Partida Rol por web

Expedición a la Tierra Hueca

0. PRÓLOGO

Cargando editor
11/06/2021, 18:23
DIRECTORA

La mina en la que trabajas parecía estar funcionando a destajo. Los compañeros entraban y salían según sus turnos, más negros que la noche, asfixiados y exhaustos, habiendo olvidado lo que era la luz y el aire, y sin embargo, sonrientes por haber sobrevivido un día más, porque en aquella vida, lo más difícil era volver a subir.

Todavía podías recordar la primera vez que descendiste a las profundidades de las galerías para comprobar la estabilidad de los túneles. Simplemente, no existía. Pero tu trabajo era asegurarte de que fuesen lo más seguras posibles, aunque tus jefes no te permitiesen hacer mucho más.

Era la lucha contra la naturaleza, la madre Tierra, que se resistía a ser atacada y respondía de la única manera que sabía y podía, con temblores y derrumbamientos, hollín y muerte.

En cierta manera, la sangre de muchos compañeros estaba en tus manos, por mucho que te repitieses cada día que no era así. Afortunadamente, ellos lo entendían. Sabían que no era culpa tuya que día tras día tuviesen que bajar a las entrañas de la Tierra para extraer una parte de ella. Era lo único que podían hacer para mantener a sus familias. Ellos eran mineros y tú, era de los suyos.

Pero demasiada sangre... a lo largo de demasiado tiempo. Las medidas de seguridad no parecían ser importantes para tus jefes y eso hizo que un día, simplemente, decidieras dejarlo todo y alejarte de aquella vida que si bien formaba parte de tu propia sangre e historia familiar, te había dejado profundas cicatrices.

Merthyr Tydfil no se caracteriza precisamente por ser una ciudad de primer orden, aunque tiene una población importante. A pesar de todo, mantiene su vida más o menos placentera, como si no formase parte del resto del mundo.

Como muchas mañanas, saliste para ir a la taberna que había cerca de tu casa y tomar una pinta con los conocidos. No habías hecho grandes amigos, pero sí que por tu manera de actuar, te habías granjeado una cierta reputación de hombre serio pero honesto. Sin embargo, en aquellos días, tus preocupaciones eran algo mayores. El dinero estaba agotándose y eso significaba que tendrías que encontrar un trabajo. Volver a las minas era lo último que querías, pero un geólogo tampoco disponía de muchas oportunidades a su alrededor.

¿Qué debías hacer?

A tu lado, tus camaradas de "barra" sabían bien lo que te convenía.

-Mira, muchacho. Lo que tienes que hacer es buscarte una viuda rica y con eso, tu futuro estaría asegurado rápidamente. Eso sí... tu pequeña amiga todavía funciona, claro -te dijo, lanzando una risotada que ahogó en su pinta de cerveza, pero que se extendió por toda la taberna.

-Déjalo tranquilo. A su edad aguantar a una mujer es como beber whisky de patata. Es tan fuerte que no sabes lo que estás haciendo la mayor parte del tiempo -dijo otro, volviendo a oírse una risa generalizada.

-¿GARETH JENKINS?

La voz provenía de alguien que estaba a tu espalda, una mujer, y todos se callaron de pronto para observarla. Al volverte, viste que no era solo una mujer, sino que estaba armada con una escopeta y que te apuntaba directamente al vientre.

-Sí, parece que es usted.

Los demás, se alejaron de la barra lentamente, dejándote solo con aquella mujer.

Cargando editor
11/06/2021, 18:24
DIRECTORA

La ciudad que nunca duerme. En realidad, no es diferente a muchas otras ciudades, solo que Nueva York transmitía una sensación especial para ti. Era como el lugar en el que podías dejar atrás todos tus problemas, y volver a encontrarte a ti mismo, y no porque los rascacielos o sus avenidas te resultasen especialmente llamativos, sino porque allí vivían tus padres y volver a verlos significaba, dejar atrás lo que menos te gustaba de ti mismo.

Matar se había convertido en algo normal para ti. Cuando lo hacías, era porque alguien seguramente se lo merecía, pero últimamente, ni tan siquiera te hacías aquella pregunta. Simplemente te interesaba saber quién y por cuánto. Con eso, tenías más que suficiente. Bueno, con eso y con tus armas, de las cuales jamás te separabas.

Mientras estabas en un trabajo, te sentías como si perdieses la brújula, pero al regresar a tu casa, volvías a recuperarla. Ver a tu madre preocupada de cosas mundanas y mirándote todavía como su hijo, y no como un monstruo o alguien sin corazón, era lo que te permitía mantener tu humanidad.

Habías llegado tarde, por lo que decidiste pasarte por la librería directamente. Era un negocio sencillo y tranquilo, que tus padres habían abierto hacía algunos años y que a ellos les bastaba, no solo para seguir juntos, pues compartían una afición como la del amor por los libros, sino también para mantenerlos.

Muchas veces habías envidiado aquel logro que habían alcanzado, la estabilidad y el amor que durante tantos años, habían mantenido, y dudabas que tú fueses capaz de conseguir algo ni remotamente parecido.

Cuando llegaste, viste que ya habían abierto, pero te sorprendió fijarte que no había movimiento en el interior. Quizás si hubieses estado en otro lugar, aquello habría bastado para despertar tu instinto, pero dado que buscabas precisamente la tranquilidad de un lugar en el que te habías criado y en el que a pesar de su dureza, te sentías cómodo, simplemente entraste.

Cuando lo hiciste, quedó claro que allí no había nadie. ¿Estarían en la parte de atrás? Te fuiste directamente hacia ella y al abrir la puerta, viste a tus padres sentados en sendas sillas, con dos hombres del tamaño de dos armarios a ambos lados, y a otro hombre, mirándote fijamente.

-Hola Alex. ¿Me recuerdas? Soy tu viejo amigo Boris.

Boris era el líder de un grupo mafioso ruso que operaba en Chicago, para el cual habías realizado tus últimos trabajos. Era un hombre peligroso, de aspecto afable pero tremendamente vengativo, y en tu último contrato, habías tenido que actuar de chófer sin saber que ibas a llevar a dos atracadores de bancos. Aquello te cabreó tanto, que los dejastes tirados y te marchaste.

Pero Boris parecía no haberte perdonado aquella falta.

-No me ha costado mucho encontrarte. Precisamente iba a preguntarles a tus padres por ti, pero me has ahorrado la molestia, y la verdad es que viajar me cansa tanto que te doy las gracias por ello.

Definitivamente, no parecía haberse tomado muy bien tu cambio de opinión. Tus padres te miraban, asustados y sin saber qué decir.

Cargando editor
11/06/2021, 18:26
DIRECTORA

La Universidad de Miskatonic se había convertido en tu hogar fuera del hogar. No había nada que te atase al pequeño apartamento en el que vivías, y sí muchas cosas por las que merecía la pena pasar horas en vela, en la biblioteca de aquella universidad.

Para tu sorpresa, te habían aceptado en ella, cuando nadie más lo había hecho, valorando tus profundos conocimientos acerca de los usos de las hierbas, y aquel libro que habías hallado, comiendo polvo en el departamento, bajo el peso de otros libros vulgares y sin importancia, te había abierto los ojos como antes no lo había conseguido nada más.

Aquella noche estabas, como tantas otras noches desde tu hallazgo, estudiando todo lo que contenía aquel volumen extraño y misterioso, siendo la única alma viva que había en aquellos momentos en su interior, que tu supieras, y teniendo al más absoluto de los silencios como fiel compañera, cuando de repente, un crujido te hizo entender que quizás no estuvieses tan solo como pensabas.

Miraste entonces a tu alrededor, en busca de alguien, pero no viste absolutamente nada.

Miraste a tu alrededor y todo parecía seguir exactamente igual, así que volviste otra vez a centrar tu atención en el libro que tenías sobre la mesa. Resultaba fascinante descubrir que con la combinación exacta de algunas plantas, podías conseguir hasta curar enfermedades que eran consideradas virtualmente incurables. Pero muchas de las especies que nombrabas, simplemente no las reconocías. ¿Cómo podían hablar de ellas si nunca jamás habías oído nombrarlas, ni las habías leído en ningún otro manual? ¡Y te considerabas el mayor especialista del mundo, por lo que no terminabas de comprenderlo del todo!

Entonces, algo cayó al suelo y se hizo añicos, una lámpara de mesa, quizás. Miraste de nuevo, hacia el frente y después a tu espalda, y entonces lo viste.

Era un cuerpo que caminaba despacio, casi de manera automática y con los brazos extendidos. Además, te resultaba conocido. Era el Jefe del Departamento de Medicina, Alan Halsey. Pero... había algo malo en él. 

De su boca surgía un hilo de sangre; tenía la tez pálida y los ojos profundamente enrojecidos. Además, no hablaba, pero sí emitía algunos gruñidos ininteligibles. No parecía encontrarse demasiado bien, pero no habías visto jamás una enfermedad como aquella. 

Lentamente, fue aproximándote a ti, chocando ligeramente con las mesas, y retirando con cierta violencia algunas de las sillas que estaban en su camino.

Cargando editor
11/06/2021, 21:49
DIRECTORA

Si había algo que odiabas más que los cementerios, era uno en el que tú estuvieras. Afortunadamente, solo te encontrabas de visita, aunque aquel parecía bastante cómodo para quedarse como residente permanente, cuando llegase el momento, desde luego. El sol estaba poniéndose, por lo que la luz parecía dispersarse y crear un ambiente aún más inquietante. No es que tuvieses miedo, puesto que lo normal era encontrar solo piedras y algunas flores, pero si estabas allí era precisamente porque buscabas algo fuera de lo normal.

Y es que así era tu trabajo. Resolver casos que nadie más deseaba, se atrevía o sabía como desentrañar. Por eso en muchas ocasiones, hasta la misma policía recurría a ti. El dinero te venía bien, porque debías a todo el mundo, desde el carnicero hasta tu casero, pasando por el dueño del bar que estaba enfrente, a quien le pedías unos pocos dólares para seguir tirando, semana sí y otra también.

Tu nivel de ingresos era tan poco regular como un maldito cuadro de Pollock y menos abundante que el agua que salía por tu grifo, puesto que te la habían cortado por falta de pago.

Genial, ¿verdad?

Pero tenías un caso, y uno bastante bueno. Una mujer quería recuperar a su hija, que había desaparecido misteriosamente tras fugarse con un novio chicano. La policía no le había hecho caso y por cosas de la vida, alguien le habló de ti. Es un tío que hará lo que sea por unos pocos dólares; sabe dónde buscar y siempre consigue resultados. Se le había olvidado a quien quiera que te hubiese recomendado, que los resultados no siempre eran buenos, pero quién eras tú para protestar. A cambio de dinero suficiente para pagar dos meses de casa y deber solo tres más, harías lo que fuera necesario.

Y así, habías localizado su esencia hasta aquel lugar. El hecho de que fuese el cementerio, ya hizo que te sintieses particularmente inquieto. Pero bueno, lo mismo era una pervertida y estaba montándoselo de tumba en tumba. ¡Ojalá tú también tuvieras a alguien con quien hacerlo! Te habías traído a Bob porque al final, había sido él quien lograra captar el lugar. Eso también podía ser especialmente malo; Bob solo captaba cosas que eran peligrosas.

Así que allí estabas tú, con una calavera entre las manos, rodeado de tumbas y buscando a una niña de dieciséis años para reunirla con su madre. ¡Pan comido!

Cargando editor
11/06/2021, 21:54
DIRECTORA

Ser mujer y oficial, es una contradicción en sí misma para el ejército de los Estados Unidos. Afortunadamente, no para todos, pero sí que te ha obligado a luchar cada centímetro que has avanzado en tu carrera, para lograrlo. Tu rango te ha hecho merecedora del respeto que conlleva, pero no tu sexo, que ha provocado miradas que te han llegado hasta los mismísimos huesos, las cuales han ignorado tanto tu destreza como tus conocimientos.

A pesar de todo, prevaleces, día tras día, misión tras misión, y lo haces porque te gusta trabajar para tu país, porque lo proteges cada vez que salvas una vida o ayudas a salvarlas, y también porque amas lo que haces.

Y no lo haces sola.

Tu amigo Jester es mucho más que eso; es tu familia, como otra extremidad más, a la que te has habituado a ver y que te resulta tanto o más útil que las demás. Allá donde vas, Jester te acompaña, y a cambio no pide nada, pero su mirada honesta es suficiente para mantenerte firme en tus convicciones.

El General McGrady te recibió en su despacho con su seriedad habitual. Lo conocías desde hacía algún tiempo, pero aquella era la primera vez que te llamaba para hablar directamente.

-Bienvenida, mayor. Siéntese, por favor.

El General te observó durante unos segundos, antes de volver a hablar. Sonrió levemente, como si intentase aligerar el ambiente, algo tenso, puesto que un general no hablaba con un mayor si no se trataba de algo importante.

-Supongo que se estará preguntando lo que hace aquí, si no es que he perdido la cabeza y he decidido hacerme un chequeo -bromeó -, pero no, no he perdido la cabeza y no me voy a hacer ningún chequeo. Dígame, mayor. ¿Ha oído hablar alguna vez de la Tierra Hueca? ¿Atlantis? ¿Hiperbórea?

Notas de juego

Tirada de Arqueología, Historia o Religión (Academicismo, habilidad). Como no tienes, INT-2. Tienes que sacar dos éxitos para saber bien lo que es. Con uno, un poquito.

Cargando editor
11/06/2021, 21:56
DIRECTORA

El Museo Nacional de Historia Natural de los Estados Unidos era algo así como tu lugar de trabajo, siempre que no te encontrabas fuera, buscando nuevo material, o en Londres, concretamente, en el museo británico. Aquí siempre dispusiste de una oficina solo para ti, a pesar de tus particulares intereses, porque por encima de todo, proporcionabas al museo innumerables especímenes y muestras que después mostraban con orgullo en las más importantes salas. 

Eso hacía que pudieseis seguir investigando lo que más te interesaba: la Tierra Hueca. Seguías creyendo que existía y además, que se podía entrar de alguna manera, aunque descubrirlo era otra cuestión, por supuesto.

Las muestras que habías traído de tu último viaje tenían que ver un poco con todo. Habías estado en un yacimiento que demostraba o por lo menos, permitía deducir, que el pueblo indígena que lo habitaba, podía haber provenido precisamente de la Tierra Hueca, debido a que no habías sido capaz de rastrear su origen más allá de unos pocos kilómetros a la redonda. También habías hallado restos de cultivos y cerámica que parecía mucho más adelantado a la época. Eso para ti, no era síntoma de desarrollo, sino de algo que el resto de la comunidad científica se negaba a aceptar.

Sobre todo, te interesaba un medallón que tenía extraños símbolos rúnicos en el borde y un cristal en el centro, cuyo valor, por lo que habías podido averiguar, era escaso. Sin embargo, no dejaba de resultar hermoso.

-¿Señorita Rosenwood?

La voz provenía de un hombre que había aparecido en el umbral de la puerta de tu oficina.

-Soy el Doctor Christian Szell, para servirla. Me alegra haberla encontrado aquí, porque la verdad es que deseaba hablar con usted.

Aquel hombre tenía aspecto de ser un hombre paciente y agradable, aunque en su tono había un cierto arrastre de consonantes que te hacía pensar en Europa central, quizás... ¿Alemania?

-Tengo entendido que es usted la mayor especialista que hay en eso que llaman... la Tierra Hueca. ¿Estoy en lo cierto? ¿Y que ha hecho algunos hallazgos interesantes en su último viaje. ¿Son esos?

El hombre se acercó e incluso se agachó un poco para contemplar mejor el medallón.

-Exquisito. Soy coleccionista y me gustan estas cosas. ¿Cree usted... que estaría a la venta, digamos por un precio adecuado?

Con formas pausadas pero seguras, depositó unos mil dólares encima de la mesa. Desde luego, eso era dinero, mucho dinero, por un medallón que en realidad, en sí misma, no tenía mucho valor. Pero aquel símbolo debía significar algo. ¿Y por qué ofrecía tanto dinero?

Notas de juego

je je je

Cargando editor
13/06/2021, 14:01
DIRECTORA

Con tu nuevo uniforme y tu nuevo nombre, deambulabas por las calles con las manos en los bolsillos, y más tranquilo que nunca. Después de todo, si ahora buscaban a Colton, ya no podrían encontrarle. Solo debías preocuparte de estar en aquella entrevista y después, seguramente, te enviarían a algún lugar alejado, perfectamente protegido y a salvo de todo.

Para tu desgracia, antes de irte decidiste pasar por tu hotel para recoger las pocas cosas que tenías, y ya había alguien esperándote en el interior.

-Hola, gran hombre. Eres difícil de encontrar.

Bill era el segundo de Lonnegan, por lo que eso solo significaba que tendrías que volver a correr. Sin embargo, estaba solo en tu apartamento, lo cual evidenciaba que no iba a ser nada fácil. Siempre trabajaba con un par de hombres que cubrían todas las salidas. No los habías visto, pero estarían ahora en la puerta principal y en la trasera.

-Doyle está muy disgustado con tu desaparición. Le debes mucho dinero. Y ya sabes que no le gusta la gente que no paga sus deudas.

Sí, lo sabías. Habías sido testigo de como mataba a gente por unos pocos cientos. Contigo, después de huir, quizás quisiera hasta darte un escarmiento.

-¿Y a qué viene ese uniforme? No sabías que hubieses vuelto a alistarte?

Mientras hablabas, te fijaste como encendía un cigarrillo y caminaba tranquilamente por la habitación, dejando la ventana abierta y libre para que la usaras, porque era o eso... o la puerta, y algo te decía que ya habría alguien detrás de ella.

Notas de juego

Si vas por la ventana, tendrás que hacer tirada de atletismo.

Cargando editor
13/06/2021, 20:06
Mayor McDuncan

No me agradaba que ninún oficial de alto rango me llamase a su despacho y menos aún uno que no conocía a penas, como era el caso del General McGrady. Ni en los chequeos médicos le veía. Siempre le atendían hombres. Entendía que, para ciertas cosas, sintiese pudor frente a una mujer, pero para comprobar si era un resfriado lo que tenía, no hacía falta que recurriese a un médico y aún así lo hacía, por no cruzarse conmigo. Yo era tan buena médica como el que más, incluso mejor, puesto que me tocaba estudiar y trabajar el doble para demostrar mi valía en aquel mundo de hombres.

En que momento aquel doctor sin manos me colocó al frente de la enfermería y logró que sacase todo, incluyendo la oportunidad de aprender medicina, algo vetado para las mujeres y que se veía mal. Pero allí estaba, frente a él, sin saber que quería.

Me hubiese gustado que el teniente hubiese estado a mi lado en aquel momento. Era quien me infundaba valor y serenidad en situaciones como aquella, aunque su presencia en sí me pusiera nerviosa. Era algo contradictorio, pero era lo que había. Con él a mi lado sabía que podía hacerme con el mundo, sin él me encontraba perdida y si estábamos a solas, todo cambiaba y veía el mundo de otra manera. Quizás por eso procuraba no salir del hospital del cuartel y estar siempre ocupada, visitando pacientes y haciendo incluso el trabajo de mi primera carrera: enfermería. Porque allí me sentía segura, era mi caparazón y Jester, como todos le llamaban, no solía ir mucho a él... solo para sacarme cuando sabía que llevaba demasiado tiempo allí encerrada.

Llamé a la puerta antes de entrar. - Con su permiso, General. - Dije pidiendo permiso para entrar y le saludé como debía. - Gracias Señor. - Respondí al general un tanto nerviosa y me senté donde me indicaba.

La tensión se podía cortar en el ambiente y mientras esperaba, alisé con cuidado la falda del uniforme. Algo que odiaba más que nada. Llevar falda y esos ridículos tacones. ¿En caso de guerra tendría que ir igual? Con razón no nos querían en el ejército, nos veían más débiles precisamente porque el uniforme nos hacía serlo. Que les pusieran a los hombres falda y tacones y les hiciesen ir de marcha, a ver si aguantaban un kilómetro.

La sonrisa del general me devolvió a la realidad y le miré nerviosa a los ojos. No sabía que quería de mí y por mi mente repasaba a gran velocidad todos los casos clínicos de los últimos meses, en busca de algún error que se cometiese. Pero sus siguientes palabras me sacaron de todo aquello.

- No, lo siento, señor, no se de que me está hablando. - Respondí tras dudar unos segundos. Atlantis era algo que había escuchado a los más veteranos, aquellos que lucharon en la Guerra Mundial en los barcos de la armada, pero solo me sonaba el nombre de oídas, nada que pudiese aportar a todo aquello. Si es que era esa la palabra que usaban y no Atlanta... vamos, que no sabía de que me estaba hablando.

- Tiradas (1)
Cargando editor
13/06/2021, 20:31
Sgto. Harry Blackhorn

Lo que menos me gustaba de un cementerio era que la gente creía que allí los muertos descansaban en paz. Eso era porque no eran capaces de ver lo que yo veía, de percibir lo que yo sentía cada vez que me adentraba en uno. Había de todo, desde niños llorando por sus madres a gente gritando que se les había enterrado vivos y eso sin salir de sus tumbas... porque luego había que tratar con lo que estaban fuera.

Al menos aún era de día, lo que implicaba que toda esa actividad aún era débil para quienes descansaban allí. Para los otros, los que no tenían descanso, no importaba la luz del día o la oscuridad de la noche. Aunque claro, si su idea era aterrar a un mortal, la noche era el mejor momento de todos.

Hacía semanas que no tenía un caso que me diese algo más que unos cuantos billetes para ir tirando e ir callando un poco las bocas de a quienes debía dinero... salvo a la compañía del agua, que con un 1 dólar no me devolvería el suministro y pronto vendría el corte de luz y la patada en el trasero del casero.

Pero había tenido suerte con aquel caso. Una adolescente perdida. Algo que enseguida motivó a Bob a apuntarse al mismo. Él era quien mejor podía guiarme en todo aquello y él estaba deseando ver a esa adolescente y de seguro, estaría encantado de ponerle las manos encima si su incorporeo cuerpo se lo permitiese. Desde luego que la otra vida le sentó muy mal, pues cuando me crió y educó a mí, no le recordaba tan... necesitado. ¿O quizás era por eso que miraba de forma tan extraña a las chicas que llevaba a casa en mi adolescencia? Sería una buena pregunta para hacerle, pero quizás no me gustase la respuesta.

- Vale, Bob, estamos solos, al menos no hay vivos a la vista. Por lo demás no percibo nada. Así que sal y ganémonos el sueldo, ¿quieres? - Le hablé a la calavera que tenía entre mis manos. - Cuanto antes acabemos con este caso, antes podremos hacernos con otro... a ver si hay suerte y con este todo sale bien y la voz se corre y nos ponemos al corriente de pagos... al menos yo que necesito un lugar donde vivir... tu ya tienes el tuyo... - Veía que no salía. - Vamos Bob, o al final veo que me tengo que mudar contigo ahí dentro. - Le dije con tono más serio a la calavera, esperando que aquel que fue mi padre, cuidador y mentor en mi adolescencia, saliese de una vez a hacer su parte del trabajo.

Cargando editor
13/06/2021, 20:46
General McGrady

El general te observaba fijamente, analizando tus respuestas, las que podía oír y las que también percibía a través de gestos sencillos, como tu manera de sentarte, hacia dónde mirabas o las inflexiones de tu voz. Era su trabajo conocer a todo el que estaba a sus órdenes y nunca jamás hacía distinciones de ninguna clase, ni por raza ni por género. Para él un soldado era un soldado, indisoluble, y lo único importante era que supiese hacer las cosas bien y tuviera disciplina.

Al ver que dudabas un instante antes de responder, y que declarabas que no conocías nada de aquello, se puso en pie y empezó a pasear con ambas manos a la espalda, siempre por su lado del escritorio.

-Es un viejo sueño con el que esos mequetrefes de científicos, historiadores y estúpidos ingenuos suelen tener. Se supone que debajo del suelo que pisamos hay una especie de mundo increíble lleno de riquezas y monstruos inimaginables o algo así. Pero todavía es peor para los nazis. Toda esa historia del súperhombre les tiene totalmente obsesionados y creen que el origen de su magnífica raza aria serían un montón de dioses alienígenas o yo-qué-se qué cojones.

El general resopló, quizás para relajarse un poco, porque hablar de todo eso le alteraba sobremanera. Allí estaban ellos, al borde de una guerra que se avecinaba, y tenían que pelear no solo contra Hitler y su pandilla, como solía referirse, sino también contra tonterías como aquellas.

-El caso es que los nazis creen tanto en esto que están buscando por todo el maldito planeta cómo llegar a ella, al igual que están intentando encontrar objetos mágicos y cosas por el estilo. Sabemos que hace unos meses intentaron encontrar el Arca de la Alianza. ¡La maldita Arca de la Alianza! Pero sea cierto o no, y es evidente que se trata de una patraña, están organizándose por todos lados y ahora parece que han encontrado algo.

El general consiguió sentarse un momento para volver a hablar en un tono más formal.

-De alguna manera, se las han arreglado para averiguar cómo se llega a esa... Tierra Hueca. Y si los nazis se lo toman en serio, nosotros nos lo tomaremos en serio, ¿me ha oído, mayor? Así que se está organizando un equipo para intentar adelantárseles y encontrar... lo que quiera que haya de verdad en todo esto, y usted va a formar parte de él. Su misión será conseguir que fracasen esos malditos nazis del demonio y de lograr encontrar algo, evitar que caiga en sus manos, de cualquier manera. Y eso significa que si tiene que tomar decisiones difíciles, tendrá que tomarlas.

El general te observaba para ver cómo reaccionabas a toda la información que te estaba proporcionando. ¿Te sentías abrumada por la responsabilidad? ¿O para ti sería una oportunidad de demostrar tu valía?

-El equipo lo está formando uno de los líderes de una de nuestras ramas menos... rigurosas, por decirlo delicadamente. Preferimos que sean ellos quienes lo manejen todo y usted irá en calidad de oficial médico. Pero en realidad, tiene sus órdenes, que superan a cualesquiera que pueda darles nadie más. Cuando llegue el momento, su palabra es la ley. ¿Lo ha comprendido, mayor? 

Cargando editor
13/06/2021, 21:04
DIRECTORA

Tu voz se perdió en la inmensidad del cementerio, sin recibir respuesta alguna, como si Bob no estuviese realmente en aquel cráneo. Pero sí que lo estaba, lo sabías, te habías cerciorado antes de llevártela y aunque no lo hubieras hecho, estaba unido a ella por lo que allá donde viajara una, viajaría el otro, aunque no le gustara.

-No quiero salir -dijo finalmente Bob, desde el interior de la calavera. Tuviste que insistirle, y casi suplicarle que saliese, porque de otra manera, no lo habría hecho.

En cierta manera, dependías de él, pero también él dependía de ti, puesto que vivía bien y a salvo, y apenas le pedías cosas y nunca, nunca, de las que te dejan un mal sabor de boca... hasta ese momento, al menos.

-Está bien, saldré. Pero solo porque me caes bien, Harry. Sabes que los cementerios no me gustan nada.

Bob se materializó junto a ti, con aspecto de estar haciéndote un favor. Se colocó bien la chaqueta y fingió recuperar una dignidad que no tenía.

-Esa niña no tendría que haberse ido nunca. ¿Has pensado que a lo mejor su madre la maltrataba y por ese motivo se vio obligada a huir? No, seguro que no. En la cabeza del bueno de Harry "nunca ha hecho nada malo" Blackhorn no podría tener cabida algo así. Madres que torturan a sus hijos; hijos que abusan de sus madres. Ay, si yo te contara todo lo que he visto, oído y experimentado, desearías no estar vivo para poder sentirlo.

Al mirarte y ver que seguías metiéndole prisa, aun sin decir nada, chasqueó la boca. 

-Vale, vale. Ya me pongo.

Fingiendo concentración, juntó las manos y emitió un "Oooommmmm" que hizo que te desesperaras todavía más. Y cuando ibas a decir algo para llamarle la atención, atravesó el suelo y desapareció, como si alguien estuviese tirando de él hacia abajo.

Pasaron los segundos y el silencio te fue ponendo más y más nervioso, mientras el sol terminaba de ponerse. Bob no podía alejarse mucho de allí, pero sí lo suficiente. ¿Se habría largado?

Cargando editor
14/06/2021, 08:25
Alex Corvin

Estar en Brooklyn siempre me consolaba cuando rara vez algo lo podía hacer, pero en esta ocasión parece que el karma negativo se vino conmigo y también parte de la escoria para la que solía trabajar de Chicago. Normalmente lo habría resuelto todo tirando de revólver y acabando con ellos en un santiamén pero la situación aquí no es como las habituales, están mis padres presentes y eso lo cambia todo. Vaya si lo cambia.

- Priviet Boris. - digo tranquilamente mientras lo saludo y examino la escena detenidamente. - Veo que te has tomado la molestia de pasar a saludar a mi familia, aunque podrías habértela ahorrado la verdad. Te creía un caballero y parece que estaba bastante equivocado. 

Veo una botella de coca cola sobre una mesa, aún tiene parte de líquido. Seguramente mi padre ha estado bebiendo de ella, no sé como puede beber tanto de este mejunje pero es algo que le hace feliz. La cojo y bebo de ella hasta terminar todo el contenido. Luego miro para los matones y para Boris de nuevo.

- Entiendo que quieres poner solución al desacuerdo de nuestro último negocio juntos ¿no? Esta situación me recuerda a un duelo mexicano en el que me vi envuelto cerca de la frontera. Así que para evitar males mayores, te voy a preguntar cómo quieres resolverlo. 

Sigo con la botella en la mano para tranquilizarlo, seguramente sabe que si me llevo la mano a la cadera es que voy a utilizar alguno de mis revólveres y con ellos no suelo fallar demasiadas veces. Con la botella en la mano recuerdo cierto western que leí cuando vivía en la reserva. Se lanzaba una botella al aire y cuando caía todo el mundo podría disparar, se me está ocurriendo una idea entretenida para resolver esta situación si lo que quiere Boris es matarme. Al menos espero que tenga la decencia de permitirme poder defenderme de dos de sus matones, porque seguramente tenga otros dos escondidos en alguna parte. Eso es algo que lo que me tengo que enterar.

- ¿Solo has traído a estos dos gorilas o alguno ha ido al baño? No me gustaría llevarme una sorpresa si tengo que ir a descargar...

Miro a mis padres y les guiño un ojo, no sé si eso les animará o no pero espero que entiendan que este no es, por desgracia, mi primer rodeo. 

Cargando editor
14/06/2021, 11:56
DIRECTORA

La situación no habría sido especialmente delicada de no ser por la presencia de tus padres. Ellos estaban expuestos y claramente, debías gestionar aquella situación pensando en que no saliesen heridos aunque fuese de manera colateral. En un rápido movimiento, calculaste mentalmente las distancias y también valoraste con qué rapidez podías hacer según qué acción.

No todo estaba en la velocidad, pero sí una parte importante. La otra era saber cuándo actuar.

Con tranquilidad, sin dejar que tu preocupación apareciese en tu rostro ni en tus movimientos o gestos, te dirigiste a Boris, con respeto pero también con cierto grado de desprecio.

-La caballerosidad está sobrevalorada, mi querido Alex. Está bien para la gente normal, pero no para nosotros. Yo soy un hombre de negocios y eso significa que debo proteger mis inversiones. Eso lo entiendes, ¿verdad?

Mientras bebía lo que quedaba en la botella de coca cola, Boris caminó hasta situarse detrás de tus padres y colocó sus manos sobre sus hombros.

-Alex, Alex. Esto no es un duelo. Es una negociación. Yo hice una inversión en ti y no me la devolviste, así que a mi entender, me debes cien mil dólares. Si eres capaz de conseguirme esa cantidad, me olvidaré de todo el asunto y tus padres podrán volver a su vida normal. De lo contrario...

Boris miró de reojo al hombre que estaba a su lado, y que se abrió ligeramente la chaqueta para que vieses el arma que colgaba del cinto que había bajo su brazo.

-Pues... he pensado que podíamos arreglar esto civilizadamente. Creo que mis dos hombres serán más que suficientes para protegerme de tu nerviosismo, porque en lugar de dispararte a ti, dispararán a tus padres. Ya sabes que no me gusta armar escándalos y tener aquí a un ejército de hombres sería cuanto menos, molesto para el vecindario. En fin, son solo ideas, por supuesto, pero depende de ti. ¿Qué va a ser? ¿El dinero o tus padres? ¿O... un.. cómo lo has llamado, duelo mejicano?

Boris sonreía, seguro de que decidieras lo que decidieras, el fin de tus problemas estaría próximo, aunque al estilo ruso. Mientras tanto, tu madre luchaba por no llorar y tu padre, por mantenerse firme y no venirse abajo.

Notas de juego

Por pasos. Primero, TIRADA DE ESTAFA. Como no tienes, usarías el ATRIBUTO DE CARISMA-2, es decir, lanzarías 1 dado, contra una tirada suya de voluntad. 

Si ganas tendrías que desenfundar y disparar. Puesto que lo vas a hacer antes, te dejo la iniciativa. Entonces tendrás que tirar ARMAS DE FUEGO.

Sin embargo, ten en cuenta que son 2 o 3, así que necesitas 1 éxito por cada uno.

Cargando editor
14/06/2021, 13:51
Gareth Jenkins

Había estado pensativo desde que entró en la taberna, meciendo su barba mientras apoyaba el codo en la barra. Al parecer los parroquianos se habían percatado de su actitud y no tardaron en lanzarle las típicas pullitas, la mayoría eran unos palurdos, pero buena gente.

A mi edad dice el idiota, a mi edad puedo partir nueces con el nabo y me sobran fuerzas para aplaudiros el hocico a los dos—. Hizo una pequeña pausa mientras daba un buen trago a su pinta. —Pero si me dices donde hay una viuda rica de esas por aquí, yo encantado.

De repente escuchó una voz femenina a su espalda pronunciando su nombre, agachó la cabeza levemente, un poco arrepentido. No es que fuese un mojigato ni mucho menos, pero había cosas que prefería no decir delante de una mujer. Al darse la vuelta se encontró de frente con el cañón de una escopeta que le apuntaba, no tenía ni idea de que estaba pasando, pero no podía ser bueno.

Pero que cojo..., tranquilícese señorita— dijo mientras levantaba muy despacio las manos. Ha su edad había visto muchas cosas y era capaz de mantener la calma en las situaciones complicadas, o al menos de aparentarlo—No sé a qué viene esto, pero sin duda es un error.

Cargando editor
14/06/2021, 14:32
DIRECTORA

Mientras todos te dejaban solo en la barra, la mujer se acercaba un poco más a ti, hasta encontrarse a la distancia suficiente como para volarte la cabeza de un balazo y desperdigar tu cerebro por todo el bar, aunque no tanto como que pudieras sentir el frío metal del arma en tu piel.

Sus ojos no eran para nada fríos y te miraban fijamente como si solo hubiese un objetivo para ellos. Si se había equivocado, desde luego no era consciente de ello porque parecía determinada a matarte. Sus manos aferraban firmes la escopeta y sus piernas parecían haber encontrado la tensión necesaria para no moverse ni un ápice.

-¿Un error? Sí, supongo que es un error. Usted entonces no es el Gareth Jenkins que estaba al cargo de la seguridad de la mina de Aberfan en donde mi marido perdió la vida, ni tampoco es el mismo que firmó el informe en el cual se especificaba que las galerías cedieron a causa de una falta de precaución adecuada por parte de los mineros. Supongo que también es un error que mis hijos no vayan a volver a ver a su padre y que yo no tenga dinero suficiente para pagar la casa. Son cosas que pasan.

-Oiga, señorita, no se ponga nerviosa. Este hombre no ha hecho nada de eso. Los accidentes pasan todos los días. Todos sabemos cómo son las minas -dijo uno de tus compañeros, intentando tranquilizar los ánimos.

La mujer desvió su atención hacia el hombre y acto seguido, disparó, haciendo estallar la pinta en miles de pedazos de cristal. Todos los que estaban en el bar retrocedieron aún más, dejándote a solas con ella.

-¿Alguien más quiere decir que la muerte de mi marido fue un accidente? Un accidente es lo que sucede cuando cruzas la calle sin mirar si vienen coches, o cuando tropiezas y te caes a un río y al no saber nadar, te ahogas. Pero si el diseño de las galerías prima la obtención de carbón antes que la seguridad y los turnos son tan largos que el agotamiento de los trabajadores les hace cometer errores... eso no es un accidente. Es un crimen, igual que el que yo voy a cometer de un momento a otro.

La mujer volvió otra vez a apuntarte.

Notas de juego

¿Qué haces? XD

Cargando editor
14/06/2021, 15:29
Nikolai Vladiminovich

Estaba tan concentrado en el libro que no me di cuenta de que alguien se iba acercando lentamente hacia mi. Primero fue un crujido lo que me hizo despegar la cara de la hoja que leía detenidamente. Miré a un lado de la sala y luego al otro, pero no divisaba a nadie. Proseguí con la interesante lectura. Hacía algunos meses que había encontrado el libro, pero cada día que lo ojeaba me fascinaba más y más. Todas sus páginas, cada párrafo, cada dibujo, transmitían sabiduría y poder. Poder para crear todo tipo de pociones, cataplasmas o bálsamos que curaban enfermedades, o las causaban. Era sorprendente y alucinante.

De nuevo otro ruido me sacó de la lectura. Supuestamente no debería de haber nadie en la biblioteca, ya que se habían ido todos los profesores y alumnos. Volví a mirar hacia los lados y no había nadie, pero al girarme a mi espalda, vi una figura que se acercaba hacia mi con los brazos extendidos. Pegué un brinco que me hizo levantarme de la silla y maldecir en mi idioma natal, apoyando la espalda en la mesa en la que estaba.

-"Проклинать!" (¡Proklinat!)*

Aunque la sala estaba en penumbra, ya que solo estaba iluminada por unos cuantos farolillos que había encendido, podía distinguir a la persona que venía. Era el profesor de medicina, Alan, al cuál conocía de algunas charlas acerca de remedios para ciertas enfermedades. Sangraba por la boca y estaba pálido como la leche. No parecía él mismo, era como una especie de zombi. Me di la vuelta rápidamente y cerré el libro, que era tan importante para mi, llevándomelo al pecho y abrazándolo con ambas manos. Con gran velocidad di la vuelta a la mesa, dejando ésta entre la figura y mi persona.

-"Buenaz nochez profezorrr Alan. Veo que no ze encuentrrra demaziado bien. ¿Quizá ze ha pazado con loz eztimulantez de loz que hablamoz el otrrro día? Zi no le imporrrta, me guztarrría que ze parrrara inmediatamente y me dijerrra qué hace aquí a eztaz horrras." Dije observando su lento caminar.

La lamparita que había colocado encima de la mesa para poder leer bien daba luz en un radio de pocos metros. En cuanto Alan llegara a él, podría verle mejor el rostro y saber cuáles eran sus intenciones. En esta universidad ya no me sorprendía nada, la verdad, viendo lo que se estudiaba en muchas de sus aulas...

Notas de juego

¡Vaya! Me encantan la imágenes de Miskatonic y la mía, que me has sacado más guapo. Voy a intentar llevar un personaje bastante serio, dado su carácter y lo que ha pasado el pobre. Siento no hacer un megatrasfondo como mis compañer@s o maquear más el PJ, soy un paquete en ello. Iré desarrollando su personalidad a lo largo de la aventura, según me vaya metiendo en su cabeza y me venga la inspiración. Últimamente he llevado PJ alegres y divertidos y tengo que cambiar el chip.

Algunas veces pondré algún comentario en ruso, con la pronunciación entre paréntesis, y en Notas pondré su traducción. Además, aunque quede mal, cuando hable en inglés, para darle un acento ruso bien marcado, cambiaré las S por Z y las R las arrastraré al hablar, poniendo tres RRR. Es la forma que se me ha ocurrido para dar el acento ruso. Si conoces otra manera mejor, házmela saber, please.

*¡Maldición!

Cargando editor
14/06/2021, 17:46
Director

Notas de juego

jajajaja Gracias. Puedes usar la imagen si quieres en lugar de la que tienes :P

No tienes por qué hacer un megatrasfondo. Lo básico para darle personalidad y ya ir desarrollándolo durante la partida, así que sin problemas. 

En cuanto al idioma, perfect, me parece guay!!!

Cargando editor
14/06/2021, 17:48
DIRECTORA

Era fácil estar absorto en aquel libro, tanto que incluso el mundo entero parecía haber desaparecido a tu alrededor. Aquella universidad disponía de una biblioteca considerable, pero aquel libro era el único que te interesaba. Era sencillaente fascinante. Para cuando te giraste, Alan estaba ya a unos pocos pasos.

A pesar de tu desconfianza, y del aspecto tan extraño que tenía, te dirigiste a él con naturalidad, intentando establecer una comunicación efectiva. Conocías lo suficiente el inglés como para desenvolverte adecuadamente y expresar con bastante eficiencia lo que deseas decir.

Tras hablarle, el profesor abrió la boca, dejando escapar un poco más de sangre, como ésta se encontrara en su boca y no pudiera descender por la garganta, escogiendo así el único otro lugar disponible, el exterior. A pesar de todo, pareció mover los labios para balbucear algo.

-Blublbulublublubublublubchiksfhs -dijo, o algo así, mezclado, no agitado, con la sangre que manaba de su boca.

Cuando llegó hasta donde estabas, pareció ponerse más nervioso y sus zancadas se alargaron, al tiempo que lo hacían también sus brazos y él, pasaba a moverse más deprisa.

Al ver que no conseguía atraparte, apretó la mandíbula y su rostro adquirió gesto de rabia. Entonces pudiste verle con mayor claridad. Tenía las ropas manchadas de sangre y de haber sido un animal, habrías incluso dicho que estaba rabioso.

Rabioso o no rabioso, o enfermo de cualquier cosa, el caso era que estaba a un paso de ti, con los dedos apuntándote como garras y los dientes castañateando como si quisiera morderte.

Claro que lo mismo era que tenía frío y estaba pidiéndote ayuda. 

En esos momentos, eras el único que se encontraba en la biblioteca, por lo que no había nadie más a quien pedírselo y Alan siempre se había portado bien contigo. De hecho, era gracias a él que estabas en Miskatonic. Había apostado por ti cuando otros ni tan siquiera se habían atrevido a recibirte. Le debías estar allí y tener una nueva en ciernes.

Notas de juego

¿Qué haces?

Cargando editor
14/06/2021, 20:03
Jack Colton
Sólo para el director

Había sido un error regresar a la habitación. Debí caer en la cuenta de que podían haberme encontrado, como así había ocurrido, y que todo lo que había conseguido quizás no sirviese de nada. Bill era, además de un asesino, un rastreador magnífico. Siempre que Lonnegan quería encontrar a alguien, le encargaba a él el trabajo, puesto que era el mejor.

Habíamos coincidido muchas veces, y de alguna manera, siempre había sabido que tarde o temprano, vendría a por mí.

-No tanto, Bill. No tanto -le dije, sacando un cigarrillo y encendiéndolo con mi zippo.

-Ya suponía que estaba disgustado, pero sabes que nunca se me ha dado muy bien eso de quedarme para recibir mi merecido.

Bill se echó a reír.

-Sí, es una mierda, ¿verdad?

Sí, lo era. Y mientras hablábamos, pensaba en una manera de salir de allí.

-¿El uniforme? Pues... estaba preparando una pequeña estafa con unos soldados. Creo que me aprovecharé de sus buenas intenciones, así que me he buscado uno de segunda mano.

Bill tocó mi solapa y pareció dar su visto bueno.

-Me gusta. Tiene clase.

Aquello era lo último que iba a entretenerme. Ahora solo me quedaba correr, y correr rápido, muy rápido, y poder perderme entre la gente.

-Lo siento, Bill -me disculpé, antes de lanzarle el cigarrillo con sendos dedos, al rostro, y darle un puñetazo en la barbilla.

- Tiradas (2)
Cargando editor
15/06/2021, 10:24
DIRECTORA

Bill no se esperaba el puñetazo, por lo que no fue capaz de esquivarlo y al recibirlo, terminó chocando de espaldas contra la pared y deslizándose por ella hasta quedarse sentado, más confundido que dolorido, puesto que no era la primera vez, ni tampoco sería la última, que recibía un golpe.

Mientras agitaba la cabeza para aclararla, vio como Jack atravesaba la ventana en dirección hacia la salida de incendios y también, a la vez, como las puerta se abría debido a la patada que uno de los hombres que había venido con él, le daba.

-¡Por la ventana, deprisa! -logró decirle Bill.

Mientras tanto, Jack llegó hasta la escalera de incendios. Ahora podía bajar a la calle, aunque tenía a uno o dos gorilas detrás de él y seguramente disparándole sin parar. Pero no tenía tiempo que perder. Era ir arriba o abajo, y desde luego, saltando y esquivando, lo que ya había hecho en tantas ocasiones que no suponía un problema.

Mientras corría (no digo la dirección para dejártela a ti) para quitarse de en medio, el gorila que iba con Bill se asomó, apuntó y apretó el gatillo una vez tras otra en dirección a Jack, que se movía como una gacela intentando escapar de un leopardo.

Pero aquel asesino sabía lo que hacía y Jack tendría que ser más hábil si quería escapar con vida de una situación que él mismo se había encargo de crear.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Tendrás que superar con atletismo la tirada.