Partida Rol por web

El pozo no tiene nada interesante y es demasiado estrecho para bajar por él. Tan solo tiene un cubo de madera atado a una cuerda de 100'. Nada más.

Al acercarse al pozo y verlo con detenimiento, la semielfa se dio cuenta que ni siquiera el más joven de los chicos desaparecidos cabría allí. Con un gesto se disculpó con su compañera y volvió donde aguardaba el resto de los aventureros. Acordó con ellos una señal acústica por si necesitaba ayuda, aseguró sus pertenencias y se encaramó a la pared. A metro y medio del suelo avanzó hacia su objetivo, cuando llegase a la sala de orcos subiría hasta el techo.

Dos grandes chimeneas iluminan este salón antaño espléndido, llenando la sala con humo y combatiendo el húmedo frío del exterior. La esquina sureste del salón se encuentra en ruinas, y gran parte del muro del patio se ha colapsado en esa zona, por lo que la lluvia se cuela a través de la grieta. Un gran trozo de techo también se ha derrumbado, dejando un agujero y permitiendo una visión limitada del piso de arriba. Gran parte de los escombros caídos del techo han sido empujados para formar dos grandes montones en la habitación. Ocho pilares sostenían en el pasado el techo, pero dos se han caído y se encuentran rotos entre los restos.

Contra el muro norte, sobre un estrado cuadrado, se alza un enorme trono de roca construido en el cuerpo de una impresionante estatua. La figura a representar es un aterrador soldado orco de más de 3 metros y medio de altura, con la cuenca del ojo izquierdo vacía. Flanqueando al trono hay dos arcadas abiertas y un par de ornamentadas fuentes de piedras, y sentado sobre él hay un orco. 

El sonido de orcos así como el fétido olor corporal de sus cuerpos y el de la húmeda putrefacción llena por completo la habitación. A simple vista hay al menos una docena de orcos y un ogro que los acompaña.

Afortunadamente Xanaphia pasa suficientemente sin llamar la atención y logra subir por la pared hasta alcanzar el piso de arriba, antes de aventurarse a subir del todo, echa un vistazo por el gran agujero y observa a cuatro orcos custodiando una de las salas. El agujero da a cuatro salas a la vez, tres de ellas vacías, y una con los cuatro orcos, el problema es que el agujero del derrumbe ha provocado que las cuatro habitaciones sean visibles desde el centro del agujero, así que acceder a cualquiera de ellas puede llamar la atención de los cuatro orcos. Afortunadamente ahora mismo están distraídos sentados en torno a una mesa y jugando a algún juego de azar con dados de hueso y apostando algunas de sus  monedas. Terminar de subir, llamaría la atención, activaría la alarma y reinaría el caos en la fortaleza.

La semielfa miró bien las estancias buscando la escalera de acceso y el camino más directo para llegar a la puerta custodiada, pues lo más probable era que tuviesen a los nobles ahí retenidos. Su primer impulso fue avanzar pero se contuvo. No estaban solo esos cuatro orcos, que podían ser un desafío asumible si los cogía por sorpresa, la habitación de abajo tenía a demasiados invitados y a la bestia de fuera no la querría tener que combatir.

Apretó los dientes, deberían esperar a que la sala se vaciase, eran demasiados. Con ese pensamiento se dispuso a volver con el resto del grupo de rescate.

Una mirada más analítica le dijo a Xanaphia que no era el lugar que estaban buscando, pequeño y con vistas a las murallas no era una buena definición para una celda, a no ser que fuese una alta torre, y no era el caso. Con cuidado desandó el camino para salir al exterior, miró hacia donde estaban sus compañeros y negó con la cabeza. Luego sus ojos se dirigieron hacia el otro costado del patio, ese que no habían visitado todavía, y se dio cuenta que estaba más cerca de la puerta inexplorada que de los amigos.

Miró un momento al draco, midiendo su sopor, sabedora que en cualquier momento podía abrir los ojos, y se dijo que si lo hacía en su dirección quizás no viese al resto y podría distraerlo durante el tiempo suficiente para que ellos tomasen buenas posiciones -Hasta puede que lo convenza para que nos ayude- pensó en lo que debió ser un ataque de optimismo, o de confianza en sus habilidades.

Por último volvió a mirar al grupo y les indicó sus intenciones: echar un vistazo a la puerta de al lado de la plataforma. Sin esperar respuesta ni consentimiento hacia allí comenzó a moverse, con mucho cuidado, pero con confianza. Si era descubierta por la criatura del patio no debía dar una mala impresión y frente a un dragón mostrar miedo es darle ventaja, no pensaba darle ese placer.

Atara respira aliviada cuando ve salir a su compañera por el hueco que ella misma examino antes, la respuesta de su compañera le afirma que alli no hay nada por lo que toca seguir adelante.

-Vamos muchahos, sigamos a Xanaphia. -Les dice a los hombres mientras se acerca despacio a su compañera

Xanaphia abrió la puerta que estaba al extremo oeste de la fortaleza, tras aquella puerta pudo divisar una escalera que ascendía a lo alto de la fortaleza, donde ya había deducido que sus compañeros no se encontrarían. Pero también había varias puertas en aquel pasillo. Tras una de ellas se podía apreciar lo que contenía, pues la pared estaba derrumbada. había tres literas hechas casi pedazos y a punto de desplomarse. El resto de puertas escondían algún tipo de misterio que la chamán aún tendría que descubrir.

Siguiendo con el sigilo que sabía imprimir a sus pasos la mujer se internó por el pasillo, sus sentidos alerta a lo que pudiese escuchar tras las puertas antes de intentar abrirlas. Esperaba poder captar algún atisbo de actividad humana detrás de alguna de ellas y luego, en caso de que sus músculos no pudiesen con la puerta, usar su aliento para derretir la cerradura.

Atara vio como su compañera avanzaba por lo que, parecia, el unico camino valido, o mas bien, que les quedaba. De cuclillas, y con el arco en la mano, la cazadora comenzó ha avanzar en pos de su compañero, soltando al suelo el agua acumulada en su sombrero y echando una mirada de reojo a los varones para que comenzaran a mover el culo.

Al llegar hasta ella, la susurró. -¿Alguna predilección por alguna de las puertas? -a ella le daba bastante igual, pero justo en ese momento recordo algo. -Pardiez, lo bien que nos vendria ahora el olfato de Fenrir. - aunque seguía pensado que había echo bien en dejarlo abajo, habría resultado dificil subirlo, no sabría como reaccionaría al ver al dragón, y, si hay que salir por patas, no tenia muy claro como bajar al lobo de aquel "castillo"

Jairee se consideraba bastante sigiloso, aunque eso de poco le servía, ya que no sabía a donde iba y apenas donde estaba.

Ante la pregunta directa no pudo sino encogerse de hombros. No tenía nada que decir, raro en él, y bromería si no supiera que estaba a punto de luchar por su vida. Se acercó más al grupo para hablar en voz baja.

Creo que hasta aquí hemos llegado sin dar la alarma, propongo que os coloqueis junto a las puertas y si salen les mateis rapido, voy a intentar matar al draco de un golpe sigilosamente. Tenemos que ir matandolos poco a poco y hay que aprobechar que la bestia duerme.

Atara señala la siguiente puerta que queria probar, -Estad a tentos, si hau enemigos y nos detectan lanzaros sobre ellos, que no tengan la oportunidad de dar la alarma.

Era tremendamente arriesgado, pero francamente era eso o darse la vuelta, y el espiritu de cazadora le impedia abandonar el rastro de su presa, no ahora que estaban tan cerca.