La carretera, serpenteante y oscura de los entre bosques y colinas, se convierte en el escenario de una frenética huida. Dos coches avanzan a toda velocidad, sus motores rugiendo en la noche, tratando de escapar de un grupo de vampiros de aspecto lobuno que los persigue implacablemente.
En el primer coche, un todoterreno Toyota desgastado, Nacho, un profesor de psicología de la Universidad de Galicia, lucha por mantener el control del volante mientras sus nervios están al límite. A su lado, un joven que acaban de rescatar, aún temblando por el horror vivido, mira constantemente hacia atrás con ojos preocupados mientras va avisando del camino a seguir. En el asiento trasero, Gonzalo, un estudiante de enfermería, está completamente concentrado en atender a la prima del joven, que ha sido herida por uno de los vampiros. El coche está impregnado de una atmósfera tensa y desesperada, con Gonzalo haciendo todo lo posible por detener la hemorragia y calmar a la herida, utilizando todos los conocimientos que ha adquirido en sus estudios.
El segundo coche, un Hyunday Santa Fe casi recién salido de la fábrica, es conducido por Artai, un técnico de telecomunicaciones con manos firmes y mente ágil. Junto a él, otro joven recién rescatado se aferra a su asiento, su rostro reflejando la confianza que siente, va indicando a Artai por donde dirigirse con antelación como si las luces traseras del Toyota no fueran señal suficiente. En el asiento trasero, Laura, una deportista de élite con músculos tensos y mirada alerta, se prepara para cualquier eventualidad. A su lado, Rai, un marinero curtido por las adversidades del mar, mantiene una mano sobre su cuchillo, listo para defenderse si es necesario. Aquí se respira determinación y preparación para el combate, con cada ocupante consciente del peligro que los sigue... y el que quizá lleven consigo porque en el maletero de la camioneta, Tyler, víctima de un ataque con vómito de sangre de los vampiros, yace aislado. Su piel muestra manchas oscuras y su cuerpo tiembla incontrolablemente. Ninguno de los otros pasajeros puede tocarle sin arriesgarse a la contaminación, lo que añade un peso de desesperanza y urgencia a la huida.
Mientras los coches se adentran en la oscuridad, los faros iluminan fugazmente los árboles y arbustos a los lados de la carretera. Los vampiros lobunos, con sus ojos brillantes y colmillos al descubierto, se acercan cada vez más. La huida es una carrera contra el tiempo y el destino, donde cada decisión puede significar la vida o la muerte. El grupo debe utilizar su ingenio, habilidades y coraje para sobrevivir un día más en los caminos de Galicia.