Partida Rol por web

El día ha amanecido en calma en Madrid, el sol brilla en lo alto del cielo y ninguna nube blanca tiñe el cielo azul.

Hoy es el gran día, bueno gran... tienes un nuevo "loquero". Dicen que es de lo mejor que hay en la ciudad y que seguramente te ayudará con tú pequeño problema.

A la hora estimada llegas al lugar, entras por la puerta y te encuentras en la recepción, una chica está tecleando en el ordenador algo. Parece joven, de unos 23 años.

Cuando la puerta se cierra tras de tí, levanta la cabeza observandote por un momento.

- Buenos días, ¿En qué puedo ayudarle?

Amanece demasiado temprano... Cómo cada día. Es como si nunca llegara a acostumbrarme a que el tiempo continuase avanzando... Para mí, se paró aquel día.

Desde entonces todo sucede a saltos, y en silencio...

Al parecer el único que puede oír mi voz soy yo, en mis pensamientos. Los médicos dicen que uno nunca olvida su propio timbre.

Es extraño... Cuando pienso es como si nada hubiera ocurrido. "Me oigo".

Pero cuando la vida sigue, en la realidad, todo ha cambiado. Yo he cambiado. Mi Destino ha cambiado.

Me desperezo poco a poco, sin ganas, sin prisas. Todo continuará ahí dentro de dos minutos.

Finalmente me incorporo, y voy al baño. Me afeito, igual de desganado, y entro en la ducha. El agua logra despertarme mejor que nada.

Miro en el armario buscando algo que "dé buena impresión". Sé que las sesiones me hacen falta... porque aún la veo...

Pero aún así prefiero que no sean demasiadas. Y éso depende en gran medida de mi actuación hoy en la consulta.

Recuerda... Has de ser equilibrado, sereno.

Al menos, no te tiembla la voz.

Salgo de la habitación y cierro con llave. Sé que el conserje tiene una llave maestra, pero me da lo mismo. Me hace sentir seguro, como si hubiera un espacio mío, sin nadie más....

Salvo cuando ella acude a mí...

Me oigo pensar y sé que la sesión no va a salir bien... Si pienso en ella continuamente será difícil ocultarlo. Al menos tengo "suerte". Para un mudo es imposible hablar sin pensar, tienes que recordar los gestos 1 a 1, y hacerlos.

Segundos preciosos para darse cuenta de estar diciendo una gilipollez.

Cojo la moto y no tardo demasiado. Madrid tiene tráfico, pero las motos reinan a sus anchas, ignorando a los demás vehículos.

Cuando llego a la consulta me sudan las manos... Las guardo en los bolsillos y entro, sin demasiada seguridad.

Cuando la recepcionista me pregunta, la inseguridad crece. Como quisiera contestarla...

Pero en lugar de éso, gesticulo.

Cita:

Saco mi D.N.I del bolsillo y se lo acerco, confirmándolo.

Entro en la sala de espera de la consulta y miro el reloj que llevo en la muñeca.

Parece que he llegado pronto...

Suspiro ligeramente mientras me desabrocho la chaqueta y la dejo en un perchero en la entrada.

Para una vez que cojo el metro... y para una vez que "vuela..."

Camino hacia la chica del mostrador, hay un chico delante mostrandole el DNI a la señorita recepcionista así que me espero pacientemente detrás de él.

Será que es el paciente anterior...

Miro a mi alrededor, es la primera vez que vengo a esta consulta y por lo que parece está bien, limpia y aseada y bien iluminada.

Empiezo a llevar el ritmo de una canción imaginaria con el pie mientras espero a que me toque a mi.

La recepcionista toma el de DNI que le muestras, lamentablemente no tiene la capacidad de entender el lenguaje de gestos.

Teclea unas cosas en el ordenador y te lo devuelve sonriente.

- Por favor, tome asiento. El doctor le llamará dentro de poco.

Te indica con un grupo de sillas vacias con la mano mientras sigue sonriente y observa a la chica que hay detrás de tí.

Mi rostro esboza cierta desilusión cuando me doy cuenta de que la recepcionista "no entiende una palabra de lo que digo".

Espero no tener que hablar con el psicólogo por escrito. Odio esas sesiones...

Mi mirada observa la nueva sonrisa de la secretaria en busca de señales de compasión o compromiso.

Al no encontrarlas una parte de mí se siente aliviado.

No podría sentirme cómodo, ni "curarme" en un sitio dónde lo que más llame su atención sea mi silencio.

Recojo el DNi sonriendo levemente, sin demasiadas ganas, y avanzo hacia dónde me indica.

Siento cierta indecisión al mirar los asientos y finalmente elijo el más próximo a la puerta de la consulta. Afortunadamente la posición me permite ver a la secretaria y a la chica que acaba de entrar (permitiéndome entretenerme sin pensar en lo que voy a decir... dándome una oportunidad a ser "medio sincero").

Pase lo que pase, no puedo decir abiertamente que veo a mi novia muerta aparecérseme... Junto a otra serie de bichos o monstruos malnacidos que para mí son reales.

La chica observa como te sientas, después camina tranquilamente hasta la recepcionista y la mira sonriente.

- Buenas tardes, ¿me da la hoja de hoy para que la firme?

La chica le acerca una hoja que ella coje y mira con detenimiento, algo en su rostro cambia mientras se gira mirando por la sala y centrandose en tí y observando a tú alrededor.

Después camina y se siente enfrente tuya, cruza las piernas y mira a la ventana que hay a tú lado aunque de vez en cuando deja caer la mirada en tus ojos buscando algo, aunque no sabe bien el que.

Los minutos transcurren con mucha lentitud. Odio esperar...

Además la idea de entretenerme observando a la secretaria y a la chica no parece tan buena idea después de todo. Al final ella también me mira alternativamente.

Su gesto ha cambiado, y no sé si es porque se "ha dado cuenta" de mi problema, o le recuerdo a alguien.

La miro directamente, una vez, esperando ver algo en su mirada.

El Doctor Sánchez siempre me ha dicho que sólo yo pienso que los demás lo notan... ¿Pero por qué ha cambiado su semblante?

Al final desisto y me miro los zapatos, cabizbajo.

Odio las sesiones... Mientras espero siempre admito que las necesito.

Es horrible saber que uno necesita ayuda consigo mismo.

De repente un malestar os inunda por algo, a la vez que una música comienza a sonar en la calle y el griterío parece congregarse en el lugar.

El periodico hablaba de algo parecido a un desfile, pero tampoco decía nada en concreto así que mucha gente lo ha obviado... aunque parece que mucha también no lo ha hecho.

Clara observa a Noah mientras espera pacientemente sentado en la consulta de ese médico que lucha porque el deje de verla, sabe que no lo conseguirá. Su amor le hace permanecer a su lado y ningún ser humano puede apartarla de él.

La chica la está mirando, la mira como si la viera, no puede verla, solo puede verla Noah, Solo debe verla Noah... La situación hace que esté algo nerviosa.

Maria siente el malestar también dentro de ella, sabe que algo no va mal y el fantasma no parece peligroso.

Aun así se levanta con cierta incomodidad y se acerca a la ventana esperando ver algo que la saque de dudas.

Intenta separarse lo más posible de la fantasma para... evitar una desgracia.

El silencio en el que me escondo parece no ser suficiente... El malestar crece en mí, intranquilizándome, haciendo que mi nuca se erice levemente.

Es... como un gran pesar, interno, fuerte, denso.

¿Está... está ella aquí?

Tiemblo, al pensarlo...

Clara...

Todo parece escaparséme de las manos... Su nombre, en mi cabeza, quiebra parte de mi razón. Todo es ausencia.

Es... un instante eterno, agónico. Un único segundo me recuerda todo lo que vivimos. Todo lo que permidos... Todo lo que PASÓ.

Mis manos tapan mi rostro, mientras me encojo un poco. Sé que hay personas ante mí. Pero no me importa.

Todo es absurdo, carente de sentido. Mi vida es un desierto...

Oigo sus gritos en mi mente, impotente.... Pasado. Ya ha pasado. No puedo cambiarlo.

¡Dios...!

El dolor parece aumentar, extrañamente... Mientras revuelvo mi cabello, aprensivo, cerrando los ojos.

Es un dolor inmneso... una sensación de muerte, de aviso, de amenaza.

No... no es ella...

No es esa sensación suave... de culpa... casi embriagadora, de esperanza vacía.

Es....

Algo malo pasa.

Vuelvo a intentar recomponerme, abriendo los ojos mirando a través de mis manos, ocultando mi rostro. La chica está en la ventana...

¿Es... es ella? ¿Es esa chica?

Me siento nervioso, al borde de la histeria, casi violento.

¿Quién sufre? ¿Quién va a sufrir?

Mis ojos buscan maldad en ti, algún signo o síntoma, algo que me ayude a entender qué siento.

La chica parece normal ante tus ojos, evidentemente no es un ser sobrenatural.

Lo que si te sorprende es ver de nuevo a Clara mirandote con los ojos que ella solía poner, buscando tú mirada, buscadote a tí en todo tú explendor, seguramente piensa que la estás mirando a ella.

Maria observa lo que ve a traves de la ventana.

La música se agita y ella lo hace también a la vez, automaticamente sale corriendo de la consulta, corre como si su vida dependiera de ello, pero a la vez sin ningún motivo aparente.

Te deja a tí solo y a una recepcionista realmente sorprendida y extrañada.

Mi mirada parece turbarse unos segundos, percibiendo la luz de un modo extraño, difuso y blanquecino. Es casi instantáneo, pero siempre produce una sensación rara en mí, difusa e inquietante.

Cuando la luz vuelve a ser natural... La veo.

Tan preciosa como siempre... Tan mía... Tan hermosa y tan real que siento ganas de llorar hasta olvidar mi nombre. Su recuerdo es tan intenso dentro de mi cabeza... Estás aquí... A mi lado...

El dolor se disipa, dejándome disfrutar de tu rostro una vez más.

Mis manos tiemblan...

Sé que ésto no debería ocurrir... Sé que camino al borde de la locura...

Pero quisiera no dejar de verte nunca.

Mis manos se extienden, titubeando, buscando sentirte... Pero eres sólo aire. Sólo aire...

La frustración parece querer tragarme... Inmesa...

Desearía gritar hasta perder la razón...

Pero no tengo voz.

Es tan sólida como tu recuerdo... tan etérea como mi felicidad, pasada y extinta.

Clara...

Y de repente, la chica corre, alejándose de la ventana, acelerada, sin dudar.

Me obligo a pensar... y el dolor sigue ahi... un malestar que no se acaba, incluso a pesar de poder verte...

No es mi culpa.

No es tu ausencia...

Es algo más...

Despacio, rodeo tu recuerdo, mirándote a los ojos, como miran los locos, deseando besar la nada que compone tu rostro... Hasta avanzar hacia la ventana, buscando algo real... Algo que provoque estas punzadas en mi cuerpo, esta inseguridad en mi pecho.

Mi mirada atraviesa el cristal hacia el desfile, intentando comprender qué ocurre.

La visión no se deja esperar.

Más allá del vidrio transparente la calle está abarrotada de gente, pero es como si no estuvieran.

Nadie se mueve, más que unos cuantos que parecen asustados y la joven que ha salido de la consulta corre por la acera y se para un segundo a hablar con alguien.

El malestar de tú cuerpo parece provenir de ahí, del centro del desfile. Una carroza con dos hombres que se encaraman a ella y uno en el centro que... espera... ¡¡¿¿tienes alas??!!

Definitivamente... no es normal.

Un inmenso vacío parece brotar en mi interior, derramándose como las lágrimas... Mis ojos no parpadean.

De nuevo el horror... El horror y la muerte. La maldad...

Aprieto mis puños, frustrado. Sé que ésto nunca acabará... Y sé que por encima de lo que opinen los demás, los médicos, el mundo... Para mí es real.

La gente sufre...

Les veo, paralizados, como estatuas...

Y sé que nadie va a hacer nada por ellos.

Nadie lo hizo por Clara...

Mi rostro gira, buscándola, deseando que me vea ahora. He cambiado, he luchado, mi amor... Y cada nuevo acto, todo lo que hago, lo hago por ti...

Allí dónde estés, si de verdad me miras, si de verdad existes, sabes que es por ti.

No puedo dejar que nadie más sufra esta suerte... No puedo dejar que nadie más pierda el motivo de su existencia por miedo, por impotencia.

Ahora, yo puedo. Puedo hacer algo.

Y lo haré.

Sonrío a Clara con todo mi arrojo, con todo mi dolor, con todo mi amor. Lleno de ella, de su recuerdo, de lo que fuimos.

Te recuperará día a día... Buscaré tu perdón día a día... El resto de mi vida.

Mi cuerpo arranca, sin más dudas. Corro, corro sin pensar, ciego en mi sentimientos, buscando a esa chica. Esa chica que también puede verlos... Que ha sentido el mal a través de los cristales.

Corro hasta la calle, llegando al desfile, con un objetivo fijo... Ése ser... El peligro que amenaza las vidas y los futuros de los que duermen.

El que puede borrar su vida, romper su alma... Como hace tiempo rompieron la mía.

El valor me nutre, y trato de subir a la carroza, observando que hay más cómo yo... Dispuestos a ayudar de algún modo.

Ojalá alguien nos hubiera ayudado, Clara...