Partida Rol por web

El revuelo que se está formando hace que varias personas se acerquen, intentando ayudar o pedir ayuda a voces. Otros en cambio se alejan de la pelea para no verse inmiscuidos. Tex se mueve bruscamente y sujeta con fuerza tu brazo, de alguna forma sabe que está luchando por su vida y no quiere morir aquí. Recibe el impacto de tu puñetazo y suelta su mano izquierda de tu ropa, pero coge impulso y te empuja con el otro brazo lejos de él, como a dos metros de distancia.

Se oyen voces de advertencia hacia ti de algunos vecinos y viandantes. ¿Huir o hacer un último intento arriesgado? ¿Si te detienen el ZSU se olvidará de ti y te juzgarán como a un vulgar ladrón? ¿Sobrevivir o cumplir la misión?

Fracasar la misión no era algo que se pasara si quiera por mi mente. Nunca antes me había pasado por lo que era una idea inimaginable para mi. Con el impulso que nos separó perdí mi mejor ventaja. Solté el puñal, cayendo este al suelo con un repiqueteo al mismo tiempo que asía la pistola del lateral de mi pantalón. Un arma en un estado decadente y sin marcar, como la que usaban las bandas callejeras. 

Estiré el brazo, apreté el gatillo tres veces en un instante y las balas volaron. Dos al pecho y una a la cabeza, gesto inequívoco de personal militar bien entrenado. Una costumbre que tal vez más tarde lamentaría. No terminé de ver como el hombre terminaba de desplomarse cuando ya había empezado a correr en dirección contraria. Necesitaba llegar al callejón donde tenía preparada la ruta de escape. 

El asalto había sido de todo menos sutil y debía arreglar esta chapuza de alguna forma. O al menos, terminar de joderla más.

Los gritos tras los disparos se hacen muy audibles, intuyes por lo horrorizado de las voces que Tex Willerson se debe estar desangrando en estos momentos. Realizas un sprint a toda velocidad hasta uno de los callejones preparados de antemano como escapatoria.

Te detienes en la oscuridad para desplazar un contenedor de basura que esconde la entrada al alcantarillado de la ciudad, tu vía de escape. Justo en el momento de quitar la tapa con una herramienta notas un cosquilleo en la nuca y tu pulso se acelera. Instintivamente te giras de manera defensiva, como esquivando un ataque.

Una bala te roza la oreja e impacta en una pared. Justo en la entrada del callejón un policía había disparado contra ti y, sin mediar palabra, vuelve a disparar. Ésta vez te proteges detrás del contenedor para evitar el impacto.

¿Cómo había llegado tan rápido la policía? Si no llega a ser por tu intuición y reflejos ese disparo habría acabado con tu vida. Otra bala impacta en tu parapeto, no obstante la entrada a las alcantarillas está lo suficientemente cerca para entrar con un esfuerzo y suficiente velocidad.

Desde la protección que me brinda el rígido contenedor me llevo la mano a la oreja para comprobar si sigue entera. Tan solo me ha rozado y no tengo más que un pequeño hilo de sangre. No me duele, seguramente a causa de la adrenalina. He contado dos disparos y el agente no parece un incompetente como los de las películas, ya que no ha vuelto a presionar el gatillo desde que me escondí. Está ansioso por que la próxima bala acabe en mi cuerpo. 

Necesito quitármelo de encima para escapar. Me preocuparía de lo rápido que han llegado las fuerzas del orden una vez que esté en un sitio más seguro, y mi meta es la alcantarilla. Un tiro en la rodilla le serviría como prejubilación y es más que probable que le solucionase la vida. Le condecorarían, le darían una pensión y no tendría que volverse a jugar el pellejo en las calles con tipejos como el que yo simulaba ser. Mi misión era acabar con Tex y el resto de bajas eran innecesarias. Si lo dejaba herido, frenaría a los que viniesen detrás para auxiliarle.

Amagué antes de asomarme, logrando que disparara un par de veces más a la nada y aproveché el instante siguiente de descuido para apuntar y disparar. El "click" seco que emitió la pistola fue mi desgracia. Esa chatarra se había encasquillado, como tenía la sensación de que haría tarde o temprano, a lo que el policía reaccionó con otro tiro más que por suerte o por desgracia impactó en mi arma, arrebatándomela y rompiéndola en pedazos. Podría haber sido peor y acabar en mi cabeza. Maldecí una y mil veces más mi suerte. Todo este trabajo estaba saliendo fatal y empezaba a pensar que no iba a salir de ahí vivo. No tenía opciones, y entregarme no era algo viable. Hora de jugársela todo a una. 

Me pongo en posición, aprieto los dientes y tenso los músculos de mis piernas. Sin tener muy claro cuándo podría ser el momento más idóneo, salgo corriendo con todas mis fuerzas y en nada más que un par de zancadas me abalanzo hacia el agujero del suelo. El sudor frío desciendo por mi frente, fruto de algo que hacía tiempo que no sentía. Miedo.

Otra bala pasa cerca de ti antes de que entres por el agujero oscuro del suelo. Con mucho esfuerzo bajas la escalera e incluso saltas desde bastante alto, sabes que tu vida corre peligro, el policía ha estado a punto de licenciarte obligadamente.

El espeso aire y el mal olor te impiden respirar bien pero, al pararte en una esquina, observas que nadie te sigue por los túneles. Mientras bajan tus pulsaciones caminas en dirección al piso franco.

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Dos días después usas el billete de tren para salir de Rojo-1, una vez la vigilancia está más relajada tras la muerte del señor Willerson a manos de un ladrón callejero...Según el noticiario. Siempre con un ojo en la espalda y sin llamar la atención, pones rumbo hacia el cuartel del ZSU.

¿Quién era ese policía? Era un gran tirador y apareció muy rápido...¿Fue casualidad?

Desde que terminé con la vida de Tex no he vuelto a ser el mismo. Por poco no logro mi objetivo e incluso casi pierdo la vida. Siento el peso de dos garras clavándose en mi espalda y hundiendo mis ánimos. Cada día que pasa sin problemas y las cosas se calman, en vez de relajarme y sentirme orgulloso por ello, me encuentro más inquieto. El tiempo solo sirve para darle vueltas y más vueltas a toda la serie de casualidades que se han venido sucediendo ya desde la misión anterior a esta. Objetivos erróneos, emboscadas, policías demasiado eficientes... ¿Es posible que tuviéramos algún topo en  el ZSU? ¿Seré yo que me estoy volviendo paranoico? No puedo pensar con claridad. En estos momentos lo que más deseo es llegar de vuelta al cuartel, a mi frío hogar. Pero mi hogar al fin y al cabo. Y poder compartir todas estas angustias con el Mayor, sin percatarme siquiera de que esa puede ser precisamente la peor decisión que vaya a tomar en mi vida.