Aquella historia no sorprendióme. Es más, creía a pies juntillas tal cosa, pues en uno de mis deambulares por Europa conocí yo a un extraño omne que, gracias a un simple saco, era capaz de convertir en oro el carbón que en él metía. ¡Et vilo yo con mis propios ojos!.
Interesábame agora, mucho más que las joyas o el sonante, conocer ese que fazíase llamar "alfarero". Aquello fazia la pena correr el riesgo que probablemente nos esperaba...
...No obstante, antes de pronunciarme, esperé a que la moza contestara a la pregunta del "caracortada".
Tirada oculta
Motivo: Psicología
Tirada: 1d100
Dificultad: 50-
Resultado: 64 (Fracaso)
Hans no se cree mucho la historia pero le sorprende mucho más que todos se la crean. ¿Puedo usar Psicología para ver si están convencidos de lo que cuentan y si mis compañeros también tragan?
Ni yo misma creo tal historia si me la contara otro, mas mi marido lo hizo -respondió-, y si viólo él, tal que así es para mí. Os pido sacar a mi Mauro de la Casa de alguacilería, que él no hizo cosa de matar, ¡que incluso la que robó fue una mesma! -se refería a ella-. Si salimos con mi Mauro de la Casa y Cárcel, y querédeis de ir a por la joya, sean una o dos -(original y copia, si es que la hubiera)-, vuestra será, no me importa ya para quien sea... Yo sólo quiero sacar de allí a mi esposo... -incluso impidiendo lavar la deuda de la bodega de su hermano, la joven Clauda parecía amar mucho a su Mauro-.
La joven ya dejaba caer lágrima de los sus ojos, pero eso no bastó para aclararle las ideas al alemán Hans, que parecía otear en ella y en su historia un ápice de verdad o mentira... sin lograrlo.
- Denos pues, detalles et muchos, et entonces faremos balance et vos diremos con brevedad si placenos el asunto o non. - Inquirí a la dama, pues más valía tener tanto detalle como fuera posible antes de embarcarnos en tan peligrosa empresa.
Desconcertado me giré a uno y otro lado siguiendo aquella conversación. Me era difícil comprender la veracidad de lo que decía aquella mujer, pero tan convencidos vi entre mis ojos ahogados en vino a mis dos compañeros que pensé que a lo mejor era posible. Pero mucho parecían saber del cielo aquellos hombres y poco del suelo. Como aquella que, cuando, yendo a mirar las estrellas no vio en el suelo un hoyo en que estropezó. No quería yo ser de esos, así que antes de los fechos ¡detalles!. No era plan entrar allí con el estoque en guardia y salir escaldado.
- Pero... pero... tomar la Casa de alguacilería no parece baladí. - dije con cierta sorpresa alemana ante la imprudencia que demostraban en el sur de Europa - Y, compañeros, creo que si querédeis de ir a por la joya, difícil será de vender en la Villa, pues asemeja que todo el mundo conoce su delicada procedencia. Y partir la joya en tres pedazos no sería buena idea ¿o me equivoco? ¿Tan dispuestos estáis a sacar las filosas y pelear con los porquerones? No veo yo poca dificultad en el asunto, mis señores, como para ir allí a la ligera.
Claro, que por otra parte, bien le vendrían aquellos oros para entrar al fin en la Universidad. ¡Ay! Qué malo es ser ambicioso, egoísta... y pobre.
PNJOTIZADO
Yo antes vivía en el monte... -reveló con cierto misterio Tomás-, Tomás, por cierto -le dijo a la chica señalándose a sí mismo-..., y vivía con otros con los que habíamos de asaltar a cuantos pasaran por los caminos, que no había otra forma de comer en tiempos aciagos..., y alguno me comentó sobre la cárcel del a Villa: en un ala aguardan los alguaciles, mas en el otro está dedicado a la Cárcel para villanos y otros maleantes... E cualesquiera puede acceder a visitar cualquier detenido... -y guiño un ojo al resto-. Entrar seria lo fácil, pero... habría que "improvisar", una vez dentro...
Cierto era lo que dixo el alemán; tomar la casa de la alguacilería non era tarea fácil. Aunque lo siguiente tenía más sencilla solución. - In questa Villa non venderemos la joya. Más non preoccupatevi di questo, pues tengo molti amici que estarán molto interesati en soltar cuantiosi sonanti por la mesma. -
Et luego fabló el caracortada, et placíame escuchar a aqueste, pues veíasele bien puesto sobre el tema a discurrir. Parecía conocer la carcel bastante bien, et dábame en el jocico que habían ido a dar sus huesos en aquella en más de una ocasión...
- Pláceme improvvisare. - Respondíle sonriente.
No entendí la mitad de lo que salía de la boca del italiano que bien pareciera que hablaba cantando, pero dado que por u expresión ambos parecían dispuestos a meterse en camisa de once varas, que el tal Braccio tenía salida a la joya, y espoleado yo mismo por Baco y su alegría, levanté de nuevo la jarra:
- Wir sind damit einverstanden!* D'acordo amichis! - dije con rapidez, mirando a la señora casada mientras brindaba, sacando de mi ingenio el poco italiano que yo pensaba conocía - Hay que elaborar un plan, quizá después de comer y descansar algo, pues no será buen asunto volver ahora mismo a San Salvador, que puede que los alguaciles aún anden tras nosotros. Si tiene a bien la dama, podríamos reponer fuerzas mientras pergeñamos un plan ¿aquí mismo, tal vez?
Y es que el vino, si bien no era peleón, se agarraba a la cabeza con facilidad y ninguno de los presentes parecía tener hambre más que yo... Prisa no había pues suponíame yo que aquellos bravos que acompañaba iban a querer ir de noche a la Casa, que en Madrid ya se sabe que todos los gatos son pardos a esa hora.
*¡Estamos de acuerdo!
La mujer se alegró al oir que, accedían, al menos el del sombrero y el del bigote y cicatriz... Y luego apuntó algo, para tratar de convencer al Alemán.
Mauro, mi marido... -dijo como recordando-, me enseñó a defenderme... Antes de él marchar a Flandes me dijo que si "había de saber de su marido muerto más allá de las Españas, mejor saber también hacer de filos". Pensaba en mí hasta una vez muerto... Y antes de irse, y a veces ahora, a su vuelta, me enseñaba a esgrimir, por si "habríamelas de ver en la su ausencia con "malapiches" y tunantes", decía... Aunque yo no tengo paciencia para filosas ni "puntadas" que son cosa de hombres, aunque creo que no es díficil pasarle limpio el acero a alguien con una de éstas...
Y Claudia se levantó un poco la parte trasera la blusa asida por detrás a la falda, se llevó la mano a su parte posterior y sacó hacia delante una de éstas, levantándola punta en alto:
Era una daga de guardamano típica, herrumbrosa y sin cazoleta, que es la que verdaderamente usan los duelistas o los "mangas verdes" (amén de otros aguerridos asesinos, tunantes sin escrúpulos, o algún que otro mujeriego pisaverde que ha de vérselas con el padre, marido o hermano de la tal flor a la que pretenden...).
Claudia miró finalmente a Hans, para terminar de confirmar su ayuda. Cuantos más mejor, y la joven parecía hacer lo que fuera por su esposo. Y pareció que éste terminó de convencerse, más quería "plan y panza llena", allí mismo, en un "aquí te pillo y aquí te mato", y como es cosa lógica y de deber formal, que no era aquello baladí.
¡Magnífico...! -apuntó Claudia- ¡Martín! ¡Saca vino! ¡Y el bofero de invierno...!
Su hermano, el bodeguero, así lo dispuso, y bien pronto, pues aquel plan bien requería no dejar escapar a esos tres allegados que la Fortuna para ellos habíanles traído: que no se encuentra en la Villa Coronada gente de ímpetu animoso y mano veloz que le saquen a uno de esos escarnios... (ni de una "Cása y Cárcel"...).
Hans, me has "pisado" el post (aunque era post de relleno, jeje), pero lo cambié y todo listo ;)
Dejemos tiempo para que Tomás actúe.
Nota: en la bodega no hay ni sillas ni mesas. Podéis planear lo que queráis.
Acodeme en la madera que hacía de barra de aquella bodega esperando ver el vaso llenarse de nuevo mientras mi mente, que poco a poco parecía ir nublándose por los vapores del vino, algo bastante peligroso si queríamos trazar un plan para sacar del entuerto al tal Mauro, pensaba en las posibilidades no ya tanto de entrar sino de salir a bien de la cárcel.
- Normal sería que la mujer quisiera visitar a su marido y podría ésta ir acompañada de algún amigo por temor a agravios, pero una vez dentro... Abrir la celda y salir por pies será tarea bastante peliaguda. ¿Alguno tiene ganzúas o algún útil que pudiera servir para forzar la cerradura?
¿Estáis seguro? -respondió Claudia ante la idea de llegar allí como la esposa del detenido-, parece irrazonable, que aunque los mendigos se atrevean a entrar a mendigar a los carceleros, amen de que se arriesguen de vez en cuando a sopapos a diestra y siniestra, no entaría yo allí de aquella guisa, diciendo eso, pues también vienen por mí, que saben que yo robé las joyas del noble... Mas, lo de forzar la entrada: el carcelero es el único que la tiene, todo el mundo lo sabe; y supongo que habrá vigilancia interna entre las sus celas... -se refería a algún alguacil de guardia, y se refería en el interior ya de las celdas, pues ni tan siquiera guardia hacía falta en la misma puerta de la Casa y Cárcel (ya que no habría "grupo de hombres tan ilusos" como asaltar el lugar, aunque fuera en plena noche...-.
Mejor que lo hagamos... en plena noche -apuntó la chica-. No llevar ni candiles, tan sólo armados y encapados...
No obstante, Claudia agurdó un momento para ver si aquellos nuevos "socios" de tropelías tenían algun tipo de punta de metal o instrumento que abriera candados.
El plan de la mujer es ir de noche, entrar en la Cárcel (la Cárcel es un ala del edificio [lugar de presos], y la Casa es el otro ala [la casa de los alguaciles, su cuartel], por eso se llama "Casa y Cárcel"), identificar a su marido y sacarlo. Al menos contáis con el factor sorpresa.
Allí hay más presos... -apuntó el tabernero mirando con cuidado el vaso de vino que estaba sirviendo, sin apartar la vista de éste-. Podéis fingir el ir a buscar a otro, no a Mauro, o tal vez... "amilanar las bodegas"* si tenéis el manojo de llaves... -normalmente, cualquier tunante encontrado en la calle podría decirte que la Cárcel de delitos menores gastaba rejas y cárceles con muchas cerraduras y visagras casi semejantes (habría dos o tres tipos diferentes), por lo que de abrir una celda, quizá otras abrieran (muy seguramente) con la misma llave-: si os hacéis con una llave... revolver el asunto, abrir todas las cerraduras y liberarlos, y luego revolucionar "el patio" -dijo finalmente Martín-.
*Se refería a hacer una pequeña revuelta en la cárcel.
Divertíame yo en demasía con todo aquello, casi como si estuviera en una corrala viendo una comedia... y no fuese yo quien estaba en el escenario también, poniendo en juego mi cuello de alemán. Y es que se olía que iba a haber querella pues allí todos sabían, o aparentábanlo, de cárceles, espadas y latrocinios, siendo yo el más cristiano... y eso que tampoco lo era demasiado.
Comí, bebí y reí mientras perpetrábamos el plan los jaques, los ordenantes y yo. A mi no me cuadraba lo de ir con mujer alguna pues todo el mundo sabía que las mujeres siempre son un gasto, como ocurre en las romerías, que siempre acababan merendando de la bolsa del galán. En este caso la bolsa era nuestra vida, o al menos una cuchillada o dos, si nos asociaban con ella, así que me opuse, y me expuse:
- Yo estuve en los Tercios allende mein lieber Rhin, caballeros, y tengo tanto coraje como el que más de esta mesa. Pero no me gustaría poner en peligro vida alguna porque reconozcan a nuestra patrona - dije, siendo lo más educado, modesto y seductor posible y dirigiéndome luego a Tomás y al italiano - Creo que esto es asunto de caballeros aunque, mucho me temo, sin honor. Ese lo dejaremos para otro día. Mi padre, en paz descanse, era muy amigo de lo ajeno, vergüenza que a mi me pesa; y aunque yo nunca lo hago sí que vi hacerlo muchas veces y podría intentar agenciarme con una llave del carcelero si vuecencias le distraen. Entrar no será difícil porque se me viene a la cabeza que puedo hacerme pasar por matasanos o por docto dentista y a lo mejor así nos dejan ver a los reos sin mayor dificultad... Luego a tiempo estamos de hacer caso de lo que habla Martín, crear follón y algarabía. ¿Qué decís? ¿Llenamos la panza y vamos cuando se oculte el sol?
Bien que fablaba el alemán, et sin duda placíame aquello. Si el caracortada et uno mesmo gastabamos de temple et bravura, aqueste fazialo de sesera et labia. Que tres, ¡bendita trinidad! et non sabía si era el efecto de los vinachos de aquella taberna, pero lo cierto es que sentíame optimista et entusiasmado con la idea de asaltar una carcel, sacar de ella a un reo, recuperar una valiosísima joya, et dar con un "alfarero" poseedor de conocimientos de incalculable valor. ¿Acaso podíase pedir más?.
- Riempiamo pancia et traseguemos vino entonces. - Sonreíle al alemán. - Con el cappotto de la notte iniziaremi camino. -
Bien se veía que el vino hacía su efecto, quizás no plantando cordura en aquellas seseras que allí se acodaban, pero sí envalentonando, no sólo a mí sino a los que el destino había puesto en mi camino como nuevos compañeros de fechorías. Y a medida que el liquido elemento calentábame y animábame a partes iguales, aunque seguía sin soltar demasiado la lengua que yo nunca había sido de mucho hablar, los planes que íbamos trazando cada vez parecíanme menos descabellados e incluso si bajaran los mismos ángeles del cielo a cuidar de la cárcel, veíame preparado y bien dispuesto a hacerles frente saliendo incluso victorioso de tal lid. ¡Oh, ese néctar poderoso!
- Si el rubio mocetón consigue las llaves, ya veremos que facemos el italiano y yo, que un poco revuelo no estaría mal para animar la noche y cuántos más seamos haciendo gresca más fácil resultaranos escapar dentre los barrotes. Pero mientras tanto, comamos y bebamos.
Bien -dijo Claudia-, gracias he de daros por lo que váis a hacer, aunque por más veces que lo diga, no podré agradecéroslo del todo... Mi marido -continuó ella-, es el que vísteis intentando zafarse de los alguaciles, en la plaza de la Villa: pelo largo y rizados, bigote y con ojos negros profundos... No dejéis que muera, por favor...
Y en éstas que, habiéndo preferido hacer el trabajo sin la presencia de la esposa (quizá alivio o quizá no), no salísteis en lo que quedaba de tarde de la taberna, por pura precaución ante las posibles rondas de los "mangas de verde" por el barrio.
Cautos sed, os lo pido; que podéis volver a esta misma bodega, y estará abierta cuando sea menester que volváis; más no lo hagáis si os siguen la pista, no vayamos a perder el negocio.
Y esa tarde descansásteis bajo la gran cantidad de pellejos colgados por los techos.
Escena cerrada