Partida Rol por web

Rhylen agradeció la participación de Hostawen aprobando las opciones propuestas por Alétheia y él mismo. Después de ello clavó su mirada en Tanyl, ausente, pasivo, jugueteando con su gato obeso… - ¿Pero qué cojones…?

El viejo comenzaba a enervarse y estuvo a punto de dirigirse a esa sombra con un gato de mascota cuando Reginar intervino de nuevo y terminó por agotar la paciencia del guerrero.

-¡¡¿Qué QUÉ?!!, exclamó ahora dirigiéndose a Reginar. – Mira, amigo, perdona que te diga pero en estos últimos tiempos, como tu dices, no habéis descubierto una mierda… la mejor pista sobre la organización la tienes ahora en las manos y ha sido gracias a nosotros…, dijo golpeando con su dedo indice el libro que aún tenía en su poder. – Puede que esa sacerdotisa no sea nadie…o sea la pieza angular de todo…desde luego aquí discutiendo no lo vamos a averiguar… así que dime, listillo, ¿qué propones tú? Si es que propones algo que no sean trabas y dudas a nuestros planes…, concluyó cruzándose de brazos. 

Reginar, que no esperaba una reacción así de Rhylen tras sus palabras, no pudo evitar echarse hacia atrás, sobresaltado. Yo no he dicho otra cosa señor. Sé que no hemos tenido éxito en lo que nos hemos propuesto pero eso ha sido porque es una organización muy opaca. Pero lo que no le voy a consentir es la falta de respeto. He perdido a un gran amigo tras esas paredes. - El montaraz se levantó y se dirigió hacia la puerta tras dejar el libro sobre la mesa. Yo no os puedo decir qué hacer porque no quiero sentirme culpable en caso de que os pase algo, bastante culpa siento ya por haber perdido a Elthiran. Le agradezco mucho a Cygar que os haya mandado aquí y creí que podríamos colaborar por tener un objetivo común, pero veo que no es así. Ya no les puedo decir más que lo que les he dicho: si quieren respuestas sobre sus joyas, las hallarán en los aposentos de los que dirigen ese templo. Sobre lo que a mi me atañe, que es desvelar los nombres de los que traicionan a mi ciudad, si quieren ayudarme, lo agradeceré, si no es así...pues qué le vamos a hacer. Tengan buenas noches.

-¡HUM!... respondía con cada acometida de Reginar hasta que éste se despedía con un escueto “Buenas Noches”. – Bu…bu… ¿Buenas noches?, repitió sorprendido, interponiéndose en su camino hacia la salida. – Pero a ver… ¿ayudarte a qué?¿¡CÓMO!?, volvía a subir el tono de su voz para después tomar una gran bocanada de aire. – Ya he expresado mis disculpas por la pérdida de su compañero, y creo que ha quedado más que patente que estamos dispuestos a ayudarle y que estamos en el mismo barco, comentaba tratando de recuperar la calma. - Pero tiene que entender que lo que está pidiendo no se lleva a cabo con un simple chasquido de dedos, como da la sensación que hace usted…, dijo indignado. – No le parece apropiado el plan de la sacerdotisa, bien… no cree que saquemos nada valioso con el tema de la resistencia… ¡de acuerdo!...Pues dígame, buen…señor… ¿¡Cómo podríamos ayudarle!?, porque hasta el momento simplemente pide ayuda pero no cómo poder ofrecersela…, sentenció. 

Los ojos de Reginar se encontraron con los de Rhylen y así aguantaron unos segundos. Tras la explicación del veterano guerrero, el montaraz dio un par de pasos de vuelta hacia la mesa meditando todas las ideas que se le pasaban por la cabeza. Lo que digo, es que el plan de la muchacha por sí solo sólo nos llevaría a que las patrullas saliesen más reforzadas tras el primer ataque, o que acabasen tomándola con la gente de la ciudad. Pero no digo que no se pueda hacer una vez y tratar de suplantarlos... - Inevitablemente se acabó fijando en Togo y en el lobo de Hostawen, para los cuales sería imposible infiltrarse dada su complexión. A lo mejor...y sólo lo veo como posibilidad, entrar en el templo no sería difícil sin conseguimos que no echen de menos a los monjes desaparecidos. Si tan pronto los monjes queden reducidos, tomáis sus prendas y entráis en el templo... -  Dejó caer aquello como una posibilidad a la que podían añadírsele más detalles para pulir flecos. No sé, puede que asaltando a uno de los grupos que regrese a última hora al templo podríais llegar al patio cuando menos movimiento haya en él.

- Eso es. - Dijo Alétheia asintiendo a la idea a la vez que ponía una mano tranquilizadora sobre el hombro del Paladín del Débil. Lo que menos les hacía falta era perder aliados. - Eso había pensado desde un principio pero en este momento cobra mucho más sentido. Ahora sabemos cómo está distribuido el templo y cómo funciona sus estúpidas normas para que no nos pillen en un renuncio. Pero antes de pillar a uno de esos bastardos, a uno de los heraldos, hasta incluso podríamos capturar a Krant, si nos lo planeamos bien, ¿eh, Sr. Carsson? ¿le tiene ganas?- Parecía absorta en sus propias cavilaciones.- Pero antes de capturar a uno de los suyos vamos a meterles el miedo en el cuerpo, a sacarlos de sus casillas. A crear la resistencia.- Alétheia recordó un acontecimiento ocurrido en Kassen cuando era pequeña.- Una vez en Kassen, cuando sólo era una niña pequeña, el Padre Prasst me tuvo limpiando una pintada que un desvergonzado había hecho en la fachada del templo. Era una vulgaridad. Todo el templo se volvió loco con el tema. Podemos acosarles con cosas pequeñas. Burlas que los humillen para que la gente vaya perdiendo el miedo. También podemos empezar a hablar con la gente sobre la resistencia. Ellos creen que hay una en acción, sólo tenemos que darle la puntilla. Ni siquiera hace falta que la creemos de verdad, sólo que ellos piensen que es así. Eso los mantendrá ocupados para cuando entremos en el templo. Tú Reginar y unos pocos hombres de tu confianza, cuando ya todo esté planeado, podríais realizar alguna distracción para facilitarnos la entrada. Para empezar podríamos extender el rumor, que sabemos que es cierto, sobre que se les han escapado unos cautivos.Mostrar así al pueblo su incompetencia. Mostrarles también cómo se las gastan denunciando públicamente los viles actos que allí se cometen. - Lo decía por el amigo de Réginar. Ahora que estaba muerto, si era conocido en Tamran, quizá pudiera convertirse en un mártir a la causa de la ficticia resistencia.- ¿Acaso no es Togo más que un niño al que no hubieran dudado en matar?- Le enfurecía que fueran capaces de tales cosas. Ese foso donde dejaban morir a la gente era algo que la enervaba.- Llenar la ciudad de pintadas insultándoles. - La Pitonisa, como sumida en un éxtasis elevó la mano al cielo y su voz se torno grave y ceremonial.

-" Razmir es un Hazmereir""No hay tanto pan para tanto chorizo"Pienso, luego RESISTO""No somos mercancía en manos de los monjes""Razmir NO crea un futuro... Lo DEVORA""No falta dinero, sobran chorizos"- Esas eran las consignas con las que esperaba encender el ánimo del pueblo llano al que Razmir aplastaba con su mano de hierro y también poner nerviosos a los monjes de aquella secta.

Alétheia parecía totalmente involucrada con el tema de la revolución, parecía ser el alma de aquel evento, ¿quién diría que una mentira estaba apunto de convertirse en realidad? -Cuando estaba en el templo...- comenzó a decir Hostawen un poco avergonzada por la cantidad de mentiras que había soltado -Intenté desestabilizar a los miembros plantando la semilla de la duda. Intentaba crear dudas en torno a Egarthis...- seguía explicando la elfa. -Conté  a Krant que había una revuelta interna de algunos sacerdotes.- quizás podían seguir explotando esa idea y mermar las fuerzas internas.

Togo seguía queriendo ser útil o más que eso , quería ganarse un puesto destacado en esta aventura a la que no había sido invitado. Por eso se ofreció a llevar a cabo una misión muy arriesgada, pero sin embargo de gran importancia para obtener la información  que deseaban rápidamente .

- Bueno, trazando un buen plan y aprovechando el momento del largo sermón de Egarthis, puedo intentar colarme por la ventana de su habitación a ver lo que logro descubrir....

El pequeño esperaba ansioso la aprobación del resto para entrar en acción ...

- No te avergüences Hostawen.- Le dijo a su amiga que empezaba a ruborizarse.- En esas mentiras no había maldad alguna.- A ojos de la Pitonisa podían considerarse mentiras piadosas. Fue entonces cuando Togo volvió a hablar y Alétheia desvió su atención hacia él. El ceño de la oronda mujer estaba fruncido.

- ¿Penetrar tú solo en las habitaciones de Egarthis?- Dijo airada. ¿Cómo iban a arriesgar la vida del inocente Togo en algo tan peligroso? Le veía más como participando en las pequeñas afrentas callejeras contra Razmir, haciendo recados o encandilando a los habitantes de Tamram con su carita inocente.- Ni hablar.*- Se mantenía rotunda aunque había visto de lo que era capaz el mediano. Ni siquiera ellos se habían dado cuenta de que se les colaba en el barco del Capitán Walren. La verdad es que la información que podrían sacar de los aposentos de Egarthis podría ser incluso mayor de la que habían sacado durante todos los días que habían pasado en los niveles inferiores del templo.- Quizá otro...- El caso es que ni se veía a ella trepando el muro del templo, o al Paladín del Débil. Era valiente y fuerte pero un viejo achacoso después de todo, como a ella le gustaban.- Bueno, todo eso podemos hablarlo más tarde. Lo primero sería si  es posible dar aviso a Kassen de lo sucedido y averiguado.- Miró a Reginar ahora.- ¿Qué sabemos del Capitán Walren? ¿Sigue en Tamram esperándonos? Quizá el pudiera llevar el mensaje de vuelta, aunque eso supondría que nosotros tendríamos que encontrar una forma alternativa de regresar a Kassen en caso necesario.-La mujer sacó un pergamino y tinta dispuesta a hacer una lista.-También deberíamos hacernos con algunas compras,¿no creéis? Reginar, ¿crees que es eso posible? Quizá podríamos mandar a Togo, que es el que menos sospechas podría levantar. Alguno más podría acompañarlo, no queremos que le pase nada y, si esos monjes nos están buscando, puede que sea peligroso.

- Por mí no os preocupéis, dar esquinazo a esos monjes es pan comido!! Respondió Togo ilusionado tras el comentario de Aletheia sobre lo de hacer recados.  Y hablando de pan comido... Creo que fuimos nosotros los culpables de que apresaran a Wenton y de todo lo demás que le pasó. Dijo el mediano apenado mirando al suelo -Por eso, antes de venir aquí lo ayudé a escapar de la ciudad con su familia. A estas horas deben estar ya a unas cuantas millas en algún lugar del lago navegando sobre El Neblina Negra. El capitán Walrren partía esta mañana a llevar unas mercancías a una población ribereña y se los llevó con él. No sé cuanto tardará en volver, pero la verdad es que tampoco iba muy lejos...

Alétheia se quedó atónita antes las palabras dichas por el niño. 

-Pe-pero...- El color rojo iba apoderándose de la Pitonisa, primero el cuello y luego las mejillas.- ¿Quién te crees que eres para tomar una decisión así sin decirnos nada, pequeñajo? El Neblina Negra era nuestro medio de escape. ¿Y el Capitán ha accedido?- Dijo sorprendida porque hubiese atendido sus peticiones.- Más nos vale que vuelva pronto.- La Pitonisa resopló como hacía Rhylen cuando le llevaban la contraria.- Lo que le pasó a Wenton es culpa exclusivamente de los adoradores de ese asqueroso Razmir.- Le contestó ante las dulcificadas acusaciones del impertinente niño. Su rostro no sólo se arrugó por el enfado sino que sus ya famosos "morritos" se habían instalado en él.

Por favor, haya paz. - Se apresuró a decir el explorador cuando Alétheia lanzó su regañina a Togo a raíz del viaje del capitán que los había traído a Tamran. - No se preocupen por salir de aquí, si es preciso yo mismo podré conseguirles un barco que los saque de la ciudad. Conozco a gente que podría hacernos ese favor como pago por desenmascarar a esos monjes. - Hizo una pausa para que los compañeros tuviesen tiempo para centrarse en él y olvidaran al mediano. - Por otro lado, contactar con Kassen tampoco será ningún problema, aunque sí que es verdad que no será rápido. Amigos míos, montaraces que patrullan los páramos al norte de Tamran, podrían ponerse en contacto con Cygar pero, como le he dicho, llevaría tiempo. - Levantó las manos para tranquilizar a los presentes. - Aunque digo yo que será más rápido y seguro que enviar un mensaje en barco hasta vuestro pueblo. - Mostrándose seguro acerca de sus ofrecimientos, siguió respondiendo a las preguntas de la Pitonisa, esta vez acerca de las compras. - Sí, yo puedo hacerme cargo de eso. Dadme el dinero y decidme qué queréis comprar y, antes de que caiga la noche, os lo traeré de vuelta. Puede que además pueda traer más información acerca de qué se cuece ahí fuera. Voy a intentar cobrarme algunos favores y a pedir algunos nuevos para atraer la atención del templo de Razmir lejos de vosotros. Si para cuando vuelva tenéis una plan para entrar en el templo...mejor que mejor. - Se echó hacia adelante y apoyó ambas manos sobre el libro de registros. - Seguro que no se esperan que aquellos que se han fugado tengan intenciones de volver a entrar, puesto que, por lo que me habéis contado, ellos siguen sin tener idea de qué era lo que os proponíais al entrar en el templo. Perfectamente podríais ser unos acólitos dispuestos a fugarse tras ver el sufrimiento que conllevaba servir al Dios Viviente. - Se mordió el labio inferior y miró a Alétheia. ¿Tenéis en mente entonces emboscar a alguna patrulla? Recordad que, si queréis hacerlo hoy, debe ser antes de que caiga la noche y se recojan en el templo.

Que el mediano se metiese solo en al boca el lobo? Qué estupenda idea! Si conseguía salir con éxito, todos se llevaría la recompensa, y si perecía en el intento se podrían agenciar otro ladronzuelo.

Me aprece una gran idea Togo- rumió el semielfo con una media sonrisa desde donde estaba tranquilamente recostado- eres pequeñito y no se darán ni cuenta.

Sobre lo de las patrulllas, no teníamos por algún lado una lista con esa información? No debería ser problema.

Tanyl ya estaba algo molesto de tanta charla, cuándo iban a pasar a la acción?

Las palabras de Alétheia ayudaron a apaciguar los remordimientos que sufría la elfa por todas las mentiras y su comportamiento en el templo, ¿que hubiese pensado su mentora si llega a verla? Luego Togo tomaba nuevamente la iniciativa sorprendiendo a todos con lo que había estado haciendo a espaldas del grupo. Si bien le parecía en un primer momento desmesurada la reacción de la pitonisa, luego le pareció corta, ¿cómo se había atrevido a dejarles sin transporte y sin siquiera comentarlo previamente? La mirada desaprobadora de la elfa era patente, suerte tuvo de que Reginar interviniese para apaciguar los ánimos. Hostawen se volvió al explorador para darle una nota con sus demandas -Necesitaré esto...- comenzó diciendo algo tímida, ya que sus demandas eran bastante inusuales -Creo que el plan de Alétheia es bueno y con esto podremos hacer mucho daño.- decía algo confiada la elfa. -Creo que podré montar a Rakna...- confesaba a Alétheia que parecía compungida por el tamaño que había alcanzado el antiguamente rakítico lobo. La elfa escrutaba con sus ojos al cánido compañero viendo lo enorme que era, casi tan grande como un caballo, quizás como un poni*

- ¿Esta misma noche?- El enfado de Alé con Togo aún no se desvanecía a pesar de las soluciones que proponía Reginar. No iba a quitarle el ojo de encima al mediano.- Me parece un poco precipitado, ¿no? Precisamente las prisas han hecho que  nuestra misión no haya sido tan fructífera como hubiéramos deseado. Hemos pasado días dentro del templo y, en comparación, poco hemos sacado de información acerca de las reliquias de nuestro pueblo.- El rostro de la sacerdotisa mostraba su decepción.- Primero tráenos el material que necesitamos y esa información con la que dices que puedes hacerte y luego ya veremos.- Del tono de voz de la mujer se desprendía cierta desconfianza sobre lo dicho por el montaraz. Ahora hablaba de cobrarse favores con gente descontenta con la actuación de los monjes pero antes les prevenía de que organizar una resistencia sería algo difícil de hacer. Ya no sabía que pensar ni qué pretendía que hicieran Reginar con tantas prisas. Resignada no le quedó otro remedio que apuntar en un pergamino su lista de la compra.

Sonrió con dulzura a Hostawen, quien siempre estaba ahí para apoyarla.

- Montar sobre Rakna...- No le parecía buena idea. Ese animal cada vez estaba más grande y puede que cuando viera que era más fuerte que su ama la tirara al suelo y la devorara, como habían intentado hacer con ella. Después Tanyl habló sobre la nota que habían encontrado dentro del templo.

- Eso era información sobre la guardia de la ciudad, no sobre los monjes, aunque podríamos suponer que ellos salen cuando los otros no están.

Togo no llegaba a entender el enfado de las mujeres, precisamente ellas, con sus rumores habían sido las causantes de la desgracia del pobre panadero, que a punto estuvo de morir en el templo. Deberían haberse alegrado al saber que Wenton, su mujer y su hija estaban a salvo fuera de la ciudad. Al fin y al cabo El señor Walren seguía haciendo sus trabajos por las cercanías y habría partido igualmente con su carga esa misma mañana.... Pero en fin, el mediano estaba acostumbrado  a no agradar con sus acciones a todo el mundo y quiso quedar bien con el resto dedicando todo el día a recabar toda la información posible sobre el templo y las primeras consecuencias que la deserción del grupo había provocado. También quiso averiguar lo que pensaba la gente sobre el templo y si habría  gente dispuesta a hacerle frente o al menos a ayudar a alguien que luchara contra ellos. Sobre el templo quiso averiguar alguna información sobre la relación con algún miembro del gobierno y sobre la suma sacerdotisa,  su viaje y su relación con las joyas. 

Por eso salió de la posada en cuanto terminaron la reunión no volvió hasta el anochecer, justo cuando todos empezaban a preocuparse por el pequeño....

- ¡Y quiero que nos informes de todo!- Le decía a Togo antes de que este partiera solo a cotillear por ahí.- Este chico parece incorregible.- Les dijo a sus compañeros cuando el mediano hubo partido. Con un viejo incorregible, el Sr. Carsson, tenía suficiente. Se sentó agotada y llevó una de sus manos a la frente arrugada para luego pasarla por el enredado pelo color fuego.- ¿Crees que podrás encontrarlo todo, Reginar?

Confío en que sí pueda. – Contestó a Alétheia revisando detenidamente la larga lista. – Es mucho, pero Tamran es muy grande y lo que no está disponible aquí puedes encontrarlo a dos calles de distancia. Sí, puede que lo tenga para esta noche. - Resolvió al final, valorando con movimientos de cabeza dónde sería más fácil encontrar éste o aquel elemento. Tras esto, viendo que el grupo necesitaría de tiempo para ponerse de acuerdo sobre cómo actuar, Reginar no quiso meter más presión y optó por dejarlos en la habitación con la promesa de volver a la caída de la noche. Antes de salir, no obstante, quiso dejar un consejo basado en su propia experiencia como persona non grata para el templo de Razmir: cuanto menos se dejasen ver durante las horas en que el sol estuviese alto, mucho mejor sería para su seguridad. Nos veremos aquí a medianoche. Estad descansados, puede que sea una larga noche. - Dijo como despedida antes de desaparecer tras la puerta.

Aunque ya había pasado más de un día desde que el grupo se fugase de las lóbregas profundidades del templo del Dios Viviente, los monjes continuaban con sus agresiva patrullas peinando las barriadas cercanas a la explanada del templo. Las patrullas de soldados, casi desaparecidas en su totalidad en esos sectores, nunca estaban en los lugares en que se cometían atropellos contra aquellos sospechosos de tener una pista sobre los fugitivos. Hasta tal punto debía haber alterado el día a día de la orden la fuga de los compañeros que, al parecer, había gente que perjuraba haber visto patrullas de monjes caminando por las calles a altas horas de la madrugada, únicos momentos hasta entonces en que las gente de Tamran podía evitar la mirada escrutadora de los monjes enmascarados.

Tratando de explotar aquellos rumores Togo había logrado encontrar al grupo de pescadores que se había topado la noche anterior con los monjes. Uno de ellos, con un ojo enlutado consecuencia de tal fatídico encuentro, contó cómo los monjes los habían abordado tan pronto cruzaron el puente que daba al barrio Alto preguntando por una obesa mujer pelirroja y una elfa acompañada por un lobo. A Togo le extrañó que sólo preguntasen por sus dos compañeros pero luego, pensándolo fríamente, ellas dos eran los miembros más llamativos del grupo, pues tanto Tanyl el semielfo como Rhylen eran fácilmente disolubles entre las masas. En cuanto a él, como un hobbit con cara de niño, localizarlo e identificarlo sin estar en compañía de los suyos era algo tan difícil como lanzarse al lago en esa fría noche de invierno y no morir congelado.

Menos suerte tuvo el hobbit en su tarea de buscar información sobre la sacerdotisa y las joyas ya que nadie, absolutamente nadie, tenía conocimiento de una mujer enmascarada de túnicas de color azul. Por supuesto, como era evidente, lograr alguna pista sobre las joyas fue imposible.

Sobre el gobierno y su relación con la malvada orden de adoradores de Razmir, Togo se encontró con un grave problema: la gente acusaba a unos y a otros basándose más a sus creencias políticas que atendiendo a hechos contrastados. Como no podía ser de otra forma, el gobernador Gavirk, máximo exponente de la justicia en Tamram, era el que peor parado salía. Odios y esperanzas estaban puesto en él en igual cantidad, por lo que separar el grano de la paja en ese asunto quedaba muy lejos de hasta donde Togo podía llegar. Si Reginar no había podía averiguar aún quiénes eran los miembros del gobierno implicados en aquellos evidentes sobornos a la guardia era porque, quien quiera que fuese, se guardaba muy bien de verse implicado con todo aquello.

Volviendo a la Última Comida de Gar, ya completamente de noche, el mediano reparó en un detalle curioso: ora aquí, ora allí, sobre los muros de algunas casas y edificios gubernamentales, aparecían enormes pintadas satíricas en letras de color rojo burlándose de los monjes enmascarados. Aquello que indicaba un pequeño cambio de mentalidad, seguramente incentivado por Reginar y sus hombres, no había caído demasiado bien en la población pues, los afectados, se apresuraban a borrar las pintadas de sus fachadas temerosos de verse convertidos en un blanco de las iras del templo.

El jóven semielfo saltó de su silla como si tuviera un muelle en el trasero, y es que no podía evitar la curiosidad. La varita, qué poderes tendría? Con qué nuevos poderes podría jugar?

¿Qué es, qué es? ¿Qué nos has traído?- le atosigó sin apenas dejar entrar al mediano.