Guillermo hizo uso con el equipo prestado por countdown para rastrear aquellos nºs, intento crear un programa para ir rastreandolos, triangulando mediante las antenas de la ciudad la posición de los dispositivos.
Antes del amanecer tenía una lista de puntos de colores que parpadeaban sobre un mapa y un glosario de colores que indicaban el nº que representaba cada color.
Antes de que el sopor matutino pudiera con él desconecto el programa, no fuera que los rastrearan, pero había sido cuidados, en eso había puesto especialmente cuidado. También guardo una foto de las ultimas posiciones de cada punto según se acercaba al amanecer, si eran vampiros, sus refugios estarían cerca.
Al día siguiente aceptaría las ropas que le ofrecían, no sin pararse a comprobarla minuciosamente. Se prepararía dos capas, por si debía desprenderse de una para intentar que le perdieran la pista en alguna persecución. Ese truco siempre podía ser útil en un apuro para perderse entre la gente, solía dar unos segundos de ventaja que bien aprovechados podían ser cruciales.
- Bien, nos veremos allí. - Diría Guillermo suspicaz. - Espero que aparezcamos todos y no nos den caza. Mientras y no voy a ver si puedo enchufar un router a una caja de telefonía para que si encuentran nuestro pequeño hackeo, encuentren un repetidor y no a nosotros. -
Hiroyuki Yamagawa jamás imaginó regresar a donde todo se había complicado, la propia mansión de El Tercero.
El vehículo de lujo volvió a travesar aquel intrincado camino por en medio de la ciudad rumbo a las afueras de esta hacia el noreste, en silencioso trayecto el azote toma una desviación por carretera hacia una de las colinas a las afueras del sector "Victrix Imperialis".
El serpenteante camino asciende por una escarpada colina en donde a lo lejos en la parte superior se encuentra la lujosa mansión la cuál y como antes lo había hecho apenas se acerca el vehículo esta abre sus puertas de par en par de manera automática para darle paso cerrando tras de si el enorme portón.
La camioneta negra da un breve recorrido alrededor de la rotonda de bienvenida para detenerse frente a la entrada principal de la mansión.
Duncan, el anciano mayordomo de paso ágil y porte digno recibe a El Tercero dándole la bienvenida con un leve movimiento de cabeza y bajando la mirada le señala la entrada principal con la palma extendida invitándolos a que lo siga.
Al ingresar a aquella lujosa mansión Hiroyuki nvolvió a aspirar el ambiente lúgubre y sombrío a pesar de la modernidad en sus muebles y aquella decoración actual lo recibieron. El criado permanece a la expectativa de su amo.
-Puedes tomar lo que desees de este domino, desde ahora eres mi primogénito y mi sombra te cubrirá de cualquier necesidad.- Se dirigió a Hiroyuki. Las palabras fueron entendidas por cualquier sirviente que se encontrara presente, incluso por los azotes quienes parecían perros heridos lamiéndose las injurias.
Con una asentir de mentón, El Tercero se despidió de Hiroyuki. -La noche de mañana nos presentaremos ante la corte, por ahora descansa, Duncan te proveerá lo necesario para que recuperes fuerzas.- el anciano asintió.
Los recuerdos de aquel lugar eran agridulces, por todo lo que había pasado, el sentido desencuentro de las noches previas, la ruptura con el Tercero, pero también era un hogar, un sentimiento de confort y seguridad, y por suerte pesaba con más fuerza la reconciliación, la comprensión que volvió a unirle con el Tercero, además del grato recuerdo de la diablerie.
Asintió hacia su padre, agradecido, y cuándo éste se marchó se acercó hacia Duncan:
-Necesitaré alimentarme para sanar las heridas, también reponer mis utensilios, entre ellos un vehículo nuevo, ligero y borrar mis datos de las redes. Supongo que sabrás a quien comunicarlo, una identidad nueva, con una fuente de ingresos distintas. Ah, y saber dónde pasaré el día, mi "habitación".
Tras el intercambio, volvió a mirar hacia el lugar, había desactivado los móviles para que no le rastrearan, tanto el de Judex, como el de una persona "random" que había agarrado en la mansión de Juanita. Tener esos dos móviles apagados le dio cierta seguridad, ya que se imaginaba al Nosferatu tratando de trazar su ruta. Tras eso, se dejó agasajar mientras miraba de recuperarse.
Se venían tiempos interesantes.