Un día mas, la lluvia y la nieve caían sin piedad sobre Londres. Para algunos era una suerte de maldición, para otros, un simple fenómeno metereológico, y para otro tipo de indivíduos, era el inicio de un nuevo ciclo.
Como un ejercicio de introspección, allí, en medio de la lluvia, mirando hacia la gran noria y los edificios mas emblemáticos de la ciudad, observando el agua y tras ella los coches pasando, estaba Raine.
Algunos pensarían que simplemente se trataba de una mujer que estaba disfrutando de un momento tan extraño como aquel, pero, nada mas lejos de la realidad. El verdadero propósito de estar allí es la cabina roja que hay a su lado, a unos 2 metros, desocupada. Uno de sus encargos se había empeñado en ser totalmente anónimo, así que usaría uno de los teléfonos públicos para cubrir sus huellas y ser ilocalizable.
¿Qué sabía ella de aquel caso? Recordando se hallaba mientras la lluvia caía sobre ella, y la temperatura, provocando copos de nieve de nuevo en el lugar, estaba rozando los 8º Farenheit: Mucho frío, de esos que calaban los huesos y hacían aflorar las gripes.
De vuelta a su cabeza, recordó que la persona interesada en contactarla tenía un encargo importante. Le habían comentado que no se trataba de un asesinato, o, al menos, no en primera instancia. Le habían dicho que en una escala de peligrosidad, sería un 5 sobre 10, puesto que se esperaba que fuera una tarea de entrar y salir. No sabía nada aún, pero nadie se tomaría tantas molestias en cubrir su rastro si no estuviese esperando una gran repercusión.
Eran las 5 y 10 de la tarde, y el cielo seguía encapotado, sin una muesca de sol que brillara. A las y cuarto, habían quedado en que esa llamada se realizaría. Había llegado bastante pronto para ser sinceros, pero teniendo en cuenta que si alguien mas tomaba el teléfono de aquella cabina, tendría que ser eliminado, era mejor evitar daños colaterales.
Raine esperaba pacientemente el sonido del teléfono, mientras miraba la cotidianidad de la ciudad con atención. Mirando qué sucedía, qué era lo que había a su alrededor y qué riesgos podría correr de ser interceptada antes de recibir su encargo.
Vestida con una gabardina negra ancha, unos tacones de color negro, unos lentes de contacto grises y una peluca corta de color negro, Raine se escampaba de la lluvia muy cerca de la cabina de teléfono.
Su presencia era tan fría como la tarde lluviosa y su actitud tan seria y calculadora como de costumbre. Siempre lograba pasar desapercibida a pesar de su indiscutible belleza.
El sonido del teléfono comienza a sonar y aunque se empeña por llegar rápidamente, lleva un paso moderado para no levantar sospechas, estudia el área por un momento y entra en la cabina telefónica. Da una última mirada a sus alrededores y con voz suave y queda dice - Raine - esperando la respuesta al otro lado de la vocina.
Asumo que el teléfono sonó
Una voz distorsionada sale del otro lado del teléfono. Una voz mas bien tranquila, como si pareciera que sabía perfectamente lo que estaba haciendo.
-Mansión de Daniel James. El encargo es muy sencillo: Extrae el anillo de Salomón. Lo reconocerás por ser un anillo con el símbolo de una estrella de cinco puntas y dos aves protegiéndola. Se trata de una reliquia de enorme poder. Las bajas son asumibles, pero nadie debe darse cuenta al menos hasta que estés fuera. Marchas en el momento de una ceremonia, una gala benéfica dada por este magnate. Es el momento perfecto para minimizar las bajas y extraer el objeto. Una vez termines el trabajo, yo te contactaré. Me reconocerás. ¿Alguna objeción?
Raine escucha las indicaciones con atención y con frialdad en su rostro, trata de memorizar cada detalle del encargo. Cuando llega la pregunta, a pesar de parecerle absurda, permanece en silencio. Con voz calma, responde - Ninguna. Anotado - y si no tiene nada que agregar, se dispone a colgar y salir a cumplir su encargo.
Raine sale de la cabina y se dispone a tomar un taxi, pues una joven tan elegante caminando por la mitad de la lluvia no sería muy decoroso. Se queda a una distancia prudencial de su destino y comienza a caminar por algún callejón que la lleve a su destino. Analiza la situación de la entrada antes de acercarse, esperando que no haya muchos obstáculos que deba evitar.
Detiene el primer taxi que pasa, que se frena dejando un pequeño reguero de agua por todos lados dada la lluvia que aún caía.
Una vez se ecuentra en el interior del vehículo, con apenas decoración salvo una figura de bob marley con un canuto en la boca, el taxista, en su indumentaria habitual, le pregunta.
-¡Buenos días, lady! ¿A donde la llevo?
Esgrimía una sonrisa en todo momento.
La fiesta de Daniel James requería de una indumentaria apropiada, de aquello no había duda. Era un magnate y ya iba a ser complicado entrar de por si sin invitación. Era un buen momento para decidir una estrategia de entrada... Y a donde marchar, si directamente hacia la gala, o a cualquier otro lado en busca de aprovisionamiento, apoyo, o lo que fuese.
¿Sé qué hay cerca al lugar donde se llevará a cabo la fiesta?
No, no tienes ni idea. Asumes que no demasiado: Será un terreno comprado por Daniel James, así que la mayoría de ese lugar estará lleno de pastos, jardines, o lo que sea.
Raine se monta al taxi para no seguirse mojando y procura ajustar su peluca y sus lentes a la perfección para minimizar los factores visibles al taxista. Cruza las piernas y guarda silencio por un momento, mientras mira hacia afuera. Sería un desfile importante y un gran magnate. Debía buscar la ropa adecuada.
Mira al taxista a través del retrovisor y le dice - ¿Conoce usted una tienda de gala cerca de la casa de Daniel James? Fui requerida para una entrevista pero no tengo la ropa adecuada - su tono era algo seductor para tratar de distraer la atención del taxista en varias cosas y que no grabara un solo detalle. El maquillaje de su rostro estaba bien puesto para que su tez pareciera más blanca de lo que en verdad era y sus rasgos más importantes estaban cubiertos.
-Por supuesto, señorita. La llevaré a donde me pida, claro que se donde está una tienda de ropa de lujo. ¡Faltaría mas! De camino llegaremos hasta una de las calles mas lujosas de Londres. Allí podrá hacer sus compras.
Se notaba que el hombre la miraba mas que de costumbre, con una sonrisa en los labios. Había causado buena impresión: Estaba claro.
Raine se asegura que el hombre la esté mirando por el retrovisor y pasa su dedo suave y lentamente por su mejilla, luego por sus labios y sonríe. Luego lo retira, haciendo el gesto de quitar un cigarrillo de su boca y le dice - Es usted muy amable. ¿Podríamos partir? Además, quisiera saber qué más hay cerca de allí. No quisiera llegar de manos vacías a la fiesta - lame discretamente los labios para continuar con la atención del taxista distraída y que recordara lo verdaderamente importante: las preguntas.
Era vital camuflar sus preguntas para no levantar muchas sospechas y esperar que sus intenciones quedaran disfrazadas en el deseo que podía despertar en ese taxista, mas sin esperar que parezca intencional, sólo un comportamiento aleatorio y despreocupado.
-No sabría decirle mas, la verdad. No es que suela llevar a gente allí, normalmente los que acuden a ese tipo de lugares van con chófer y limusinas..
Comentó, de manera honesta, mientras empezaban a circular hacia allí.
-De igual modo no creo que tampoco le moleste que vaya con las manos vacías... ¿No? Quiero decir, con lo bella que es usted, tiene mas que suficiente
Le sonrió con garbo, mientras no perdía atención a la carretera. Era de esperar que tratara de flirtear con ella: Tampoco es que tuviea una cosa mejor que hacer.
- Es usted muy amable, señor. Debe tener una esposa muy feliz a su lado - sonríe pícaramente y hace que mira a la ventana, aunque mira de reojo la reacción del taxista.
Raine sabía que estaban a poco de llegar y debía prepararse, así que mira tener todo lo que necesita, aunque siempre cargaba consigo su herramienta más importante, y era su cerebro. Al verificar que todo estuviera listo, le pregunta al taxista aún con voz provocadora - ¿Cuánto tiempo cree que nos tomará llegar allá? -.