Partida Rol por web

Pero no hay tiempo para decir más, ya que los caballeros deben enfrentarse a las funestas noticias que el explorador les trae, una vez completado su reconocimiento.

Y es que tal y como Sertois explica, sin duda en estos momentos la Manada debe dirigirse a toda velocidad al punto en que este barranco y su cauce desemboca en el río que discurre por el fondo del boscoso valle. Una vez allí, comenzarán a batir el área en su busca y, si finalmente no encuentran nada, remontarán el cauce del barranco hasta donde se encuentran en estos momentos.

En cuanto a lo que Petrer dice, es cierto que ahora, tras su accidentado descenso, poseen cierta ventaja sobre la Manada, pero también es verdad que esa ventaja desaparecerá en cuanto caiga completamente la noche, ya que entonces ellos no podrán avanzar por este terreno debido a la falta de luz, lo cual no es un problema ni para esos lobos-troll ni para los orkos, ya que esas especies son bien capaces de ver en la oscuridad.

Caballeros, siervo y prisionero quedan entonces a la espera de las palabras de Sertois, de la única forma que hay de escapar al peligro según dice él.

El explorador parece hacerse de rogar. Está claro que esta situación, el que todos ellos dependan de él para salvarse, le causa cierto regocijo, y que está disfrutando cada segundo que los mantiene en vilo…

Sin decir una palabra, el explorador remonta con su habitual rapidez el tramo de barranco hasta llegar a la cascada, la última de muchas, que les ha llevado hasta este punto.

Los demás le siguen como pueden, ateridos por el frío, sin acertar a aventurar que es lo que Sertois pretende.

Cuando el explorador se encuentra muy próximo a donde el agua cae a la poza, desenvaina su espada larga y la extiende, atravesando la cascada con el lado plano del filo, haciendo que el agua se separe en dos. La mirada del hombre se concentra en lo que hay detrás de la cascada, ahora que puede verlo.

¡Una caverna! Dice en voz alta para que el resto le oiga por encima del ruido del agua cayendo. ¡Una caverna detrás de la cascada!

Sin la más remota idea de cómo Sertois puede haber descubierto esa caverna, el resto os acercáis lo suficiente como para constatar que tiene razón. A pesar de que apenas se ve nada en el interior debido a la oscuridad y al agua, el eco que resuena dentro da a entender que hay una gran cueva más allá de la cascada, oculta por ella.

Son buenas noticias. Tanto que probablemente hayáis salvado la vida por el momento al encontrar este lugar.

Si tenéis suerte, habréis descubierto un refugio en el que ocultaros de vuestros enemigos, pasar la noche y evitar morir de frío.

Y si tenéis mucha, mucha suerte, quizás esta caverna sea parte de un sistema subterráneo más extenso, que os permita encontrar una salida oculta más adelante, haciendo que la Manada pierda vuestra pista…

Derlan se había alegrado de esperar a Petrer que había demostrado ser un valioso aliado pese a ser solo un cocinero. Había luchado con valentía, de eso no había duda alguna. Pero quién sabía si esas bestias no se lanzarían tras ellos, quizás los tuvieran en los talones y no lo supieran. Por ello las noticias que portaba el explorador eran magnificas. Todo el grupo estaba agotado y poder descansar aunque fuera en una húmeda cueva y haciendo turnos se tornaba en algo apetecible para cualquiera de ellos.

-¡Es nuestra oportunidad!-dijo el teniente con ánimo- vayamos rápido, quizás podamos ocultarnos y descansar de ésta persecución.

El caballero le hizo un gesto a Sertois para que entrase dentro de la caverna.

Nuevamente Korth y las extraordinarias habilidades del explorador se ponen de nuestro lado dándonos una oportunidad de sobrevivir a aquella noche.

Siguiendo las órdenes de Derlan me dirijo dentro de la caverna. Al hacerlo paso por al lado del prisionero, lo aparto de mi camino con un empujón, suficientemente fuerte para que note mi presencia pero no lo suficiente para derribarlo- Cierra la boca. Nadie te ha dado permiso para hablar.- Por culpa de aquella rata había perdido muchos amigos y compañeros aquel día, no pensaba dejar que nos envenenara con sus sibilinas palabras.

Al llegar a Petrer pongo una mano en su hombro.- ¿Cómo te encuentras?- Pregunto preocupado por el ataque del lobo-troll y el accidentado descenso por los rápidos. Miro sus heridas mientras susurro algo más al cocinero justo antes de perderme en la negrura de la cueva.

Creo que medicina sirve también para evaluar la gravedad de las heridas, si no sirve ignora esta tirada.
 

Combates y hablas muy bien para ser un siervo.-Susurro mientras con la mirada reviso velozmente las heridas visibles de Petrer.- Para mi es un gran honor luchar hoy a tu lado.

Aquel cocinero había demostrado un valor enorme al enfrentarse al lobo-troll y al sujetar a dos hombres desde lo alto de un acantilado, lo correcto era reconocérselo.

De pronto, cuando estaba a punto de atravesar el chorro de agua de la cascada, el Prisionero cae de bruces hacia adelante, sumergiéndose en el agua con un sonoro chapoteo.

Petrer y Orlant se giran de golpe, sorprendidos en mitad de su conversación, sobre todo el sargento, cuyo empujón no ha sido suficiente como para causar esta reacción ¿verdad?

Rápidamente, el teniente Derlan se sumerge en el agua para sacar de él al caído, cosa que no le resulta fácil ya que el hombre parece sufrir violentas convulsiones y no encuentra forma de agarrarlo.

Quien sospecha inmediatamente sobre lo que puede haber sucedido es Sertois. Una flecha. Alguien ha disparado al Prisionero. Inmediatamente tensa su arco y barre los alrededores, entrecerrando los ojos para adecuar su vista a la oscuridad, en busca del tirador.

Petrer se sumerge a su vez en el estanque y con la ayuda del teniente, sacan finalmente al Prisionero fuera de la helada agua y lo sujetan para evitar que los espasmos puedan causarle daños físicos o que pueda tragarse la lengua. Pero un primer vistazo no revela ninguna herida externa, nada que pueda haber causado esas convulsiones.

De pronto, el hombre deja de moverse, quedándose quieto y con el rostro mortalmente pálido. El sargento se apresura a tomarle el pulso. Y lo encuentra. No está muerto, sólo inconsciente.

Aún conmocionados y sin respuestas sobre lo que acaba de suceder, decidís que no podéis quedaros parados aquí, que lo mejor que podéis hacer es continuar, a pesar de tener que cargar con el hombre inconsciente vosotros mismos.

Pero antes de hacerlo, sucede otra cosa que os deja congelados en vuestro sitio debido a la impresión.

Y es que debido a los espasmos, el gorro y la capucha con las que el Prisionero se embozaba, se le han caído. Por primera vez podéis ver claramente el rostro del hombre causante de todas las desgracias que han sucedido hoy.

Sólo que no es un hombre…

Observáis su rostro de piel clara, delicada, con unos rasgos finos y atractivos. Un pelo castaño claro cortado a trasquilones, que hasta hace poco debía ser una larga melena.

Y sobre todo unas finas orejas acabadas en punta.

El Prisionero es un elfo…