Partida Rol por web

Pancho estaba atento a como se resolvía el enfrentamiento entre Luna, Arthur y los soldados que quedaban entre ellos y la posible huida. No quería perder ni un segundo cuando les dieran la señal para poder dirigirse hacia el helicóptero. Tendría que tirar de su último aliento para conducirlo fuera del alcance de las armas de aquellos nazis y, a ser posible, aterrizar cerca de algún hospital. 

El sonido de la granada lo sacó de aquel sueño que estaba teniendo despierto, imaginando que todo iba a salir bien. 

-Janet, Señor Butter, ¿preparados para correr hacia el helicóptero? 

El momento estaba a punto de llegar y quería que todos estuvieran preparados. 

Jason tensaba los músculos junto a sus compañeros. La vía de escape estaba al alcance de la mano, sólo unos momentos y acabaríani aquel lugar de mierda.

Una idea cruzó su mente.

- Oye Pancho, ¿esos cacharros arrancan con llaves? ¿Como los coches? -

Asintió solemne, aunque lo hizo apretando sus labios cenicientos y aguantando el dolor y el mareo que sentía. Se aferró al brazo de Pancho y se preparó para salir 'corriendo' como pudiera hacia ese helicóptero que parecía ser su única salida de allí. Sólo esperaba que ese último tramo de la aventura en el castillo saliera bien, y que no tuvieran que lamentarse de nada. Ahora mismo sólo deseaba escapar lo antes posible.
 

La flecha que lanza Luna con su arco vuela hasta clavarse de lleno en el cuello del alemán, que jadea ahogándose en su propia sangre. Justo después, Arthur lanza la granada de humo delante del último soldado neonazi que aguanta en la cubierta del castillo. Hace sonar su arma con varios disparos que impactan en diferentes puntos de la piedra mientras el eco de los mismos viaja por el bosque. No ve nada mientras el humo sigue formando una densa masa que flota frente a él. El helocóptero está muy cerca. Es ahora o nunca.

Arthur retrocedió corriendo hasta la altura en la que se encontraba Luna: se detuvo, y apuntó en dirección al alemán que quedaba vivo (y ahumado) para cubrir la retirada.

—¡Vamos! — animó a su compañera.

- ¡Vamos jefe! ¡Ya casi estamos! - dijo Jason ayudando a Butler a moverse

Parapetada por el humo y por Arthur, Luna corrió hacia su compañero para poder huir juntos hacia el helicóptero. Esperaba que el grupo no se hubiese encontrado más alemanes en su carrera al helicóptero. Había demasiados heridos en el equipo como para poder enfrentarse abiertamente.

Al trantrán, más por obligación de la marcha del resto que por su propia inercia física, Janet avanzó como buenamente pudo por esa torre alemana que parecía interminable de disparos y problemas, pero cuyo final parecía estar al alcance de la mano en cuanto aposentaran sus americanos traseros en el helicóptero y pudieran ponerlo en marcha. Eso, claro está, si eran capaces de superar ese último obstáculo y envilecerse con el pilotaje del artefacto que, si bien en las películas no consistía más que en tirar de la palanca para arriba para subir o para abajo para bajar, estaba convencida que sería un puzle de interruptores y dispositivos de los que no entendía de la misa la media.

Pero aunque la puntería de Arthur parecía pintarlo todo de color de rosa y casi daba por cierto ese futuro entre trágico y cómico de 'tú pulsa este a ver qué pasa' y 'quítate tú para ponerme yo', decidió que todos sus esfuerzos mentales los dedicaría a permanecer consciente y recorrer esa milla de oro antes de poder ponerse en manos de un destino mayor que tuviera a bien permitirles surcar los cielos de vuelta a casa.
 

Con el último alemán abatido en la cumbre del castillo con un disparo en el centro de su frente, todos los mercenarios junto con el Sr. Butter se acomodan como pueden en el interior del helicóptero. Pancho se sienta a los mandos y les lanza un vistazo con mirada de "veamos qué podemos hacer...". Butter, con voz quebrada por el cansancio, pregunta por Marilyn.

Pancho se giró hacia Jason para responder a su pregunta. 

-Si, funciona con llave y esperemos que las hayan dejado puestas. 

Junto a Janet y a duras penas llegaron hasta el helicóptero, pudo colocarse en el asiento del piloto y ver el cuadro de mandos, muchos más botones que si camión. Aunque no era la primera vez que pilotaba uno de estos hacía años que no lo había hecho. 

Rezó interiormente mientras arrancaba y trataba de sacar a sus compañeros de allí. 

Pancho se sentó en el helicóptero, no era como los que había pilotado antes, este tenía más botones y palancas pero suponía que los controles básicos serían los mismos. Accionó el contacto y las aspas empezaron a girar, la parte fácil estaba conseguida, consiguió levantarlo un par de veces del suelo aunque casi al instante volvía a su posición natural haciendo que sus heridas volvieran a dolerle como les pasaría seguramente a Janet y Buttler. 

La siguiente vez que pudo despegarlo del suelo tiró de la palanca con las fuerzas que podía, esta vez el castillo quedaba cada vez más abajo, había conseguido ganar altura y tras unos pequeños sustos a la hora de avanzar o girar parecía que estaba controlado hasta que una ráfaga de viento casi los hace perder el control sobre el aparato. 

Tras unos segundos con el control total sobre el aparato Pancho se dirigió a sus compañeros. 

-Creo que puedo controlarlo y llevarnos donde poder tratarnos. Si alguien puede indicar una ruta por la que seguir sería todo más fácil. 

Esperaba que alguien tuviera un mapa o recordara algo sobre los alrededores, quizá con un pequeño pueblo fuera suficiente aunque necesitaban buena asistencia y rápido. 

- Hay que pasar a por Marilyn - recordó Jason - La cábaña estaba por allí - añadió señalando con el dedo. 

- En cuanto ganemos altura el GPS empezará a funcionar, así que dale para arriba - 

Las hélices del helicóptero crean remolinos con el humo que sube del castillo hasta que finalmente Pancho consigue alejarse lo suficiente y dejar los soldados que puedan quedar con vida abandonados a su suerte (o a su muerte). Desde la altura, otra pequeña columna de humo, esta vez más pequeña, revela la cabaña de Igarâl, donde con algún pequeño susto, Pancho consigue aproximarse y recoger a Marilyn. Su aspecto ha mejorado bastante. Aún está malherida y no puede evitar cojear un poco al caminar, pero parece recobrar fuerzas al veros regresar con el Sr. Butter.

- Habéis hecho un buen trabajo. - Os agradece Marilyn. - Es hora de marcharnos. ¿Qué os parece Suiza?

Igarâl sonríe y os ofrece unos dulces a base de bayas que ha cocinado él mismo. Marilyn coge uno y lo come.

- Debéis probar esto.

- Vayámonos cuanto antes. - Dice el Sr. Butter, aún con rostro preocupado.

Así es como abandonáis los Alpes hacia Suiza.