Aqui teneis la escena, intervendre como pnj si es necesario (Dudo mucho que no sea necesario). Normalmente soy yo quien da la escena pero como no se lo que teneis pensado os las apañais vosotros.
Durante toda esa semana, Audrey había estado actuando "raro". Aparecía y desaparecía, se excusaba por llegar tarde de quién sabía dónde y sus ojeras eran cada vez más profundas. Hasta que un día, no apareció en su cama a la mañana siguiente.
Fue a la hora de comer, cuando unos empujones la despertaron porque estaba dormida, no en su cama, sino en la de su compañera de cuarto. Estaba tapada con su colcha de repuesto y, mientras se frotaba los ojos, dejando claro que la siesta le había sabido a poco, empezó a enfocar la vista hasta reconocer a Giulietta que la miraba extrañada.
- Hola, Giu - sonrió ella mientras se estiraba -. Oh, perdón - se disculpó entonces mientras se apresuraba a recoger la colcha a todo correr y a levantarse -. Lo siento, lo siento - empezó a hablar atropelladamente -. Tendría que haber pedido permiso, pero es que estaba muy cansada y en mi cama he dejado que... - miró de reojo a su cama.
Se llevó las manos a la cabeza, al ver las mantas revueltas pero no ver a nadie entre ellas. En medio de un ataque de pánico, se puso a rebuscar por todas partes, hasta que se dio cuenta de que, entre el revoltijo de sábanas sí que había alguien. Un gatito, Fígaro.
Resopló mientras lo observaba dormir.
- Giu, creo que es mejor que te sientes... - sugirió entonces a la chica, y se negó a seguir hasta que esta obedeció.
Ella tomó asiento en el borde de su propia cama. Cogió aire, respiró hondo varias veces, y al fin se armó de valor.
- Te presento a nuestra nueva compañera de cuarto - dijo en susurros mientras señalaba al gatito, que no era gatito, sino gatita, y ligeramente distinta a Fígaro. Tenía un mechoncito plateado en una patita -. Se llama... bueno... es Inubashiri... A partir de ahora, yo me haré cargo de ella. Es una historia un poco larga... - hizo una pausa para ver cómo se lo estaba tomando Giulietta -... ¿querrías escucharla?
Empiezo :).
Giulietta no se había preocupado por Audrey, es decir, sí, sí que se había preocupado, pero los intentos de acercamientos habían resultado un fracaso ante las evasivas de su compañera y la italiana consideró aquello como una señal para dejar de ser tan entrometida con su mejor amiga.
Y de todas las cosas que podía esperar en su cama Audrey no contaba como una de ellas. Dejó la mochila sobre el escritorio y carraspeó varias veces hasta que Audrey decidió desperezarse y despertarse.-¿Te hacía falta una siesta?- saludó con una sonrisa cálida- eh eh- sacudió las manos en el aire frente al rostro- no te apures, no me molesta...-Enarcó las cejas con curiosidad-¿que me siente?-preguntó tontamente aunque obedeció, apoyando las manos sobre su falda.
-¿¡Inubashiri!?- dijo con voz aguda mirando al animalito-¿Cómo...?-se pasó una mano por el pelo, alborotándoselo-¿entonces tú tienes a Inubashiri y yo a Fígaro? Esto es... sí, mejor que me lo cuentes claro- se inclinó ligeramente hacia delante, por la espectación, con las manos entrelazadas y los codos apoyados sobre las rodillas.
- Ehhh, no... - murmuró Audrey nada más oyó la mención a Fígaro -. Es un poco más complicado que eso...
Pero, por suerte y fortuna, Giulietta estaba sentada y dispuesta a escuchar. Así que Audrey empezó a hablar, y hablar, y hablar, como si hubiese saltado un resorte y no pudiera ya detener el torrente de palabras.
Así, contó a Giulietta que había ido a ver al profesor Fujimoto justo al día siguiente de que sucediera lo de Inubashiri. Narró cómo éste le había dado una llame para ir a verle a un bonito jardín lleno de mariposas donde había dedicado todas las noches a estudiar un complicado salmo que aún ahora no podía quitarse de la cabeza. Explicó cómo se había enterado de que Inubashiri estaba completamente contaminada por el miasma y que la única forma de salvarla era uniéndola a un ser puro, como Fígaro. También narró su agónica estancia en la Gehena, tras narrar el salmo, cómo había tenido que convencer a una rabiosa Inubashiri de que la venganza sobre Jareth no era la mejor alternativa, pues esta estaba decidida a seguir dejando que el miasma demoníaco la corrompiera si con eso podía matar al que en su momento fue su tamer. Ese fue uno de los momentos que más marcaron a Audrey.
Después, contó cómo había conseguido abrazarla y, finalmente, purificar el miasma el tiempo suficiente como para hacer un pacto, a cambio de todos los recuerdos que ella, Inubashiri, pudiera haber tenido de Jareth.
Cuando su narración terminó, Audrey tenía lágrimas en los ojos. De estrés acumulado, de nervios, de las decisiones morales que había tenido que tomar por el camino, y la culpa por haber utilizado a su mascota, la que ambas compartían, para un salmo tan complicado y con tantas consecuencias sin preguntar antes. Ahora, Fígaro e Inubashiri eran uno.
- Lo siento - dijo entonces conteniendo un sollozo -. No se me ocurrió otra manera de hacerlo...
-...-pestañeó y miró a su gato que jamás volvería a ver su gato. Después a Audrey. Después a Fígaro. No, a Fígaro no, a Inubashiri.
Se incorporó despacio y cogió su cartera.
-Tengo que ir a practicar meditación- murmuró con voz átona sin mirar a Audrey mientras se colgaba la cartera del hombro- volveré para la cena.
Salió de la habitación cerrando la puerta a sus espaldas y se pasó una mano por la cara, intentando controlar el temblor del labio inferior sin éxito.
A la porra meditación.
Necesitaba aire, aire y espacio para ella,la residencia parecía cerrarse sobre ella y solo tenía ganas de gritar, romper cosas y hacer daño para quitarse de encima ese sentimiento de traición y soledad que quería hacerla llorar así que aceleró el paso para salir de allí como si el mismo diablo le estuviese tirando de la falda.
Audrey vio cómo su compañera abandonaba la habitación a la velocidad del rayo. No la miró. Cuando ya nadie pudo verla, rompió a llorar en silencio.
Al cabo de un par de horas sin noticia alguna de Giulietta, decidió levantarse, darse una ducha y ponerse ropa de calle. Cuando término de prepararse, Inu se estaba desperezando sobre el edredón.
-Voy a ir a ver a un amigo, ¿quieres venir conmigo? - preguntó a la gatita.
Necesitaba hablar con alguien de todo lo que había pasado. Alguien que no fuera un compañero de clase, pero que supiera entender, que no necesariamente compartir, lo que acaba de pasar. Necesitaba hablar con alguien con mente abierta. Alguien que estuviera más avanzado en los estudios de aria. Alguien que, de buenas a primeras, no la juzgara. Solo se le ocurrió un nombre.
Necesitaba ver a Yuuto.
Dadme un momentito que os actualizo a las dos, si mal no he entendido una va con Yuuto y la otra con sus pensamientos, me corregis si me equivoco.
Por mi parte, va bien :).
Después de desperezarse y de estornudar por el olor a jabón que desprendía tu piel, Inubashiri parece que se había distraído con algo ya que movió las orejas en dirección a la ventana. No respondió tu pregunta y simplemente salto por ella, perdiéndose entre los arbustos de un árbol cercano. No controlabas a Figaro continuamente ni siempre estaba contigo, mucho menos en clase por lo que tu preocupación era mas bien nula, quizás el gatito había visto algo que le gustaba y fuera a atraparlo. Seguía teniendo parte de Figaro después de todo.
Tus pasos te condujeron inevitablemente a la residencia masculina, pero te quedaste con la palma casi rozando el pomo de la puerta. Recordabas que paso la ultima vez que alguien intento entrar, el como mordía a todas las mujeres por no tener acceso a aquella residencia. Ademas tampoco sabias si Yuuto estaría dentro, lo mas probable era que estuviera en alguna misión o clase especial de exorcista. Estuviste divagando sobre lo que hacer o no hacer hasta que una sombra tapo parte del sol detrás de ti.
-Audrey? Estas bien? Pregunto una voz amable, casi como si fuera el silbido del viento cálido en tus oídos, al girarte no era otro que Yuuto, cargado con una bolsa de papel en su regazo, había ido a comprar algunas cosas. -Me imagino que te han explicado que no puedes entrar en la residencia masculina, al igual que nosotros no podemos entrar en la femenina. Cuestión de géneros, el director tendrá sus razones. Se inclino levemente para verte mejor. -No tienes buena cara, venga entrar, conmigo podrás. No te ira bien quedarte al sol y pareces agotada.
Tus pensamientos te atormentaban, no podías comprender la mayoría de las cosas que Audrey te había dicho ni tampoco querías comprenderlas. En tu mente Figaro había desaparecido para dar paso a una desconocida que prácticamente la había devorado, una diablesa que lo había sustituido y probablemente engañado a Audrey para que tuviera un cuerpo. Tus pasos te llevaron a los jardines, cerca de un árbol, donde la sombra invitaba a descansar en ella. No sabias cuanto hacia que estabas caminando, quizás horas, minutos o segundos, pero estabas agotada. Jadeabas constantemente, no solo por el agotamiento, estabas a un paso de tener un ataque. Debías relajarte, debías tranquilizarte.
Hubo un sonido desde lo alto de una de las ramas del árbol, haciendo caer algunas hojas al suelo. No le hiciste mucho caso, estabas hundida en tus pensamientos, en pensar que una amiga te había traicionado. Pero una voz te hablo y fue difícil de ignorar. -No se porque te he perseguido. Mis piernas han comenzado a caminar en cuanto te he visto por la ventana. No estaba muy despierta cuando la humana te a hablado pero seguro que te a alterado de alguna manera. Al mirar hacia la rama, tranquilamente reposando en ella se encontraba Inubashiri, transformada en medio humana, con su escudo colgado de la espalda. -Por que estas tan alterada? De pronto sin que ella misma pudiera hacer nada, Inubashiri comenzó a rascarse las orejas con una de las manos, algo que hacia constantemente Figaro, ademas de que su mirada en vez de estar fija en ti, estaba constantemente siendo distraída por algunas mariposas o insectos que revoloteaban aguantándose las ganas de saltar para atraparlos. De verdad era la demonio que habías conocido? Se parecía mucho a tu gato.
Apoyada contra el tronco del árbol intentando serenar su propio pulso Giulietta sentía la más dolorosa de la soledad que alguien de esa edad podía sentir de forma no amorosa: la pérdida de la amistad.
Reclinó la cabeza hacia atrás y se encontró con Inubashiri, ese momento en cualquier otro contexto la habría asombrado e incluso llenado de alegría por la cercanía de demonio y exorcista sin intentar matarse pero en ese instante no significaba nada para la italiana.
-Yo adoraba a mi gato-dijo con voz átona y ronca por el esfuerzo de reprimir los sollozos y los gritos hasta que la garganta le picó tanto que afectaba a su timbre como si hubiese llorado a lágrima viva-Puedo tener mil delante de mí que fuesen igual a él y ninguno sería Fígaro-al contrario que Inubashiri, que podía estar prestándola atención pero su mirada no parecía indicar eso, Giulietta mantenía la mirada sobre el demonio, una mirada opaca y ensombrecida que oscurecía el iris del aria-cuando se toma un vaso repleto de agua para llenarlo con otro líquido el agua se desborda, disminuye su cantidad y lo que resta se combina con el nuevo líquido. Ya no es agua, es ese otro líquido que se ve contaminado por el agua... pero manteniendo la mayor parte de su composición-Dejó de mirar hacia arriba, le dolía el cuello de tenerlo torcido-Tú tienes una nueva vida, pero Fígaro jamás volverá a ser él-concluyó llevándose una mano al pecho y aferrándose su propia camiseta como si así pudiese estrujarse el corazón y sentir dolor por algo-márchate y no vuelvas a acercarte a mí-dijo apretando los dientes al tiempo que separaba la espalda del árbol.-no quiero tener nada que ver con vosotras-incluyó a Audrey en sus palabras. No solo le había ocultado algo tan importante como que Inubashiri estaba contaminada por el miasma sino que se había comportado de forma terriblemente egoísta poniendo en peligro a un ser que ni siquiera tenía la oportunidad de negarse a ser usado.
Sacudió la cabeza. ¿Cuánto se había alejado de la residencia?No quería volver. No quería ver a Audrey. No quería compartir cuarto con ella pero tenía la obligación de tomar decisiones con la cabeza fría y tardaría en poder despejarse para tomar esa decisión.
Yo por mi parte poco tengo más que añadir por si no quieres alargar la parte de Giulietta. A partir de ahora hará tarde en el saloncito de la residencia para que parezca que se ha quedado dormida en el sofá, no hablará y tendrá la nariz en un libro metida constantemente, leyendo con auriculares para no oír a nadie. Todo muy dramaqueen y bastante aburrido xD
Audrey observa a Yuuto y trata de sonreír, pero no le sale.
- Lo siento... No sé ni por qué vine aquí. Yo... ya sabía lo de la puerta - además, lo sabía de primera mano, y nunca mejor expresado -. Es un poco estúpido, supongo - por desgracia, no la primera estupidez que cree estar cometiendo en lo que llevaba despierta -. Creo que necesitaba hablar con alguien. Creo que he hecho algo malo, tratando de hacer las cosas bien. Ahora ya no sé cómo sentirme.
Hizo un pausa momentánea para ordenar sus agitadas ideas.
- Perdona, te veo que estás ocupado. Si interrumpo, podemos quedar en otro momento - dice, al darse cuenta de la bolsa que traía Yuuto en brazos.
-No tienes que disculparte, tampoco has hecho nada malo Audrey. Ven, siéntate. Indico Yuuto señalándote una silla cerca de la cocina, prácticamente era igual que la del dormitorio femenino. -No puedo ayudarte mas que en los consejos que te pueda dar y en un oído amable. Si eso te vale, entonces quedate. Sonrió con amabilidad mientras tranquilamente dejaba los objetos de la bolsa en los estantes cercanos. -Te apetece un té? Pregunto mientras comenzaba a calentar el agua en una tetera. -El té siempre ayuda a calmarse uno no crees?
Yuuto no te presiono, solo se cruzo de brazos esperando que el agua de la tetera hirviera, tampoco te miro como esperando que hablaras, comenzó a jugar con los pliegues de su túnica para entretenerse con su habitual sonrisa amable en el rostro.
No quieres decir nada mas? Segura? Se que la escena es melodramatica a mas no poder y personalmente me encanta liar las tramas de los personajes, pero no estaria de mas que si quieres decir algo aproveches.
Audrey se sentó en una silla, la más cercana a Yuuto.
- Gracias, Yuuto. No me va a venir nada mal.
Observó al chico durante unos segundos, mientras este preparaba la tetera. Después, cuando éste se giró, aunque no dijo nada, se sintió más impulsada a hablar.
- El día que nos conocimos... Bueno, la noche anterior, sucedió algo. Uno de nuestros compañeros, un tamer, perdió el control de su invocación. Quedó contaminada de miasma. Pensé que... podría ayudarle a purificarla, para que volvieran a ser compañeros. En verdad, quería ayudarles a los dos. No me parecía justo lo que les pasó a ninguno de los dos.
Alzó brevemente la mirada hacia Yuuto, escuchaba con atención. No parecía estar juzgándola.
- Pedí ayuda al profesor Fujimoto. Durante toda la semana, estuve estudiando un salmo. Era larguísimo y difícil. Tardé mucho en memorizarlo. Ayer, el profesor me dijo que era el momento, y me contó cómo funcionaba el salmo, y el precio para usarlo.
En ese momento, su voz se quebró ligeramente, momento en el que la tetera aprovechó para pitar freneticamente y en el momento más oportuno para Audrey. Pero Yuuto fue más rápido que ella, y enseguida tuvo una taza de te caliente que, al menos, reconfortaba sus manos temblorosas al agarrar la taza.
- Supongo... que ya conocerás el salmo. El salmo del alma. Había... que purificar al demonio y vincularlo a un nuevo ser.
Dio un sorbo al te. Era amargo, pero más amargo iba a ser lo que iba a decir ahora.
- Vinculé al demonio en nuestra mascota, Fígaro. Era el gato que adopté con Giulietta. En su momento, pensé que era lo mejor que podía hacer. No podía dejar al demonio lleno de miasma, pero escoger a Fígaro...
Cogió aire y sorbió de nuevo el te.
- Giulietta me odia. Ahora soy medio tamer, no sé cómo cuidar de mi invocación, y soy una aria penosa. No solo eso, no he podido ayudar al tamer cuya invocación quise salvar. Me siento... ¡Ahh! - escondió la cara en las manos -. Inútil, inútil y patética. Pero... de no haberlo hecho, cosas peores hubieran pasado.
Escucho con atención toda la historia de Audrey, cuando comenzó a expresarse dejo de jugar con su manga y se centro en el té. Sorbiendo lentamente de su taza se quedo mirando a la joven y al acabar, dejo la taza medio vacía, aun humeante a un lado de la mesa. Tomo desprevenida a Audrey en el momento en que la tomo de los hombros y la abrazo, dejando que los pliegues de su túnica la abrazaran junto con él. Se tomo unos segundos, esperando a que le apartara o que aceptara el abrazo, si necesitaba más tiempo no la pararía tampoco si necesitaba desahogarse. En cualquiera de las posibilidades, sin sentarse, se arrodillo en el suelo para quedarse más o menos a su altura, tomando su mano, reposándola en su brazo mientras ponía una encima. –Tu intención era buena Audrey, no eres patética ni mucho menos. Conozco ese salmo, se lo que se tiene que hacer. Viajas al Gehenna para traer al demonio contigo, durante un periodo de tiempo tu alma esta en el plano demoniaco y es fácil que te corrompas por el miasma o que el demonio te mate. He de decir que has tenido mucho valor, seguro que apreciabas al tamer y también a su invocación. No me imagino hasta que punto.
Se levanto del suelo y volvió a coger su taza, apurándola antes de servirse otra taza. –Si quieres saber lo que opino de tu compañera, de Giulietta es que ella tiene también buen corazón. Esta enfadada porque has hecho algo sin consultarla, tal vez no sabe lo mucho que has tenido que arriesgarte y lo que has perdido para salvarla. Dale tiempo, es normal, pero te garantizo que no te odia, ella no podría odiarte. Cuando entienda que los gatos son los mismos entonces volverá a hablarte. Pero mientras tanto... Yuuto sonrió sinceramente. –No te desesperes, sonríe un poco vale? No puedes ser mala tamer si no te ha dado tiempo a serlo, quien sabe quizás eres muy buena.
No no, descuida, No hay nada más que añadir a la situación presente, el resto es rolear de forma que hasta las flores se sequen al pasar y ya ♥♥
Cuando sintió los brazos de Yuuto a su alrededor, acto que la cogió por completo por sorpresa, sintió un escalofrío electrizante que sacudió su columna mientras el corazón le pegaba un bote tan brusco que casi se le sale del pecho.
Despacio, abrumada, porque sentía los brazos rígidos como alambres, terminó recuperandose lo suficiente como para poder corresponder ese abrazo. En ese instante, suspiro y dejó que el efecto balsámico de ese abrazo calmara sus nervios, y el agujero negro de sentimientos conflictivos que traía consigo desde la noche anterior.
- Gracias, Yuuto - dijo mientras apoyaba con suavidad la barbilla sobre su hombro, donde se quedó hasta que el chico se movió y ella se apartó para dejarle espacio.
¿Apreciar al tamer? ¿A Jareth? Sintió un ligero pinchazo en el pecho. No se lo había planteado así. De todas formas, ahora seguro que él también ahora la evitaría. Visto desde fuera, ella acababa de "robarle" a su compañera. Y... bueno, él desde el principio había querido hacer equipo con Giu.
Al volver a pensar en su compañera de cuarto, suspiró profundamente. A saber dónde se había ido. La verdad es que más que valiente se sentía como una absoluta inconsciente.
Despacio, Yuuto se levantó y retomó su té. Ella volvió a prestar atención a su taza, aún por la mitad y ya apenas humeaba.
- Espero que tengas razón con lo de Giulietta... - murmuró mientras daba un sorbito de té.
La verdad es que se había llegado a plantear solicitar una habitación individual. Quizá por llevar menos de dos semanas había algo que podían hacer. Y así podía darle a Giulietta el espacio que necesitaba.
Y entonces Yuuto sonrió, y de nuevo el corazón le dio un vuelco. Al ver la calidez de esa sonrisa, ella terminó sonriendo también.
- Lo intentaré - dijo simplemente -. Gracias de nuevo - añadió.
Tenía muchas dudas sobre lo de ser tamer. Tenía buena voz para entonar salmos. Tenía paciencia y diligencia. Pero su memoria no era la mejor del mundo.
- Quizá, bueno, más adelante me gustaría presentarte a Inu. Cuando las dos asimilemos este cambio - propuso entonces un poco dudosa de lo que podía responder él.
Aún tenía que enseñarle el cuaderno de su abuela, pero también lo dejaría para otra ocasión. No quería agobiarle y se había portado muy bien con ella.
Se levantó y lavó la taza, dejandola después en el escurridor. Se secó las manos en un trapo de cocina y se volvió hacia Yuuto. Era hora de marcharse.
Iba a despedirse con una ligera inclinación de cabeza, como le habían inculcado y ella misma había visto, en señal de respeto. Pero la emoción la pudo. A la porra, ¡ella era irlandesa!
Se acercó a él y le dio un nuevo abrazo.
- Muchas gracias - dijo, mientras lo abrazaba.
Era un abrazo mucho más efusivo que el anterior, y con más ánimo y alegría. Era como una especie de compensación por el anterior, que había sido bastante trágico. Y, gracias a él, ya se sentía mucho mejor. Al menos, ya estaba dispuesta a seguir adelante con las consecuencias de sus acciones, sean las que sean. Lo había hecho con toda noción de que podía salir mal de muchas formas.
- Y, ehm, mejor que te deje hacer lo que estuvieras haciendo... Yo, bueno... Espero verte pronto - se despidió, y sonrió mientras caminaba hacia la puerta, y entonces miró el pomo fijamente y se sintió muy estúpida porque igual el pomo volvía a morderla.
Se llevó las manos a la cabeza y miró para los lados buscando para abrir la puerta.