El carromato traqueteaba ruidosamente bajo el sol abrasador, arrancando quejas y crujidos a las bamboleantes maderas del cuerpo. Era un armatoste espectacular con sus ocho ruedas de madera de la altura de un hombre, su cabina fortificada con aspilleras de metal, y todo pintado de negro bajo la espesa capa de polvo del camino.
Dejaba una estela de tierra aplastada y polvareda a su paso visible a kilómetros por la llanura desértica, pero la precaución había dado paso a la prisa: al fin estaban a menos de una noche del Valle de Nieblas.
Motivo: Tono: Jovial - Sombrío
Tirada: 2d6
Resultado: 1, 1 (Suma: 2)
Bien: ¡iniciamos el juego! Un poco de contexto: habéis sido contratados como guardia de este carromato viajero camino del Valle de nieblas y cabalgáis a su lado.
He lanzado el Supertono de la escena y, al haber obtenido dos números iguales, yo escojo: elijo un Supertono Jovial, lo que significa que por defecto debéis escribir en Tono Jovial.
He empezado una fase de Peligro, lo que supone que en breve algo malo ocurrirá a lo que tendréis que enfrentaros. De momento y mientras se desata el peligro presentaos, describíos, hablad entre vosotros o con vuestro patrón, narrad cómo vuestros personajes hacen lo que queráis... y respetad la única norma de estilo: no escribáis más de 6 líneas por intervención. No hay turnos de modo que podéis intervenir más de una vez ¿ok?
Cabalgo por delante del carromato para no tragarme la nube de polvo que levanta. Mi rostro parece malhumorado, pero es la expresión por defecto que adopto de forma insonsciente. Realmente me agrada viajar, contemplar como cambia el paisaje y sentirme alejado de muros o parades. El carromato lo conduce el descomunal hombre que nos ha contratado. Es un gordo con una panza tan enorme que rara vez abandona su carro fortificado. Su cabeza parece un melón aceitoso asomada por la aspillera desde la que controla la dirección. Le acompaña un muchacho esquelético que hace la función de las manos del gordo más allá de las riendas. El chico trepa como una garrapata por el carromato y grita las órdenes de su amo para que las escuchemos.
umm, eran seis lineas en el editor... pero al publicar ha salido algo más... tomo nota para la próxima.
Dunas escoltaba y seguía al gran carromato negro del viajero desde su lateral derecho. Cabalgaba relajadamente y a un ritmo constante envuelta en su capa y cubierta con su capucha para protegerse de un sol de justicia. Se sintió aliviada al comprobar que los buitres pico de roca habían dejado de rondarles desde el cielo y tampoco había rastro de las molestas hienas del desierto, pero aún así, permaneció atenta a la ruta. Durante el viaje había optado por el silencio y la discreción, ya que no conocía demasiado al resto de sus acompañantes. La mujer estaba deseando llegar a su destino y cobrar por su servicio, hasta entonces aguardaba a las indicaciones de su pagador.
El joven muchacho intentaba acomodarse en vano sobre el caballo, tanto tiempo sobre la montura le estaba escaldando los huevos.
--Prefiero mil veces ser devorado por tiburones que volver a montar tanto tiempo en estas bestias del demonio- Se quejaba a viva voz hasta que le dijeron que en menos de una noche llegarían a su destino.
-¡Ya era hora!- Exclamó con renovadas esperanzas mientras abría su cantimplora y daba un largo trago.
Ummmffff. Creo que me excedí.
Mhyrr se acomoda de nuevo en la montura, que tiende a escorarse, vivamente interesada en una de las yeguas de la comitiva. "Tenía que haber cogido al castrado" piensa mientras reconduce al semental con las rodillas.
-¡Venga, muchacho! -grita riendo al más joven de los guardias que escoltan la caravana: un variopinto cuarteto, poco hablador y ceñudo-.
-No eres el único que tiene picazón allá abajo -prosigue en tono festivo-. En un día estaremos en una casa de baños de Descanso Nuboso. Es un villorrio a la entrada del valle. No es gran cosa pero nos podremos quitar el polvo del camino.
Arrea al animal para acercarse al muchacho que trepa de un lado a otro del carromato.
-Pregunta a tu maestro si guarda algo en esa fortaleza para aflojar la lengua y calentar el espíritu. Este polvo abrasa el gaznate.
Lo de las seis líneas lo veo complicadillo dada mi tendencia a alargarme ;)
Pienso que es una lástima que la hermosa Dunas esté escondida bajo su capa, las vistas serían más interesantes, mascullo. ¡Apretad el culo en vuestros caballos, malditos lloricas!. Con suerte esta noche dormirás en una cama, Myhrr - le grito al verle rezagarse hacia el carro- aguarda hasta la noche para mojar el gaznate. Te va a hacer falta mucho vino para no atragantarte con el rostro de la mujerzuela que te caliente el lecho... no creo que el precio acordado por la escolta te permita grandes despilfarros. Lanzo una carcajada fugaz y espoleo al caballo para avivar aún más su trote.
La shemita parecía entretenida con los comentarios de los hombres y Darkiir terminó por sacarle una sonrisa. Pese a las complicadas condiciones del viaje, era evidente que ante la proximidad del destino la moral de todos estaba en aumento. Al ver que Darkiir se adelantaba, la mujer agitó con decisión las riendas de su montura para seguirle. No pretendía entrometerse en su camino, simplemente le guardaba las espaldas como si se tratase de un protocolo ante una posible emboscada o cualquier otro imprevisto, una mujer como ella, criada en el desierto, sabía los peligros que albergaba las arenas tostadas. -Te haré un poco de compañía, adelantémonos hasta aquel paso rocoso, será un buen sitio para que los animales descansen a la sombra.- Indicó la mujer.
Perdiz arrugó el rostro inconforme al no encontrar alivio para sus partes. Observó la cantimplora y después de pensarlo unos segundos vertió el contenido que quedaba dentro de sus pantalones. Su rostro dibujó una sonrisa.
-Tienes razón Mhyrr, un buen baño es lo que necesito y mis huevos lo respaldan, jajajajajajaja- Carcajeo dejando de lado sus quejas. En alta mar había pasada por situaciones verdaderamente difíciles como para darse por vencido.
Espoleó su montura para ocupar el flanco que había dejado libre la mujer mientras observaba como se alejaban 2 de sus compañeros. A su alrededor solo había un árido y seco panorama, era imposible que los sorprendieran. No era como en alta mar, dónde no sabías que podía atacar desde las profundidades. Entonces algo llamo la atención del joven marino a unos cuantos metros de distancia. ¿La arena se estaba agitando?
-Ea, muchacho, date prisa y dile a tu maestro que apure este monstruo con ruedas. Mis compañeros andan vivos y allí en lontananza parece que hay un buen lugar donde aposentarnos. Hasta la shemita tiene ganas de bajarse del caballo...
Mhyrr afloja las riendas, dejando que el semental, corcovee, desfogándose. Ha sido un buen viaje, desde que dejó Verín no ha tenido pesadillas ni ha sentido los tentáculos de los Yagor explorando el éter, palpando, buscando. Un trabajo fácil. En sus reflexiones, deja que el carromato le adelante, quedándose atrás. Al notar el polvo, maldice.
¿Cuánto podían elevarse las llamas? ¿Tres metros? ¿Seis? Poco quedaba ya de la posada convertida en una montaña de brasas de la que brotaba un humo blanquecino y mustio. A su alrededor, como una tormenta en miniatura, el polvo rojizo se levantaba entre cánticos y alaridos: las danzas de los esclavistas centu.
Aquella treintena de salvajes recubiertos de tierra y barro se dividía entre los que amedrentaban y controlaban a sus prisioneros y los que agitaban lanzas, escudos de mimbre y cerbatanas corriendo con alegría en sus zancudos, aquellas mantis de monta feroces y alienigenas.
Zerov, el gordo conductor, escupió por la aspillera.
- No habrá baños ni putas para nadie hoy, muchachos. Nos vamos antes de que nos vean esos bastardos: no es asunto nuestro.
Esto que he hecho ha sido presentar el Trueno, una amenaza lejana. A continuación dejaré caer el Rayo, un peligro directo, inminente, al que tendréis que enfrentaros como podáis.
A veces el Trueno y el Rayo estarán relacionados; a veces no. A veces dejaré espacio entre uno y otro para que reaccionéis, y a veces no: la función del Trueno es crear sensaciones ominosas e imágenes fantásticas y exóticas. De hecho hay un Truco, Presagio, el que tienes tú, Calabazo, que te permite imponer cuál será el Trueno de la siguiente escena -en este caso, las pesadillas-.
Voy a continuar con el Rayo ya para que juguéis vuestro primer enfrentamiento.
Los cascos de los diez caballos se incrustaron con fuerza en el suelo y el carro aceleró su marcha triturando y disparando la grava y piedras bajo sus ruedas.
Súbitamente uno de los animales hundió su pata en una zanja cubierta por una lona y tierra, arrastrando consigo al resto de la cuadra. El carromato siguió su inercia y atropelló a los dos caballos más cercanos antes de detenerse entre los bramidos de las bestias moribundas.
-¿Qué ocurre ahí fuera, mierda!- chillaba Zerov, ciego en el interior del carruaje.
Perdiz vio cómo el horizonte perdía su horizontalidad y todo se convirtió en tierra y olor a bestia sudada al caer en otra zanja-trampa llena de estacas. A su alrededor, esclavistas centu brotaron como hormigas de sus escondrijos excavados...
¡Y éste el Rayo! Paso los dados a Calabazo.
Ahora todos podéis describir las acciones vuestros personajes y sus resultados, pero solo podéis contarlo en tono Jovial y solo podéis contar cómo lucháis o cómo os ponen contra las cuerdas: no podéis contar cómo salís con una victoria o una derrota definitiva. Os recuerdo lo propio de las fases de Peligro:
El público quiere
· Ver a los pícaros en peligro.
Es deber del jugador
· Mostrar el poder indómito de sus enemigos.
Oportunidades del jugador
· Sobreponerse a lo indomable
· Sucumbir ante la adversidad
· Conseguir una muerte gloriosa
Es deber del director
· Amenazar a los pícaros
· Presentar oponentes reales e interesantes
¿Puedo decir que mato a un centu? ¡Y a veinte, si quieres! Pero eso no terminará el Rayo: saldrán más, se levantarán los muertos o surgirán nuevas amenazas. A cambio, eso sí, tú tranquilo: no morirás ni sladrás mutilado o cualquier otra cosa permanente, a no ser que tú lo quieras, de modo que por una vez puedes divertirte sufriendo dolor, envenenamientos, palizas, pavor, posesión espiritual, efectos de hechizos, engaños... o lo que te parezca dramáticamente apropiado.
En algún momento el jugador que tenga los dados, en este caso, Calabazo, decidirá que quiere hacer algo importante cuando la escena sea suficientemente emocionante. Entonces lanzará los dados para lidiar con el peligro a su manera, y decide si prevalece, aguanta o sufre una derrota de alguna clase.
Entonces, si considera que el peligro ha terminado y quiere cerrar la fase, el jugador con los daodss devuelve los dados al director para que de un cierre a la escena. Por otro lado, si considera que el peligro debe continúar a pesar de los logros de su pícaro, pasa los dados a otro jugador, el director continúa narrando los peligros un poco más y vuelve a empezar el ciclo.
¿Tiene que narrar todo el mundo? No, solo el que quiera, pero recordad que quien tiene los dados es puede decir que tiene el foco del momento, así que los demás pueden ayudarle a preparar una gran intervención.
Por lo demás, ¡disfrutad de esta emboscada!
Mhyrr tira de las riendas del semental, da una vuelta sobre sí mismo, contemplando la escena: ¡están rodeados! Los centu corren aullando como bracilargos en celo.
-¡Sombra de Yagor! -masculla entre dientes al ver desaparecer al joven Perdiz en una zanja.
Pica espuelas y galopa en su dirección. Dos centu le salen al paso para ser arrollados al momento por el semental. Un tercero, más precavido, cruza su lanza entre las patas del animal. Mhyrr cae en un amasijo de hombre y caballo, rueda por el suelo y se incorpora espada en mano. El centu ya corre hacia él. Mhyrr gira, evitando el lanzazo, y de un revés en la espalda lo derriba. La sangre le salpica en el rostro.
Toma la lanza del suelo y echa a correr hacia la zanja.
-¡Vamos, Perdiz, agarra esto!
La columna de humo se elevaba imponente en la lejanía, la nube de polvo rojiza y la algarabía de salvajes sólo podía significar una cosa: Esclavistas Centu, la peor calaña entre los esclavistas. A pesar de que Perdiz había crecido toda su vida entre esclavistas, siempre había algo que los caracterizaba y era el "honor entre ladrones" como lo llamaban en el viejo mundo, en cambio los Centu eran salvajes, desconocían el significado del honor.
-Concuerdo con la bola de cebo- Refiriéndose burlonamente a su contratador -Es mejor que nos alejemos de este lugar si es que queremos volver a tener un baño... O volver a ver la luz del día- Espoleó su montura para alejarse cuando súbitamente el suelo se desplomó. De un hábil movimiento saltó del caballo y clavó una daga en el suelo quedando suspendido con una mano y evitando por poco el destino que sufrió el animal, quien emitió su último relincho entre convulsiones atravesado por filosas estacas.
-¡Vamos amigos!... Podemos solucionar esto de manera civilizada, ¿No creen?- Buscaba ganar tiempo al verse rodeado de aquellos salvajes que habían salido como vomitados por la tierra a su alrededor. Su mano lentamente empezaba a apretar la empuñadura de su estoque. Sabía que la fiesta recién empezaba.
En ese momento de la nada apareció Myhrr alcanzándole la lanza para ayudarle a salir. -Creo que no habrá negociaciones hoy- Sonrió agarrando el mango de la lanza para salir finalmente de aquel agujero. -¿Bailamos? Indagó a sus enemigos desenfundado su estoque y apoyando su espalda en la de su compañero.
Tengo entendido que por ahora yo tengo los dados y en esta fase de peligro podemos ir narrando como se va desenvolviendo el combate. Cuando creo que esta en un punto con la suficiente emoción lanzo los dados y los paso o al director o a otro jugador.
¿Es así o me estoy equivocando y debería lanzar los dados en este post?
Edito: Me crucé con Myhrr. modifico un poco el post.
Los centu castañeteaban los dientes y daban alaridos amenazadores, todo miradas, risas y saltos enloquecidos. Mantenían la distancia con sus lanzas, rodeando a sus presas e insultándolas con el tableteo de su lengua. Protegida por sus compañeros, una segunda línea sopló sus cerbatanas y preparó sus redes...
Darkiir se vio elevado cuando su caballo aterrado se encabritó y lo lanzó por los aires. Cayó pesada, desordenada y dolorosamente en su silla, y notó las mil manos insidiosas que aferraban sus brazos, que trababan sus piernas, que se desplomaban como puños en su vientre, su cabeza, tratando de lanzarlo al suelo... Y también el ardor abrasador, el del veneno de todos los dardos que se habían clavado en él y en sus compañeros...
-¡Yiha, hijos de puta!- bramaba Zerov: un lateral del carromato había hundido sus rudas en una zanja y, como un millón de hormigas sobre un cadáver, los centu se agolpaban encima y tiraban del brazo del muchacho, que no dejaba de llorar, para sacarlo por un ventanuco mientras el gordo golpeaba con su fusta desde el aspillera.
¡Efectivamente, Perdiz! Cuando quieras puedes lanzar los dados y comprobar qué resultado has obtenido (normal, bloqueo, lección o misterio -mira las reglas-). Escribes lo que corresponda (ya sea una victoria, una derrota o una situación no decisiva) y,
a) si quieres terminar la fase, me devuelves los dados y termino la escena, o
b) si consideras que el peligro debe continuar, se los pasas a otro jugador y yo intervendré para seguir aumentando el riesgo.
Algunos de los esclavistas se arremolinaron en torno al caballo de Dunas, ella intentó cargar su arco tratando de defenderse de los salvajes, pero no supo reaccionar lo suficientemente rápido. En un abrir y cerrar de ojos notó un doloroso dardo clavado en su muslo izquierdo y en cuestión de segundos su visión se volvió borrosa. Apretó los dientes tratando de mantener la consciencia y arrampló entre algunos esclavistas que le impedían el paso. No consiguió llegar demasiado lejos, sus fuerzas le fallaron hasta que cayó de su caballo. Permaneció tirada y de costado unos instantes, hasta que uno de aquellos esclavistas se la llevaba arrastrándola de los pelos. -Suéltame... Su... él... ta.. mmm...- Balbuceó impotente.
Apenas había escupido la tierra que masticaba tras caer derribado del caballo y ya me levantaba con una agilidad inesperada para mi tamaño. Antes de poder echar mano de HiendeHuesos un puñado de salvajes ya me cubren intentando devolverme al suelo. Son una especie de plaga de la que me libro lanzándolos de uno en uno por encima de mi cabeza, descargando patadas y puñetazos entre escupitajos sobre los que tratan de agarrarme nuevamente. Pero incontables como una plaga vuelven una y otra vez sin darme tregua. Salen despedidos los que llegan, pero rápidamente nuevos ocupan su lugar mientras los insidiosos dardos me aguijonean como mosquitos, aunque con la letal amenaza del efecto de su veneno acechando cual sombra demoníaca.
Las redes nublaron el sol: las fibras polvorientas y resecas se enredaban en brazos y piernas y las plomadas trazaban arcos que golpeaban contra los pómulos, los brazos... Pronto los guardias estuvieron en suelo, envueltos como capullos de oruga, como vainas ajadas, mientras los centu vitoreaban y reían y sacudían rencorosas y crueles patadas a los caídos.
-¿Qué, ahí, en el carro?- preguntaban, agarrando por el pelo a los cautivos y obligándolos a retorcer su espalda en arcos imposibles.
-¡Hijos de puta!-chillaba Zerov, desde el interior de su caparazón de metal- Marchaos!¡Os mataré a todos!-
En la ardiente tierra, olvidado e inútil, agonizaba Kerlo, el muchacho, con los huesos tronchados por atravesar el ventanuco y mirada muerta perdida en el horizonte.
Perdiz vio como los Centu degollaban al gordo Zerov antes de caer desmayado por el efecto del veneno. Esos malnacidos los habían superado por completo. Ahora sólo oscuridad...
-Muchacho...- Escuchaba entre susurros, Perdiz abrió los ojos exaltado, frente a él una visión dantesca. Un gran valle con rios de lava y un calor infernal. Frente a él un imponente demonio luchaba por liberarse de unas cadenas que emitían un brillo dorado.
-Ayúdame...Y te prestaré mi fuerza- Escuchó la voz gutural del demonio que hacía ecos ensordecedores en su cabeza. -¡Dí mi Nombre!-
-¡Tahkum!- Gritó despertando de aquella pesadilla. El estoque empezó a vibrar expulsando un chirrido ensordecedor que llenó de terror los corazones de los Centu, quienes huían despavoridos gritando en un idioma inentendible para el joven. ¿Que rayos acababa de pasar? A su alrededor los compañeros seguían inconcientes. Perdiz se apresuró a liberarlos y guardó su estoque con algo de admiración, desconfianza y miedo.
Motivo: Jovial-Sombrío
Tirada: 2d6
Resultado: 4, 3 (Suma: 7)
Devuelvo los dados al master.
Tono Jovial. No sé si me he excedido o si estoy haciendolo de forma correcta. xD. Ya me dirás.
El graznido de los buitres de roca resonó por la llanura desértica, satisfecho por el festín de carne, sangre y hueso mientras seguía rodando con languidez una de las enormes ruedas de gigantesco carruaje negro.. Sería una gran noche de desgarrar músculo y sorber ojos y tuétano.
¡Retomo los dados, pues! Ahora, un poco de tiempo mientras inicio la siguiente fase :)