Todo aquello parecía imposible de lo fácil había resultado. ¿De verdad que Peach estaría dispuesta a renunciar al trono para conservar su relación con Jóker? ¿Y qué tendría que decir Encantador cuando se enterara de las maquinaciones de su hermano?
Al poco de que Asurancetúrix y Séptimus hubieran abandonado la sala, las dos princesas recibieron la última visita de la noche. El amor de la princesa Zelda apareció entonces en la sala extrañado por encontrarse con todo aquel desastre de cristales rotos y muebles volcados.
Zelda, ¿serás capaz de seguir con tu plan o vas a volver a caer rendida de deseo ante su sonrisa arrebatadora y confesar...?
El príncipe sale de la gran sala de baile y camina tranquilo por los pasillos del palacio mientras busca a las princesas, al fin y al cabo, era lo que el rey le había pedido y a él no le importaba en absoluto salir de aquel lugar donde ahora la sangre era la principal decoración de la alfombra…
Qué asco, que desagradable… en cuanto todo esté limpio, el palacio estará más bello y glamouroso; poco a poco, vamos ordenando el puzle y cada pieza está donde debe estar, aunque algunas de ellas impliquen una caja de madera enterrada.
Una sonrisa se dibuja en su cara, abstraído en sus pensamientos. Cuando al fin abre la puerta de la sala de juegos, esperando encontrar allí más paz (y quizás algo de diversión) no puede contener una cara de asombro al encontrarse todos aquellos cristales rotos y muebles volcados…
¿Qué ha pasado aquí? Pregunta a las princesas
Anda qué... os dejo sólas un minuto y... :)
Creo que he demostrado en esta noche que tengo un poco mas de honor del que vos me atribuís ahora mismo. Vuestro cofre está seguro por mi parte, como demostré hace un preciso instante, cuando vos me lo ofrecisteis sin reparos solo a cambio de que os garantizara el amor de Encantador en mi cuento.
Maldito bastardo, no me ibas a dar nada de lo que te había pedido, sin embargo a Séptimus si le ibas a dar el oro y el moro a cambio de dinero... Embustero asqueroso....
Permanecí callada, observando la salida de los dos hombres, pero no pasó mucho hasta que apareció una nueva cara por la puerta, una cara deseada pero inesperada. Al ver a Encantador, mi sonrisa se amplió al instante. -Por lo menos el gato sarnoso no anda por aquí, podrá verme realmente como soy. Pero antes...-.
-Alteza, que bueno veros, Peach deseaba comunicaros algo... ¿A que sí hermanita?-. Sonreí mientras cogía a mi hermana del brazo para empujarla hacia delante.
¡Te odio hermanita! Ainsss ¿Y ahora qué le digo a este que ya estaba todo ilusionado? ¡Pues la verdad! Que mucha sonrisita pero por lo único que me quiere es por el trono -pensaba Peach mientras se ponía roja como un tomate-.
-Pues mira... que de lo del matrimoniono nah de nah. ¿Sa'es? Me lo he pensado mejor y no te quiero compartir con mi Jóker. Y que silo único que quieres es casarte con la princesa heredera, yo le dejo mi puesto a Zelda. Ojalá te encierre en una torre como a su primera mujer y no te vuelva a ver nunca más.
Y la princesa Peach, incapaz de sostenerle por más tiempo la mirada a su prometido salió corriendo en dirección a su habitación.
Escrito por el director por ausencia de la jugadora.
Mientras Peach suelta su breve discurso, Encantador se queda quieto.. no le da tiempo a reaccionar; se queda parado, boquiabierto y Peach pasa por su lado, escapando de la habitación, rozando su hombro sin detenerse a mirar atrás. Poco a poco el príncipe vuelve en sí y mira fijamente a la princesa Zelda... se acerca poco a poco a ella y sus labios se abren, formando una sutil sonrisa y comienza a para hablar, con su cuerpo situado a unos centímetros de la princesa.
mmm deduzco que esto tiene que ver contigo, si no me equivoco... que ha pasado para que la convenzas? hace una pausa, suspira mientras su cabeza niega, debes saber una cosa, princesa. Me voy a casar con tu hermana, te guste o no. Eso no quita que no podamos pasárnoslo bien un rato, pero... tienes que ser consciente de que yo no soy el hombre que buscas. Coloca su mano en la espalda de la princesa y poco poco, la va bajando mientras se acerca más y más a su cuerpo. Su voz de convierte ahora en un susurro. Mi carácter está hecho para estar con una chica como tu hermana, entiendes? yo no busco el amor eterno, busco la pasión, la diversión, vivir el momento... y eso sólo lo puedo hacer con ella, o piensas acaso que serías feliz a mi lado, durmiendo ciertas noches en mi cama y ciertas noches no? su boca se encuentra ahora a dos centímetros de la boca de Zelda, mirándola, desafiante.
Observé boquiabierta al príncipe mientras se acercaba a mi con descaro. -¡Qué guapo es mi amor!-. Su mano, se apoyó sin vacilación en mi espalda, provocando que un inmenso calor se adueñara de mi y comenzara a expandirse. Encantador continuaba hablando y acercándose más a mi, hasta quedar a pocos centímetros de mi rostro. Deseaba tenerlo, todo mi cuerpo me decía que me dejara llevar, pero si lo hacía, no sería mejor que Peach y seguramente arruinaría yo sola mis planes.
Bajé el rostro, intentando no sucumbir a su hipnótica mirada. -Alteza... vuestro compromiso con mi hermana está cancelado, y yo seré la nueva heredera de Macedonia, en el cuento del bardo, está todo arreglado y así lo ha decidido mi hermana-. Levanté la mirada, para encontrarme con sus preciosos ojos grises, -Soy mejor que ella en todos los sentidos y os lo demostraré, pero...-. Sonreí ampliamente y me zafé de su agarre sin apartar la mirada, -No soy una mujerzuela, podréis tenerme después del compromiso. Al fin y al cabo, los herederos deben estar juntos o... ¿Echaréis a perder vuestro reino casandoos con la hija pequeña, desheredada y embarazada?... Sería un escándalo para Muylejano, ¿No creéis?-.
Sonreí más ampliamente, satisfecha por el veneno que acababa de soltar con mis palabras, y esperé ansiosa la respuesta de mi amado.
Zelda se zafa de los brazos del príncipe, cómo él podía imaginar y luego suelta esa perla por su boca
Embarazada?
Ante la sorpresa de la noticia y lo poco que el príncipe puede hacer ahora en esa habitación, se da la vuelta y camina hacia la puerta, pero antes se gira hacia la princesa
Cometes un error princesa... nunca podré ser exclusivamente tuyo..
dicho esto, se da la vuelta y sale de la habitación
salgo en busca del bardo
Al ver la confusión en la mirada de Encantador, me pregunto si mis palabras surtieron el efecto que deseaba. Sus palabras me dejaron perpleja, -¿Un error?, ¿Qué error?, Yo te amooooooo!!!!-, grité en mi interior.
Al ver que se dispone a abandonar la habitación, dí un paso para cogerle del brazo. -Mi lord, sólo pido que seáis mi esposo, mi rey. Y aunque ahora no os creáis capaz de verme como a vuestra única mujer, estoy segura que con el tiempo, lograré enamoraros y enloqueceros tanto, que sólo tendréis ojos para mi. Dadme una oportunidad... Como os dije, Peach está embarazada y no tiene el más mínimo interés en vos... Yo soy pura, virgen, una doncella y seré siempre sólo para vos-.
Quieeeeeeto parao! XD
Encantador estaba a punto de poner su mano en el pomo de la puerta cuando Zelda interrumpe su acción con sus palabras. Precisamente por eso, princesa, el príncipe se da la vuelta, mirándola, porque eres pura y eres una doncella, no vas a ser feliz a mi lado.
Zelda despertaba en el príncipe cierta ternura, había comprobado hacía unos instantes que era una mujer virgen y casta, ni siquiera dispuesta a entregarse al hombre que supuestamente amaba previamente al matrimonio, ni cuando lo tenía a punto de caramelo. Sabía lo que traería una mujer como ella si la hacía su esposa: POBLEMAS. "donde has estado anoche?" "quien era esa mujer?" "y ese hombre?".... ohh nooo. Lo último que quería encantador eran mujeres exigentes.. aquí el que exigía era él, si acaso.
Dicho esto, el príncipe se dispone a salir de nuevo en busca del bardo
Selei, te has tomado a pecho la frase de Woody Allen: "la perseverancia es la clave del éxito" :)
¿Sería posible que aun después de haberme sacado del medio a Peach me rechace? ¿Por qué? ¿Qué tiene ella que no tenga yo? ¿Y qué clase de excusa es esa de que tendría que compartirme? ¿Compartirme con quién?
La cabeza de la princesa Zelda era un hervidero de preguntas y cuando el príncipe se marchó sin aceptar su oferta, ella se volvió a contemplar el inminente amanecer a través de la cristalera destrozada mientras una lágrima de dolor descendía por su mejilla.
Observé pasmada la salida del príncipe, -¿Qué rayos ve en Peach?, Ella no le ama... ¡y está embarazada por todos los cielos!... no es digna de esta familia ni de ninguna familia real ¿¡Por qué no me quiere a mi!?...-.
Las lágrimas brotaban a borbotones y caían como cascadas por mis mejillas. Rendida, me senté en una de las pocas sillas que habían sobrevivido a mi rabia, y contemplé los pocos rayos de sol que ya asomaban en el horizonte. Lo había intentado todo, ofrecido todo lo que disponía y más al bardo para que me diera el amor de Encantador. Un amor que el heredero de Muylejano se negaba a darme, a pesar de demostrar que yo era su mejor elección. -¿Está loco?, ¿Por qué, Nayru, por qué me pasa esto a mi?... Jamás he tenido nada, jamás... Ni siquiera la maldita atención de mis padres. ¿Es mucho pedir un poco de amor?, ¿Es mucho pedir un poco de atención?...-.
Ya solo quedaba oír el cuento del bardo, él y solo él podía traer un poco de luz a mi oscura vida de desatenciones y falta de afecto. Secándome un poco las lágrimas, me levanté y me dirigí lentamente al salón de baile, dispuesta a oír su cuento.