La mediana que salió de la nada, fué bien recibida por la semielfa aunque nada dijo, para su mala suerte el orco vió venir el ataque y le dió tiempo de esquivar la mayor parte; para luego gritar algo, pero esta vez nadie contestó, - Bien - fué el único pensamiento que tuvo Xan antes de retrocer levemente para esquivar el corto golpe que le lanzó.

La mediana se puso a su lado para combatir al grotesco ser y, justo cuando los ojos de la guerrera volvían a iluminarse con un destello verde, pudo oir el grito de otro de esos seres. Aprovechó el desconcierto del que tenía enfrente para golpear con todas sus fuerzas.

  Parece ser que el semielfo llegó demasiado tarde para ayudar al mago, tampoco es que le importara mucho pues no se conocían salvo por aquella noche. Igualmente el orco debía. Khal se movío con fluidez acercandose a el para tener un mejor posición de disparo, se enderezó, cargó la flecha en el arco, tensó la cuerda y dejó que la flecha volará.

  Por el rabillo del ojo veía como el resto parecía apañarslas bastante bien y parecía que la amenaza estaba siendo eliminada. En cuanto pudiera se uniría al resto para acabar de una vez y ver si podrían volver a descansar hasta el amanecer.

Vio como un aventurero daba su último suspiro a manos de un pernicioso orco, el que parecía más fuerte, atacado vilmente en la oscuridad de la noche, no tuvo ninguna oportunidad a manos de esa sucia bestia. -aunque no conocía al infortunado, esa bestia pagaría con su vida.

Red señala con su dedo al orco asesino que esta próxima a Kal, el cual emite una energía que comienza a rielar sobre el orco, como si estuviera cubierto de llamas, las cuales para su sorpresa comienzan a causarle  daño.

Orco, tu debes ser el jefe, que quieres de nosotros, habla o morirás?

Esperando que el mismo responda, al verse malherido.

Vio con cierto ánimo que las féminas se desenvolvían bien, y que habían despachado a un par de esas criaturas, la balanza se inclinaba hacia este grupo de desconocidos donde Red se encontraba.

Antes de que a la paladina del sur le diera tiempo a hacer nada, las otras dos mujeres dieron buena cuenta del orco contra el que se estaban enfrentando, y el semielfo del otro lado, se encargó de acabar con el que parecía estar saqueando el cuerpo del difunto. Entre todos aquellos desconocidos, habían logrado acabar con aquella amenaza, sin dejar que ninguno escapara.

Una vez que estaba aquel extraño grupo reunido, se dieron cuenta que sus caminos coincían en una misma dirección, todos iban hacia el este, y Melvont parecía estar a pocas millas de allí. ¡Habían hecho un alto en el camino absurdo! Si hubieran andado un poquito más, pronto habrían llegado a la ciudad.

Red se aproximo al joven que había caído, e intentó discernir en el algo de vida, comprobando para su horror, que el mismo efectivamente había fallecido. Realizo una plegaria a su Deidad, rogando por su alma y su descanso eterno.

A continuación se presentó a los demás:

Mi nombre es Red y provengo del sur, no conocía a este mago, ni a ustedes tampoco hasta ahora, si a bien lo tenéis, y lo permitís, le daré un entierro justo.

También sí os parece sensato, podríamos coger su equipo, ya que detecto emanaciones mágicas y entregaserlo a su familia si poseía  o utilizarlo entre nosotros, ya que presiento que el viaje a la ciudad será complicado y lleno de emboscadas. Y nos vendría muy bien ayuda extra.

Que decís? Mirando a las mujeres primero y luego a Khal.

Podriamos unirnos y formar un grupo hasta llegar a la ciudad.

También deberíamos revisar los cuerpos de los orcos, para saber que querían de nosotros, quizás hayemos una pista.

Por cierto alguien tiene alguna ración de viaje que me preste, llevo tres días con un hambre atroz.

  - Hola a todos, mi nombre es Khal. Parece que casitodos estamos bien, casi- El explorador sentía cierta lástima por el caido- Nadie más ha recibido heridas mortales ¿No?- Girandose ahora hacia Red Sonja- Me parece correcto que le quieras hacer un entierro digno, te ayudaré en lo que pueda. En cuanto a sus pertenencias, supongo que podríamos compartir ciertas cosas, a mi personalmente no me interesa ningún libro mágico o varitas que pudiera tener, pero el dinero siempre es útil para todos y tal vez tuviera algo más de interés veamos que tiene y que traen los orcos también.

  A continuación Khal empieza a buscar todo lo que pudiera ser de alguna utilidad en las pertenencias de los orcos y las juntos todas en el centro de los reunidos.

  -Si os parece bien lo repartiremos a partes iguales.-

El ataque combinado de la mediana y la semielfa surtió el efecto deseado y abatieron al enemigo. Xanaphia levantó la mirada y se dió cuenta que todos los asaltantes habían caído, lamentablemente había una víctima, miró hacia la otra mujer y asintió.

- Gracias por la ayuda.

Era una mujer altiva y acostumbrada a demostrar su valía, en su fuero interno se decía que hubiese matado a ese indeseable de igual modo, aunque con alguna herida mas; pero sabía valorar una buena espada - o daga - y nunca estaba de mas que alguien vigilase tu espalda.

- 'Raruc'*.

Pronunció con una entonación totalmente diferente, mas gutural, sin lugar a dudas otro idioma; al momento se irguió por completo y se oyó crujir los huesos de su espalda cuando movió los hombros. Un vistazo a su alrededor le informó que la otra mujer, que había resultado mas herida, se estaba curando sola por lo que su mirada se dirigió hacia el cuerpo tendido en el suelo; era un varón y por su tamaño de la raza de los medianos - Sin armadura y sin armas, probablemente arcanista o un loco imprudente - pensó justo antes de escuchar al resto hablar.

Fué asintiendo a las palabras de la mujer del cabello de fuego, que se presentó como Red, pero a su última petición negó con la cabeza; a la hora de cenar siempre acababa con todo lo que le quedaba, nunca se sabía lo que podía pasar. El hombre embozado también se presentó, apoyó la idea de coger todo lo que pudiese ser de utilidad y se puso a ello.

- Perfecto. - respondió Xan a su último comentario - Mi nombre es Xanaphia, vigilaré por si viene alguien mas.

Sus ojos adquirieron un tono azul intenso, antes de volver a su color claro, y se alejó unos pasos para dejar espacio a Khal y a Red en su labor.

Mientras que el resto de viajeros estaban ocupados en despojar de sus pertenencias a quellos inmundos orcos, ella hacía lo propio con el infortunado mediano caido en combate.

Una vez todo a buen recaudo, devolvió el saludo al resto.

Esto..., sí, de nada. No creo que necesitases mi ayuda de todas formas, parece que tú sola te las arreglas bien - respondió a la semielfa con un guiño cómplice.

Mi nombre es Tisha y me dirijo a Melvont -dijo mientras se embutía en la armadura de cuero y se preparaba para seguir el viaje- vais vosotros también hacia allí? Creo que no esta muy lejos

Cuando Xanaphia oyó el nombre de la menuda mujer que había combatido a su lado, se giró levemente en su dirección e inclinó la cabeza a modo de saludo.

- No sé si avanzar en la oscuridad es buena idea, - dijo mirando a la mediana y a la humana, y pensando que si había mas atacantes en esa dirección serían un blanco fácil - además, ¿no cerrará Melvont sus puertas por la noche?

La verdad es que no sabía mucho de las costumbres de las ciudades, las que había visto estaban amuralladas y no dejaban entrar a nadie desde el ocaso hasta el alba.

La idea de la mediana Tisha era, seguramente, la más acertada. Pasar otras cuantas horas a la interperie no era la más adecuada. Mucho más cuando cerca de ellos había un cartel que decía que Melvont estaba a poco más de una hora de camino, y a menos de media si el recorrido era a caballo.

Si era cierto lo que sospechaban, aquella tierra estaba infestada de orcos, y tratar de pasar la noche allí era una absoluta locura, a no ser que quisieran seguir combatiendo y enfrentándose a enemigos durante toda la noche. ¡Al menos estarían entretenidos hasta el amanecer!

Habeis encontrado algo interesante en esos orcos? El cadaver del mediano tenía poca cosa, he cogido su mochila con lo que tenía. Quereis echar un vistazo?- dijo ofreciendo el petate de Dalabrac

- A propósito, yo me largo ya para Melvont. No os aconsejaría quedaros aqui entre tanto muerto mucho tiempo

De los objetos que se iluminaron con el conjuro de la guerrera de cabello rojo, Xanaphia se fijó en el cuchillo pues el suyo se había roto hacía dos días y estaba harta de tener que cortar todo con las manos o con los dientes, incluso había uno que ya comenzaba a moverse un poco. Ante el ofrecimiento de la mediana, estaba por coger la bolsa para ver si había algo interesante cuando Tisha se reafirmó en llegar a la ciudad, la miró y miró a su alrededor viendo como había quedado el claro; tenía razón y, si estaba tan segura, no sería ella la que diría nada mas en contra.

- Pues entonces no hay tiempo de mirar lo que hay, - dijo en tono práctico - cojamos todo y cuando lleguemos ya veremos lo que hacemos.

Alargó el brazo para coger la mochila y, sin dedicarle una segunda mirada, la abrió y comenzó a meter dentro todos los objetos que había fuera, excepto la ballesta y sus dardos que eran demasiado grandes y podían romper el resto de cosas. Cuando terminó miró a sus compañeros de viaje con el brazo aún extendido, a ella no le importaba cargar con el objeto extra y así lo dijo.

- Si queréis la llevo yo, su peso no entorpecerá mi marcha.

- Por mí puedes quedarte la mochila y todo lo que lleve dentro; seguro que sacais algun dinero por esos pergaminos y pociones. Yo ya me ha agenciado sus botas, que a ninguno de vosotros os entraría, y la daga, que parece mejor que la mía.

No sabía por qué había decidido decirles todo lo que había hecho a esos desconocidos. Se estaría volviendo una blanda? La verdad es que había simpatizado con ellos por su eficiente forma de luchar contra los orcos y no la importaría que realizasen el resto de camino juntos.

Esperó unos minutos a ver si decidían ponerse en marcha, Tisha ya estaba preparada. Calzadas sus botas nuevas y el arma en el cinturón presta a desenfundar si algún otro asqueroso orco les salía al encuentro.

Red no daba crédito de lo que intentaba hacer la pequeña rapiñeadora. En el momento que lanzo el conjuro de detectar magia, ni corta ni perezoso, se apropió de los objetos mágicos que mayor aura desprendían, los cuales resultaban ser unas botas y una daga, para asombro de los allí presentes. Y para más inri, dice que el resto no los repartamos entre nosotros. Jajajajajaj, pensaba la mujer de cabello de fuego, no sabía si era consciente de los usos y costumbres de los aventureros, en lo que respecta al reparto, que ha de ser equitativo y de común acuerdo.

Observando la conducta de la mediana, se dio cuenta de que carecía de tal conocimiento, por lo que dirigiéndose a ella, le exhorto:

Tisha, puesto que veo que no eres consciente de tus actos, te lo explicare. El reparto ha de ser justo y equitativo, puesto que veo que no tienes la intención de hacerlo y con el beneplácito de los presentes, mirando al resto de los aventureros, opto por que se tasen en la ciudad y se vendan repartiendo igual cantidad entre los presentes o se llegue a un acuerdo al respecto una vez que se conozca el valor real de los objetos.

Que opináis los demás, estamos de acuerdo? Eh Xanapiah, y tu Khal?

Pues partamos lo antes posible.

Y desde cuando habíamos llegado a ese acuerdo? - la mediana se puso a la defensiva y sacó su flamante nueva daga- Si quereis los objetos que llevo se los tendreis que quitar a mi cadaver.

Tisha sabía que no aguantaría mucho ante ese grupo, pero tampoco iba a dejar que una desconocida se pusiese a darle órdenes. No tenía intención de atacarles, pero se defendería hasta la muerte.

  Mientras Tisha y Red  seguían discutiendo por que hacer con las pertenencias del pobre mago, apenas frío su cuerpo, Khal se dedicó a cavar como bien pudo un pequeño agujero donde enterrarle. 

  Los comentarios de Tisha le hicieron gracia, se adjudicó automaticamente sus pertenencias sin ninguna razón, no era algo que le preocupara mucho al semielfo, pero ya sabía que debía de cuidar muy bien sus bolsillos ante aquella mediana. Red le preguntó que que opinaba de todo esto a lo que Khal respondió:

  -Lo cierto es que no es lo más justo para el grupo, aunque para el que menos justo es, es para el pobre finado. Por mi que se quede con la botas si tanto las desea, es cierto que a nadie más les es de utilidad más que a ella, pero entonces ahora soy yo quien te lo advierte Tisha, si por el camino  Melvont encontramos objetos que no sean para mediano espero que no le pongas ni la mirada encima.- Una leve sonrisa aparece en el rostro del montaraz- En cuanto al cuchillo a mi no me interesa, discutidlo entre vosotras, yo lo que quiero es acabar cuanto antes de enterrar a este pobre hombre y que su alma pueda descansar en paz. En cuanto acabe con esto partiré a Melvont, el que quiera que me acompañe.

Las palabras de la mediana hicieron que la semielfa frunciera las cejas, ¿le estaba dando su permiso para apropiarse de aquellos objetos mientras ella se había quedado con dos de los mejores? La mujer pensó que seguramente había entendido algo mal pero la respuesta de la pelirroja no dejó lugar a dudas, lo había entendido perfectamente. Lo que la sorprendió sobremanera fué la contestación de la rubia -Eso es desproporcionado, Red no ha dicho que los devuelva, tan solo que si los quiere deberá abonar el importe correspondiente-.

La contestación de Khal estuvo llena de sabiduría, mientras le escuchaba echó una mirada al trabajo que estaba llevando a cabo. No entendía la costumbre de enterrar a los muertos para que se los comieran los gusanos, era mejor quemarlos y que se fundiesen con el aire; a pesar de su opinión, y dado que carecía de ningún objeto para cavar, se acercó y propuso algo un poco mas rápido.

- Totalmente de acuerdo con las palabras de Khal. - miró a Tisha con un pequeño resplandor rojizo en los ojos - Si ahora no quieres discursión acerca de esos objetos, luego no tendrás derecho con los que no sean de tu 'talla'. - los ojos volvieron a su azul habitual y giró su cabeza para dirigirse al montaraz - Esto puede llevarte demasiado tiempo; podríamos cubrir su cuerpo con piedras, seguiría estando sepultado.

Dijo con tono práctico y desvió su vista alrededor buscando algunas del tamaño adecuado.

Resultaba imposible enterrar el cadaver de Dalabrac en aquel terreno lleno de piedras, la única posibilidad era sepultarlo bajo un montón de rocas. Así que así lo hicieron. Mientras tanto, se dedicaron a rapiñar los objetos discutiendo por quién tomaba qué cosa. Y así se iban pasando los minutos.

Finalmente decidieron que era hora de partir, tomarían los objetos entre todos, y cuando llegasen a un lugar más tranquilo, decidirían cómo repartirlo. Permanecer allí era una idea absurda, y lo mejor sería salir de allí cuanto antes.