Antes de que cualquiera de vosotros pudiera dar una respuesta a todas las preguntas que se estaban formulando, pero sobre todo a por qué no había tierra o donde estaría, visteis que encima de vuestras cabezas, sobre el cielo, había una especie de neblina espesa... y una densa capa de roca cubriéndola. O estabais boca abajo y de repente el suelo se encontraba sobre vuestras cabezas... o efectivamente os encontrabais dentro de la Tierra Hueca.
De lo que no os percatasteis tanto era de que el Sol no parecía comportarse como tal, sino que estaba fijo en un punto y no se movía. Erais vosotros quienes os acercabais a él. Únicamente Nikolai y Astrid se percataron de ello. Para ambos, aquel no podía ser el Sol sino alguna otra cosa que hacías las veces de, y a medida que la nave iba desplazándose y acercándose, os quedó mucho más claro de qué se trataba.
Tierra.
El Sol que veíais, únicamente podía ser alguna clase de fuego que surgía de la Tierra que dentro de poco aparecería bajo vuestros pies, aunque únicamente el ruso y Astrid eran capaces de darse cuenta de que efectivamente, aquel lugar era la Tierra Hueca que habíais perseguido y a donde por fin, habíais llegado.
Para todos los demás, se trataba de un Sol que surgía de un horizonte extraño y diferente.
Rick no era capaz de percibir gran cosa, pero aunque no lo pareciera, estaba demasiado preocupado por Sarah y Bennet. En cuanto a Colton, parecía no tener ganas de mirar las cosas con demasiado detenimiento. Era mucho más divertido lo que había dentro de la nave.
Dejo un turnito más de conversaciones ;)
De nuevo ignoré por completo a Bennett para dar respuesta a Jester.
-El 80% de la superficie del planeta es agua, teniente. Si de repente apareciéramos en medio del Pacífico, también nos parecería que no hay nada más que agua. Eso no significa que la tierra firme no exista.
Me volví para mirar a los demás.
-Según el diario de Fraenkel, él y mi padre estuvieron seguros, al llegar a este lugar, de que se encontraban en el interior de la propia tierra. Ellos partían de informaciones previas, que no pude rastrear. Pero sí he pasado años investigando las teorías que, desde hace siglos, hablan de la existencia de un mundo en las entrañas del mundo, la Tierra Hueca.
Las mitologías de innumerables culturas antiguas hablan de mundos subterráneos, poblados por seres monstruosos y gentes de grandes poderes mágicos. Los antiguos celtas irlandeses hablan de los Tuatha Dé Danann, un pueblo de gran sabiduría al que veneraban como dioses y que después regresaron a su reino debajo de la tierra. Mis antepasados vikingos también creían en mundos subterráneos como Nidavellir y Niflheim. Los nativos Muscogee del área del Mississippi aseguran que sus ancestros emergieron del interior de la tierra provenientes de un mundo subterráneo. Para los hindúes, ese mundo se llama Patala; para los antiguos Mayas era Xibalba, y para los nativos de las islas Trobriand, Obukula. En Europa le daban el nombre de Averno, Hades o Agartha. Creo que todos esos mitos hablan de un mismo lugar, el lugar en el que nos encontramos ahora mismo.
Y las teorías no se basan solo en antiguos mitos. Ya en el siglo 17, Kircher teorizó con la existencia de una complejo sistema de cavidades y de un canal de agua que conecta los polos. Y en esas fechas también Edmund Halley, el descubridor del famoso cometa, conjeturó con que el planeta tierra era un cascarón hueco que contenía esferas huecas interiores en las que también se podría desarrollar la vida. Y el matemático Leonhard Euler proponía que la tierra era completamente hueca por dentro, y su superficie cóncava interior estaba igual de poblada de vida animal, vegetal y humana que la exterior, con un sol formado por el núcleo del planeta, una esfera flotante que daría luz y calor a ese mundo subterráneo.
John Cleves Symmes apostaba por un modelo similar, y calculaba que el grosor de la corteza del mundo era de unos 1300 kms, con aberturas en los dos polos, donde la corteza sería más delgada, y afirmaba que esas aberturas se podían usar para entrar y salir de la Tierra Hueca. Quizá fueron sus estudios los que siguieron Fraenkel y los demás del Águila, no lo sé.
Sea como sea, creo que es ahí donde estamos ahora, en el interior del mundo. No sé qué reglas imperan aquí, ni como esto llega a ser posible según las leyes de la ciencia, pero si la presencia de Jack a nuestro lado nos dice algo es que esas leyes no son tan fiables como creíamos hasta ahora.
En cuanto a lo que vamos a encontrar... Este es un mundo totalmente nuevo e inexplorado. Terra Incognita. Los diarios dicen que creían haber viajado al este después de entrar, y que al hacerlo encontraron islotes y tierra firme cubierta de vegetación. Y también animales peligrosos, especies primitivas que en el mundo de la superficie se extinguieron hace millones de años. Pero la verdad de lo que se encuentra en esta Tierra Hueca solo hay una manera de descubrirla. Explorándola.
Entonces, al volverme de nuevo hacia el exterior, contemplé con el corazón en un puño y lágrimas en los ojos aquel espectáculo impresionante, aquel falso sol ígneo, el cielo de piedra sobre nuestros cabezas. Estaba viendo con mis propios ojos la demostración palpable, tangible, de todo lo que acababa de contar a mis compañeros. De la existencia de la Tierra Hueca. Alcé un brazo, sin palabras, para señalar a mis compañeros de expedición aquella maravilla.
Ya no había duda posible ni margen para el escepticismo. Acabábamos de cruzar la última frontera.
Editado para adaptarlo al post de la Dire que ha aparecido mientras escribía este.
Mis brazos liberaron a Marion para que corriese a las ventanas a ver lo que siempre había soñado y caminé tras ella lentamente, sonriente, porque por fin llegábamos a nuestro destino.
- Mamá, no pierdas la esperanza, ya estoy aquí. - Pensé para mí y miré a mi alrededor, sorprendido de que Bob no estuviese presente. Ahora que lo pensaba, no había estado en la reunión. Eso me dejó sorprendido y preocupado. A pesar del dolor en mi trasero, me agaché a por la mochila y saqué el craneo de ella, lo coloqué mirándome a los ojos.
- Bob, ¿estás ahí dentro? ¿De verdad quieres perderte todo esto? Bueno, la verdad es que por ahora solo hay agua pero... ¿de verdad te lo vas a perder? - Pregunté preocupado por él.
Oí la charla de Astrid, pero estaba más pendiente de Bob y de Marion que de las palabras de aquella mujer. Lo mío no era la ciencia, ni aquellos estudios ni nombres que decía que no tenían sentido alguno para mí. Quizás Marion si los conociese, pero yo no. Yo era más sencillo que todo aquello. Con saber donde estaba me llegaba, pero más aún saber quien nos había llevado hasta allí con vida era lo que más me importaba.
Así pues me giré hacia el capitán Bennet y le vi junto a Sarah. - Capitán, gracias por traernos de una pieza a un lugar imposible. - Le dije agradecido al hombre, para luego colocarme junto a Marion y mirar aquella bola brillante que en el diario ponía que era el sol del lugar y pasé la mano por su cintura y la atraje hasta mí, contemplando ambos la inmensidad de aquel extraño y desconocido lugar.
-Estoy aquí, Harry, y ya que insistes....
Bob apareció de pronto en mitad del salón, mirando hacia Harry. Hizo como si se limpiase el traje y se volvió entonces hacia los ventanales.
-Bueno, visto un océano vistos todos. No veo que sea tan maravilloso. Si han hecho este viaje solo para ver agua les advierto que podían haberlo hecho en muchos otros sitios con muchas menos molestias -indicó Bob, con su indiferencia habitual.
Bob se deslizó hasta situarse al lado de Colton. Era extraño ver a ambos fantasmas juntos, refulgiendo a su manera habitual, pero allí estaban, como si fuesen dos pasajeros más (lo eran, de hecho) y estuviesen encantados de estar allí. Colton quizás lo estuviera pero a Bob le daba todo un poco lo mismo.
Miró hacia un lateral y vio a Astrid hablando de un montón de cosas, y después al otro, para ver a Marion, que parecía gratamente sorprendida por lo que estaba viendo. Y después se volvió hacia Sarah... que solo tenía ojos para Bennet.
-Shhh, Colton. Creo que tenemos ahí a un ganador nato. ¿Qué se apuesta a que se la beneficia antes de que aterricemos?
Bob miró a Colton con una sonrisa cargada de intención, sin importarle si Rick le oía o no.
Y las preguntas comenzaron a surgir y sonreí cuando Rick le preguntó a Astrid por "la tierra". Sonrisa que se borró de mi rostro cuando le noté que me soltaba y se iba a charlar como si nada con la mujer que horas atrás pudo haberme matado. De no ser por la rapidez del capitán, quizás ambos ahora estaríamos muertos... y él... hablando con ella como si nada y dejándome allí sola. ¿Qué demonios había pasado? ¿Había sido porque Bennet y yo nos habíamos mirado? ¿Ni eso podíamos hacer? Aquello iba a ser insufrible, pues creí que estaría a mi lado en aquel momento tan especial y único...
Fustrada, me crucé de brazos y me apoyé en la pared, mirando la espalda del hombre al que amaba de mala gana. Le doy el mejor de los despertares y a la primera de cambio me planta como un árbol. No me lo podía creer. No pensé que aquello fuese a ser así. Pero cuando escuché la voz del capitán le miré y vi el repaso que me dio y le sonreí divertida con aquel gesto, pues él no sabía nada de nada.
Cuando le vi acercarse, relajé mi postura y escuché sus palabras sobre Astrid, quien comenzó una larga y pesada charla sobre no se quien que hizo no se qué. Miré al capitán e hice por primera vez el gesto más infantil de mi vida, junto con el más irrespetuoso hacia nadie: agaché levemente la cabeza y abrí la boca metiéndome dos dedos, simulando que iba a vomitar con sus palabras.
- He descansado. Estoy mucho mejor, gracias por cuidar de mí, Aloyssius. - Le susurré, no queriendo interrumpir a la pelirroja. - No se preocupe, creo que estoy bien de pie... creo que aquí ya he visto todo lo que tenía que ver y oído bastante. Supongo que me iré a hacer algo más lucrativo por ahí... - Y le respondí después a sus palabras sobre la tendencia sexual de Astrid. - Después de lo de anoche, no me extrañaría nada... supongo que si no llega a ser porque la desarmaste, se hubiese quedado conmigo a solas y a saber que me hubiese hecho... no... estoy mejor entre tus manos. - Y sí a Bennet le sonó a insinuación aquello, es que lo era. - Aunque me decepcionas, creí que querías que era yo la que debía fijarse en ti.
Y Bennet se puso serio y me tocó cortar el rollo. Miré a Harry agarrado a Marion, con el craneo de Bob en su mano y sentí celos y envidia por no poder estar así con Rick. Pero él había elegido dejarme colgada.
- Capitán, ¿cree que tendrá tiempo para dar una vuelta por La Aurora conmigo? Usted y yo tenemos que hablar muy seriamente. - Dije con tono serio a Aloyssius y me agaché a por mi maletín médico, el cual dejé sobre la mesa después. Al menos podrían hacerle una pequeña cura a Harry cuando dejasen de mirar por los ventanales. Y tras aquello miré a Rick, quien no se dignó ni a mirarme ni una sola vez y opté por marcharme de allí con o sin capitán a mi lado.
Me parecía que estaba consiguiéndolo pero el cuerpo de Sarah no terminaba de perder el control. De pronto, mientras continuaba trabajando en su sexo, sentí su mano agarrando la mía, humedeciéndola entre sus labios y guiándola hacia la parte de atrás. No opuse resistencia, sino todo lo contrario. Introduje mi dedo por el orificio, sintiéndolo suave y fácilmente accesible, y empecé a moverlo con suavidad mientras continuaba deslizando mi lengua alrededor de su pequeño órgano.
En ese momento, cuando estaba tocándola desde ambos lados, su cuerpo pareció despertar por fin y comenzó a agitarse cada vez con menos control. Sus manos se enredaron en mi pelo y sus caderas me acompañaban por fin en los movimientos. Podía oír sus jadeos y sentía su necesidad, que era casi como la mía, hasta que sus gritos lo llenaron todo, convirtiendo un momento único lo que para otros habría sido algo más. Sus fluidos me envolvían por completo y cada vez me resultaba más difícil seguir el ritmo que ella marcaba, pero continué moviendo mi lengua y deslizándola con rudeza, hasta que sus palabras me hicieron comprender que había llegado.
No tuve que esperar más que unos segundos antes de que notase los estremecimientos que recorrieron su cuerpo, al mismo tiempo que sus gemidos lo llenaban todo. Sentí el aumento de la presión entre sus piernas y también la tormenta descargando con toda su fuerza, hasta que poco a poco, la tensión fue disminuyendo y los temblores disminuyeron en intensidad.
Me separé entonces de ella, fundiéndome en un beso sin fin en cuanto bajó. Sabía a ella y era un aroma delicioso, pero nada comparable con el amor que sentía por aquella mujer inconmensurable y especial.
-Creo que tienes más hambre –le dije, volviendo a besarla. Ella ya se estaba acoplando a mí y se colocó sobre mis piernas, mientras entrelazaba mis dedos con los suyos para conducir mis manos a sus caderas y a continuación, introducir mi miembro en su interior. Era una delicia sentir aquella suavidad y calidez alrededor de mi miembro, cuya erección me causaba hasta dolor debido a la enorme presión acumulada. Junto con su olor, contemplar el cuerpo desnudo de Sarah, sus hermosos pechos y su dulce rostro, me excitaban más que nada en el mundo, por lo que sabía que resultaría difícil contenerme.
Pero quería dar lo mejor de mí; deseaba que mi miembro fuese suyo y solo suyo, y que lo utilizase a su completa discreción, pues esa era su función para mí, satisfacerla, y que no necesitara recurrir a nadie más para buscar algo que yo no era capaz de darle.
-No será muy complicado, tranquila –le dije, empezando a moverme con un ritmo lento al principio y cuasi frenético poco después.
Sabía que estaba cerca del orgasmo y también que Sarah se merecía algo más, así que me detuve cuando sentí que estaba a punto de perderme. Ralenticé mis movimientos y agarré sus manos.
-No, todavía no, mi vida. Creo que puedo hacer más cosas además de esto –le dije. Entonces la separé de mí, con todo el dolor de mi corazón, la coloqué boca abajo y subí sus caderas, y expuse su sexo para penetrarla desde atrás.
Vi entonces su sexo y encima de él, desde aquella posición, su otro orificio, así que agarré mi miembro y aprovechando la ligera dilatación que tenía a causa de haber introducido mi dedo, con anterioridad, y lo guié, penetrándola lentamente pero con seguridad. Mi miembro era muy grande pero poco a poco y gracias a toda la lubricación que me había llevado antes, terminé por introducirlo en buena parte del mismo.
-Si te molesta, dímelo, mi vida.
Entonces, comencé a moverme despacio, con movimientos sostenidos al mismo tiempo controlados, dejando que ella fuese mi guía.
A mí no me faltaba demasiado para descargar y sentirme allí dentro hacía que tuviese que hacer esfuerzos enormes por no hacerlo, pero todavía disponía de tiempo para despertar un nuevo orgasmo en ella. Así que continué moviéndome, agarrándome de sus caderas, y gimiendo a causa del placer.
Poco a poco sentí que podía deslizarme con mayor facilidad y fui incrementando la velocidad y también un poco la profundidad, aunque no demasiado, porque al fin y al cabo, sabía que las dimensiones de mi miembro eran demasiado grandes para dejarme llevar con alguien sin experiencia previa, pero dejé que todo fluyese naturalmente, que fuese su cuerpo, y después el mío, quienes hablasen.
Lo único que deseaba era demostrarle que a pesar de todo, yo podía ser cuanto ella necesitara.
Escena atemporal previa.
Bennet estaba pendiente de la vista. Debía subir al puente para conducir directamente las maniobras de descenso porque por mucho que confiase en Murray, nadie pilotaba como él, pero en cuanto oyó la voz de Sarah pidiéndole que fuese con ella, una sonrisa involuntaria apareció en su rostro y rápidamente, su cuerpo se puso derecho.
-Desde luego, mayor. Soy todo suyo, pero solo durante unos momentos, porque debo subir al puente. No estaría nada bien que con lo que nos ha costado llegar hasta aquí, haya alguna clase de problema ahora.
Y sin perder tiempo, se unió a Sarah para salir de allí.
Esto marcha de perlas; un ratito contra la pared y después estaré listo para llevarles abajo. ¡Me encanta mi trabajo!
Bennet se volvió, echándole un último vistazo a Rick, como diciéndole que él era el vencedor de aquella disputa, si es que al final podía decirse que había existido alguna, puesto que para él, nunca había tenido ninguna oportunidad.
Antes de salir del salón en dirección hacia las cabinas, miró al resto del grupo y les dedicó unas últimas palabras.
-Procuren no romper nada durante mi ausencia, ¿de acuerdo? -dijo, guiñando un ojo de manera que todos pudieran verlo, mientras canturreaba en voz baja -. Soy... el Monarca del mar... *
*Ópera HMS Pinafore
No fue hasta el momento en el cual salí del salón tras escuchar las palabras de Bennet y oírle acercarse a mí canturreando por lo bajo, que me permití sonreír. Sin mirarle le tendí la mano para que la cogiese y me diese alcance. Había prisa y tenía el tiempo justo para hablar por lo que parecía. Así que no iba a andar con rodeos.
- Hablé con Rick. Sabe que nos acostamos. De hecho sabe que ahora mismo vamos a acostarnos y sí, no te matará. No nos matará a ninguno de los dos. - Y cuando le sentí a mi lado de miré a los ojos. - Pero nada de reproches y bromas con esto y él, porque si pierde la paciencia, me pondré de su lado. - Le dije mientras íbamos dejando camarotes atrás.
- Digamos que me deja jugar contigo siempre que no le repercuta a él y eso implica que te comportes, Aloyssius. Creo que no es un precio muy alto si quieres repetir conmigo. De lo contrario, tendrás que intentarlo con otra. - No me gustó tener que decirle eso. De hecho sabía que si le veía como a Rick acercarse a otra y tontear, sentiría celos, pero tenía clara mi prioridad entre ambos.
Sólo quedaría uno y sería Rick, no él.
- Hay más... normas, pero creo que dijiste que no había mucho tiempo. - Y me giré hacia atrás y no vi a nadie. La verdad era que me importaba poco que me viesen, pero quien no quería que viese aquello era Rick. Así que agarré a Aloyssius por la pechera y tiré de él hacia mí, arrinconándome contra la pared, como la primera vez... y mis labios buscaron los suyos casi con desesperación.
Mi corazón se agitó cuando no debía hacerlo, pero la excitación al entrar en su boca y sentir su lengua se disparó en mí y olvidé aquello enseguida. No sabía que era lo que me hacía desearle así, no cuando Rick estaba dispuesto a todo por mí. Creí que cuando lo supiese se acabaría el morbo de tener el secreto y de jugar a solas con él, pero no... no era eso.
Después de aquel húmedo y cálido beso, donde pude sentir la presión del cuerpo de Aloyssius sobre mí, me separé de él y volví a mirar al pasillo. - Vamos a tu cabina sin perder más tiempo. - Y es que si hacía calor y al menos con la falda estaba más fresca, ahora me sobraba hasta eso. Le sonreí y nos pusimos en marcha.
- Me quedó una duda del otro día... - Le dije de camino. - Y fue verte que querías más... me dijiste que te pasaba con pocas pero... - Y ahí fue donde Bennet se dio cuenta de que tenía poca experiencia realmente en la cama y con los hombres a pesar de mi edad. - ... ¿no fui suficiente para ti? Quiero decir... yo... ¿no te satisface como debería?
Y nada más entrar en su cabina, sin pensármelo dos veces, me volví a lanzar a por él, como si llevase meses sin hacerlo ni con él ni con nadie. Mis manos buscaron desnudarle, sobre todo al sentir la bofetada de calor de su dormitorio. - Hace demasiado calor aquí... quizás deberíamos ir a la ducha... - Le sugerí, excitada tras aquel segundo beso que me supo a gloria y que hizo que mi cuerpo y mi mente le deseasen más.
Me quedé extasiado mirando aquel amanecer o lo que quiera que fuese. Aunque según avanzábamos estaba claro que no era un sol, como lo conocíamos en la superficie. Era algo fijo que emitía una radiante luz a kilómetros de distancia. En lo que podríamos llamar el cielo, había una densa niebla que tapaba permanentemente la roca que había sobre nuestras cabezas. ¡Estábamos en Tierra Hueca! Una sonrisa bestial afloró en mi rostro.
-¡La cantidad de plantas que voy a poder estudiar! Me dije a mi mismo.
Aunque de momento solo había agua por todas partes, según la historia que se puso a recitar Astrid, este sitio contenía abundante vida, animal y vegetal. Tal vez me dieran el nobel durante varios años seguidos, pensando en la cantidad de descubrimientos que haría aquí. De tanto pensarlo, tuve una eyaculación tántrica que me duró varias horas...
—Pues a la mierda siglos de investigación.
Por un momento pensé que aquello solo era un mar, o eso quería creer, pero al ver la roca sobre las nubes estaba claro que la tierra hueca existía. Sentía que toda una vida de estudios se habían ido por el retrete, pero también una gran emoción por todo lo que podría descubrir allí. Todo lo que sabía de ciencias decía que aquello era imposible, así que se Moria de ganas de tomar muestras y poder realizar algunos experimentos, porque para que eso fuese posible las paredes de la oquedad no podían estar compuestas de ningún material conocido.
Mientras hacia sus propias conjeturas iba escuchando las explicaciones de Astrid, pero aunque todo aquello sonaba interesante, no era ninguna evidencia, lo que ahora veían sus ojos sí.
Entonces se acercó hasta el ruso, le dio una buena palmada en la espalda y le miró sonriente.
—Habrá traído papel y lápiz, porque esto se acaba de poner muy interesante.
Sarah había puesto los ojos en Bennet y estaba claro que su deseo era superior a cualquier otra cosa que hubiese en aquel momento. Me sentí defraudado, porque había caído demasiado pronto bajo sus encantos, fruto de sus propios instintos, dejando de lado, completamente, por vez primera, todas sus obligaciones.
Ya no era la Mayor McDuncan, sino solo Sarah. La miré mientras se marchaba y no dije nada porque no había nada qué decir. Yo estaba actuando como se esperaba de alguien que estaba allí en una misión que debía tener éxito mientras que ella parecía haberse tomado sus propias vacaciones.
Lo necesitaba, desde luego, si ocupaba tanto su mente que no podía dejarlo pasar.
-Si me disculpan, iré al puente para hablar con el señor Murray -dije, pensando en que al menos alguno de nosotros debía estar en contacto directo con quien estuviese al mando de la nave, mientras su capitán estaba al mando de otras cosas.
Rick se marcha al puente.
Y así, mientras la nave continuaba su curso y se aproximaba a tierra, sus tripulantes se movían ansiosos, algunos expectantes ante el descubrimiento del cual estaban siendo testigos y otros ocupados con reordenar sus propias emociones. Rick se marchó al puente, en donde el señor Murray permanecía atento a la marcha de la nave; Sarah y el capitán Bennet resolvían sus propias cuestiones. El resto de vosotros... simplemente esperaba a que la Tierra se hiciese más grande.
Pasamos al capítulo 4.