Partida Rol por web

La maga tuvo que contenerse para no lanzarle una bola de fuego al Doctor Heinfronth. Pero ese pequeño desgraciado había sito también engañado por el verdadero malvado de esta historia, el Doctor Rehner. Déjese de estupideces Doctor Heinfronth, cuéntenos que está pasando aquí, cuéntenos la verdad de este manicomio. O es que su querido doctor Rehner tampoco le ha contado nada.

Onfale se apresuró a abrir su libro de conjuros al darse cuenta de que Alice, no contenta con haberlo intentado matar en varias ocasiones, ahora se proponía robarle su magia.

- ¡Son míos!- Estaba perdiendo los nervios con la Maga Roja y no podía permitírselo. Se obligó a tranquilizarse. ¿Para qué querría la maga sus conjuros cuando éstos eran magia de segunda categoría, si se ponía a comparar? ¡Ah, la avaricia!Pro si acaso no se quedó tranquilo hasta verlos de nuevo inscritos en su preciado libro.

Cuando apareció el bello Heinfronth el elemental de aire se puso a revolotear a su alrededor. No lo culpaba. Desde luego era guapo. Desafortunadamente también un papanatas. Al ver bajar a Leiath se puso de nuevo en guardia. La Bruja de Hala, como siempre, era demasiado confiada. El eunuco se acercó al enano y a la niña pequeña. Tampoco se fiaba de ella.

No era necesario el uso de más energía mágica contra aquellas formas animadas de los libros de Alice y Onfale. Pero la magia se resistía a abandonar el cuerpo de Aire, que disfrutaba de cada una de las esencias que podía transmitir. Los ojos negros se cerraron y inspiró profundamente, dejando que el aire se volviera a escapar con tranquilidad. Volver estaba siendo todo un placer.

Al volver a la realidad, contempló en el piso inferior al joven doctor. Una mueca se le dibujó en la cara mientras se acercaba con paso tranquilo al agujero, mientras que Leiath ya se había lanzado hacia él. Tenía en alta estima a la seguidora de Hala, pero estaba claro que su confianza en la gente sería su perdición.

Eso que contempla se llama magia, algo que su viejo amigo le ha negado constantemente Era del mismo pensamiento de Alice, le hubiese lanzado un conjuro para que no quedara nada de él, pero tenía curiosidad por ver cómo se sucedían los acontecimientos. De momento, en su mente ya se estaban dibujando las palabras necesarias para proteger a Leiath en caso de que aquel medicucho intentara hacer algo.

¡No hay ninguna "verdad del manicomio"!-protestó a Alice-Llevo aquí menos de veinticuatro horas, pero el Doctor Rehner es toda una institución en el mundo de la psiquiatría. Tiene varios Sanitarium alrededor de todo el mundo, ha escrito artículos y libros que han revolucionado la concepción de la mente humana. No hay ningún oscuro misterio que descubrir.

Aún... aún suponiendo que la magia exista... Es decir, hay casos documentados de alucinaciones cognitivas colectivas y... Soy un científico, creo que en mis ojos. ¡De acuerdo, lo admito! ¡La magia es posible! Pero debéis ser conscientes de que algunos de vosotros tenéis problemas psicológicos que deben seguir teniendo un tratamiento. La creencia en la magia no es lo único que el Doctor Rehner había escrito en vuestros expedientes. He estudiado las técnicas de Rehner, y tienen un éxito rotundo: la hipnosis, la regresión a la infancia... ¡Funcionan! ¡Realmente funcionan! Más o menos invasivas, o crueles, su validez es incuestionable.

Iré con vosotros y cuidaré de vuestra psique, es el deber de un médico hacia sus pacientes-estiró la mano, pero no llegaba hasta la de Leiath.

La subida fue aparatosa. Leiath sacó una cuerda de su bolsa de contención y tiró un cabo por el agujero. El torpe Heinfronth fue incapaz de trepar, era un intelectual sin fuerza en los brazos. Al final se limitó a agarrarse mientras los demás tiraban de él hasta auparlo hasta el desván. A propuesta de Thimaz, Leiath prestó el yelmo a Daclaud, y lo probó, pero en ese momento Fifí no estaba silbando nada, así que se lo devolvió a Leiath.

La falta de máscaras que la asustasen hacía que Sunny fuese más colaborativa.

Oí al abuelo que mi papá está en la torre del patio...

-Doctor, ¿Alguna vez había visto a Renher antes de llegar?

Thimaz quería entablar más conversación con aquel joven Doctor, quizás si hablaban lo suficiente podía usarlo como escudo humano contra algún bicho o animal salvaje que lo fuera a atacar, a fin de cuentas, para Thimaz no había nada más importante que él mismo.

- Oooh, dulce niña...- Acarició la suave barbilla de Sunny, pero su gesto se endureció justo antes de abandonar el encantador mentón de "ricitos de oro".- ¿Y eres tan mentirosa como tu abuelo, o tú sí que dices la verdad?- No se fiaba nada de Sunny. Al igual que su abuelo, la niña podría estar engañándoles para llevarlos a una trampa.- Más te vale no mentirnos, bonita, ¿me entiendes?- Por si acaso la niña era capaz de  leer su mente de alguna manera, Onfale no escatimó en llenar su cabeza de imágenes suyas con diversas técnicas de interrogatorio con el que podrían sacar la verdad de su pequeño y frágil cuerpecillo de porcelana. Dejó que Leiath hiciera de interrogador bueno.- Que nos cuente todo lo que sepa del padre.- Le dijo alejándose de la chiquilla para acercarse ahora al bello Heinfronth.

- Si de verdad puede hacer algo empiece con ella.- Señaló a Flame.- Cree que es un hombre llamado Gadchet, cuando se llama Flame y es una guerrera.- Al menos así estaría ocupado.

- Si de verdad queremos ver qué hay en esa torre, o bien bajamos a la planta inferior y salimos al patio, o bien podemos salir por la azotea.- Le parecía más difícil con la pesada carga que portaban en forma de locos buenos para nada.- Pero corremos un gran riesgo de que esos seres mecánicos nos encuentren.

Vestida y pertrechada con mis nuevas-viejas ropas me asomo tímidamente a la estancia donde todavía se encuentra el resto de los internados. Me sorprende que ninguno de ellos haya venido a mi encuentro y temo que hayan sucumbido a las fuerzas arcanas contra las que se enfrentaban. Sin embargo, constata con cierto alivio irracional que no ha sido así.

—¡Ey, si habéis terminado de jugar con magia, este sitio está lleno de tesoros! —comento a voz en grito desde la puerta— Deberíamos repartírnoslos como indemnización por lo que Rehner nos ha hecho, pero si alguno no quiere...

Guardo silencio al descubrir entre los presentes a Cara de Ángel. No tengo ni la más remota idea de cómo haya logrado abrirse paso hasta ellos a través de las filas de hambrientos muertos vivientes.

—¡Tú! —exclamo, al tiempo que echo a correr y le estrecho con desesperación entre mis brazos— Tú también has logrado escapar de Rehner, mi dulce querubín. Tranquilo, ahora estás a salvo, yo cuidaré de ti.

Al subir al doctor hasta ellos, Aire negó con la cabeza. No había más estúpido que aquél que no quería ver

Me atrevería a decir que muchos de nosotros estamos en esas condiciones de las que usted habla debido al propio doctor, así que quizá sus técnicas no sean tan magníficas, y se limite a perturbar su mente y después volverlas a un estado normal... O lo que se pueda considerar normal. ¿No lo había pensado? Medite en esa idea. Ese ser que le ha rodeado es pura magia, magia que se ha creado en este lugar.

La situación le estaba revolviendo el estómago. Le gustaría lanzarle un hechizo y dejarse de tonterías. Pero Leiath no dejaría que eso ocurriera.

Se acercó hasta la niña. Y, aunque su aspecto era un poco siniestro por la oscuridad de sus ojos, intentó que su voz no expresara ningún mal.

Sunny, ¿puedes responderme a una pregunta? ¿Tu papá sabía hacer magia? ¿Y podía... mmm... aparecerse en tus sueños y parecer real? Aire quería asegurarse que la visión que tuvo del oso se refería al padre de la niña.

Libros y estudios. ¿Por favor Doctor Heinfronth no me diga que se cree todo lo que viene escritos en los libros? Hay libros y “libros”, hay libros que contienen engaños y libros que tienen verdades como puños. Yo una vez leí un libro donde un tal Schrodinger, seguro que era conciudadano suyo con ese apellido tan raro, aseguraba que un gato podía estar vivo y muerto a la ver dentro de una caja. ¿Usted se lo cree un gato muerto viviente? Menuda pamplina... Y otro aseguraba que el mundo se componía de pequeñas cuerdas que vibraban en diferentes colores. Puedo seguir poniendo ejemplos. Una vez leí un libro donde un elfo aseguraba que se podía invocar dragones metiéndose una piña por el…. Entonces la mirada de la maga pelirroja se cruzó con la de Sunny, y la maga para no terminar de rematar la inocencia de la niña decidió callar.

Qué situación más complicada. Por un lado tenían a Sunny a Heinforth, personas de las cuales no tenía muy claro la bondad de su corazón y hasta qué punto podían confiar en ellos. Por otro lado estaban aquellos 'pacientes' que seguían trastornados y que en cualquier momento le podían apuñalar a uno por la espalda. Se lamentó por no haber escogido entre sus conjuros, uno que pudiese revelar la naturaleza de cada uno de los presentes; habría sido de gran ayuda.

Leiath necesitaba tiempo, tiempo que no disponían. Con su mala suerte, aquel enmascarado que vieron podría tratarse de un guardia y haber mandado más hacia donde ellos estaban... O algo peor.

Lo que tenía claro es que debían ir a la torre que mencionaba Sunny, aquella donde estaban recluidos los pacientes más peligrosos, según Rehner. Y para ello, debían pasar por el patio y ser vistos por el mercenario que vigilaba todo desde el aire. Mal asunto.

Tanto problema por delante le hizo desear el retirarse a una cabaña solitaria en el bosque donde lo más complicado que tuviese fuera recoger las patatas cosechadas del huerto al acabar su crecimiento. Seguramente lo terminaría haciendo así si alguna vez conseguía salir indemne de la vorágine de acontecimientos que parecía centrarse sobre el aquelarre.

Señorita Bianca- quiso utilizar un tono educado con la supuesta asesina- no habrá encontrado algún diamante en aquella sala? Podría curarle su problema de memoria si encontramos uno.

Le ruego porfavor, se mantenga alejada de Heinforth y Sunny- le susurró a la mujer-. Por el bien de todos.

Colocó a Sunny y al joven doctor juntos. Quería tenerles cerca y vigilados para que nadie les hiciera daño.

Debemos ir a rescatar a tu padre- le dijo a la niña.- Habló en sueños a nuestra amiga Aire y parece que necesita ayuda, te parece bien?

Se giró hacia el joven de la bata;-Doctor Heinforth, ayúdenos a llegar hasta él. Seguramente haya pasadizos de mantenimiento que lleven a la torre y que no nos hagan pasar por el patio. Verá, en el patio se encuentra una de las criaturas de las que le he hablado. Supongo que seguirá sin creerme, pero hasta en mi ficha de paciente dirá que no le deseo el mal a nadie así que le ruego me complazca por esta vez. Además no puede ser tan malo reunir a la pequeña con su padre ahora que su abuelo está herido, no cree?

- Onfale, llevas preparado un conjuro de invisibilidad? Si no, mejor nos volvemos a poner las máscaras y dejamos que el doctor nos guíe como un buen rebaño de ovejas. Aún así, tengo la sensación que nuestro enemigo podrá ver a través de los hechizos de ilusión, por lo que me sigue pareciendo mala idea cruzar el patio.

Se acercó al perfumista y le dio un beso en la mejilla, le pareció que necesitaba uno pues lo veía muy estresado y de mal humor.

Aprovechó el acercamiento a Onfale para pasarle el pergamino que llevaba de 'Disfraz' sin que nadie lo viera.

Toma, tú eres mejor que yo con estas cosas. Quizás si te disfrazaras como Rehner en el momento oportuno...- susurró en su oído.

El abuelo dice que las niñas bonitas no mienten. No sé si mi papá podía hacer magia. Yo nunca le conocí. Pero el abuelo dijo que estaba en la torre. También dice que papá no se puede aparecer en mis sueños, porque los sueños trabajan con el sinconsiente... surconsiente... No sé, era una palabra rara. Pero el abuelo dice que no se puede soñar con cosas que no has visto. Que los sueños son un colage de imágenes mezcladas que vemos cuando estamos despiertos.

El Doctor se dejó abrazar por Bianca, con mucho gusto. Hasta se puso colorado.

No quiero entrar en distinciones académicas. Hay estudios serios y literatura barata, como todo-dijo a Alice-. Sobre el Doctor Rehner, lo vi ayer por primera vez, pero hay un cuadro de él unos años más joven en el Colegio de Psiquiatría de Mordent.

Thimaz vió su oportunidad y siguió hablando:

-Usted es un estudioso, si no me equivoco. De lo que pudo ver en este lugar sobre la medicación, el trato a los pacientes, las terapias... ¿Hay algo que crea que no es "lo típico" o que sea una contradicción con lo que se ha estudiado?...

La maga, dando por zanjada la discusión sobre fuentes científica, se centro en los objetos. Al ver el polvo de diamante, la maga se sonrojo de emoción de forma parecida a Heinfronth. Hacia bastante tiempo que no veía ese componente. Con esto podríamos conocer las cualidades del resto de objetos. Propongo que el primer objeto en ser estudiado sea la pala. Creo que tiene un papel muy importante en todo el plan.

No separo mi cabeza del pecho de Cara de Ángel pero levanto la vista hacia la mujer deforme. No solo es insufrible de ver, también de escuchar. Cuando trata de separarme de él, reacciono con la presteza de una serpiente y le aparto la mano sin contemplaciones aunque sin permitir que su actitud borre la sonrisa de mi cara.

—No sé quién es Bianca, pero si estás hablando conmigo, la respuesta es sí. En la sala de ahí al lado creo que he visto una bolsita con diamantes diminutos (o quizá únicamente fueran cristales) y también unas cuantas piedras preciosas y mucho oro; más del que ninguno de nosotros puede cargar por sí mismo. Puede que unas cien libras, si todavía soy capaz de calcular con cierta precisión.

»Puedes ir a verlo por ti misma. Como ves soy extraordinariamente generosa. No solo estoy dispuesta a permitir que hayas reclamado a la muñequita de porcelana sin discutir, sino que también te ofrezco una parte del tesoro que he encontrado. Incluso podría plantearme prestarte a esta preciosidad si me lo pides con educación una vez que haya disfrutado de sus encantos. No tienes ninguna necesidad de ser tan avariciosa, querida, pero ahora es mío, ¿entiendes? —le dedico la más dulce, risueña y encantadora de las sonrisas y señalo a la mitad de su rostro desfigurado por el ácido— Y si vuelves a intentar tocarle me aseguraré de que ese sea el lado bonito de tu cara.

Levanta un dedo o una palabra más contra Leiath, y la magia que desataré sobre ti hará que pierdas la cabeza. Y de manera literal, por si no te ha quedado claro amenazó Aire ante las palabras de Bianca. Ni soy tan buena ni tan dulce como ella, yo no tengo ningún problema en destruir a gente que pueda intentar hacernos daño No le hizo falta ni levantar el dedo ni la voz. Sus palabras estaban cargadas de ira y de amenaza manifiesta. Sabía qué usar contra esa mujer, y posiblemente a ella no la diera tiempo ni a ver lo que estaba pasando antes de morir. ¿entiendes? remató su frase usando la coletilla de la loca.