Y la mujer acariciaba tus solapas.
Después enredó sus pequeños dedos entre los tus cabellos, como jugueteando con ellos.
Y finalmente, tras mirarte de abajo a arriba (cuando se dio cuenta de que no habías ido allí a buscar placer), bajó sus manos, torció su dulce rostro en pícara descortesía y, casi en escupiendo en tus altas botas (que pareciera que no, pero las mujeres también gastan las costumbres de los hombres) se tornó tras una petición de espera, et decía que iba a llamar a "la Señora", que era como llamaban a la tapadora del prostíbulo. El lugar, un "bello antro de descaro y lujuria", se ubicaba en la Plaza de la Paja, al sur de la Villa*, en una de las esquinas del lugar, como casi escondido en un callejón (puesto que allí, en esa misma Plaza, se encontraba la Iglesia principal de Madrid, donde se veneraba en ella los restos de San Isidro Labrador, patrón de la ciudad). Pero ya saben vuecencias que el Consejo cobra por los locales de placer, y aun estando donde estamos, las guerras y el hambre no se redimen solo con fe y sosiego...;
Y en estando esperando allí a que "La Señora" llegase a tu presencia, tu vista se encandiló con las idas y venidas de mujeres y hombres que se amancebaban antes de encerrarse en cualquiera de las habitaciones del lugar...
Es poco después de la amanecida.
*: Ver mapa en ambientación.
Las mozas y el vino que aquí se servían se decía que era de lo mejorcillo de la ciudad, en relación al precio claro estaba. Que tampoco es decir demasiado, porque sirven por este barrio vino que bien podría estar hecho a base de meados de rata, y en algunas de sus mancebías la cabalgada a Francia, a por bubas, es cosa hecha. Todo es ironía y doblez por este rincón de la Villa, antros de lujuría a pocas varas de la Iglesia principal de Madrid.
Me encontraba yo aquel día bebiendo un azumbre de vino, que si no era un Valdeiglesias, por lo menos estaba más bautizado que un santo, por la no poca ración de Manzanares que contenía. Y en estas andaba, (mascando a lo pío, torciendo el gesto al tragar y mojándome el bigote) cuando el habitual bullicio del lugar dio paso a una moza que acariciaba mis solápas en busca de algo que yo no pensaba darle. Mis dineros.
La mandé entonces a llamar a "La Señora", pues aquella era quien me daría lo que yo buscaba:
- Andare et chiamare la signora, he de fablar con ella. - A la zagala no pareció agradarle mi acento, y tanto menos el mandato.
Si has leído El oro y el acero te sonará esta entrada ;)
¿Et algun truhán te está molestando? -oíste tras una puerta, dentro de una sala contigua-, ¿o es que ya te has vuelto delicada para las manflas? -la voz, desde luego, no era la de la prostituta-. ¿Quien...? ¿Ya está aqui? ¡Presto! Sin duda que ese desmirlado* ha vuelto pronto...
¡¡¡IINNNGGG!!! -la puerta de madera chirrió en los goznes tan artesanales que llevaba, y de allí salió una mujer ataviada como criada, pero que había sido igual de manceba que las otras jóvenes. Era la tapadora, "la Señora".
Aah... si... -dijo mientras hacía gestos a la otra mujer como para que se metiera en la sala de donde acababan de salir y no fisgara-. Creí que había llegado "el Gato", ya sabes, ese malnacido "orejón". Habías oído algo sobre ese tipo: llamaba "el Gato" a un joven de veintena, que bien que sabía robar hasta ahora (de ahí, por su pericia "cual felino frente a rata"), pero que había sido ajusticiado por constantes delitos menores hacía poco... A la próxima, acabaría en la Casa y Cárcel, sin duda...
Me place vuestra presencia -continuó tras mirar a un lado y a otro como siendo precavida-. Pocas vecen han sido, pero efectivas son las fullerías que vos deshace... Venga conmigo...
Y fuistes a una sala que hacía las veces de "despacho", puesto que contaba con una mesita, una silla y unos armarios (seguramente donde se guardara el dinero del local de las mancebas o las tasas para el mantenimiento del local destinadas al Concejo). Y allí, de pie, tras cerrar la puerta, siguió contándote.
Es una de las "nuestras", Lucinda... -dijo-. Es moza de bien, y los nobles que no pocas veces vienen tras adorar al patrón aquí al lado -se refería a la iglesia donde se veneraba a San Isidro- preguntan cada vez más por ella. Cuida de sus padres, ambos impedidos. El Padre** ha avisado al Concejo, pues no viene de aquí seis días ha, pero no me atrevo a decirle lo de sus padres... La echaría a ella... y a mí...: Lucinda es mi sobrina... ¿Sabe ya por lo que le llamo? -dijo esto último con voz decaída-.
*Desmirlado: ladrón desorjeado como escarnio.
**Responsable de los prostíbulos, junto con las tapadoras.
Seguí a la señora hasta su "despacho" mientras escuchaba como mencionaba a "el Gato". De aquel había oído fablar algo; Un ladronzuelo del tres al cuarto que había tenido bastante suerte, aunque la suerte, como todo, se acaba. En aqueste mundo de viperinas lenguas era preferible tener malos contactos a buena suerte. Pues si no, tarde o temprano, caerían sobre uno los alguaciles tras el soplo de algún conocido, y eso con suerte, pues peor sería que nos encontráramos con dos matachines en un oscuro callejón con la misión de saldar la "deuda" con el dueño de las últimas pertenencias robadas. Así era nuestra realidad en aquestos tiempos inciertos que corrían...
...cuando mencionó a la moza dejé de divagar sobre este mundo y sus pesares.
- Pudiere suponer por que mi chiama Signora, ma io non sono utile por la mia sesera, ¿cherto?. - No tenía ganas, ni tiempo para adivinanzas. - Necesita vos della mia spada, et io de la suya plata. Fablemos pues presto et claro de buon affare.
La mujer asentía, pues le placía eso de ir al grano, que en tales sitios no se iba a hacer jueguecitos precisamente.
Si el Padre muere, quedaré a cargo de este sitio -se refería al prostíbulo-. Al Concejo no le importará que esta vieja tapadora lleve el negocio... las monedas para el reino son valiosas si son mil como si tan sólo son diez, y cerrar el lugar es algo imposible... aunque muera ese malnacido.
Desde luego, el dueño del local parecía no ser del agrado de la vieja fulana.
En breves vendrá... -te dijo mirando al suelo-. Espera fuera o estate aquí, como buscando manceba..., ya sabes lo que tienes que hacer. No dejes ni que respire... Si te ve alguien de rostro entero el responder por vos no puedo. Como siempre, tras tres días tu dinero estara al alcance de tu mano.
Miró un instante tu espada, colgada en tu cintura, esperando que la usaras tan "bienmente" que no quedara ella desprovista de sueldo ni sobrina; y que no "hacía ella lo" por afán de dineros, sino por cuestión de sangre. Enseguida abrió la puerta y esperó a que salieras de allí, con la mirada perdida.
Esuché atentamente las palabras de la Señora. No ligero trabajo era el que me ofrecía; acabar con "el Padre" para que su camino quedara libre y su bolsa repleta. No tenía yo problema alguno en hacer cualquier tipo de trabajo, pero ante asunto más delicado debía procurarme mejor recompensa;
- Non è un compito facile tal mandado, et como vos sabedes, llevo poco tempo in questa villa. Faré presto et bien el trabajo, mas a cambio de darme alojamiento en aqueste negocio, et labora como omne de la vuestra confianza. -
Vamos, que cansado ya pagar cada noche en posadas de mala muerte, intenta que "La Señora", a cambio del trabajo le deje instalarse allí y le de trabajo como hombre de su confianza (guardaespaldas, seguridad, mensajero, matarife, lo que sea...).
La mujer dejó de mirar el suelo cuando Braccio reaccionó. Levantó su rostro y le miró fijamente, sopesando lo que le estaba pidiendo a cambio de tan fiero agravio al otro...
Mmm... -la mujer paseó por la estancia, aun con la puerta abierta, frotándose las manos nerviosamente. Luego se paró y volvió a mirarte-. Mas un mes, a lo sumo...dos; et no más. Cualesquiera que viniera aquí a mancebar, si os viera cada vez que viene o en muchas ocasiones, sospechoso seria. Que aquí no vienen villanos de a cualquiera, sino nobles de palacios y carretas. Y los tales no sabrán ordeñar vaca, pero si bien recordar las caras et las miradas.
Si quieres negociar algo más específico, puedes tirar por Comerciar (COM) o Elocuencia (COM)
- Pláceme. - Respondí secamente antes de salir fuera.
Prefería esperar al Padre en la calle, no fuera a ser que algún hombre de bien, de esos que vienen a buscar aquí el calor de una moza, que no hayan en su casa, fuera a verme el rostro mientras finiquitaba la faena. Apoyé mi espalda en la fría piedra de la pared del callejón. Con las solapas altas y el sombrero* bajo, miraba de soslayo a todo aquel que pasaba mientras mis dedos acariciaban la desgastada empuñadura de mi espada.
A todas estas, ¿que hora del día es?.
No añadí sombrero en la compra del equipo, pero entiendo que es una pieza fundamental, al igual que el bigote ;)
Saliste fuera, pasando entre las prostitutas que aun tan temprano* ya esperaban los clientes. El Padre tendría que venir en breves. Por la Plaza de la Paja no pasaba nadie, pues los rezos al Santo Patrón eran casi al mediodía (y el bullicio en el "buen local", también...). Por más tiempo que estuviste allí, nadie llegó, aún habiéndote dijo La Señora que el Padre a punto de llegar estaba... Tras casi media hora en la puerta, una de las mujeres del interior salió a la puerta, como para ver el panorama y otear a los posibles clientes, y anduvo un poco. Ella antes no te vio dentro, y ahora casi tampoco, pero se sorprendió de ver una figura esperando tan friamente fuera...**2. La chica, entonces, dio unos pasos dirección al callejón, y desde la distancia te guiñó un ojo e hizo gestos con el dedo índice muy dulcemente para que te acercaras...
*1: Lo puse en el primer post: "Es poco después de la amanecida."
El sombrero es como ropa estándar. No pasa nada (el bigote si que tienes que comprarlo xDDD. Que no).
**2: te ve pese a estar tu un poco oculto porque no hay nadie más por allí. Si hubiera estado más concurrido, pasarías desapercibido.
Hice gesto de negación con la cabeza a la muchacha, dándole a entender que no buscaba de su compañía. Aunque "la Señora" me hubiera aconsejado aparentar estar buscando manceba, iba a hacer yo el trabajo a mi manera, y no entraba en mis planes dejar que esa muchacha viera mi rostro de cerca, más a sabiendas que non habíame visto antes en el interior hablando con "La Señora". Quien sabe si esta manceba no conocía de los pleitos de la señora o era "íntima" del Padre.
Desde que apareciera el Padre iba yo a darle de probar acero, sin más miramientos ni disimulos. Aguardé pues, apoyado contra la pared la llegada del momento...
La muchacha cambió su sonrisa por una fría mueca de asco cuando le negaste. Y es que es sabido por cualesquiera que las sonrisas de aquestas damas son falsas et no quieren más que lo que su trabajo les manda, que no son sinceras en su mayoría. La muchacha enseguida se metió en el burdel, y poco a poco las gentes salían a la calle en dicha plaza, y los primeros feligreses aguardaban ya para orar al santo Patrón de la Villa en la parroquia de al lado. La plaza de la Paja comenzaba a hervir.
Era ahora media mañana, y "el Padre" no había aparecido por allí, cuanto menos extraño y casual (justo en el día de su muerte...)
Impaciente esperé la llegada de aquel. No aparecía. Cosa extraña y demasiado casual. ¿Alguien le habría informado de los planes de la señora? De ser así podía verme atrapado en una peligrosa tela de araña...
Volví sobre mis pasos. Entrando de nuevo en la casa de mancebas. Busqué con presteza a "la Señora":
*- Aqueste al que queremos "tratar" non appare. Non me piace. Temo che pueda estar enterado delle vuestra intenzioni. -
*Supongo que la encuentro en el interior. De no ser así ignora la frase.
¿Qué hacéis vos aquí? -dijo justo antes de comentarle tu nueva irrupción-.
La Señora no se lo explicaba. ¿Qué habría pasado? El Padre era muy preciso en sus negocios, y el Concejo tenía en la palma este burdel, et lo cuidaba como el que más.
Esteban llega todos los días... -dijo pensativa-, ¡a su hora!, Al no aparecer por aquí ya creí que vos... -pero no: aún no habías acabado con él-. ¿Cree vos que se ha enterado de lo de mi sobrina...? ¡Ay! -quejumbrosa y algo impotente, no entraba entre tus competencias el escucharla, pero ésta intentaba desahogarse con alguien. Si se había enterado o no, no era de tu incumbencia, o al menos digamos "de tu competencia"-. Mi sobrina es buena chica... ¡Busque al Padre! ¡¡Búsquelo!! -te suplicaba con las manos entrelazadas (y hora no tenía la pinta de ama férrea para con las otras chicas-. Hace más mal que bien a la mia familia... ¡Ay! Esteban vive... cerca de la plaza de San Salvador, cerca de donde se celebra el mercado en la Plaza de la Villa... ¡¡Búsquelo!!
Fruncí el ceño tras oír las palabras de "la Señora".
- Espero que si he de entrare en la boca del lupo, sepa vos recompensare bene a aqueste servidore. - Espeté secamente. Me di la vuelta y marché en busca de mi objetivo.
No acostumbraba yo a realizar encargos de aquella índole con tan poca planificación. El padre era hombre importante, y buenos amigos y oídos podía tener bien pagados. Estaba arriesgándome a ser el cazador cazado. Bien lo sabía, pero necesitaba de aquel trabajo y su paga...
La Señora asintió mientras tragaba saliva y sus ojos se le entrecerraban rápidamente. Realmente sabría pagar en cuestiones de sangre y lazos de familia. Sin más dilación, marchaste de allí, encaminándote a media mañana ya por el comienzo de la Calle Mayor hacia la Plaza de la Villa.
Fin del prólogo
Mantente a la espera.