- Mesieur Foscarelli cgreo que tengo lo que usted necesita. Cuando pasagon a la sala de integogatogios... digo al vagon restaurant tome las huellas de los integogados, si no las habian dado antegiogmente como el caso de mesieur Harman que las entgrego voluntagiamente. Pog tanto podgran observag que esta muestra que tiene el nombgre de mesieur Masterman coincide con la muestgrá del vaso y pog tanto con la del botecito de cianugo.
Pues seguramente tendrían razón todos, pensó Pierre, pero él seguía sin entender cómo alguien podía pretender inculpar a la Sra. Mubbard dejando en su habitación un frasco del veneno sin tener la básica precaución de borrar sus propias huellas.
Aquello ya le resultaba grotesco, y si en verdad el Señor Masterman era el culpable su torpeza sin lugar a dudas era digna de mención. Aquel burdo intento de inculpar a la Sra. Mubbard había sido patético, es más... por completo ridículo y sólo veía una explicación.
- Si el culpable es en verdad el Sr. Masterman, no me cabe ninguna duda que lo que hizo no fue un asesinato premeditado, ya que esos vanos intentos por inculpar a otra persona son demasiado burdos para alguien que tuviera planeado el crímen. O por lo menos eso es lo que pienso. En el supuesto caso de que yo quisiera cometer un asesinato intentaría que todo saliera perfectamente con una buena planificación. -Se quedó dudando por unos segundos.- Lo que me lleva a pensar que algo ha tenido que suceder durante el trayecto en tren o pocos minutos antes de subir al mismo que desatara esas ansias asesinas. ¿Me equivoco?
Lo único que pude hacer en cuanto el doctor y el detective confirmaron lo que yo ya suponia a aquellas alturas fue mirar a Edward, mientras me encendía un nuevo cigarrillo y me llenaba un nuevo vaso de whisky. El sueño y el cansancio comenzaban a hacer mella en mí y, a decir verdad, de lo único que tenía ganas era de terminar con aquello.
Mi mirada se mantuvo clavada en Edward, mientras guardaba el mechero, tras darle una larga calada inicial a aquel cigarro.
-Ahí están las huellas que reclamaba, Edward. ¿Sería ahora tan amable de dejar de negar lo evidente y decirnos, al menos, por qué decidió asesinar a Samuel? ¿Tiene acaso que ver con aquella llamada que me dijo que recibió? - a aquellas alturas, ni siquiera tenía ganas de agredir o increpar a Edward. Estaba agotado, física y mentalmente. Y, de lo único que me quedaban ganas era de que confesara su crimen. Así pues, mantuve su mirada, expulsando lentamente el humo de aquel cigarro, con gesto sereno- Por favor, Edward. Hemos encontrado sus huellas, en el vaso y el frasco. Tengo clarisimo el momento en el que dio el cambiazo, cuando vino de a saber dónde con su vaso de whisky lleno y nos invitó a contemplar el paisaje. Incluso el reloj de Samuel apareció en la habitación de la señora Mubbard. De verdad, no lo haga más difícil y admita al menos su crimen. Y dígame, para que mi mente intente comprenderlo, qué demonios le impulsó a matar a Samuel.
Hablé con el tono hastiado y cansado de quien ya tenía las cosas claras, casi al 100%. ¿Qué más era necesario para detener a aquel hombre? De todas las preguntas detectivescas que me había formulado a mí mismo, la única que me fallaba era aquél por qué. Pero, por lo demás, parecía estar bastante claro quién era el asesino del señor Rotchett.
Así pues, esperé, paciente, mientras seguía fumando, humedeciendo mis labios con aquel whisky. Quería comprender. Necesitaba comprender. Y creía, a aquellas alturas, que Edward sería el único capaz de otorgarme aquella ultima respuesta.
"Primero comprobar las huellas, y luego arrestar gente, por favor. Hagamoslo por orden. No nos queda mucho tiempo antes de llegar a la estación, y tener que ralentizar mucho mas este penoso viaje"
El Agente, aunque inicialmente emocionado por las pericias como investigadores de Maggie, El Conde y la terrorífica madre (Biológica o Política, segun el caso) sigue pensando en que no es plan de llevar a la horca a un inocente. Que se analicen las huellas. Y fin.
"Proceda, HerCulito", le dice al supuesto detective, que se ha ofrecido a analizar las huellas.
Respiro profundamente observando cómo se desarrollan los acontecimientos. Todos estamos nerviosos deseando confirmar lo que parece una evidencia, y es que uno de los hombres del fallecido no solamente no era tan confiable, sino que además había acabado con su vida. El Sr.Macqueen parecía francamente derrotado por las circunstancias, roto de dolor y de cansancio. No podía disimular su desprecio frente a su otrora colega, y lo cierto es que era un gesto que en el fondo le honraba. Aunque la verdad es que Greta también tenía algo de razón... había sido muy estúpido por su parte dejar las huellas en el frasco y esconder este en una de las habitaciones del tren en vez de tirarlo a las cercanías de la vía en cualquier momento del trayecto, lo cual hubiera vuelto este enigma absolutamente indescifrable. Bien, seguro que tenía alguna explicación aunque a simple vista no le encontráramos ninguna.
En cualquier caso, lo mejor sería tomar medidas al respecto, no fuera a ser que alguien se descontrolara. Disimuladamente, me acerqué a uno de los trabajadores de la compañía y en voz baja le di instrucciones de "cercar" la sala con todos los trabajadores de confianza que estuvieran disponibles... no fuera a ser que el culpable intentara hacer algo y acabara esto como el rosario de la Aurora. Eso sí, previamente, deberían de asegurarse que todos los pasajeros estaban dentro. Por si acaso.
- Supongo que no pondrá ninguna objeción a la análisis... o será más evidente su culpabilidad.
Miro a todos sin decir nada, poco puedo aprtar ya al caso. La culpabilidad del mayordomo está bastante clara, tan solo queda comprobar sus huellas, pero con su actitud ya lo ha dicho todo.
- Masterman, sea un hombre y colabore. Tenga un poco de dignidad y terminemos de una vez-digo mientras me acerco al acusado por si fuera necesaria mi intervención o tratara de escapar, mis puños no dudaran en actuar si hace algo raro.
La señora Mubbard no hacía más que mirar a unos y otros asintiendo a la mayoría de acusaciones sobre Edward y las últimas propuestas sobre las huellas, todo ello sin variar su desagradable gesto de ceño fruncido, ojos inqisitores y labios apretados con el mentón en alto... toda una belleza para la vista, sin duda alguna.
- El mozo tiene razón...-dijo refiriéndose a Cyrus, el atractivo de aquel hombre no había pasado desapercibido para la anciana, que por culpa del lio del asesinato no había tenido ocasión para establecer contacto... que lástima...- apechuge con lo suyo y permita que hagan las pruebas, si es inocente como usted dice no tiene nada que temer... de lo contrario, probará el sabor de a madera de mi bastón sobretodo pr la indecencia que ha cometido usted al entrar en la habitación de una dama-sentenció entrecerrando los ojos y elevando el batón a modo de seria amenaza.
Me senté en una silla, tomé algo de aire, la cosa se puso fea, y llegaba el momento de contar toda la verdad. - Veamos, esta es la verdad y toda la verdad, creo que debo contar lo ocurrido, y tras esto no consentiré ningún tipo de reproche, porque nadie de aquí sabrá la realidad excepto el señor Rotchett y yo mismo. -respiré, no quería ponerme nervioso ni echar a llorar. - Señor Poirot, sé que me tomó las huellas, pero también sé que las que hay en el frasco no pueden ser totales, sino parciales, y las probabilidades de coincidencia de una huella parcial con una total es de 1 entre más de 10 millones, pero eso ahora es lo de menos. Es correcto, yo fui el causante de la muerte del señor Rotchett, pero fue accidentalmente, y aunque me podría callar lo siguiente quiero explicar cómo ocurrió y porqué digo que fue accidental.
No me atrevía a mirar a Hector a la cara, por lo que fijé mi mirada en el fondo del vagón - como dije, el señor Rotchett y yo éramos como hermanos, y así planeamos todo. Sabíamos de unos negocios un tanto turbíos referente a una compraventas de neumáticos de coches que nos hubiese reportado grandes beneficios y es por ello que subió a este tren, para reunirse con alguien referente al mercado negro del automóvil. No obstante esto es algo secundario, puesto que el principal problema del señor Rotchett era su soledad, ya que al no encontrar mujer alguna que le sirviera como esposa, su deseo de ser padre le llevó a cometer una atrocidad, sí, el secuestro de la pequeña hija de los Amstrong, creanme si les digo que no sé que pasó, pero cuando encontré al señor Rotchett en aquel jardín estaba hundido, fue entonces cuando me confesó la muerte de la pequeña y yo le encubrí. Nos deshicimos del cuerpo de la niña y no volvimos a hablar del tema, no obstante sabíamos que alguien seguía la pista del señor Rotchett, y fue cuando empezamos a pensar en que Hector pudiese saber algo de lo sucedido ya que el señor Rotchett desconfiaba de él por su afán de poseer la riqueza del mismo - miré al señor Poirot - aquí otro error suyo, no hice esto por el testamento, de hecho Hector explicó muy bien que yo no era el principal beneficiario de su herencia, pero eso es otro tema - continué con la explicación algo apesadumbrado -al subir a este tren para los negocios que antes le comenté nos encontramos con que el detective Poirot se encontraba a bordo, y eso unido a que creíamos que Hector también conocía los negocios turbíos del señor Rotchett nos llevó a ungir un plan para acabar con Hector y así quitar un posible problema del señor Rotchett con la justicia. Fue ahí cuando preparé el veneno en mi vaso y le hice un cambio de vaso, desafortunadamente y sin saber cómo, el vaso envenenado acabó en manos del señor Rotchett cuando Hector era el destinatario, por lo que yo, como digo, involuntariamente, lo cual no me quita ninguna culpa, maté al señor Rotchett - a punto estuve de llorar, pero aguanté la respiración y miré a Hector - todo por culpa tuya, tu debiaas ser el cadáver no él.
Me levanté y miré a la señora Mubbard - lo siento, fui yo quien guardé eso en su maleta, pero más que por inculparla por que las sospechas ya se cernían sobre mí, y por miedo a que registraran mi maleta lo escondí en una cualquiera, primero con la intención de que no lo encontraran, y después por si todo se ponía feo para intentar librarme, lo siento - volví a mirar a Poirot - así que le hago el resumen señor Poirot, soy culpable de encubrimiento en el asesinato de una niña, del asesinato de mi amigo y de tratar de inculpar a una anciana, no me siento orgulloso de ello, es más, la muerte de mi amigo pesará en mi conciencia eternamente, pero esos son mis crímenes y esta es toda la verdad.
Y cuento contado... cuento acabado... XD
Después de estar debatiendo y culpando quien era el asesino, por fin dio un paso y confesó que el señor Edward era el culpable. Tanto días y horas que hemos pasado en el tren y al asesino lo tenía delante de mi cara y no me daba cuenta. Eso no era escusa lo que decía que quería vengar la muerte de un amigo. Porque aun así el era el culpable de la muerte del señor Rochett.
Mire con cara seria al señor Edward y le dije. –Como puedes ser tan mala persona y querer matar una persona que te daba trabajo, y querer matarlo, pero en todo caso que el vaso no iba para Rochett, si no iba para Héctor como tienes esa cabeza de poder vengar la muerte de un amigo. Para matar a otra, cuando el mayor perjudicado que va a salir eres usted Edward porque una persona que está muerta le pide que vengue su muerte, sin que honres la muerte de su amigo y usted no lo a echo. Ahora le toca afrontar todo lo que se le viene encima.
El tren entraba en la entrada de estación de Budapest. Ahí esperaban la policía, para comprar que ninguno estaba mal y que todo podía seguir adelante con el trayecto.
Es entonces cuando el Señor Edward, confesó con todos detalles y narrando su historia siendo muy claro, lo sucedido con su amo Rochett.
Confesó el crimen que había cometido desde el primer momento que el tren hizo su marcha.
Podía haber seguido con esta farsa, pero las pruebas de Constantine, Bouc, Hector, Murbbad y Maggie, hacia que ya no tuviera sentido las palabras del asesino a un inocente.
Cuando este terminó de confesar, la primera en arrimarse a él fue la señora Mubbard, se acercó a el con cara de enfado, y le dio una bofetada en la mejilla derecha a Edward. Le miró y le dijo: No intentes engañar a esta pobre vieja. Esta vieja tiene mucho teatro recorrido, se me puede acusar de otras cosas, pero cargar con un muerto…no jovencito no.
Espero que cumplas condena por lo sucedido, y que desde ahí dentro, recapacites tus modales.
Se alejó de Edward y se puso al lado de su hija, a la que agarraba la mano con fuerzas, más cuando su hija y su marido, habían confiando de ella en esto.
Si no hubiera sido por su hija…quizás tendría que explicar muchas cosas…y con ese curriculum en el teatro…cualquiera sabría si decía la verdad o mentira.
Foscarelli que agarraba a Edward para que no escapara, tras confesar y tras ver la bofetada de la señora Mubbard. Seguía agarrándole para cuando subiera la policía entregárselo a ellos.
El señor Bouc, se acercó a él y le dijo: Tu amo era una persona respetable en este tren, no puedo confiar en usted en esas palabras que dice del asesinato de la familia Amstrong… giró su cara y con la cabeza agachada se retiro de su vista.
Edward, tras la bofetada, esperaba cualquier cosa de cada uno o de algunos pocos.
Pero el doctor Constantine también quiso hablar para decirle.
Todas las pruebas contra usted, estaban desde casi el primer minuto, pero había que asegurarse con más detalles y con más preguntas por parte del señor Poirot. No vuelva nunca a negar la evidencia y a menospreciar mi trabajo como doctor.
No hablaría nunca con seguridad sin tener las pruebas certezas al cien por cien.
Se alejó de él, colocándose al lado del señor Bouc, Hector, seguía paralizado por enterarse de que realmente querían o eso decía…el matarle a él. Pero se quedó impactado con el asesinato de la hija de la familia Amstrong.
Aun así aunque con le temblase la voz le dijo: no tienes perdón ninguno…espero que pagues por ello y te pudras ahí dentro.
Quería hablarle pero se había quedado totalmente bloqueado, ante semejante palabras por parte del criado.
Finalmente Poirot se acercó a él y le dijo: esta bien caballero, acompáñeme ahora mismo, le voy a entregar a la policía de Budapest para que ellos tomen su declaración. Aquí esta todo acabado, espero que no me subestimes como detective. Porque siempre acabo pillando a todos los culpables.
El tren paró en la estación de Budapest. La policía entró al tren, y lo primero que se encontró fue al señor Poirot, a Foscarelli que llevaba a Edward.
Y le entregaron a este a la policía, explicándoles todo lo sucedido, y mostrando cada prueba que tenían del asesinato del señor Rochett.
Mientras uno de los policías llamaba a otros compañeros para que fuera a por el cuerpo del señor Rochett