensaba decirselo porque me daba un poco de verguenza.

- Pues entonces tendremos que poner un cerrojo - le saqué la lengua continuando con la broma

Respondí a su beso y sabiendo que tendría interés en leer la carta retiré las manos de sus pechos, esperaba que no, pero con la fortuna que teníamos ultimamente no tenía porqué tratarse de una buena nueva.

- Leed la carta, yo espero aquí calentito - la carta era para ella, no tenía porque cotillear, apoyé mi cabeza en su espalda abrazándola ahora por su vientre, deseando tener por fin buenas noticias

La carta rezaba así en líneas breves:

"Año IX, mes VII.

Querida Reina de Francia, Helena I.

Estoy en camino hacia Mountblanc. Espero pueda recibirme para tratar temas de suma importancia. Enviad una escolta por mí al pueblo, dudo que mi escolta sea suficiente.

Afectuosos saludos.

Michel II, Papa"

Y eso era todo.

Las manos me temblaron ligeramente, me giré y miré a Guillaume rebosante de felicidad - Por fin, un poco de facilidad - sonreí - El Papa viene, no tenemos que movernos ni dejar descuidado el castillo - dije tirando la carta, girándome para quedar de rodillas entre sus piernas y besándole con tanta felicidad y ahínco que sentía que bebía de su propia alma

No me di cuenta de mi arrebato de pasión hasta que me separé para respirar, notaba mis labios palpintantes del apasionado beso y me ruboricé al instante.

No leí la carta hasta que noté que por la expresión de su rostro no le importaba que lo hiciera, luego la analizaría con más detenimiento, pero me encantó verla tan feliz y lo que más su arrebato de pasión.

Dejé que bebiera de mi, le entregué todo mi sentimiento y al separase me encantó verla ruborizada – Mi amada, me encanta cuando sois así, pero ahora… démonos unos minutos para nosotros solos

Mis manos volvieron a sus pechos siempre agradables de acariciar y de rodillas hacía mi como estaba una de mis manos fue más traviesa, bajó por su vientre para acariciar su adorada intimidad, su sexo que tanto había anhelado, desde sus labios hasta su clítoris mis dedos se escurrieron por encima de ellos, debajo del agua la piel era como más sensible.

Si algo me gustaba de Guillaume es que hiciera lo que hiciera, le gustaba, siempre había sido así.

Aunque hiciera algo que a el no le pareciera bien ... buscaba la forma de parecer que así fuera y cuando hacía algo que le gustaba, lo adoraba.

Asentí cuando propuso que nos dieramos un tiempo para ambos y sus manos volvieron a mi pecho haciendo que estos se endurecieran al instante por su taco.

Travieso como era el, acarició mi sexo, siempre había sido travieso aunque hacia años, sus travesuras apenas pasaban de besarme o mordisquear mis orejas o mi cuello, ahora, eramos mas mayores y nuestras necesidades iban mas allá de besitos y mordiscos.

Mordí mi labio y suspiré de placer - Sabéis perféctamente como hacerme perder todas mis energías - sonreí y deslicé mi mano por su brazo hasta sus hombros, de sus hombros a su torso y de su torso a su sexo, ¿estaría excitado?

Me encantó su suspiro de placer y sonreí a sus palabras – Aún no te he quitado las energías mi vida, dadme una noche entera y si que os dejaré agorada – la amenacé divertido.

Su mano se paseó por mi cuerpo y yo disfrutaba de que lo hiciera, finalmente alcanzó mi miembro que tocando sus pechos había quedado más que dispuesto, duro como una roca para ella – Ummm – solté un pequeño gemido

Mi mano se volvió más vida e introduje uno de mis dedos en su sexo, resbaló con facilidad en su interior – Siempre tengo ganas de vos… - murmuré