Su mano aprieta más y más tu pecho y el dolor te recorre todo el cuerpo. No puedes escapar ni evitar lo que está ocurriendo y la sonrisa sádica de César te perfora la cabeza como un taladro. Te das la vuelta y sueltas un puñetazo con todas tus fuerzas que da al aire, porque detrás tuya no hay nadie.
Acabas de despertarte de la pesadilla e intentas respirar y tragar saliva. Te encuentras sola en el sucio catre que te deja Fuego y Sangre, el grupo mercenario al que perteneces y que, tras mucho tiempo y esfuerzo, te has ganado al menos la libertad de moverte e incluso el respeto de algunos de sus miembros.
Al amanecer el jefe quería reunir a su gente para explicarles la nueva misión, o el nuevo contrato como le gustaba decir. Lo mejor es prepararse por si necesitaban de tus conocimientos médicos.
El corazón parece querer escapar, va muy acelerado. Respiro hondo antes siquiera de ponerme en pie. Ha sido tan real… otra vez. Puede que el vivir de ésta manera me esté llevando a la locura. Vivo pensando que en cualquier momento pueden prescindir de mí, pegarme un tiro en la cabeza y tirarme en cualquier callejón desértico. Después de la catástrofe vivida doscientos años atrás, hoy en día parece que las personas han perdido gran cantidad de humanidad y solo signifique algo el sobrevivir como perros hambrientos de vida. Y me pregunto para qué. ¿Solamente podemos aspirar a sobrevivir día tras día para ser más fuertes? No prosperamos, no avanzamos, solo sobrevivimos de mala manera. De todos modos, la alternativa a esto es morirme de asco, sin futuro, en una casa vacía en la que ya no me queda nada a lo que querer.
Niego levemente con la cabeza, tratando de alejar todos estos pensamientos de mi cabeza… Me calzo las botas y me pongo en pie para dirigirme junto los demás. Ya no tengo a un tío pegado a mí día y noche para vigilar que no me fugue; se han dado cuenta que, tristemente, no tengo nada mejor a lo que aferrarme. Aún así, no me dejan salir sola de su base. Supongo que tengo que seguir ganándome su confianza. Y por eso me preparo y me dejo ver por ahí, por si me necesitan para algo.
Al llegar, busco con la mirada si hay alguien ahí ya. Si no, voy a la despensa a por algo para desayunar mientras van llegando.
Coges una manzana de un cesto y te sientas sola lejos del centro del comedor.
- Buenos días Carla.
Ian te da un susto casi de muerte. Tiene esa habilidad de desplazarse y moverse de forma imperceptible sin hacer ruido. Últimamente os habéis unido mucho, él es uno de los pocos que te trata con respeto y es un hombre serio y en cierta manera formal, alejado de los monstruos y animales que conforman Fuego y Sangre.
Nada más sentarme, y sin tiempo casi a pegarle el primer mordisco a la roja manzana, Ian me pega un buen susto. Me lo quedo mirando sorprendida. Para variar, ni le he escuchado acercarse.
-Buenos días… ¿Cuánto hace que estás ahí? Vaya susto de buena mañana, Ian… -digo algo indignada por no haberme dado cuenta de su presencia, aunque esbozando una casi sonrisa. Sí, me aguanto las ganas de hacerlo. No quiero parecer débil entre lobos.
Y ahora sí, le doy un buen mordisco a la manzana, tras lo cual, le ofrezco por si quiere.
Empiezo a confiar bastante en él. Es duro estar aquí metida sin que prácticamente nadie te hable, salvo en los casos en que alguien necesita una sutura, que le saque una bala o cosas por el estilo. Y por descontado no son muy agradables pidiéndome las cosas. Él al menos se muestra amigable.
-¿Sabes algo de lo que se cuece hoy por aquí? –le pregunto tras un breve silencio.
Con una sonrisa te acepta la manzana y le da otro buen mordisco.
- Una nueva misión…En el Yermo.- Dice con suspense.- Recuerda coger un buen abrigo...
Recupero mi manzana y ruedo los ojos en blanco. Claro, abrigarme. Olvidé hacer bien mi maleta. Oh, espera, creo que no me dejaron hacerla.
-Como no robe una chaqueta lo veo complicado eso de abrigarme… -comento bromeando y sigo comiendo la manzana- ¿Qué se os ha perdido en el Yermo? Ahí no hay nada interesante…
Es difícil sacarles nada en claro, pero por intentarlo, no pierdo nada de momento.
Ian se encoge de hombros.
- Mientras paguen y tengan al jefe contento, yo me conformo. Cuando está ocioso no hay quién le aguante...
Te acompaña hacia afuera, donde el líder de Fuego y Sangre explicará los detalles del encargo.
Cerca de barracón del Líder de Fuego y Sangre se reúnen muchos hombres del grupo. Los de más bajo nivel se sitúan algo más alejados y retirados, mientras los de más nivel se acercan al jefe.
Ian te hace una seña para que te quedes a una distancia prudencial, mientras él avanza entre los mercenarios. Poco a poco ha sido capaz de conseguir ser un hombre valioso para Hanke, un lugarteniente en quien confiar los encargos.
Hanke, u Oberts como le gusta que le llamen, está sentado tranquilamente con una pequeña mesa a su lado, disfrutando de una fría cerveza al sol.
- Nueva misión.- Dice sin más preámbulos.- Un grupo pequeño se embarcará hacia el Yermo, irá hasta Nievegris y se reunirá con el enviado del cliente, un tipo del Imperio llamado Jamal. Él os guiará hasta una pequeña prospección que habrá que destruir y eliminar sin dejar ni rastro.
Toma un gran sorbo.
- Dos grupos de cuatro. Carlos, tú lideras…Koyeck, tú llevas al segundo grupo. Elegid a los que queráis.- Con su único ojo otea a todos los hombres.- ¡Largáos de mi puta vista!
Los mercenarios se separan pero comienzan a arremolinarse junto a Carlos y a Ian a la espera de ser ellos uno de los elegidos. Si participas en el encargo a buen seguro que conseguirás mayor recompensa.
El líder de la banda, Oberst, parece un tipejo sin escrúpulos y cruel, pero extrañamente sigo viva porque él quiere que siga viva. Tan cruel y sin escrúpulos no puede ser. Otra opción es que me necesita y no hay nada mejor para sustituirme de momento. Sea como sea, me parece desagradable y prefiero no tener tratos con él. Explica a la gente la misión que tiene y en seguida todo el mundo se acerca a Carlos e Ian. Yo también me acerco, con algo más de inseguridad que el resto de matones. Esto me desconcierta, la verdad. Soy prisionera, por llamarlo de alguna manera, pero me dejan la opción de participar en su majadería.
Me quedo expectante, algo más rezagada, esperando a ver a quiénes seleccionan. Dudo mucho que me seleccionen para la misión, pero si fuera así, no pierdo la esperanza de que sea Ian y no Carlos el que me elija.
Diablos, prefiero ir al Yermo con Ian que quedarme sola en la base con el resto de la banda…
La gente se arremolina alrededor de Ian, ya que Carlos suele contar siempre con sus hombres de confianza; mercenarios tan sádicos y asquerosos como él.
Mira alrededor y comienza a elegir.- Thomas…Carla y…- Mira a un joven delgado.- Kevin, ¿te apuntas?
Te das cuenta de que parece un crío cuando asiente algo sonriente. Otra oveja débil entre lobos, que quiere ganarse el respeto del resto para no ser el hazmerreír. Thomas en cambio es bastante alto y musculoso, además de hábil con las armas, lo que le convierte por norma general en el brazo derecho de Ian. Aunque desgraciadamente perdió parte de su lengua y el habla hace años.
- El resto…Otra vez será...
Carlos mira altivo al grupo de Ian.
- Un mudo, una mujer y un niño…Excelente elección.
Su grupo de compinches comienza a reír a carcajadas como unos cerdos. Ian sonríe ligeramente y no entra a discutir con Carlos, girándose hacia sus compañeros.
Deciden los grupos y me quedo con cara de “bueno, algún día me incluirán…” cuando veo que algunas miradas se clavan en mí. Eso me alarma. Normalmente nadie me suele hacer mucho caso, algo que agradezco enormemente. Con cara de no entender nada miro a Ian y a Carlos que, tras su comentario mordaz y la carcajadas de algunos entiendo que voy de misión.
Ian se gira hacia mí y hacia Kevin, que se acerca a nosotros. Le miro con los ojos abiertos como platos, acercándome también a él para, en un tono de voz reservado, soltarle un:
-¿¡Pero te has vuelto loco?! Nunca he ido de misión, voy a ser un estorbo. Yo… yo… -miro a Kevin y tampoco entiendo su elección- ¿por qué no eliges a otros? –le pregunto a Ian finalmente.