Las explicaciones de la vieja eran claras y concisas. No me dejaba duda alguna ni nada que rebatir. Eso era bueno para ambos, pues así descansaría un poco de tanto hablar y podría salir de allí ya. Pero lo que ocurrió en aquel lugar segundos después de hablar con ella, me dejó sin aliento.
Un espíritu. Ella era un espíritu. Miré a Bob, él debía saberlo todo este tiempo. Se reconocían entre ellos. Era algo que él mismo me había enseñado. Pero si solo se hubiese desvanecido ella... de golpe todo comenzó a esfumarse, mesa, sillas... Si había estado sentado en una de ellas, ¿cómo era posible? Las paredes y los cuadros en las mismas.
Entonces fue cuando comencé a ver la habitación contigua, donde todo se iba esfumando ante mis ojos y dejando paso a la realidad. El interior de una cripta con varias tumbas en ella. Volví a mirar a Bob en silencio. Estaba claro que buscaba respuestas. Mi silla resultó ser una tumba más y la mesa, donde había dejado mi tarjeta y el cráneo de Bob, otra. - Y sigo sin entenderlo...
Miré a la chica, aún aturdida en el suelo. - Vale, nos vamos. Lo único que tengo claro es que tengo que llevar a esta chica a su casa e ir a esa dirección. Mi madre me necesita. - Cogí mi tarjeta de visita. No me sobraban y no era para irlas tirando por ahí. Luego la calavera de Bob y le miré antes de depositarla sobre el cuerpo de la joven, a quien iba a cargar a pulso y sacarla de allí para meterla en mi coche y llevarla a su casa.
- Bob... tú mismo lo has dicho. Esto va a ser peligroso. Nos vamos a colar en ese sitio a ver que averiguamos y... luego decidirás si vienes o no. Esta vez no voy a obligarte a nada. Dejaré pagado el alquiler y ocultaré tu cráneo en casa si no quieres acompañarme. Es mi madre y ella... no puedo dejarla donde esté. - Dicho esto, dejé su calavera sobre el cuerpo de la adolescente y la cogí por la corva de las piernas y por la espalda, apoyando como pude su cabeza contra mi pecho. Y con ella así, salí de aquel lugar, el cual no era lo que había visto y vivido minutos antes.
¿Realmente aquel hombre moriría de un disparo en un espacio de tiempo relativamente corto o formaba parte todo de aquella ilusion? Y la joven... ¿se comportaría como una devoradora de hombres al despertar o sería un simple adolescente, buscando su lugar en el mundo? Esperaba que se despertase ya en su casa y no en mi viejo coche.
Conduje hasta su casa, dejándola tumbada en el asiento de atrás y llamé a la puerta, indicando a su familia que la joven estaba bien, algo aturdida, en el asiento de atrás de mi coche. Había ocultado la calavera de Bob en el mismo, no me gustaba que me preguntasen por ella y menos que se viese demasiado. Tras cobrar lo acordado después de dejar a la joven en su casa, en el sofá del salón, vi como empezaba a despertar. Nuestras miradas se cruzaron un momento y vi como me guiñaba un ojo. El gesto me hizo sonreír sabiendo que estaba fuera de su alcance ya.
Subí al coche. Bob estaba sentado de copiloto. - Bueno, pues ya sabemos cual es nuestra nueva parada. Creo que esta vez dejaré "tu casa" en la mochila. Me suena que ese lugar estará lleno de gente y nos vamos a colar en él. Más bien, nos voy a colar en él... y, mejor que no te vean... el cráneo. A ti ya sé que no te verán si no quieres. - Dicho esto, arranqué el coche y me fui directo a aquella dirección, dándole vueltas aún a lo ocurrido en la cripta pero con una cosa clara: mi madre estaba por encima de todo. Aún siendo solo un espíritu, no iba a dejarla sola más tiempo.
Rick no era solamente quien me cuidaba en las misiones. Era mi fuente de inspiración, mi mayor apoyo. Era ese hombre que siempre estaba a mi lado cuando le necesitaba y cuando creía que no, también le tenía ahí. ¿Cómo iba a dejar de amarle y era el centro de mi vida al final? La única manera de haberle olvidado, si es que se hubiese dado el caso, hubiese sido que me destinasen a la otra punta del mundo y él no me hubiera seguido, pues yo no le hubiera reclamado. No porque no le hubiese querido tener a mi lado, claro que no. Sino porque él tenía a su hermana y ya tenía más que yo.
Pero esa noche me estaba demostrando que, sin saber nada de lo que sentíamos el uno por el otro realmente, hubiese ido conmigo al mismísimo infierno si aquel hubiera sido mi destino. Y ahora que sabía que la amaba, hasta que punto era importante para él, quería demostrarle lo que sentía por él, traspasando todas las barreras que tenía y la principial, era aquel acto con su miembro en mi boca.
Seguí ascendiendo y descendiendo por él, al tiempo que sentía sus manos sobre mi cabeza y le miraba de vez en cuando, con vergüenza en mis ojos, pero complacida al saber que estaba disfrutando tanto con aquello. Y simplemente por su disfrute, sentí como ese asco inicial se iba perdiendo y a mí me iba gustando y estimulando más hacerle aquello. Jamás había imaginado que le haría aquello a nadie y menos aún a él, pero ahí estaba, jugándome todo a una carta... esa que decía que o le ganaba esa noche para siempre o le perdería para la eternidad.
Sus jadeos, sus movimientos, me hacían entregarme más a él, hasta que sentí que retiraba su miembro de mí y con dulzura me sostuvo la cabeza. Le sonreí frente a aquellas palabras. Íbamos a ser solamente Sarah y Rick, pero eran nuestros rangos lo que afloraban, quizás usándolos para ocultar tras ellos los nervios y la vergüenza del momento. Me retiró hacia un lado y sentí la fuerza de su cuerpo llevarme a su lado, porque yo estaba segura de que iba a hacerlo, pero fue él realmente quien me colocó a su altura y eso me excitó aún más y el morbo subió al sentirme indefensa ante él durante unos instantes.
Le besé con pasión. - Tiene usted el mando teniente. Confío en que sepa donde se mete...- Le susurré divertida con aquel juego y le volví a besar, para separarse de mis labios e iniciar su viaje por su cuenta. Comenzó a descender por mi cuerpo, a la vez que lo ignoraba. Yo le miraba con sorpresa sin entender que pasaba, hasta que le sentí retirar mi ropa interior y se me escapó una pequeña frase, en un susurro, de mis labios. - ¿No irás a...? - Y cuando le vi mirar mi sexo con deseo, entendí que sí, que iba a hacerlo.
Su lengua me saboreó al tiempo que me hizo gemir de placer. No sabía si era la primera vez que hacía aquello o no, pero para mí si era la primera y estaba siendo excitante y única. Tanto, que no tardé en comenzar a retorcerme en la cama al compás que Rick marcaba con se lengua. - ¡Oh Rick! - Exclamé completamente excitada y aferrándome a las sábanas con fuerza, para luego lanzar mis manos a mis generosos pechos, los cuales reclamaban atención y apretarlos conforme el placer que el teniente estaba levantando en mí.
Podía sentir mis pezones endurecidos y mis jadeos y gemidos eran cada vez más altos, mi respiración se entrecortaba y Rick no se detenía. Estaba claro que no era la primera vez que hacía esto, pero también que yo no era ajena a lo que me iba a pasar en unos instantes. Y es que no había habido hombre en mi vida que hubiese llegado a llevarme a ese extremo, pero gracias a la medicina aprendí que había una enfermedad en las mujeres, llamada histerismo y se explicaba muy bien como debía tratarse. De hecho, recordaba perfectamente esa clase en especial, pues cuando se explicó, todas las miradas de los hombres con los que compartía clase se posaron sobre mí. Una clase que practiqué conmigo misma en la soledad de mi habitación y descubrí por mi misma lo que era un orgasmo... aquello que Rick estaba a punto de conseguir.
Mi mano se puso por inercia sobre su cabeza y mi respiración entrecortada me permitió rogarle por más. - No pares, Rick... - Gemí retorciéndome de placer entre sus labios. - Solo un poco más... - Y mi mente le imaginó penetrándome en ese momento y mi cuerpo no aguantó más. Grité de placer como jamás lo había hecho y es que la intensidad de aquel orgasmo no la había tenido nunca. Mi cuerpo se tensó durante unos segundos y me relajé de golpe, sintiendo como me estremecía de placer. Aún con mi sexo palpitando le miré a los ojos, jadeante y sudorosa. - Te quiero dentro de mí... quiero sentirte en mi interior ya, teniente. Quiero que sientas lo que has logrado antes de que se esfume... - Le dije con la respiración entrecortada y aún sintiendo aquel palpitar.
Quería sentir su cuerpo sobre el mío, tenerle dentro y besarle, para recuperar el aliento con él sobre mí e iniciar un nuevo y excitante asalto, donde él pudiese descargar la presión de su cuerpo. - Solo piensa en una cosa al final... si quieres o no que tengamos hijos... quizás este sea el mejor momento para empezar a buscarlos... - Y con eso le di permiso para terminar donde quisiera, sin temores y sin miedos. Yo no quería a otro hombre que no fuese él y quería una familia a su lado. Ya no era una jovencita y pronto me marchitaría por dentro y si queríamos tener descendencia, no podíamos perder más tiempo.
Ya perdimos demasiado en declararnos nuestro mutuo amor. Era momento de empezar a crear nuestra propia vida.
Era ridículamente curioso como la razón pierde ante los impulsos en situaciones que la adrenalina bombea con tanta fuerza a cada rincón del cuerpo, parece que lo apurase a cometer una imprudencia cuando el resto de sentidos están fijo en cómo alcanzar la ventana y salir corriendo y sin embargo no fue eso lo que el cuerpo de Marion llevo a cabo.
Cuando quiso darse cuenta o su mente fue consciente de la estupidez los cañones de las armas que empuñaban aquellos malnacidos apuntaban a su figura y justo cuando cerraba los ojos en una mueca cómica a la espera de convertirse en un colador todo termino. Apretando los dientes y medio encogida hacía un lado, como si eso sirviera de algo, abrió un ojo curioso para de manera pausada recuperar la compostura viendo como los hombres que instantes antes la amenazaba eran encañonados por dos desconocidos. Y sí, sintió una gran satisfacción al verlos así, aunque no tanta ante la visión celestial de sus salvadores por quienes no decidía a quien montaría primero en agradecimiento. Claro que no tenía porque escoger ¿no?
-Caballeros – saludo a ambos con esa sonrisa endiabladamente resplandeciente expresando su gratitud - ¡oh! Mi héroe – se adelanto tomando el medallón de la masculinas manos del hombre – Gracias, no sé cómo podre agradecérselo – añadió deslizando sus dedos sobre la piel de la mano de este al tomar el medallón sin dejar de mirarlo a los ojos
Qué suerte la de ella. No había sido un rescate fortuito si no que o bien iban en su busca topándose con la situación o bien habían seguido a sus atacantes, aún así seguiría agradecida por su aparición que le había salvado la vida. La pizpireta Marion no perdió el ánimo ante tal revelación, al contrario su espíritu se alzo aún más.
-estoy a su entero servicio, caballeros – dijo ladeando el rostro con un pestañeo insinuante – y al del gobierno también, por supuesto ¿serán ustedes mi escolta hasta New York? – se intereso sin dejar de estudiarlos de pies a cabeza mientras recogía su bolsa guardando el ella el medallón, el revólver, así como asegurándose que en su interior se encontraba el extenso y minucioso diario que contenía su investigación de la Tierra Hueca
El resto era secundario, imaginaba que podría empacar un par de cosas más que tenia por la oficina en caso de un viaje inesperado, aunque pensaba sacar a sus salvadores la mayor cantidad de información posible antes de sugerir un paseo escolta a sus dormitorios para recoger algunos enseres más y lo que pudiera obtener de ellos.
-¡oh! Solo una cosa más…- dijo recuperando la vertical con la bolsa al hombro y dirigiéndose a la salida, donde se paró a una prudente distancia del cuerpo del buen Doctor* propinándole una señora patada que le hizo doblarse sobre sí mismo – lista, caballeros – se volvió apartando su rojiza melena con satisfacción y una sonrisa lobuna de pura diversión en los labios
*Deduzco que Szull esta en el suelo también y por eso tienen el medallon. Si no da la patadas a los soltados y tan campante.
Perdona la tardanza me han tenido de aqui para alla pero ahora que mi padre ya esta operado y lo mandan para casa hoy la cosa sera mas tranquila hasta que regrese el viernes que viene a UK ^^
Está en el suelo, patada más que merecida, y por supuesto, innecesarias disculpas. Ya te dije que tardaras lo que te hiciese falta y que llegado el caso, ya entrarías cuando pudieras de cualquier manera. Así que perfect!!!!
Llegas muy a tiempo, que el nuevo hilo acaba de empezar.
Cuando el sexo era honesto y se basaba en mucho más que en un simple escarceo, era fácil sentirse encumbrado, como si se alcanzase la cima de una montaña cuya escalada hubiera costado sangre, sudor y lágrimas, si bien en aquel caso, había supuesto sobre todo, muchos momentos de simple desesperación y tristeza, el pensar que el futuro que aparecía ante Rick era sobre todo, solitario y sin corazón.
Rick se movía con habilidad, pero sobre todo, procurando ser sincero para entregar placer a una mujer a quién amaba profundamente, tanto que no era capaz de imaginarse con otra persona que no fuese ella, y no dedicar su vida a hacerte feliz en cuanto pudiera, y no solo en lo militar. Ahora cada segundo que pasara a su lado sería diferente, pues la conexión creada en tan solo unos instantes, cuando ambos os mirasteis a los ojos antes de aquel primer beso, era algo tan poderoso que nada en el mundo podría romperlo jamás.
Los movimientos de Rick se hacían cada vez más intensos y tu voz entrecortada por los gemidos, lo empujaba a continuar igual, para lograr que alcanzaras el orgasmo. Cuando sintió que tu cuerpo se tensaba y que gritabas, a la vez que tus muslos se contraían y tus manos se agarraban a ti, supo que al fin lo había conseguido, aunque siguió un poco más, hasta que todo tu cuerpo se relajó. Entonces, Rick elevó la mirada para contemplar aquellos ojos de los que estaba enamorado.
-Lo único que podría ser igual de maravilloso que tú es tener un hijo o una hija contigo -le dijo, tras escuchar tus palabras, y acto seguido, sin pensárselo dos veces, se alzó entre tus piernas y se colocó justo encima, en la posición más habitual. No hizo falta ningún esfuerzo adicional pues su miembro, erecto y casi a punto de explotar, se deslizó con facilidad entre los pliegues de tu sexo, sin dejar de mirarte y soñar despierto.
Una vez dentro, empezó a moverse a un ritmo pausado, pero no fue capaz de mantenerlo durante mucho tiempo, porque había alimentado demasiado la voracidad de su hambre y ahora había llegado el momento de satisfacerla, así que en cuestión de segundos, su ritmo se volvió casi frenético y antes de que pudiera hacer o decir mucho más, sintió como se dejaba llevar. Su cuerpo se contrajo con fuerza y sus embestidas se volvieron poderosas mientras se producía el tan ansiado orgasmo.
Rick gritó como no había hecho en mucho tiempo, o quizás nunca, al pensar sobre ello, porque cuando había estado con otras mujeres, no había logrado ni la mitad del placer que contigo, dado que lo que le unía a ti iba mucho más allá. Con otras mujeres solo había satisfecho una necesidad física, que no difería gran cosa de comer o dormir. Pero yacer contigo era todo cuanto había deseado siempre; era un sueño hecho realidad.
Cuando por fin sintió que no quedaba nada más por expulsar, se dejó caer con suavidad sobre ti, besándote con ternura, y abrazándote como si jamás lo hubiera hecho.
-Te quiero, Sarah McDuncan. Quiero tener hijos contigo, formar una familia y vivir contigo para siempre. Así que en cuanto terminemos esta misión, no volverás a saber nada del Teniente Heatherly, te lo prometo.
Para un hombre que no conocía más que el ejército, aquel era el mejor regalo que podía hacerle, pues acababa de prometerle que dedicaría toda su vida a ella y que su lealtad no estaría nunca jamás entre dos banderas, porque a partir de ahora, solo habría una: la tuya.
Pues termina con ello, Mayor ;)
Creí que me había pasado con mi proposición de tener un hijo con él, que ese no era el mejor momento. Pero ya lo había dicho. Además, como se solía decir, a mí se me estaba pasando el arroz. Debíamos empezar ya... quizás sonase todo muy precipitado, pero se podía decir que habíamos mantenido un noviazgo sin saberlo ninguno de los dos, desde que nos conocimos en Rusia. Quizás él si hubiese estado con mujeres en aquel tiempo hasta hoy, pero yo había sido incapaz de estar con ningún hombre. De hecho, si no había dejado ya la vida militar y comenzado una como civil, era porque él estaba a mi lado y eso me ataba a aquel mundo.
Así que cuando me respondió aquello, no pude más que mirarle feliz y besarle en los labios. - Tendremos todos los que quieras. - Le susurré, siendo el claro indicativo de que podía terminar donde quisiera y ya que los dos queríamos descendencia, era evidente el lugar donde tendría que acabar para engendrar una nueva vida.
Me sentí feliz al sentirle sobre mí y no pude evitar estremecerme de placer al sentirle entrar dentro de mí con aquella facilidad. Le besé los labios y el cuello, al tiempo que mis manos se deslizaban por su espalda y descencían a su trasero, una parte de su anatomía que me moría por tocar desde hacía demasiado tiempo. Mis manos se aferraron a sus nalgas y podía sentirle como nunca sentí a otro moverse dentro de mí. Mis gemidos fueron en aumento y sentía como me desataba de nuevo.
Entonces Jester comenzó a moverse con más velocidad y mis manos se aferraron a su espalda. Mis gemidos pasaron a ser gritos, mientras que mis piernas se cerraban sobre las suyas, no queriéndole dejar escapar. Mi sexo estaba tan sensible que para mí era imparable lo que estaba haciendo. - Dios, Rick... eres increíble. - Le susurré excitada de nuevo, acoplada a él como un guante. Y es que parecía que habíamos nacido el uno para el otro.
Y cuando mi amado tensó su cuerpo y le escuché gritar, supe lo que ocurría. Me abracé a él con fuerza y alcé mi pelvis para tenerle completamente dentro de mí. - Te amo. - Le susurré en medio de aquel orgasmo, dos palabras que no supe si llegó a escuchar, pero que salieron de mi corazón al sentirle así por primera vez conmigo. Luego le libreré y me relajé en la cama, viéndole terminar mientras mi mano acariciaba su rostro, completamente enamorada de él. Y se dejó caer sobre mí y sus besos me supieron a gloria y me sentí feliz entre sus brazos. Le miré a los ojos cuando me dijo que me quería y cuando fui a responderle, me di cuenta de que aún tenía más que contarme.
Ser militar era lo que más amaba Rick en esta vida y que me dijese que iba a dejar el ejército por mí me dejó muda. Era la mayor prueba de lo que sentía por mí. Le miré a los ojos nuevamente. - Los dos dejaremos la vida militar entonces, porque para mí no existe sin ti en ella. Y con hijos de por medio... - Le sonreí, había llegado el momento de relajarse, sincerarse y descansar. - ... puedo trabajar en un hospital, ya sea como doctora o enfermera... y te pediría que no dejases lo que más amas por mí, pero sabiendo como sé que en breve entraremos en guerra con los nazis... prefiero que ambos estemos alejados de todo eso mientras podamos. Ya hemos demostrado que amamos a nuestro país. Ahora es el momento de demostrar cuanto nos amamos el uno al otro. Por eso no insistiré en tu decisión... porque te amo demasiado como para dejarte a ir a Europa sin mí.
Y volví a besarle con ternura y le sonreí después. - Espero que hayas descansado algo esta tarde, Rick... porque te aseguro que esta noche, no vas a descansar nada. - Y le miré traviesa para volver a acariciar su cuerpo y besar su piel, demostrándole así que aquello era el preludio de los que nos esperaba.
Y así ocurrió. El deseo y la pasión nos llevaron a una noche de risas y sexo sin tregua, donde las conversaciones quedaban para los momentos de descanso. El amanecer nos pilló dormidos, abrazados desnudos el uno al otro. La tenue luz de la ventana dio de lleno en mis ojos y eso me hizo despertar. Miré un rato a Rick dormir, antes de irme a la ducha. No habían dudas ni remordimientos por lo ocurrido, solo ilusión y esperanza. Al salir de la ducha le desperté, nos daba tiempo a que se duchase, desayunar en un bar y que se fuese a casa a cambiarse de ropa. - Iré a recogerte con un coche oficial a casa para ir a la reunión. Espero que no se retrasen o me lamentaré por no haber aprovechado este tiempo y repetir una vez más.
Y tras el breve desayuno, donde todo fueron sonrisas y miradas cargadas de complicidad, le acompañé a su coche y nos besamos por última vez. Subí de nuevo a mi casa y me puse el uniforme para ir a la reunión, me arreglé y acabé nerviosa y enfadada al ver que el coche no llegaba a su hora. Tras reprender al soldado, que alegaba haberse perdido en la ciudad, le guié hasta casa de Rick, donde recogimos al teniente y nos fuimos al lugar de la reunión, siendo esta vez Jester quien le indicó el camino al soldado.
No había nada más molesto para mí que no ser la primera en llegar y gracias a que nos habían puesto a un soldado que no conocía la ciudad de conductor, sabía que no llegaría la primera. Al menos tuve el consuelo de que con disimulo, pude acariciar la mano de Rick dentro del coche, porque el soldado estaba tan pendiente de lo que tenía delante y de no equivocarse más que no nos prestó atención en todo el viaje. Algo que no sabía cuando podría volver a repetirse.
Genial, perfectamente enlazado.
Fin del Prólogo.