¡MAS! ¡MAS! ¡MAS!
Las palabras de Hei retumban en tu cabeza mientras el sudor cae por tu frente. Te esfuerzas al máximo pero él quiere más. Tus músculos se estiran al máximo pero no consigues llegar.
¡NOOOOOOOOO!
Te despiertas empapada en tu cama. La pesadilla te ha dejado la boca seca, te incorporas lentamente mirando a tu alrededor. Las luces nocturnas de la ciudad de Shanghai entran por tu ventana, dando suficiente claridad para ver tu pequeña habitación.
Fueron días duros. Hei dedicó mucho tiempo a tu entrenamiento y aunque a veces recuerdas el sufrimiento, sabes que sin esas enseñanzas no seguirías viva. Ahora eres una miembro de pleno derecho de los Dragones Negros y una sicaria de confianza de Hei, que es casi un padre para todos los niños que ha ido recogiendo de la calle y convertiendo en personas de provecho, aunque sean en asuntos turbios.
Miras el reloj. Es hora de acercarse al local de Hei.
Sales de tu edificio cochambroso a las calles de Shanghai, la ciudad que crece hacia el cielo. Hace cien años eran cuatro edificios donde vivian los Hombres del Acero. Ahora es una de las mayores metrópolis del planeta, llegando más gente de otras tribus como los Hombres del Oro o los Hombres de la Tierra, e incluso inmigrantes del Tri-Estado o de la Nación Confederada. Shanghai tiene espacio para todos, si eres capaz de sobrevivir.
Recorres las calles del barrio, activo pese a ser de noche. El hedor a gente y basura inunda todo, pero al menos gozas de un lugar caliente donde comer y dormir. Giras en un par de cruces y llegas a uno de los locales de alterne de los Dragones Negros, en un lugar privilegiado. Entras por un callejón donde uno de los gorilas empuja a un drogadicto y le manda largarse de allí.
A ti te conocen, y te dejan el paso libre por la puerta lateral del local.
Voy directa a la puerta, el gorila de siempre me sonríe y abre la puerta, a la par que me da un repaso como de costumbre. Putos cerdos... pienso para mi mientras le echo una mirada que dice claramente que como lo haga será lo ultimo que toque de su vida. Al otro lado de la puerta dos hombrecillos de traje armados hasta los dientes se incorporan como si tuvieran un resorte al abrirse la puerta. En cuanto me ven se relajan y retiran las manos de las empuñaduras de sus armas. Hacen un saludo con la cabeza y vuelven a sentarse.
A travieso el almacén al que daba la puerta trasera, todo lleno de cajas con botellas con alcohol llenas de polvo y telarañas. Podría llevarme una, seguro que ni se darían cuenta. Por la prisa de hablar con Hei ignoro el pensamiento. Al entrar en el garito la música me incomoda y aunque la luz sería agradable, no me gusta el motivo por el cual esta allí... todos esos cerdos mirando mientras las chicas se contonean. Nunca entenderé por que lo hacen.
Por fin diviso a Hei, sentado en una esquina en un semiprivado con la cortina echada. Y una de esas chicas dentro. Me hierve la sangre al verlo. En el fondo es un tío, pero este al menos cuida de mi. Avanzo hasta allí, entro y me siento enfrente suya. Enciendo un cigarro y le sonrío. ¿Querías verme?
Me he tomado la libertad de poner a Hei dentro del local... si me he adelantado mucho sustituye el ultimo párrafo por uno similar pero diciendo que no lo encuentro :)
- ¡Ah! ¡Excelente!- Exclama al verte mientras con un gesto con la mano echa a la bailarina del privado, quedandoos a solas.
Hei es un hombre robusto y fuerte; con cicatrices de pelea y gestos oscos, que contrastan con su tranquilidad al hablar, su ternura para con los suyos y su espiritualidad. Recogiendo y cuidando de chicos de la calle ha convertido a los Dragones Negros en practicamente una familia en torno a él y a su hermano Li.
- ¿Cómo estás querida?- Se interesa.- Necesito de tus habilidades para una dificil misión. El Dios de la Espada nos ha proporcionado una oportunidad de estrechar lazos con otros guerreros y los Dragones Negros debemos aprovecharla y demostrar nuestra valía. ¿Estás dispuesta?
No puedo evitar sonreír cuando me habla con esa ternura. - Hei, sabes de sobra que te considero como a un padre y a los Dragones mis hermanos. Di, y lo haré.
- Son tiempos duros para los Dragones.- Comienza a explicar de forma misteriosa como de costumbre.- Pero el los momentos más aciagos aparecen los aliados más inesperados. ¿Acaso puede convivir una rosa y un dragón? Sí, pero has de tener cuidado con las espinas y llegado el caso, usar el fuego contra las flores.
Toma un sorbo de su vaso de té.
- Mi hermano está en la oficina de arriba. Te espera. Él tiene todo lo necesario. Que el Dios de la Espada te de fuerza, querida.
Asiento con la cabeza a sus palabras, intentando parecer delicada me levanto del asiento situándome a su lado. Me agacho dándole un tierno, suave y seductor beso en la mejilla. Al continuar mi camino, dejo caer mi brazo acariciándole el hombro mientras sigo avanzando. -No se que haría sin él.- Mientras suspiro por un imposible voy camino de las escaleras, autoconvenciendome que es una tarea imposible. A media subida me cruzo con dos chicas del personal del local. Y al ver sus vestidos provocativos, con grandes escotes y ceñidos para marcar los voluptuosos cuerpos de las bailarinas, vuelvo en mi misma. ¡¡Centrate Lian!! Sigo subiendo y centrándome de nuevo en mi labor.
Al llegar al piso superior giro a la izquierda en busca del despacho. Una puerta metálica, reforzada antibalas, con un par de gorilas como de costumbre. -Me gustan mis hermanos, a pesar de ser gorilas no tienen el aspecto de tales como los rusos o americanos. Estos podrían pasar por gente normal.- Al acercarme hago un gesto con la cabeza y la protección me saluda y me abre la puerta. Ante mí detrás de una mesa imponente y sentado en una silla que se asemeja más a un trono me espera el querido hermano de Hei.
Hei me ha dicho que tienes un regalo para mi... - digo mientras se asoma una sonrisa en mis labios.
Aunque sean realmente hermanos de sangre, Li parece la antítesis de Hei. Es un hombre científico, que basa sus ideas en hechos contrastables. Se encarga de los números de los Dragones Negros y de toda la parte organizativa que hay detrás. Habla claro y directo, lo más sencillamente posible.
De alguna forma ellos son como el ying y el yang. Tan distintos pero a la vez de la misma sangre.
- ¡Ah! Lian. Pasa por favor.- Te invita a entrar mientras deja los papeles que estaba mirando al lado.- ¿Ya has hablado con mi hermano? ¿Te ha dicho qué misión te vamos a encomendar?
Si he hablado con el, pero ya sabes como es tu hermano, críptico y misterioso. - Mientras termino la frase me siento en una de las sillas que hay enfrente de la mesa. - De momento lo único que me ha dejado claro es una alianza con un grupo con una rosa. Solo se me ocurren "las tres rosas", en cualquier caso esperaba que me lo tradujeras tu y me dieras los detalles.
- Es correcto lo que dices, tenemos que trabajar con Las Tres Rosas.
Las Tres Rosas es la mafia que más está creciendo en el Imperio, quitando negocio a la otra gran institución: La Familia. Por el momento parece que Las Tres Rosas no se meten con los Dragones Negros, a pesar de que en una guerra abierta tendrían todas las de ganar.
- Al parecer un agente de las Sombras del Emperador ha pedido ayuda a Las Tres Rosas, necesita hombres duros para localizar y apresar a una persona en una de las colonias de El Yermo.- Te explica.- Las Tres Rosas nos ha pedido un par de hombres para acompañar a uno de los suyos y a la Sombra. Irás tú y Rata.
Rata es otro de los niños que acogió Hei. Le llamaron así porque le encontraron en un callejón, comiendo de la basura junto a varias ratas. Pero con el paso de los años el apodo no le ha hecho justicia. Es un hombre eficiente y serio en su trabajo, inteligente e incluso simpático.
Los Dragones Negros son como hermanos, pero eso no quita que haya inútiles en sus filas; asi que te alegras de que tu compañero de fatiga sea un hombre capaz como Rata.
- Lian. Tenemos que hacerlo bien.- Te pide.- Tenemos mucho que ganar. Tener la simpatía de Las Tres Rosas y las Sombras del Emperador puede sernos de gran ayuda. Rata te espera en el callejón con un coche. ¿Tienes alguna duda?
Miro a Li arqueando una ceja. Me sorprende que me hayan escogido para un secuestro, mi carácter me hace más eficaz en asesinatos. Aunque claro, quizás la sombra nos use como apoyo pesado mientras el se encarga de coger al individuo. Me relajo y al final afirmo con la cabeza. - Supongo que Rata sabrá todos los pormenores de la operación, ¿no? - Comento mientras me empiezo a incorporar para salir a su encuentro.
- Sí, ha venido hace un rato y le he explicado las cosas.- Te comenta.- Si quieres, creo que ya debe estar esperándote en el callejón con un coche...
Te mira por encima de sus gafas mientras vuelve a coger los papeles que estaba mirando anteriormente.
- Suerte.
Le doy las gracias y me dirijo a la salida del local que da al callejón. Localizo el coche de El Rata, y mientras me aproximo me aseguro de que es él el que va montado y de que va solo en el coche. Una vez confirmado me subo en el asiento del copiloto mientras me enciendo un cigarrillo.
- Hola Lian.
Rata te esperaba en el coche escuchando un poco la radio, que apaga al entrar tú. Ligeramente elegante con unos pantalones bien planchados y una camisa oscura de manga larga, hace que Rata no parezca un matón al uso. Y no lo es en realidad, aunque tampoco pasará a la historia de las mafias, pero sobresale de la media de "trabajadores" de los Dragones Negros.
- Supongo que ya habrása visto a los jefes.- Dice mientras arranca del coche y sale del callejón.- A ver lo que nos espera. Tampoco me fio mucho de Las Tres Rosas...
Si, a las dos cosas, pero los jefes no me han informado de los por menores de la operación. Simplemente se que vamos tras alguien para ayudar a secuestrarlo. - le miro enarcando una ceja. - No tendrás información acerca del chico, ¿no?
Me giro y sigo mirando como pasan las rayas de la carretera ensimismándome. - También he presupuesto que nos encontraremos antes con el hombre ese... la Sombra, aunque puede que me equivoque. - Vuelvo a darle una calada al cigarrillo, esta vez más profunda, consumiéndose casi un cuarto del mismo.
- La Sombra nos espera en el puerto, él conoce al tio que tenemos que secuestrar.- Explica.- Pero aún tenemos tiempo. ¿Cenamos unos fideos en el puesto de Yu?
Simplemente con el comentario me tuerzo un poco, pensaba que la acción estaría más próxima. Aun así al mencionar a Yu pienso en sus takoyakis y el olor del puesto cuando te acercas a el. Justo en ese momento me rugen las tripas. Me toco la tripa.
- Ya no me puedo negar, creo que mi estomago a tomado una decisión. Cada vez que pienso en el cara dura de Yu, ¿cómo puede ser que un puesto tan destartalado tenga tal variedad de comida? Aun así los fideos es uno de los mejores platos, me pregunto como los hará. - Al terminar el cigarrillo apago la colilla en el cenicero del coche y subo un poco la ventanilla para que no me de el viento en la cara.
El viejo furgón de Yu se situaba esta vez cerca de un cruce concurrido, Al no haber mucha gente os podéis sentar en su propia barra en un lateral, donde velozmente el viejo cocinero saca dos platos pequeños y hondos de fideos calientes.
Tras hablar un rato de comida, del tiempo y de anécdotas de cuando eráis críos, Rata no puede evitar hablar de trabajo nuevamente pese a poder fastidiar lo que estaba siendo una agradable velada, sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría de tus queridos hermanos dragones te mira más de forma lasciva que respetuosa. Rata es, junto con los jefes, uno de los pocos que te trata como uno más de la familia.
- Sigo diciendo que es un error ir con Las Tres Rosas.- Se empecina.- No podemos hacernos respetar si vamos como sus lacayos...¿no crees?
Ejemplo de fugón/restaurante:
Sabes que desconfío de casi todo el mundo. Y más si se trata de otra banda. Pero sinceramente no me cuestiono las ordenes simplemente las acato. - Le hago un gesto a Yu, que rápidamente me pone una cerveza fresquita para acompañar a los fideos. Y le contesto con una sonrisa. - Siendo la banda que es creo que tampoco es malo. Me gusta tener a mis enemigos cerca y vigilados. Si cooperamos con ellos será más fácil hacerlo. ¿No crees? - doy un trago a la cerveza y sigo comiendo mis fideos calentitos.
- Ya claro...En esa parte tienes razón...- Se queda unos segundos pensativo.- Bueno, terminemos de cenar y marchémonos. Al final siempre se reduce a lo mismo: Intentar sobrevivir.