Comió sin duda con apetito, el tío de ojos saltones era canijo si, pero comía como un lobo hambriento en invierno, aunque cada vez que alargaba el brazo para tomar otra porción el capitán lo miraba con odio, increpándolo y con recelo, lo que le cohibía a sobremanera y tenía que comérselo casi hecho un ovillo y mirando al suelo como temiendo su ira estallando en cualquier instante, realmente parecía una rata comiendo queso en un rincón.
Por la noche durmió poco y de forma intranquila, pues la perspectiva de volver al cubil del monstruo que convertía la gente en piedra, pues como imaginareis no era plato de su devoción, más bien lo contrario pues le pedían meterse en la boca del lobo solo que esta vez era peor porqué eran menos y él ya sabía lo que encontrarían. Pero como de momento le daba más miedo el capitán Davenport pues ni la más ligera ocurrencia de fugarse de allí. Pero más miedo que eso aún le daba el señor de las tierras y cuando este les habló por la mañana Raúl se ocultaba y se hacía pequeño ocultándose detrás de Extranjero Jack en un ineficaz intento de pasar desapercibido de aquél que más prefería ignorarlo.
En cuanto este se fue, empezó a recobrar más o menos su natural buen humor. Y como aún les quedaba un largo trecho, incluso silbaba desentonando canciones populares de letras más bien picarescas para amenizarles el camino.
El grupo está a punto para emprender la marcha, algunos a pie, otros en la carreta cuando viene un hombre de armas a paso ligero en dirección al lord del castillo, acompañando sus pasos por el tintineo de su cota de mallas.
Señor. Hay un guerrero que pide vuestra atención, señor. Dice que es urgente.
Lord Torquemar se gira para mirar al hombre de armas, con gesto de irritación por la inoportuna interrupción. Aún así se gira para hablar con el hombre de armas.
¿Quíen pide por mi a estas horas?. ¿De parte de quién viene?
El soldado se muestra titubeante ante la posibilidad de importunar demasiado a su señor.
Señor, dice llamarse Padelonius, Padelonius Rexx, por su indumentaria parece venir de muy lejos. Dice que no viene de parte de nadie.
Padelonius dice... No me dice nada ese nombre. ¿Dices que viene de lejos? Bueno pues que espere.
La mujer extranjera, que estaba sentada en la carreta, con su equipo listo para partir, escucha con atención las palabras que cruzan el soldado y el señor de Torquemar. Cuando se pronuncia el nombre de ese desconocido su semblante cambia de forma ostensible. Debe ser alguien importante para esta, pues hasta ahora se había mostradao muy fría y distante.
Tras recuperar un poco la compostura dice:
- Lord de Torquemar, yo conozco a ese guerrero. A Padelonius Rexx. Es un primo mío.- Dice haciendo una pausa.- Como ya le conte, estaba por estas tierras buscando cierta información. Mi primo y yo nos dividimos para ampliar la zona de búsqueda. Le avisé por donde estaría y le dije que me viniera a buscar en caso de lograr esa información. Imagino que es a mí a quien anda buscando.
PNJ
Parece ser que el anciano hombre no le termina de gustar esas confianzas. Pero aún así se contiene.
- Decís que le conocéis y que ha venido a daros información. ¿Qué significa todo eso? Estás a punto de partir para cumplir con esa misión. El tiempo apremeia.
Parece que la reacción del lord de las tierras no la termina de tomar por sorpresa. Con aplomo responde.
- Mi prioridad, por mucho que le pese Lord Raimundo de Torquemar, no es la búsqueda de su hijo. Tengo mis obligaciones para con mi familia, señor. Déjeme hablar con mi primo y así poder responder cuanto antes con una mejor respuesta, señor.
PNJ
Las palabras de la joven disgustan al lord, pero parece ser que finalmente este asiente, pero no sin mostrar un rostro frío.
Está bien.- Responde tajante, con la intención de terminar cunato antes con ese imprevisto. Girándose hacia el soldado, que aguarda en silencio.- Ve a informar a ese hombre de que pase. Apresúrate.
El soldado asiente y desaparece raudo en dirección a la puerta principal del castillo, acompañando sus pasos apresurados por el tintineo apagado de su armadura.
Al poco tiempo aparecen un par de guardias y un hombre bien parecido, de recia constitución con pecho y brazos de músculos abultados. Viste una exótica armadura, de modelo bastante arcaico, pero ricamente ornamentada. De su cinto cuelga la vaina de una espada corta, pero sin arma. Al parecer le han dejado entrar pero sin armas. Vienen a paso rápido.
Lord, este es el forastero. Padelonius Rexx.
El lord lanza una mirada al recién llegado un tanto fría, pero no obstante le recibe.
Bien, al parecer tenéis algún asunto que tratar con la señora Hécate. Dejémonos de formulismos y vayamos rápido.
El recién llegado asiente haciendo un saludo formal al lord de las tierras.
Siento molestaros lord de Torquemar. Gracias por recibirme.- Y sin perder más tiempo se dirige a la mujer presente.- Tengo noticias Hécate, tengo un lugar donde podemos encontrar a Papandreu, pero estará poco tiempo allí, debemos ir rápido.
La mujer esperaba noticias, pero sin lugar a dudas estas eran una de las mejores posibles, quizás solo superada por la notificación de que Papandreu había pagado por sus crímenes.
- Dame detalles, primo.- Mirando un momento a los presentes, en especial al lord, añade.- Pero en privado, apartémonos un poco.
Dice apuntando con un ladeo de la cabeza para que ese la siga.
PNJ
La pareja se aparta unos metros del grupo para hablar entre más confidencialmente, parece que hablan de un tema que les es muy importante, pues empiezan a gesticular con las manos, para emfatizar sus argumentos. Esta no dura mucho, pues pronto regresan, con la mujer abriendo la marcha.
Lo lamento señor, pero temas muy urgentes reclaman mi presencia en otro lugar. Siento el no poder participar en esta misión, pero no puedo desatender mis responsabilidades.
El recién lelgado permanece en silencio detrás de su prima mientras esta informa al lord de las tierras.
Las palabras parecen caer muy mal en el anciano señor de las tierras. Sus facciones se endurecen.
Que lo lamentas dices, ahora que estás a punto de ir en búsca de mi hijo, dices que lo lamentas. Que no puedes ir.- Una vena aparece en la frente del anciano.- ¿Ese era el compromiso que tenías? Ese es el valor de tu palabra, mujer. Si es así vete de mis tierras, abandónalas antes no te acuse de traición.
La exótica mujer parece que va a dar una réplica, pero finalmente asiente mudamente. Raimundo, viendo que no parece ser que la mujer se quede, se gira para ordenar a los guardias.
Guardias, acompañad fuera a esos forasteros.- Mirando a Padelonius y a la hermosa mujer les advierte.- Abandonad mis tierras antes de que mi indulgencia se agote.
Sin esperar más tiempo, los guardias escoltan a la pareja hacia la puerta de acceso al castillo. Sin que unos u otros fuercen más la situación. Y así, con el mismo silencio que guardó la exótica mujer durante la pasada jornada, abandona la compañía de los aventureros.
Una vez terminada esa extraña interrupción, el anciano centra de nuevo su atención en vosotros.
- Espero que no haya ningún imprevisto más. El tiempo pasa, es el momento de que partáis.- Sacando un saquito de cuero abultado lo entrega al capitán Liam Davenport.- Tomad, eso es para los gastos del viaje. Partid y que el destino os sea propicio.
Jack se despertó de buen humor. Quizás no estaba excesivamente hablador, pero visiblemente se desenvolvía con garbo y decisión. Si estaba preocupado por la misión, lo ocultaba muy bien.
Ya en el patio de armas y todo el parapeto montado, el hombre de color se dedicó a examinar el material reunido en el carro. Pareció complacido con la red.
Su repaso del inventario se vió interrumpido de manera casual, como para prestar atención al Señor de las tierras, para verse luego totalmente evadido por la multitud de escenas de las que fué testimonio.
Pero podemos resumirlas muy brevemente: Antes de salir del castillo ya tenían una baja.
Como tenía a Raúl cerca (poco antes se había refugiado detrás suyo) inclinó ligeramente la cabeza y le comentó: -Los tiene muy bien puestos para decir eso a la cara de Reimundo...- Lógicamente la primera parte de la frase la había dicho de carrerilla, era evidente que no comprendía el significado aceptado socialmente- ... O es una mujer-loca, por lo que ya es bueno que no venga.
El capitán había pasado muy mala noche. Unas terribles pesadillas había incomodado el descanso de Liam...
Se había visto envuelto en un bosque frondoso, pero los árboles y la vegetación eran completamente de piedra. Cuando se había sentido totalmente perdido, una enorme sombra había aparecido en algún lugar del bosque y se acercaba donde se encontraba el capitán. Había desenvainado su espada y se preparaba para luchar con la enorme criatura a la que tenían que dar caza. Pero, al abalanzarse contra el monstruo, descubrió que... era sir Hugo!
Aquella visión le despertó entre sudores fríos y le provocó escalofrios hasta la llegada del amanecer.
Una vez almorzados y revisando el carromato de los utensilios que les serían de utilidad en sus misión, recibieron la visita de Reimundo de Torquemar. Sus palabras fueran profundas y sinceras, y el hecho de personalizar en su persona el deseo de recuperar al heredero, le marcó sobremanera.
-No fallaremos... no le fallaré, mi señor. No lo dude.- fueron sus palabras.
Pero la baja de un miembro del equipo, exactamente de la enigmática Hècate, había complicado algo las cosas. Toda ayuda era necesaria si querían traer de una pieza, aunque fuera de piedra, al hijo de Torquemar. Pero no era momento de desanimarse... era momento de partir.
Entrelazó el cordel del saco de monedas en su cinto y avivó a sus compañeros en iniciar el camino hacia Las Cinco Jarras.
-Es momento de partir, amigos. El camino es largo hasta la posada y no podemos perder más tiempo.
Tras unas horas de camino se acercó a "Extranjero" Jack y le preguntó:
-Y cual es tu historia... Jack... y de donde viene ese curioso alias de "Extranjero"?