El inmenso lobo ya redoblaba con los cuartos traseros, el grito de Rhylen venía con la réplica de los gritos de los acólitos. Dos golpes secos se mezclaban con dolor, quizás el combate había empezado, pero había que esperar un poco más. Tanyl se acercaba a su lado. -Un segundo más...- dijo esperando su momento...

TURNO 2

Krant sonrió para sus adentros al ver cómo el anciano, seguramente acobardado por hallarse en desventaja, trataba de despistarlos abandonando la avenida principal y callejeando por los estrechos corredores entre las casas. El heraldo conocía bien aquellos barrios, pues no era una zona muy alejada del templo y había caminado por allí con anterioridad las suficientes veces como para saber que esa zona era un intrincado laberinto de callejuelas sin salida o que acababan dando al río. Confiado en su superioridad numérica y de fuerza, no fue hasta muy tarde cuando sopesó la idea de que aquello pudiese tratarse de una emboscada. Los golpes secos de las balas de plomo abriendo la cabeza de sus acompañantes pasaron como uno más de los muchos ruidos que provocaba una persecución. Fue así, ignorante de la muerte de los dos acólitos, como Krant se metió de lleno en el corredor trampa. Al doblar la esquina y ver los cuerpos tendidos de dos de sus hombres, con las máscaras partidas y un charco de sangre tiñendo de rojo la nieve bajo sus cabezas destrozadas, un pinchazo en su vientre le hizo arrugar el labio. Si hubo miedo en su corazón, éste no se asentó durante mucho tiempo pues, con un rugido de rabia el heraldo levantó la clava sobre su cabeza y trató de abrirse paso entre sus compañeros. Echó a un lado a Alyx y saltó los cuerpos de Ruffern y Klemecar, pasó junto a Morgal, el acólito semiorco, y ya se veía sobre Rhylen cuando de pronto un agudo y penetrante dolor ascendió desde su pierna derecha hasta la base del cráneo.

¡¡ARRRRGG! - Chilló de dolor y se tambaleó hacia un lado buscando un punto de apoyo. El reflejo inmediato le obligó a bajar la vista a sus pies que se habían detenido de inmediato. En la sandalia derecha, sobresaliendo por encima de la uña del dedo pulgar, asomaba la punta ensangrentada de un abrojo de metal. ¡SUCIA RATA! 

El último comentario del acólito hizo que Rhylen se detuviese finalmente entre jadeos, total, no podía correr ni un metro más. Agotado por el esfuerzo, tiró su daga de madera al suelo y en su lugar sacó el gran espadón de Assar a la vez que se giraba hacia el primero de sus rivales.

Por su tono de voz, debía de tratarse de alguien joven e inexperto, algo que le hizo ganar confianza además de un poco de aliento.

- Ahora te ensañaré yo a ti quien es un viejo, maldita escoria…. ¡TE VOY A PARTIR EN DOS!...¡¡¡A LA MIERDA RAZMIR!!, exclamó dando un paso hacia delante para comenzar la batalla.

Aquellas palabras fueron el pistoletazo de salida para el resto del grupo que se encontraba oculto…. Todos menos Togo, que al ver una oportunidad inigualable decidió aprovecharla antes de tiempo para acabar con dos de aquellos desgraciados. 

Una palabra élfica hizo a Rakna saltar, como si fuese aquel pequeño lobo que cazaba conejos, el gran lobo dio un giro y con otro más tenía a su objetivo en el punto de mira. - Krant...- susurró Hostawen como si fuese la misma muerte quien le llamase. El acólito que acompañaba a Krant, sorprendido por verse envuelto en una trampa se giró, no tuvo tiempo para más, ni siquiera para gritar. El lobo se abalanzaba sobre él para arrancarle la cabeza de un bocado. Los acólitos se encontraban entre Rhylen Carsson y Rakna, un Rakna que estaba empapado en sangre del acólito. El lobo soltaba a su presa para posar sus ojos en el resto. -Rendíos...- susurraba la protectora de Fangwood a Krant - Rendíos y seré clemente.- completó la elfa.

Ver aparecer al Sr. Carsson por el callejón fue un auténtico alivio y la señal para que la Pitonisa lo diese el todo por el todo. Le pisaban los talones Krant y sus secuaces. Dos de ellos caían por los golpes de los guijarros lanzados por Togo. Un rugido aterrador venía del otro extremo, lo cual sólo podía significar que Rakna estaba haciendo de las suyas. Reconocía perfectamente, por haberlo sufrido en sus propias carnes, el gruñido de los lobos. Mejor que Alé no hubiese visto como el lobo de su amiga arrancaba la cabeza de uno de los acólitos o quizá no hubiese podido continuar la lucha.

- Oh, Débil, óyeme tú, que en Kassen imperas omnipotente. Atiende mi plegaria y envía a tu sierva tu Báculo Sagrado, tallado a tu imagen y semejanza .- Junto al monje semiorco que acompañaba a Krant, se materializó un bastón de madera finamente tallado con la imagen de un Viejo Venerable.

- ¡Que la insolencia de Razmir se pague aquí con sangre!- El bastón reaccionó a la petición de Alétheia y moviéndose en el aire le propinó un sonoro golpe al semiorco en la cabeza. Extasiada por ser objeto de tales dones por parte del Débil, la Pitonisa se acercó a su amado y , con la varita recién adquirida, insufló valor a sus compañeros.

El ataque planificado de los compañeros fue tan rápido como mortal y nadie, ni incluso sus enemigos podían poner aquella afirmación en duda. En menos de lo que dura un bostezo, tres monjes daban con sus cuerpos en el frío suelo. Nunca más volverían a levantarse; la búsqueda de los fugitivos había terminado para ellos, ahora el problema recaían en las espaldas de los que seguían con vida. La situación, que de un plumazo se había vuelto en contra de los seguidores de Ramiz, no podía ser más desesperada. Menos Krant, que se maldecía por la herida en el pie y cuyos ojos ardientes por el odio no paraban de ir de un extremo al otro de la calleja tratando de decidirse por su siguiente movimiento, sus acompañantes habían quedado completamente sobrecogidos. ¡Estamos rodeados! - Gritó Morgal, que se echaba en ese momento las manos a la cabeza dolorido por el impacto de un bastón de luz radiante que había aparecido de la nada y repartía golpes a diestro y siniestro. Tal evidencia fue contestada por Krant con una mirada salvaje. Entonces Morgal supo que su muerte llegaría por las manos de Krant o por la de los fugitivos, no tenía elección. Está bien, yo me encargo del lobo. - Dijo con resignación y un atisbo de miedo en sus palabras. Tratando de esquivar los movimientos del bastón, el acólito rodeó a Krant y fue en busca de Rakna que en aquellos momentos acababa de dejar en el suelo el cuerpo inerte de su compañero. A pesar del respeto que Morgal sentía por acercase al lobo y a sus ensangrentadas fauces, no vaciló en levantar su maza contra él. Logró acertar en un lateral de la cabeza del animal con un barrido cruzado de derecha a izquierda que, aparte de hacer crujir el cráneo con violencia, obligó al animal a emitir un quejido de dolor y levantarse sobre sus patas traseras. Tranquilo bicho... - Susurró entre dientes a la vez que levantaba la vista hacia la enfurecida Hostawen.

En el lado opuesto de la calle, frente a frente contra aquel que hasta entonces parecía haber estado huyendo del poder de los razmiritas, Tannémor pareció dudar en si debía levantar su arma contra el anciano que hasta por dos veces se había rebelado contra Krant. Los breves segundos de vacilación le costarían caros, pues no había moneda con la que pagar el castigo impuesto por el espadón de Rhylen. La estocada de su espada corta fue débil, lenta y mal dirigida. Algo que en un momento como aquel no podía permitirse ni una sola vez. Yo no… yo no… - Alcanzó a tartamudear creyendo que con ello el veterano guerrero olvidaría las amenazas vertidas sobre él con anterioridad.

Desde su escondite sobre el tejado Togo pudo escuchar como todo estaba saliendo según lo previsto. Krant ya estaba en el callejón maldiciendo por haber pisado una de las trampas, Alé lanzó de nuevo su magia imbuyendo al pequeño de una agradable sensación de seguridad y valentía, Rakna se había acercado y combatía ferozmente contra alguno de los acólitos... ( por suerte el mediano no vio cómo el Lobo decapitaba de un solo bocado a aquel pobre desdichado). Y el semiorco confirmó con su voz que el plan había sido todo un éxito.

Togo se asomó de nuevo al callejón y vio la situación. En un primer momento iba a disparar contra el acólito que separaba a los dos titanes de cada grupo, pero las vacilantes palabras de arrepentimiento del hombre ablandaron el corazón y traspasaron la ya cargada conciencia del mediano tras ver la desgracia que había causado en los otros dos humanos. De modo que Tremolina empezó a girar de nuevo en dirección al horrible semiorco que luchaba con Rankna. Aprovechando que éste no había podido percatarse todavía de la presencia del mediano, Togo apuntó bien de nuevo a la cabeza, único lugar desprotegido de la criatura y consiguió darle tan fuerte que la piedra mágica atravesó el cráneo y quedó incrustada en su cabeza, causando una herida mortal que hizo que la robusta figura cayera al suelo redondo haciendo varios espasmos. 

Llegó el momento que el hechicero estaba esperando.

Krant cruzó su línea de visión con rápidez, pero ese mínimo instante fue suficiente para que Tanyl convocase unos proyectiles mágicos que irían a impactar a su objetivo donde quiera que se hubiese marchado.

En cuanto salieron de la punta de sus dedos él mismo se puso a la carrera tras Krant, no quería perderse nada.

TURNO 3

Un jabalí acorralado, un toro enfurecido obligado a tomar una única y decisiva elección entre las muchas que asaeteaban su confundida mente repleta de emociones contrarias. Los últimos aguijonazos descargaos sobre su cuerpo por la magia de Tanyl habían puesto de peor humor a Krant, si es que tal cosa era posible a esas alturas. Había subestimado al anciano y a su caterva de seguidores y eso le hacía parecer estúpido. Pero ahora no valía la pena lamentarse, había que salir de allí y procurar no seguir el camino de los estúpidos de los que se había hecho acompañar. Un fugaz vistazo hacia atrás le permitió captar la muerte de Morgal, proveniente de los tejados en forma de pequeñas piedras.

¡BASTARDOS! ¡OS MATARÉ A TODOS! - El grito desesperado del heraldo rompió la débil paz de la noche en Tamran. La idea de destrozar al acólito que estaba junto a él para poder abrirse paso hasta Rhylen pasó por la cabeza de Krant. Si demostraba la misma debilidad que sus compañeros, algo bastante probable viendo cómo había muerto Morgal, bajo su criterio mucho más capaz que el resto, sería mejor quitárselo del medio e impedir que su inutilidad acabase siendo una traba para las acciones que tenía pensado adoptar.

¡Vamos! Acaba con ese montón de huesos o déjame a mí. - Ordenó al acólito. Luego, temiendo verse encerrado por ambos costados, el heraldo se volvió hacia Rakna y levantó la gran clava a la altura de los ojos.

La blasfemia de Krant no tenía parangón. Veía caer a todos sus compañeros fulminados por el poder de la Resistencia de Kassen y aún así seguí sin dar su brazo a torcer. Alétheia se sentía poderosa, aún el poder de su Dios recorriendo su cuerpo. Altiva, con el mentón bien alto y con una voz potente y autoritaria, gritó al hermano.

- ¡CALLATEEEEE!- Un estridente pitido se escuchó haciendo que tanto el heraldo como Krant se llevaran las manos a los oídos. Desde su posición, la Pitonisa rogó al báculo que siguiera atacando a sus enemigos. Éste, flotando en el aire, se aproximó a sus enemigos y con torpeza falló el golpe. Parecía dirigido por una mano temblorosa, la de un anciano.

Los ambarados ojos del gran Rakna se posaron sobre Krant, medía a su objetivo. Reconocía su olor. Su voz hastiada y rota le despertaba odio. Aún recordaba como le habían encerrado en aquella jaula, su venganza estaba apunto de llegar. Dedicó una sonrisa llena de colmillos. Krant parecía encerrado y atento. -JAI.- dijo la famélica elfa hincando los talones en los cuartos traseros. El deseo por acabar con el feo humano se materializaba en espuma flotando en el aire. Rakna ya estaba apunto de hincar el diente a Krant cuando sus piernas se vieron atrapadas por unos abrojos. Hostawen se sorprendió al ver como había caído en la trampa que ellos habían colocado...

Lentamente, el molesto dolor de oídos fue disipándose hasta quedar reducido a un continuo e incómodo pitido y a un ligero entumecimiento mental, al menos era algo soportable. Lamentablemente y teniendo en cuenta la situación desesperada en que se hallaban el heraldo y su compañero, cualquier afección que resultase en la merma de las capacidades podía ser fatal. No obstante, en una de esas reacciones que sólo los hombres desesperados son capaces de llevar a cabo, Tannémor no sólo trató de sobreponerse, sino de llevar la contraria a su destino. Viéndose acorralado entre dos espadas, pues sabía que Krant nunca le dejaría rendirse, se impulsó hacia adelante y lanzó con fuerza su espada buscando el cuello de Rhylen. El anciano tendría que agradecer a las protecciones mágicas que le rodeaban que lo que podría haber sido una espada cruzando su cuello de lado a lado terminase en un mero rasguño sin importancia. 

Un brillo imperceptible emanó de las alianzas que portaban Alétheia y el paladín del Débil. Antes de que el pequeño fulgor desapareciese, una pequeña herida apareció en el pálido cuello de la Pitonisa justo en el mismo lugar en que Rhylen recibiera el tajo.

A decir verdad no se acordaba muy bien si el plan consistía en coger vivos a los secuaces de Razmir, pero ahí todo el mundo se lo estaba pasando bién repartiendo a diestro y siniestro y Tanyl no iba a ser menos.

De la punta de los dedos del hechicero surgieron dos emanaciones lumiosas que fueron a parar certeras sobre enfurecido templario.

Qué pena de túnicas. Tendremos que lavarlas para camuflarnos con el resto de seguidores del 'Dios Viviente'- fue la idea fugaz que se le pasó por la mente al jóven cuando hubo terminado de conjurar su hechizo.

El combate se había decantado clara y rápidamente del lado de los de Kassen, sin embargo había una misión importante que hacer y parecía bastante complicada después de ver como había enfurecido Krant. Había que cogerlo vivo, pero ni Rakna y Rhylen, los únicos capaces de hacer frente al campeón del templo de Razmir, no parecían los más indicados. Por eso el sagaz mediano echó mano de su saco en busca de alguna solución... rebuscó en ese pozo sin fondo de tela y sacó una gran tela de cuerdas, si tenían que coger a un pez gordo nada mejor que una buena red de pescar....

Rhylen trataba de tener controlada la posición de Krant, así como sus acciones. Quizá por ese motivo el acólito que se encontraba frente a él llegó a alcanzarle con su espada, haciéndole un tajo casi sin importancia pero que estuvo cerca de darle un disgusto. – Nunca aprenderé…, dijo recriminándose a sí mismo su falta de atención.

El objetivo del guerrero era sin duda Krant, y aquel chico le obstaculizaba el paso. Para colmo el tajo recibido no hizo más que autoconvencerle que tendría que acabar con él.

Así pues, echó su gran espadón hacia atrás para tomar impulso y tras ello lanzarlo con potencia hacia el acolito con un golpe frontal. La hoja del antiguo espadón de Assar se incrustó en el estómago del joven acólito hasta terminar asomando por su espalda. Este se agarró al hombro del guerrero entre gritos de dolor mientras, insertado en su espadón, se le escapaba la vida poco a poco de forma irremediable….