RESOLUCIÓN TURNO 813
Minas Tirith fue construida en siete niveles sobre la Colina de la Guardia, más de doscientos metros de magnificencia se alzaba ante el recién llegado grupo. Cada nivel poseía su propia muralla y una sola puerta, de forma que la puerta de cada círculo daba a una dirección distinta de la inferior, empezando por la Gran Puerta, orientada al este. Justo detrás de esta gran puerta se elevaba un gran bastión de piedra con una arista aguzada como la quilla de un barco, y que llegaba hasta el muro del séptimo círculo, que limitaba con la Ciudadela. La muralla exterior de la ciudad se construyó con la misma piedra negra prácticamente indestructible de Orthanc, mientras que las de los siguientes círculos se alzaron sobre grandes terraplenes de tierra. Las siete murallas sumaban más de doce quilómetros de defensa, y millones de toneladas de piedra. Los círculos dejaban un amplio espacio para la calle principal y uno o más callejones, con un mínimo de dos hileras de casas.
El grupo tomó el camino principal, que empezaba en las Grandes Puertas. Subieron sinuosamente a través de los siete círculos, salvando el espolón de piedra a través de túneles abovedados, y pasando por cada puerta de nivel, alternándose estas en dirección noroeste y sudeste. En el sexto anillo, era donde les esperaba Agranil, en La casa del oro y plata, una mansión perteneciente al gremio de los orfebres. Larrid se había tomado la molestia de hacer avisar al comerciante de su llegada de modo, que cuando se acercaron a la ostentosa puerta del palacete, estaba esperándolos. Una sola mirada bastó para que el esgarothiano supiese que habían conseguido hacerse con la armadura.
El grupo entró entre saludos, y después de descansar un poco y acicalarse, fueron convidados a una generosa cena, en la que se corría el buen vino, y unas deliciosas viandas. Al final de la cena y con toda la pompa que aquellos ciudadanos eran capaces de mostrar, Agranil enseño el presente destinado al ungimiento del rey. También dejo que Larrid les deleitase con todas las aventuras que habían corrido en su persecución de la armadura. Escucharon atentos, les gustaban esa clase de historias, para después lanzarse a hacer miles de preguntas. La sobremesa se alargó bastante, licores y aventuras hasta que, al fin, llego el momento de despedirse.
El día siguiente, Agranil hablo con todos, de uno en uno, pasa saldar su deuda y agradecerles personalmente los servicios prestados.
► Anotad el próximo turno opcional como “Turno 814, Turno final”
► Podéis hacer réplicas, a modo de epílogo, si queréis.
► El miércoles daré la partida por terminada
Turn 814, final
La recepción que les dispensaron Agranil y otros individuos, posiblemente comerciantes como el esgarothiano, hubiera sido abrumadora para el animista de no estar aun sorprendido por la vista de Minas Tirith. Le resultó difícil asimilar que la gente pudiera vivir en un lugar como aquel, incluso después de haber contemplado la nueva Osgiliath. Aquella distribución de la principal ciudad de Gondor en forma de aguja que se estiraba hacia lo alto le acompañó casi toda la velada, por lo que apenas se dió cuenta de las muchas preguntas que los acompañantes de Agranil les hicieron sobre el relato de Larrid. Tampoco se molestó por la aparente manera en que se obvió la parte desagradable del relato, concerniente a las bajas que habían sufrido. Pero aquella velada finalmente tocó a su fin y el norteño pudo tener un descanso reparador bien merecido, una vez aligerado de la responsabilidad de recuperar y entregar la armadura.
Al día siguiente sólo le quedó una última tarea. Reunirse con Agranil. El hombre del Lago había insistido en encontrarse con ellos aquella mañana para agradecerles su esfuerzo y pagar lo acordado. Grimbeorn en el fondo sentía que ya había cumplido realmente con lo que le había empujado a iniciar el viaje: rescatar a la mujer sabia y segunda madre que había tenido. En varias ocasiones estuvo tentado de no aceptar la recompensa pero, finalmente, asumió que Agranil podría sentirse ofendido por rechazar ese pago y, por qué no, aquel dinero seguramente podría emplearlo de modo que sirviera de ayuda al clan. Sólo le quedaba una duda; ¿por qué el esgarothiano no podía hacer aquello con todo el grupo presente? Al fin y al cabo, todos habían participado y, en cierto modo, el hombre del bosque sentía que se había forjado entre ellos algún tipo de vínculo. No estaba seguro de su naturaleza, pero no le importaría volver a recorrer los caminos de la Tierra Media junto a Gwalin, el enano. O Edan de La Marca y el aparentemente inexperto muchacho campesino, Hallfrid. Habían estado allí todo el tiempo, y no fallaron cuando se les necesitó; aquello tenía que significar algo.
Turno 814, Final
Finalmente, la operación de recuperación llegó a su término. Ocho fueron los que partieron de Tir Anduin, las alforjas llenas y en los bolsillos, apenas unas monedas de vulgar metal, pero solo cuatro habían regresado. Sus bolsillos se irían más llenos de lo que estaban cuando llegaron a Minas Tirith, pero pocos de entre todos ellos se sentian realmente victoriosos.
Agranil se mostró agradecido y generoso, a Edan no le sorprendió. De las 8 soldadas prometidas, cuatro de ellas tal vez no tuviese que pagarlas nunca. Cuando le tocó su turno, el mercenario de La Marca intentó renegociar su parte, aludiendo al éxito de haber podido recuperar la cota intacta y a los peligros que habian tenido que enfrentarse. Lo hizo de un modo asertivo, pero sin perder el buen talante, apelando más al buen corazón del comerciante que a la protesta o exigencia. También se ofreció a hacer llegar la parte de Leofred a sus familiares y finalmente se despidió de él dándole las gracias por confiarle el trabajo y emplazandolo a ponerse en contacto con él si algún día necesitaba un hombre de armas. Después de todo, aquel era su negocio, y le convenía dejar una buena impresión de su trabajo.
Con los bolsillos llenos y una sonrisa en la boca, bajo por la calle principal de regreso a la posada. Sus pasos resonaban mas alegres que de costumbre, e incluso se permitió el lujo de hacer un par de paradas en algunos tenderetes antes de volver.
Una vez allí se reunió en el salon con sus conpañeros de viaje y se despidió de ellos.
Mañana partiré a mi tierra amigos. ¿Que camino tomareis vosotros? Sería agradable compartir parte del camino, aunque solo sea por unas jornadas
El joven se resistía a despedirse de aquellos con los que tantos sueños y sacrificios habia compartido en las ultimas semanas. De seguro los echaría de menos. Por un momento pensó en lo diferentes que eran, salvo quizas Hallfrid, el joven campesino que tanto se parecia al Esan de unos años atrás.
Motivo: Influenciar Agranil
Tirada: 1d100
Resultado: 29 [29]
Por mi parte es todo. Ha sido in placer jugar con todos vosotros, y os emplazo a encontrarnos de nuevo en un futuro, proximo o no. Ojala sea en una nueva quest de esta magnifica aventura, con un master tan bueno y riguroso como fiestero y trabajador.Si, hablo de Nagre, por si alguno le entraba la duda con lo de trabajador xD
Dejo tirada de Influencia. Por si cuela lo de renegociar la soldada.
Nos vemos en el sapo verde :p
TURNO 814, TURNO FINAL
Por fin estaban en Minas Tirith, la capital del reino. Ya desde la lejanía se veía como la ciudad crecía magestuosamente sobre la colina en la que se asentaba como si fuera una punta de flecha, una flecha argéntea que se dirigía hacia el cielo. Gwalin silbó siguiendo con la vista los diferentes niveles que discurrían por la ciudad hasta el final.
Entraron por la ciudad y subieron seis niveles hasta llegar a la casa de oro y plata, que era propiedad del gremio de orfebres. Esto les brindó la oportunidad de ir recorriendo la ciudad según iban subiendo.
Si bien el enano le encantó la gracia de Minas Ithil, la pomposidad de Osgiliath, Minas Tiith no se quedó a la zaga. También estaba construida con esa piedra blanca que más que reflejar la luz del sol, parecía que la irradiara desde la propia piedra. Llena de palacios, fuentes y monumentos, se notaba la grandiosidad de aquella ciudad en cualquier rincón por el que pasaban.
Se alojaron en la casa y al día siguiente Agranil les agasajó con una gran comilona. Allí se entregó la armadura, una gran obra de manofactura enana, que brillaba como la ciudad a ojos del veterano enano. Sin duda era una pieza digna de un rey que de no ser por el tamaño un poco justo para su robusta figura le habría encantado probársela.
Departieron durante la comida de todo lo vivido y sufrido en la travesía. Hubo un momento de tristeza cuando recordaron a los compañeros caídos, pero era su trabajo y sabían a lo que se enfrentaban y lo que podía ocurrir. Luego Agranil les propuso reunirse uno por uno para saldar las deudas particulares.
Cuando llegó el turno del enano, solo tuvo que sacar el contrato de trabajo que había sacado y firmado tanto él como Agranil y que había cerrado el acuerdo entre ambos.
Tras esto y salir con su bolsa de dinero, el enano se juntó con sus compañeros. Se le notaba satisfecho por el dinero recibido y por haber acabado con la misión. Cuando Edan les dijo que se iba y si le acompañan Gwalin negó con la cabeza.
-No, amigo mío. Por lo menos me quedaré un par de jornadas en esta espléndida ciudad gastando parte de mi dinero -aseguró el enano sonriendo a su amigo-. Además, quiero comprar alguna cosa y conocer alguna maravilla más cercana.
Miró a Grimbeorn y a Hallfrid y les preguntó abiertamente. -Y vosotros ¿qué vais a hacer? -quiso saber el enano.
Turno 814
Mientras esperaban a que Agranil los llamase, el grupo reunido había comenzado a hablar entre ellos. Y pronto surgió una pregunta inevitable. El animista aun le daba vueltas a una preocupación que había surgido mientras perseguían a los orientales y se cuestionaba el motivo por el que habían robado aquella armadura.
- Remontaré el cauce del Río Grande. - Miró a Edan pues, en parte, era una respuesta a la duda planteada por el rohir. No tenía muy claro si eso le permitiría acompañar al eotheod parte del camino o si éste pensaba seguir una ruta distinta desde Minas Tirith hasta La Marca. - Debo escoltar de vuelta a casa a nuestra Wuitan cuanto antes. Una vez en el Bosque Verde, igual permaneceré algún tiempo. Pero... - Pero Grimbeorn no tenía claro que pudiera disfrutar de mucha paz si, como temía, los orientales se preparaban para lanzar una campaña contra el Oeste que amenazase a todos sus habitantes, desde el Norte hasta Gondor. Y aquella duda empapaba su voz cuando se interrumpió de aquel modo.
TURNO 814, TURNO FINAL
Gwalin asintió . Veía lógico que el animista quisiera acompañar a aquella mujer de vuelta a su hogar, además era también el suyo, con lo que ganaba doblemente. Por un momento estuvo tentado en acompañarles y ayudarles a superar cualquier percance que pudieran encontrar en el camino, pero aquel viaje volvía sus pasos hacia donde habían salido y eso no le convencía al enano. Él quería seguir viajando y conociendo nuevos lugares dignos de ser visitados antes de que Mahal le llamara para estar a su lado, que vista la luenga barba debía de ser dentro de poco.
-Mmmmmmrrrggg -gruño asintiendo, aceptando la decisión de su amigo Grimbeorn.
Luego se giro a Hallfrid y le hizo un gesto con la cabeza para que le dijera qué había decidido hacer.
RESOLUCIÓN TURNO 814
Turno final
Tras una apacible noche en la que todos pudieron descansar profundamente, llego un nuevo día. La mañana trajo consigo un espléndido sol, acompañado de una brisa fresca que se colaba por las calles de la ciudad. Las calles conformaban un laberíntico entramado, que guardaban de las inclemencias del riguroso invierno a sus ciudadanos.
El grupo había finalizado la tarea para la que habían sido reclutados, al menos los que habían sobrevivido. Pese a la felicidad de encontrarse a salvo, en sus memorias seguían estando presentes los rostros de Ional, Freagulf y Leofred. Ibenar también había caído, aunque en ese caso era Larrid el que más había sufrido su perdida pues era su amigo. Después del desayuno, Agranil hizo llamar uno por uno a los miembros del grupo, había llegado la hora de saldar las cuentas. Cada uno había pactado un precio, otros ni siquiera deseaban recibir algo, aun así, fue reuniéndose con dada uno de ellos.
Finalmente se volvieron a juntar fuera del palacete, momento en que el esgarothiano agradeció a todos el trabajo realizado y se despidió finalmente. Fuera quedo el grupo, planeando sus siguientes pasos. Edan pasaría el resto del día en Minas Tirith, partiría la siguiente mañana rumbo a su hogar. Gwalin pasaría algunos días más en la ciudad, disfrutar de la urbe y gastar algo del sueldo recibido. Grimbeorn, por su parte, escoltaría a la wuitan hasta su hogar, aunque por sus palabras, parecía haber cogido el gusto al mundo. Hallfrid también se quedaría unos días, tenía conocidos en la ciudad y aprovecharía para visitarlos antes de volver con los suyos. Larrid, como militar que era, estaba decidido a informar de todo lo acontecido a las autoridades. Algo le escamaba aún, como alguno de sus compañeros, le extrañaba el camino tomado por los orientales. Gondor sabría qué hacer.
► FIN DE LA PARTIDA
► Os dejo en la ciudad, por si acaso me da por continuar esta campaña.