Partida Rol por web

     Recorréis el claro en busca de pistas pero el exceso de pisadas y la humedad que llena todo hace imposible que encontreis pistas claras sobre el campamento enano y sus ocupantes más allá de lo que ha indicado Ithildir.

     Therusia señala que Ingolt no está y nuevamente recorreis el camino inverso por el que habéis venido. Su barca y su equipo no están pero el equipo de Ithildir está hábilmente camuflado señalando claramente con una piedras que os llevan hasta ese punto ya que son señales usadas para marcar por los hombres del Salón de la Montaña. Faltan provisiones y suponéis que ha abandonado el grupo para ir a su hogar a ayudar como intentó que fuerais los demás.

Volvéis a recoger las barcas y ahora debéis ir algo más apretados ya que es necesario que Ithildir vaya con Amaltea. Tenéis una sensación extraña, por una parte habéis conseguido una pequeña victoria sobre un grupo de trasgos pero ¿qué ha pasado con esos restos de hoguera claramente de enanos? ¿cómo estará Ingolt? eso resuena en vuestra cabeza mientras a vuestras espaldas el sol hace brillar un lacre rojo con la runa de Erebor que permanece oculto bajo unas hierbas en un rincón del claro, el viento agita el pergamino que cerraba el lacre y se despliega mostrando una carta dirigida a Gloin pero es imposible que se vea el contenido ya que acaba cayendo al agua y la tinta desaparece emborronada.

     Imagina grandes vetas de cuarzo, cuando digo grandes son como de dos o tres veces la altura humana. Dentro de esos cuarzos hay pequeñas vetas de laen. Tal vez un grupo grande de enanos pudiera llegar a hacer rentable el trabajo y el tiempo necesarios para conseguir extraer esas vetas pero vosotros con el equipo que tenéis es una locura intentarlo.

     Puedes, eso si, recoger alguna esquirla que veas tirada por el suelo, es hermosa y brilla como nunca antes habías visto brillar a una gema y eso que no está tallada. Parece que sería una pena dejarla ahí tirada después que haya sido extraida por los trasgos, total, tampoco va a pasar nada si te llevas un poquito... Además dirías que has visto ya a alguien alargar las manos y recoger algo del suelo... sin decir nada... qué extraño.

No eres la primera en preguntar eso y ya me se la respuesta xD Temporal, se puede eliminar en la Fase de Comunidad

El galadhel se paró ante sus pertenencias y se quedó observando las mismas. Luego el punto donde habían dejado su barca, y finalmente el lecho del río. Por más que le daba vueltas al asunto, no terminaba de comprender la marcha del hombre del otro lado del gran bosque. Parecía un tipo honorable, aunque quizá por eso mismo su mente había decido más conveniente volver a casa y ayudar a los suyos. Difícil elección había tenido, aunque dar la vuelta a mitad del viaje era peligroso para él, y para ellos. No era una buena señal. Al contrario, era un golpe para la compañía, sobre todo para las féminas que lo conocían de hace más tiempo.

Ithildir tomó sus cosas rápidamente, y esbozando una sonrisa amarga se coordinó con sus compañeras para hacerse un hueco en uno de los botes que quedaban.

—Prosigamos, pues. Ya hemos perdido bastante tiempo aquí —comentó con aire severo antes de subir al bote—. Permítame remar a mí, mi señora.

   Después de tantas muertes, espero que esta cosa merezca la pena, cojo un trozo de tela y lo envuelvo delicadamente y lo guardo. Therusia sabrá que hacer con ello, espero.

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   Antes de partir, veo junto a los grandes bloques de cristal una esquirla y me agacho a recogerla. Cojo un trozo de tela y con delicadeza la envuelvo para guardarlo.

   - Si tantas muertes han causado, espero que este trozo de cristal sirva para algo, - añado.

   Miro con pena los cristales pensando que no vamos a poder ocultarlos, pero en fin. Me acerco con el paquete a Therusia y se lo entrego. - Yo no sabría qué hacer con ello, y creo que tú le darás mejor uso. -

   Luego, me preparo para volver a la barca, espero que Ingolt esté bien en la otra barca, que personaje más curioso, pienso para mí.

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Therusia miró confusa las barcas. No podía creer que Ingolt, con el que había pasado un año y había combatido codo con codo huyese así. No en medio de una misión. Aquello era una traición en toda regla. Una ofensa. Si quería partir podía haber sido honesto y haberlo dicho. La enana gruñó por lo bajo en su propio idioma antes de comenzar a recoger las cosas para marchar. Todo aquello había supuesto un palo: enanos desaparecidos, probablemente muertos, que ni siquiera Yncriff había podido encontrar, un desvío en la ruta, traiciones... Yedra se acercó entonces, amistosa, a entregarla otro trozo de laen. La enana movió la cabeza cerrando la mano de la sanadora sobre el cristal.

—Guárdalo— Therusia miró los pequeños fragmentos que ella misma había cogido y dio un pedazo a Amaltea, que era la única no había cogido ninguno. No era suficiente para hacer nada con ello, pero quizás si para que recordasen el momento— Se acercan tiempos oscuros. Si nos separamos, esto puede dejar constancia de por donde hemos pasado.

Nada más terminar de investigar la zona, nos dirigimos de nuevo a las embarcaciones, para ver qué le había pasado a Ingolt. No solo no le encontramos, si no que además se había ido con una de las barcas. ¿El por qué de aquella repentina marcha? Todos nos lo preguntábamos. Recoloqué los bultos en mi canoa para hacer sitio al elfo, que viajaría conmigo. Therusia me dio un trozo de lascan y lo guardé en uno de mis fardos.

-"Gracias." Le dije a la enana.

Me subí a la canoa y me coloqué detrás, con Caín en el medio, dejándole el sitio de delante.

-"Bueno, monta, que nos vamos." Dije pensativa.

Era muy extraño todo esto y le daba vueltas una y otra vez.