Partida Rol por web

Esa mañana, Audrey se despertó temprano y se plantó delante de la residencia de los chicos nada más termino de arreglarse y desayunar. Allí, dejo al gatito jugando con las mariposas y las flores de los alrededores mientras ella se apoyó contra un árbol y esperó. Salieron varios chicos, saludó a los que conocía, y volvió a recostarse en el árbol para ver si veía aparecer a Jareth. 

Al ver a Audrey la saludó, parecía que le esperaba pues se puso en pie al verle, así que se dirigió hacia ella- Hola -dijo con una ligera sonrisa- ¿qué haces aquí?

Audrey se levantó de golpe en cuanto vio aparecer a Jareth y, cuando éste la habló sintió que se le hacían un lío las ideas de los nervios. 

"Tonta", se dijo a sí misma. Como si no hubiera tenido tiempo de ensayar delante del espejo varias veces. 

Así que cogió aire y empezó por lo más sencillo, saludar: 

- Hola, Jareth. Buenos días. La verdad es... - se ruborizó levemente al darse cuenta de qué parecía - estaba buscándote. Me gustaría hablar contigo antes de que empezara la clase, ¿te importa? La verdad es que... me gustaría presentarte a alguien. Pero tienes que prometerme que me vas a seguir la corriente, que me dejarás acabar de explicarme y que... - cogió aire al recordar a Giulietta apenas un par de días atrás - serás capaz de hacer equipo conmigo si las circunstancias lo requieren aún después de lo que te voy a enseñar. 

Jareth se sorprendió por la reacción de Audrey y, mientras hablaba, no podía evitar fruncir el ceño, pues las veces que le habían dicho algo así no era nada bueno, y ahora mismo no le gustaba nada.

-Puedo prometerte que te dejaré explicarte; pero no puedo prometerte como reaccionaré ante algo que no sé -esbozó una ligera sonrisa para intentar quitar dureza a sus palabras- dispara.

Audrey suspiró. Al menos lo había intentado. Ya puestos, que le odiase alguien más o alguien menos, le daba lo mismo. La sensación de que había hecho algo mal tratando de hacer algo bueno ya estaba ahí desde hacía días. 

- Está bien. Tienes razón, eso es cosa tuya - dijo, pero se había puesto seria de repente -. Será mejor que vayamos a un aula vacía, si te parece bien. 

Cogió a su gato en brazos, que estaba mordisqueando una margarita, y usó la llave en la puerta más cercana que encontró para acceder al pasillo secreto. Allí encontró un aula donde el polvo se acumulaba desde hacía bastante tiempo. Mucha mala suerte tenía que tener para que de repente entrasen estudiantes. 

Dejó al gatito encima de un pupitre, que la miró ladeando la cabeza. 

- Jareth - dijo entonces Audrey mostrándole al animal -, te presento a una nueva amiga. Se llama Inubashiri. Inu, éste es Jareth, el amigo del que te hablé. Estoy segura de que le encantará verte en tu otra forma. 

Dicho esto, dio dos pasos hacia atrás, para dejar que Inu cambiase de forma y esperaba tensa, seria y con la emoción a flor de piel la reacción de Jareth. 

Jareth se puso algo nervioso cuando ella se puso seria también; pero no dijo más y la siguió hasta ese aula. Estuvo esperando, no se qué, algo esperaba; pero lo ue dijo la pilló a contrapié.

Estuvo en silencio un instante, reafirmando lo que habia escuchado- Espera, ¿que este gato es Inu? Pero, ¿este no era el gato de la prueba? ¿El que adoptastéis tu y Giulietta? ¿O quizás es otro gato y me confudo? 

Intentaba asimilar lo que estaba pasando. Inu en otra forma, ¿se habría transformado por algo? Se le pasaban muchas cosas por la cabeza, pero no tenía información para dar su opinión- Explícate, por favor -dijo con una voz calmada, pero temeroso de lo que iba a escuchar.

Se volvió hacia Jareth momentáneamente, para que éste pudiera leer sus labios más que escucharla: 

El gatito, sí, se parecía mucho a Fígaro, salvo por dos detalles. El primero es que ahora era una hembra. El segundo, un  mechoncito plateado en la patita. Claramente, no podía ser el mismo gato. O quizá sí, pero cambiado. 

- Ella no se acuerda de nada, y prefiero que sea así - murmuró Audrey en bajo antes de seguir -. Si quieres más datos, que sea después de esto, ¿vale?

Después, volvió a apoyarse contra el pupitre. 

- Estuve estudiando con el profesor Fujimoto un salmo para purificar el miasma. Al final, tuvo efecto. Pero tuve que vincular su alma a otro ser para poder salvarla, de la misma forma que sucedió con Kuro, el gato de dos colas del profesor Yukio. Bajé a Gehena y me la traje de vuelta. A un alto precio, claro - resopló levemente, al recordar lo complicada que había sido esa noche, y la mañana siguiente -. Fígaro ya no es sólo Fígaro. Inu no es sólo Inu. Pensé que te haría ilusión conocerla. Y ver que está bien. 

Al final de su última frase, se revolvió intranquila. Estaba resumiendo mucho todo. Ojalá pudiera contarle todo con más sinceridad. Pero no iba a hacerlo con Inu delante. 

Un brillo intenso surgió del cabello de la gatita mientras su forma se iba difuminando, tomando otra mientras cambiaba. Sus patas formaron manos, su cuerpo se alargo dejando sus orejitas intactas y tomando la forma que Jareth reconocía bastante bien, pero de una forma diferente, no estaba consumida en miasma oscuro.

En el mismo lugar donde antes estaba “Figaro” ahora se encontraba Inubashiri, con su escudo en sus pies y su espada a un lado. Sus ojos miraron a Jareth durante unos instantes pero se fueron al poco tiempo hacia Audrey, como si no reconociera al joven de nada. -Por que debo transformarme delante de otro humano? No tengo especial interés en fomentar amistad con los de este mundo. Seguidamente puso el dorso de su mano en la boca y comenzó a limpiarse como si se tratara de un gato corriente, inmediatamente sacudió su cabeza para parar de hacerlo como si no lo hiciera consciente.

Audrey sonrió a Inubashiri. 

- No te preocupes, Inu. Es sólo por esta vez. Jareth es un buen amigo - dijo Audrey, pero miró de reojo a Jareth.

No tenía muy claro cómo se lo estaba tomando. A priori, sólo le veía confuso. 

Jareth no pudo evitar quedarse de piedra mientras Audrey explicaba todo lo que había hecho. Estaba impresionado por lo que había conseguido, agradecido por haber salvado a Inu de lo que él la había causado y entristecido o decepcionado por haber sentenciado a un pobre gato a ser un cascarón de un ser que no era de ese mundo.

-Vaya -dijo al ver a Inu de nuevo. Era ella y estaba bien. Iba a pedirla perdón, pero no parecía reconocerlo y sería mejor no hacerla recordar- impresionante -dijo mientras pensaba e intentaba sentirse de alguna forma, pero no se aclaraba, así que dijo parte de lo que sentía- gracias por enmendar mis errores, Audrey -intentó esbozar una sonrisa, pero quedó en una medio sonrisa triste- la verdad es que ahora mismo siento muchísimas cosas, pero las intenciones eran buenas, y eso es de agradecer -se rascó incómodo la parte de atrás de la cabeza- si me disculpas, tengo que aclararme de todo lo que siento ahora mismo.

Audrey sonrió, pero sus ojos seguía serios y tristes aunque las comisuras de sus labios se estiraran. 

- No pasa nada, lo entiendo - dijo mientras se encogía de hombros -. Si en algún momento quieres hablar... bueno, de lo que sea. Ya sabes dónde estoy. Pero quería que supieras que estaba bien, y eso... - dijo mientras se metía las manos en los bolsillos para no ponerse a jugar con las mangas.

Iba a decir algo más, pero se mordió el labio, suspiró pesadamente, y retomo la sonrisa de porcelana de antes. Tan frágil que podía romperse en un parpadeo. 

- De todas formas, ya es tarde. Van a empezar las clases. Por si acaso, estaré en la biblioteca hasta bastante tarde. Tengo bastante que estudiar. 

Dicho esto, esperó a que Inubashiri volviera a su forma de gatito y saltara por sí sola de la mesa. Para la demonio seguro que la escena no había tenido sentido ninguno. Para Audrey, aunque no hubiese sido el resultado deseado, aunque sí el esperado y comprensible, al menos no había acabado la cosa tan mal como... la anterior vez. 

- Gracias por... escucharme - dijo mientras, aún con las manos en los bolsillos aguardaba a que Jareth dijera algo más o abandonara el aula.