Aparecen otros dos hombres más, el de la barba y el más joven de los que acaban de aparecer van detrás de la zona por la que huyeron Laura y Cristina, el otro, que lleva un cinturón de mecánico o algo similar se queda.
El hombre del hacha golpea con el mango a otro de los moteros que se desploma inconsciente mientras que otro hombre más, igualmente con las ropas empapadas, corre y acompaña al del hacha. Esto es suficiente para hacer que el motero que queda en pie de la vuelta y salga huyendo.
Vio a Cris que le hacía señales y la llamaba, respiro algo mas tranquila, Cris estaba bien, había temido por su vida, le producía mucha ternura la muchacha y no podía evitarlo, la veía tan desvalida. Parecía que todos los hombres se habían quedado atras, no sabia si era una pelea justa o si alguno seguiría vivo, pero..... En ese momento, aquella mujer les pidió ayuda. Cris con su enorme corazon, ya se había ofrecido prácticamente -prueba, creeme que de cosas increíbles y extrañas estamos mas que curadas, no habéis venido a buen lugar- miro a los ancianos y de mordió el labio inferior -tengo un poco de experiencia en esguinces, igual podría hacerle un vendaje provisional, este no es buen sitio para quedarnos- no creia que ningun sitio fuese bueno, pero alli en la playa a campo a abierto, sin ningun tipo de cobertura ni nada. La mujer empezó a hablar de un tal Tyler y Pepe, eso ya le gusto menos, había mas hombres en el grupo y no parecían pocos, pero ¿donde estaban? No pudo evitar desconfiar y miró a todos lados por si las estaban emboscando -¿cuantos sois y donde están los demás? -
Cuando Laura se acercó a ver el tobillo descubrió que ya había sido tratado, toscamente porque se habían usado unas tiras de camiseta, pero era un buen trabajo dado el material que se había usado. El hombre sonrió mientras ella le miraba el pie mientras que la mujer mayor dedicaba unas muy serias miradas de desagrado hacia la muchacha mientras refunfuñaba por lo bajo y parecía maldecir en gallego.
Dejo la parte de las explicaciones en suspenso hasta ver qué pasa en el otro lado de la escena.
Por detrás de donde salió Laura aparece un joven corriendo también que se queda parado al observar la escena de Laura mirando el tobillo del hombre mayor y Cristina a cierta distancia observándolo todo. Gonzalo! dice la mujer joven hacia el recién llegado.
Este responde acercándose con una sonrisa
Qué movida, a la gente se le está yendo la cabeza pero de verdad. Había unos moteros liándola parda, pero no eran sirenas, eran... Normales. Entre los chicos y un pavo con supervelocidad les han parado los pies, así que a ver qué nos cuentan ahora...
Luego giró hacia las dos para preguntarles. - ¿El de los superpoderes es colega vuestro? Guapísimo como les ha dado para el pelo a esos capullos. ¿Qué es lo que ha pasado con los moteros, querían haceros daño?
Mucha información de golpe. Aquellos hombres eran sus amigos. Venían de una isla, de no pasarlo bien. Laura ya les dijo que aquí las cosas no estaban mejor.
-Por aquí hay muy mal rollo. Se ha desatado una epidemia, la gente se mata. Como en las pelis, pero de verdad.
Cristina observaba el tobillo hinchado, las manipulaciones de Laura, el mar, la playa y el callejón.
Dio un salto apartándose un poco con la aparición de otro chico. Se habían ventilado a los moteros, aunque ella no sabía de quien hablaba con eso de la supervelocidad. Se encogió de hombros.
-No se quien es ese. ¿Sirenas? ¿De qué hablas? -preguntó, interesada, sin responder a la pregunta sobre los moteros.
El hombre del hacha se queda un paso atrás y el otro se acerca a Cristián extendiendo la mano Artai y ese grandullón es Pepe, es bombero. Dice con una sonrisa afable.
Cristián también se presenta, como es su costumbre junto al nombre incluye que pertenece a la Guardia Real y que es Esgrimista olímpico, sus dos grandes orgullos. Parece que a esos dos les impresiona mucho más lo de Guardia Real que lo otro que no parecen entenderlo hasta que les explica un poco qué es la esgrima y entre risas hacen gestitos de pelea con espadas.
Parecen buena gente y ahora van todos hacia la zona de los matorrales en busca de las mujeres que huyeron y los hombres y que fueron detrás. Es fácil encontrarles, a ellos al menos, en una zona algo despejada un chico joven de aspecto frágil guarda un revolver mientras termina de hablar con un marcado acento americano. Otro hombre, el de la barba, tiene un cuchillo puesto en la espalda del motero que desapareció por aquí. La situación está más que controlada