Partida Rol por web

Tras las últimas comprobaciones, la caravana se puso en marcha a través del camino. Agatha permanecía en silencio, acompañando a Lavinia en sus pensamientos mientras miraba a Amet y a Saphir, quien trataba de observar si podía hacer algo más por el pobre tabernero. Desgraciadamente, ya había dado todo lo que podía ofrecer. Ni siquiera su magia podía sanar algo que no tenía sanación posible. Los hechizos de magia blanca restaurativa se basaban en exacerbar la capacidad propia del cuerpo para curar y recuperarse, transmitiendo energía a modo de receptáculo. Pero cuando una herida era tal que no podía ser restaurada... no había nada que hacer más que hacer.

A los que iban montados en el carromato les ofrecieron un cuenco humeante de algo que parecían gachas. No era lo más elaborado ni lo más sabroso del mundo, pero serviría para llenar el estómago. Algunos se habían adelantado unos cuantos metros para buscar otro tipo de alimento en el bosque, ya fueran bayas, hongos o incluso algún animal que pudieran cazar, por difícil que fuera con el ruido de los carros y los graznidos de los chocobos de carga.

Tras unas pocas horas en las que nada extraño parecía suceder alrededor, una voz de alarma alertó a los de vanguardia. Una de las mujeres de retaguardia señaló al cielo, viendo cómo unas bestias aladas de color pardo sobrevolaban el espacio aéreo sobre sus cabezas a una altura suficiente como para que fuera realmente difícil distinguir algo de ellas más que manchas de color y  pares de alas. Hicieron un par de círculos en el aire por encima de ellos antes de continuar con su camino en línea recta. Como movidos por el mismo sentimiento de duda, todos alrededor parecieron abrazar el silencio incluso más que antes, aunque esta vez la sensación era más siniestra que hasta hacía apenas unos pocos minutos.

— No sé qué eran esas cosas, pero diría que nos han visto... ¿no? - se atrevió a preguntar una de las mujeres, con el pelo oscuro y una bandana para recogerse el pelo sobre la frente. — No parece que vayan a por nosotros, así que estad tranquilos - añadió con una sonrisa, intentando dar algo de esperanza y ánimos.

Los chocobos alzaron entonces las cabezas, parándose en seco en mitad del camino con las plumas erguidas. Acto seguido comenzaron a resonar aullidos en las cercanías, mas nada se había acercado todavía. Sin embargo, las aves se negaban a continuar a pesar de los intentos desesperados de sus conductores por que lo hicieran, temblando de miedo y escondiendo las cabezas en sus alas algunos incluso. Los aullidos aumentaron en intensidad y número, acercándose poco a poco, mientras los grupos formaban alrededor de las carretas para proteger a los desarmados, niños y ancianos que no podían luchar de ser necesario hacerlo.

Por tu tirada en advertir:

Esto es lo que sobrevolaba vuestras cabezas, sumado a que pudiste ver claramente los colores de Vallonde en lo que parecía ser un jinete. Y por esta nueva tirada en Ocultismo tienes información adicional:

- Las bestias son Mantícoras, las cuales se detallan en libros de historia y religión como criaturas demoníacas que no poblaban este mundo desde hacía ya siglos. Sus cuerpos son una mezcla de rasgos entre dracónidos, leones, bestias de asta como carneros por sus cuernos rizados, e incluso alacranes por sus colas. Se cuenta que eran capaces de devorar a una persona en cuestión de segundos, usando su veneno primero para incapacitarlos para después deleitarse con sus enormes fauces sobre el cuerpo aún caliente y vivo de la persona. Son seres irracionales que se guían por sus instintos primitivos, por lo que es difícil de creer que pudieran ser domesticadas. Aunque, para empezar, ni siquiera deberían de seguir existiendo en este mundo...

- No no Mortimer- respondió agitando sus manos frente a su rostro en el cual se dibujó una leve sonrisa inspirada por la energía y la vehemencia que el mago negro mostraba.- No dudo de tus capacidades para vigilar, así como tampoco de tu poder. Simplemente anoche tuve un ataque de insomnio- Una mentira a medias, puesto que si bien el sueño le había sido esquivo, la verdadera razón había otra. Poniendose seria hizo un gesto militar llevando la mano a su frente-  Entendido, me aseguraré de no mostrar la más mínima debilidad  en combate, después de todo fui entrenada para esto.

Buscó un lugar cómodo dónde sentarse  a comer algo de pan seco con queso que había encontrado por allí. Escuchar que todos habían dormido bien (bueno casi todos porque Lavinia seguía ocupada cuidando de Amet) le trajo algo de alivio.

- No se me hizo tan larga Saphir, quizás un poco aburrida pero es mejor así.- le seguía causando algo de gracia que mostraran esa preocupación por ella en especial en circunstancias dónde creía que deberían exigirle el doble.- Tienes razón Raven, habrá que organizarnos mejor, no pretendo cargar sola con el peso del equipo, pero no pasara nada porque los deje dormir bien una noche.

Ahora que tenía un momento observó con atención al peliblanco, en apariencia se le hacía similar a Lavinia (por la piel y el cabello), sin embargo lo que llamó su atención fueron las cicatrices que asomaban entre sus ropajes, eso ya lo había visto en personas que como ella habían estado en el campo de batalla (aunque en su caso fuera principalmente en entrenamientos), también los bandidos eran propensos a las heridas de "guerra". De todas formas parecía tener más experiencia que el resto del equipo en situaciones como las que estaban viviendo.

- Te tomaré la palabra y me daré un respiro.- dijo con la misma cordialidad y seriedad que el le mostraba- de hecho creo que dormiré una siesta, pero si algo sucede no duden en despertarme.

Buscó un lugar en el carromato dónde acomodarse para dormir, mientras menos pensara mejor sería para ella. Despertó con las voces de alarma, antes de saber que era lo que pasaba se dio cuenta de que se habían detenido por lo que  recogió su cabello trenzado y tomó su espada bastarda intentando entender que era lo que estaba pasando. Pronto vio que todos miraban al cielo y a pesar de las palabras de una de las mujeres no fue capaz de bajar la guardia. El hecho de que los chocobos no avanzaran tampoco ayuda.

- Sea lo que sea está asustando a los chocobos por lo que no puede ser bueno. No nos conviene pelear tan cerca de los heridos, sean lo que sean si son un peligro hay que llamar su atención y alejarlos del resto- Miró a Raven y a Mortimer- No bajen la guardia- luego centró su mirada en Saphir y en Lavinia. Sabía que la primera tenía habilidades curativas, pero desconocía las habilidades de la segunda.- Ustedes mantenganse a resguardo.

Dio algunos pasos alejandose en dirección hacia donde se habían ido esas cosas arrastrando su arma analizando la situación. Su voz había sonado autoritaria como cuando hablaba con otros soldados, no se había parado a pensar en que ello pudiera generar conflicto o malos entendidos a futuro. Estaba demasiado concentrada en averiguar dónde estaban esas criaturas.

Era descorazonador ver a aquel hombre sometido a los rigores de su propio cuerpo, pero al menos tenía a alguien a su lado que le acompañaría por cuanto pudiese. Algo que no puede decirse de otros casos parecidos.
Mientras meditaba sobre ello — a pesar de tener a la estrella madre sobre ellos — comenzó a cabecear y entrecerrar los ojos debido al vaivén del carro. Casi sin darse cuenta acabó echada boca arriba, justo a tiempo para ver a las extrañas criaturas que acabaron por quitarle el sueño de un plumazo. Recordaba aquellas características de una de sus múltiples visitas a la biblioteca consagrada a Saba en Beyam, donde consultó un bestiario antiguo que describía algo parecido a esa criatura quimérica. Así le quedó claro lo que significaban esas formas y sonidos: mantícoras.
Pegó un sobresalto y siguió a la criatura con la vista, mientras sus orejas se iban tensionando como acto reflejo. Al principio no dijo palabra, pero tras ver la acción de Kallista pegó un grito para alertarla.
—¡¡Espera, son mantícoras!! —Buscó con la mirada al resto de humanos armados— ¡¡Mantícoras!! ¡¡Están montadas por soldados, los que nos atacaron!!

Dejé escapar un suspiro al ver a Kallista aceptar mi petición de buen grado, aliviado de ver que, pese a todo, la mujer podía comprender cuándo era necesario darse un descanso. Yo mismo aún estaba algo adormilado con todo lo que había ocurrido la noche anterior, así que después de asegurarme de que Kallista efectivamente fuese a dormir, aprovecharía de subirme a una de las carretas y descansar los ojos un rato, aunque manteniéndome despierto en caso de cualquier eventualidad.

Cuando llega la comida aproveché de tomar un plato y comer tranquilamente, sin quejas, pese a que no era precisamente sabrosa. Estaba dentro de lo esperable, claro, aunque era imposible evitar pensar que la comida en el festival de las flores habría sabido mucho mejor, más el destino acabó empujándome a volver a mis días trabajando en la guardia. 

Me encontraría sumido en mis pensamientos, recordando el pasado e imaginando eventos que jamás sucederían, cuando el repentino ruido de los aleteos y la alerta de las mujeres me hizo levantarme de golpe y dejar a un lado mi plato vacío. -¿Grifos? No, demasiados...- Murmuré mientras tomaba mi arco y velozmente me apresuraba a buscar una posición con más altura. La idea de tratar de organizar un poco el asunto pasó por mi cabeza, aunque no era precisamente mi fuerte. Por suerte Kallista adoptó rápidamente ese rol y me permitió concentrarme en mi propia labor.

No tardé en tomar la decisión de subir a uno de los carromatos y, acto seguido, saltar hacia uno de los árboles. Me escondería entre las hojas y las ramas con mi arco tensado, manteniéndome en guardia por si llegaba a ocurrir lo peor, aunque realmente esperando que no fuese necesario.

Viajar en un carromato tiene sus ventajas, pero también sus inconvenientes. Por un lado me he ido comiendo un cuenco de gachas que me servirán para asentar el estómago, lo cual siempre es bueno. Por otro es más cerrado que ir al aire libre. Y cuando uno de los ocupantes tiene un problema de incontinencia de gases... es menos agradable. Por suerte para él... o ella... no se quien es. Agh. Como alguien encienda fuego aquí esto explota.

Los, sin duda, graves problemas que enturbian mi desayuno pasan a segundo plano cuando los chocobos se detienen asustados por ¿Quizá? el olor de mantícoras acechándonos. Al menos eso parece según la sanadora. En realidad puede ser cualquier cosa capaz de asustar a un chocobo, aún no está claro. Pero de lo que no dudo es de ayudar, de inmediato reviso mis conocimientos mientras salgo al pescante del carromato, batón de mago en ristre y sombrero bien calado.

-Si nos atacan ahora va a ser malo... pero intentar ayudar lo máximo posible si conseguís agrupar a los asaltantes. Aprovechándo árboles o el entorno, no sé... allí donde vea más de un objetivo _^¡PAM! Conjuro al canto.

Lo comento a todo el que lo escuche, pero sobre todo a Kallista y los que parezcan más guerreros. Para intentar formar algún asomo de plan. Todo apunta a que vamos a tener que ganarnos el paso por el bosque.

Esas gachas van a salir caras...

La mayoría de los ciudadanos de a pie fruncieron el ceño al oír la advertencia de Saphir, sin atisbo de haber entendido qué eran aquellas criaturas exactamente. No obstante, Agatha sí parecía saberlo de alguna forma, pues su rostro se había ensombrecido visiblemente. Accediendo a las órdenes de Kallista de forma instintiva, los grupos se separaron más de los carromatos, dando espacio para que cualquier amenaza tuviera que pasar primero por encima de ellos antes de llegar a los indefensos.

Los aullidos se acercaban cada vez más y más, hasta tal punto de que ya estaban al lado de vosotros. Entonces fue cuando una figura blanquecina surgió de entre los árboles, gruñendo y mostrando sus colmillos afilados. Y no solo una, sino que poco a poco comenzaron a surgir más y más. ¡Era una manada de lobos!

— ¡Protegedlos a todos! ¡Formad una barrera para que no puedan pasar a los carros! - gritaron varios a las armas, tensándose ante el combate inminente. 

Los lobos fueron apareciendo cada vez en más y más número, siendo que superaban ampliamente en número a los allí presentes. Dos lobos rodearon el árbol en el que se encontraba Raven, olisqueando con su afinado olfato hasta que quedó claro que habían detectado una presencia extraña. 

Y todo estalló de repente, con los lobos lanzándose a la carrera en cuanto los primeros ataques por parte de los humanos sucedieron.

- Las bestias son Mantícoras, las cuales se detallan en libros de historia y religión como criaturas demoníacas que no poblaban este mundo desde hacía ya siglos. Sus cuerpos son una mezcla de rasgos entre dracónidos, leones, bestias de asta como carneros por sus cuernos rizados, e incluso alacranes por sus colas. Se cuenta que eran capaces de devorar a una persona en cuestión de segundos, usando su veneno primero para incapacitarlos para después deleitarse con sus enormes fauces sobre el cuerpo aún caliente y vivo de la persona. Son seres irracionales que se guían por sus instintos primitivos, por lo que es difícil de creer que pudieran ser domesticadas. Aunque, para empezar, ni siquiera deberían de seguir existiendo en este mundo...

Todo ocurrió demasiado rápido como para reaccionar con cabeza, por lo que Saphir se colocó casi instintivamente junto al resto, buscando la protección del grupo. Estar rodeados por una manada de lobos no era lo más óptimo, pero por lo menos no era tan terrible como enfrentarse a varias mantícoras. Se preparó como pudo en poco tiempo, observando a su alrededor y viendo quién estaba en peor situación. A continuación actuó lo más rápido que pudo, proyectando sus milagros en favor de Raven y Kallista.

Solté un suave suspiro de alivio al descubrir la verdadera naturaleza de nuestro enemigo. Sí, los lobos eran terribles y feroces, pero era mejor opción lidiar con ellos que con criaturas voladoras y sus jinetes, el problema... Su número. Bastantes más de lo que podría haber esperado y eso volvía la situación aún más incómoda. -Será mejor que despeje al resto rápido.- Musité, levantando mi arco y apuntando hacia los lobos que amenazaban a nuestra "retaguardia", pero justo antes de soltar la flecha escuché el gruñido a mis pies. Mi escondite no había funcionado y como no me quitase de encima a las criaturas que me acechaban pronto sería más una distracción que una ayuda para el resto.

Al final decidí velar por mí mismo, esperando que el resto fuese capaz de arreglárselas por las suyas con el resto de lobos. Apunté a uno, disparé, y de pronto algo me hizo sentir mucho más ligero y rápido. No estaba seguro de qué se trataba, aunque mi mirada inevitablemente se desvió hacia los magos del grupo y acabé asintiendo con la cabeza. Me daría prisa.

Una segunda flecha salió despedida de mi arco hacia el mismo lobo, buscando finiquitarlo cuanto antes.

-¡MALDITOS LOBOS!

Menudo susto me habían dado los condenados. ¡Y yo pensando que eran mantícoras cuando son simples lobos! Simples lobos, más altos que un lalafel y todo llenos de dientes, eso no se podía negar... ¡Pero no mantícoras! Al menos de estas cosas se puede uno defender.

Tardé solo un instante en decidir no usar mis hechizos de piro pues aunque si bien el fuego podía ser la mejor opción contra los lobos, o bestias en general, no era la mejor idea quemar el bosque por accidente. Si bien no era probable que todo echase a arder... la posibilidad existía. Y electro cumpliría igual de bien aún sin el bonus visual de las llamas. Así que apunté al lobo más cercano a mi y le lanzo sendos rayos desde mi mano mientras la gema del bastón brilla en un tono morado.

-¡Toma! ¡Y toma!- con cada "toma, lancé mi mano adelante, enviando el rayo a donde debe ir. Al lobo más cercano a mi... en cuanto pudiese echaría una mano a Saphir, pero antes de nada iba ese que me miraba con tan mala idea.

Eso si, me quedo bien colocado en el carro. Que tengan que subir si quieren probar algo de Mortimer Bals.

Mirando a su alrededor, priorizó la defensa del grupo a la suya propia, convocando un haz luminoso con su báculo y proyectándolo contra uno de los lobos delante suya y de Lavinia.

La manada se lanzó a la carrera hacia los humanos, con las zarpas y los dientes por delante. Los gritos y el estallar del acero contra el hueso inundaron el ambiente en apenas unos segundos, y la sangre comenzó a correr en ambos grupos. Raven parecía estar relativamente a salvo en el árbol, usando su agilidad para esquivar los intentos desesperados de llegar a él por parte de los lobos, pero no fue tan así con los demás. Kallista y Saphir recibieron apenas un par de rasguños y arañazos, pero Mortimer y Lavinia recibieron sendas dentelladas que se hundieron profundamente en su carne. No obstante, uno de los lobos que había atacado a Mortimer saltando encima de él cayó completamente chamuscado y con el pelaje erizado dentro del carro por la inercia. Agatha chilló del pánico, sacando su daga mientras Raven lanzaba dos flechas rápidas a uno de los lobos que le atosigaba, hundiéndose las saetas profundamente en su pelaje y piel, mas permaneciendo aún en pie, aunque a duras penas.

— ¡Mortimer, ponte detrás de mí! - gritó Kallista, interponiéndose entre el más herido del grupo y tres lobos, usando su cuerpo como escudo para próximos embates, quedando así él protegido por el carro a su espalda, y por Kallista por delante. Así mismo, un pequeño respiro en forma de hechizo curativo llegó a Mortimer, aunque apenas perceptible por lo débil que fue, quizá por el dolor y la impresión que aún se reflejaba en el rostro de Lavinia. No obstante, su furia era incomparable, y todo su cuerpo estaba presentando batalla para evitar que pudieran rozar un solo pelo de su tío Amet.

Todo alrededor era caos, y la emboscada había provocado que muchos no estuvieran preparados para responder a un ataque, pero se defendían con uñas y dientes igualmente para defender a los suyos. No obstante, así era por igual entre el bando de los lobos, de manera que la lucha parecía que solo iba a encarnizarse. ¿Por qué atacaría un grupo así a plena luz del día?

Casi de la nada sintió ese desgarrón en un brazo, y se giró hacia el lado de donde había venido el zarpazo. A pesar del peligro, sin embargo, hizo lo que pudo para mantener al grupo con vida. Viendo el estado del mago negro y Lavinia, se decantó por ayudarles primero. Agitó su báculo, haciendo que la campana de su extremo superior se moviese al son del gesto. A la vez, tanto Mortimer como Lavinia escucharían campanadas provenientes del interior de su cabeza, y notaron cómo parte de sus heridas sanaban al instante; ambos fenómenos pararían en el momento que Saphir golpeó el suelo con la vara.

Algunos pensarían que era un tipo afortunado, pues había comprobado de la peor manera, y sobrevivido a ello, que la cabeza de un lalafel adulto cabe entera en la boca de un lobo. Un conocimiento dolorosamente adquirido. Pasada la experiencia y un par de segundos tambaleante me sentí revigorizado, y furioso.

-¡Se pueden matar, no son demonios!- grité, quizá más para mi que para el resto, mirando el humeante lobo al que había electrocutado. Y al momento me decidí a hacer lo mismo de nuevo.

Y ahora están más juntos.

Lancé en primer lugar un potente rayo a los que tenía la dulce Lavinia delante. Y a continuación, otro rayo, a los dos más cercanos a mi. Ambos demasiado cerca para mi gusto.

Estabamos en completa desventaja, rodeados y demasiado cerca los unos de los otros, con la carreta a un descuido de ser invadida. Los arañazos se sintieron más dolorosos de lo que acostumbraba dada mi falta de armadura, apreté los dientes, no era tiempo de lloriquear. Con la Atención de varias de esas bestias sobre mi, levanté mi espada usando mi cuerpo como escudo para aquellos que estuvieran detrás de mi.  Cada uno parecía estar tan dedicado a su labor que las ordenes se hacían innecesarias eso me permitió concentrarme.

Lavinia y Mortimer eran los que estaban más heridos, por lo que tenía que elegir proteger a uno de ellos.  Levanté la espada y con un movimiento rápido apuntado a la cabeza del lobo frente a Mortimer ejecuté mi ataque. A mi pesar, analizando la situación de forma militar, teníamos más posibilidades de sobrevivir en la medida que el Lalafell siguiera disparando rayos a diestra y siniestra, mientras que la útilidad táctica de Lavinia me seguía siendo desconocida, aunque me había parecido haberla visto hacer algunos movimientos que por el calor del momento no pude dilucidar. 

- E incluso los demonios pueden morir- sentencié en voz baja buscando hasta el más mínimo signo de debilidad o alguna brecha entre nuestros feroces enemigos. 

Mantuve el ritmo de mi respiración acompasado, obligándome a buscar calma en medio de esa súbita tormenta o de lo contrario no sería capaz de disparar con la certeza que necesitaba. El árbol ayudaba, proveyéndome la ventaja suficiente para evadir los zarpazos de los lobos, limitándome a observar cómo la corteza y las ramas saltaban de un lado para otro mientras trataban de alcanzarme. 

Entretanto mi mirada se desvió por un instante hacia el grupo. Una parte de mi deseaba decirles algo, especialmente luego de ver cómo los lobos atacaban ferozmente a Mortimer, pero cerré la boca y me concentré en el problema en frente mío. De lo contrario podría atraer más atención de la necesaria... Y el actuar de Kallista también servía para aliviarme. Estaba sin armadura, pero confiaba en que supiese defenderse.

Al menos me quedaba poco. Disparé una última saeta hacia el lobo que ya se encontraba malherido, confiándome en que se tratase de la última. Acto seguido, cargué una segunda flecha en mi arco y apunté hacia uno de los lobos contra los que combatía Kallista. Estaba algo lejos, así que me tocó estabilizarme y apuntar con mayor precisión.

El segundo lobo que me buscaba sería ignorado de momento. Debía priorizar despejar algo de camino para los demás.

Los lobos arremetieron con aún más fiereza al ver caer a sus hermanos, desgarrando y clavando sus dientes en todo lo que podían. Kallista estaba manejando como podía a tres de ellos, viéndose sobrepasada eventualmente por la superioridad y la agilidad de aquellas bestias. No tan así fue con Raven, quien desde su posición privilegiada parecía tener fácil esquivar las dentelladas de los lobos que había a los pies del árbol donde se refugiaba. Saphir y Lavinia también tenían sus propios problemas, pero como poco después se vería, la samhín utilizó su magia restaurativa para dar fuerzas a los debilitados.

Mortimer frio con sus rayos a todo lo que se movía, provocando que los lobos aullaran de dolor, y Raven se encargó de atravesar la cabeza de uno de los lobos con sus flechas, mientras que otro fue partido en pedazos después de que la combinación de rayos, una flecha dirigida al muslo y finalmente la espada bastarda de Kallista terminara por partirlo por la mitad. Agatha chilló, acertando de milagro una estocada con su daga en el lobo que enfrentaba a Saphir, haciendo que este se girara hacia ella, enfurecido.

Finalmente, Lavinia gruñó por lo bajo, mostrando sus ojos una frialdad tal que parecía casi otra persona. Un carámbano de grandes dimensiones fue invocado por su bastón, cayendo sobre los dos lobos que tenía frente a sí y haciendo que ambos estallaran en pedacitos, dejando una suave neblina por el contraste del frío en el ambiente. Agatha parecía sorprendida, con la boca abierta de par en par, observando a todos con una mirada de sorpresa e incredulidad.

-¡Tomad rayos sacos peludos!

Aparentemente descontrolado tiro rayos a un lado y otro mientras salto para "darles impulso". Pero no es así, en realidad van muy bien apuntados a donde tienen que ir. El olor a pelo de lobo quemado lo demuestra.

Con un poco de suerte serán ya los últimos y Lavinia no tendrá que volver a poner esa cara. No me gusta nada.