El guerrero comentaba que ya no veía motivo para que Eyholf y Kerrin permanecieran arriba, pues yo diría que la razón por la que ellos se han quedado arriba sigue siendo exactamente la misma… conversaba con Ator, expresando lo que pensaba con franqueza. La posibilidad de quedarse em aquel lugar enclaustrada a la hechicera no le hacía ninguna gracia, la de intentar evitar que nos encierren, ya que esa estancia es la única vía de escape de este cubil que de momento conocemos, si aparecieran enemigos, tan solo tendrían que taponar la trampilla y volver a cerrar la doble puerta que mencionáis para encerrarnos aquí abajo… a no ser que encontrarsen la manera de inutilizarla, más aún cuando resulta que esa puerta se abre y se cierra desde la habitación en la que están nuestros compañeros… se encogió de hombros, no era que se opusiera a que los que estaban arriba descendieran, era que la labor que realizaban allí arriba le parecía más encomiable sin duda que la de los que se hallaban abajo. Estaban guardándoles las espaldas por un “por si acaso” que quizás no llegase nunca, eran los que garantizaban su escapatoria, pero también era cierto que la suya tan sólo era una opinión más.
Por otra parte, volvió a asentir, pero esta vez sonriendo, no estaría de más que nos la abran y usarla para agenciarnos el material necesario que nos ayude a avanzar por estas aguas… luego comenzó a retroceder, bueno, habrá que ponerse manos a la obra…
Níniel ascendió por las escaleras talladas hábilmente sobre la piedra y se aproximó a la doble puerta de dimensiones más que considerables que tenía ante sus ojos, sin poder evitar preguntarse por el grosor de la misma y las características exactas de su hechura, había que reconocer que resultaba en su conjunto un trabajo francamente encomiable.
Luego, alzando la voz, se la escuchó decir del otro lado de las puertas negras: Eyholf, Kerrin… solicitaba la ayuda de aquellos compañeros que podían granjearles de nuevo el acceso a la estancia en la que habían derrotado a la cría de dragón, abridnos esta puerta, necesitamos algunos materiales para continuar… este sitio está lleno de agua…
- Niniel? - el enano preguntó sorprendido al escuchar la voz del otro lado de la puerta - Seguro eres tu? - Por un momento dudó si no se trataría de alguna ilusión, por lo que miró a su compañero de guardia - Tu también la escuchas? -
En cuanto Eyholf me confirme que el también la escucha ayudo a abrir la puerta (eran dos manubrios, no?)
Cita:
Exacto, dos dispositivos que debían accionarse al mismo tiempo.
Entendido... suerte que nos quedamos dos ;-)
Esperando al bárbaro
Los golpes en la grán puerta pusieron en tensión todos los músculos del joven. La voz de Níniel y ver que Kerrin también había escuchado aquello aminoraron la velocidad de las pulsaciones de Eyholf.
Si... yo también lo he escuchado. Será mejor que les abramos.
Dicho esto, se acercó a uno de los mecanismos que abrían aquella amenazadora puerta.
- Si, será lo mejor - Esperando que no se tratara de un error de su parte, Kerrin se acercó al otro mecanismo y, asiéndolo con sus fuertes manos, procedió a girarlo con cuidado.
Abriendo...
La emoción que había sentido al dejarme bajar en el cómodo columpio que me había preparado Eyholf me embargaba, durante unos cortos segundos mis pies decidieron que sería un bonito recuerdo de sensaciones si se balanceaban en el aire de atrás adelante para impulsarme como si realmente estuviese en el columpio de la vieja higuera. Con un tranquilo uiii disfruté del descenso como hacia años. Al tocar el suelo de nuevo me desaté con rapidez para poder empezar a examinar el interesante dormitorio de la dragona. Muy a mi pesar con la emoción respiré mas de lo que debía y el nauseabundo olor no tardo en hacer acto de presencia. Por todos los santos, deberían enseñarla a airear los dormitorios.
Los posteriores momentos no fueron nada agradables, primero la oscuridad opresiva del lugar me impedían ver con claridad las paredes y límites del cubículo, la pestilencia neutralizaba mi despierto sentido de la curiosidad y sin previo aviso ahí estaba, calma y pastosa como un charco de viejo aceite, un agua putrefacta en la que teníamos que adentrarnos. Mis ropas se quejaban y tiraban de mi hacia el otro lado, observando como se introducían los demás en ese charco pestilente sopesé la posibilidad de quedarme solo esperando su regreso o bien introducirme en el agua. Tras unos segundos de soledad en ese ambiente y con la luz alejándose de mi un tirón de pánico me llevó junto a ellos.
El agua alcanzaba en mi cuerpo la cintura, estirando los brazos hacia arriba procuraba que mi preciado laúd no se acercase a ese espanto acuático. Las balsas no se hicieron esperar, asqueado los cuerpos se aproximaban como peces juguetones que quisieran saludar a sus nuevos visitantes. Aguantando una arcada empecé a retroceder con velocidad hacia las zonas menos profundas. Por los mil demonios del cielo, no pienso volver a introducirme en ese espantoso remanso de aceite rezumante, la broma me esta costando mis bellas ropas, y no pienso arriesgar nada mas. Bajando por fin los brazos que cargaban el laúd proseguí con mis quejas. Desprender este apestoso olor me llevará por lo menos horas de baño y perfume.
Tirada: 1d20(+2)
Motivo: inteligencia
Resultado: 18(+2)=20
Dedicaron varias horas para crear lo que parecía una balsa resistente y se ayudaron con lanzas largas para impulsarse por el agua fangosa apartando de vez en cuando algún que otro cuerpo inerte y putrefacto. Las larvas se movían inquietas entre la carne devorándola lentamente y ayudando así a una mejor descomposición. Los gases que emanaba el lago subterráneo creaban una especie de niebla verduzca que acentuaba más aún la inquietante oscuridad. Sólo se escuchaba el sonido cada vez más fuerte de la cascada que amortiguaba al acercarse el propio sonido de la balsa al avanzar por el agua y los inquietantes aullidos del viento.
El pelo de sus nucas se erizó de repente. La gigantesca cabeza de una dragona se abrió paso en la niebla, pero era una cabeza estática, pétrea como el resto de las paredes de aquel lugar. Noak fue transformada en dracoliche y así lo demostraba su esquelética testa, pero ahora el hueso se había transformado en piedra tan oscura que sólo el moho verdoso que la recubría permitía distinguirla a más de cuarenta pies sobre las cabezas de nuestros héroes. De su boca y a través de sus perfilados dientes tan grandes como un hombre, caía una amplia y caudalosa cascada de agua. Su pureza se corrompía nada más entrar en contacto con la superficie del pantano subterráneo , despensa de alimento de la dragona negra.
Cruzaron la cortina de agua calando sus cuerpos y siguieron con la mirada la continuación del cuello petrificado que daba paso a un cuerpo draconil perfectamente fosilizado y engastado en la pared de aquella cueva. La gigantesca Noak era una enorme estatua negra con la forma rampante; sus patas delanteras estaban elevadas y las patas traseras apoyadas en la base de lo que parecía un suelo que sobresalía del agua justo al final de la gruta. Era la posición de un dragón que va a alzar el vuelo…pero nunca se llegó a producir.
Y fue exactamente allí, cuando volvieron a pisar suelo firme al otro extremo del funesto lago, cuando apreciaron lo que había entre las patas traseras: una entrada justo en el centro del arco que formaban los cuartos traseros. Dos estatuas de guerreros enanos con gesto furioso y ceñudo clavaban con fuerza sendas lanzas en la parte interior de las patas traseras de la dragona; era como si las estatuas de los enanos , con esa fiera representación, formaran las columnas que sustentaban la entrada.
Accedieron al interior sólo para descubrir que era una cripta, una cámara funeraria amplia y de de base circular. Las paredes repletas de nichos mostraban con runas, los cientos de nombres de los enanos que allí fenecieron. En el centro de aquella estancia había una tumba. Su cubierta representaba a un enano descansando en paz; entre sus manos parecía sujetar con fuerza una especie de caja que Úgrum identificó a la primera pese a ser sólo una imagen tallada en piedra. El explorador se acercó el primero para observar el rostro de aquel que había estado dentro de su propia Alma y no pudo evitar dejar escapar algunas lágrimas que gotearon sobre la base de aquella tumba. Al mirarlas caer, se percató de que en el suelo había algo escrito…algo que habían leído con anterioridad y que ahora, bañadas con las lágrimas de Úgrum, volvieron a recordar:
“Lo que yace aquí debe permanecer para siempre separado y aparte”
Y todos comprendieron que la caja oscura permanecía oculta en el interior de aquella tumba.
En ese momento, las almas de los cientos de enanos comenzaron a salir de sus respectivos nichos. Flotaron y descendieron hasta rodear al grupo. Entonces el sonido del viento aullante cesó; cesó todo sonido… un silencio tan absoluto que sólo la muerte y el fin del tiempo era capaz de provocar. Las almas se unieron hasta formar varias bolas de intensa luz y se lanzaron de forma fugaz hacia el pecho de cada uno de nuestros héroes… el tiempo se congeló y entonces entendieron: Sus corazones volaron a un pasado y comprendieron lo que allí sucedió y los actos que allí sucedieron quedarían por siempre tatuados en sus almas. Aquellos cientos de enanos decidieron encerrarse tras las enormes puertas negras y vigilar que aquella caja negra con el rubí aún latente en su interior, nunca fuera abierta; pues la caja no destruía la filactelia, sino que tan sólo impedía que el espíritu de la dracoliche pudiera buscar un nuevo cuerpo.
Y así los enanos decidieron pagar con sus vidas que aquel terrible Mal no se extendiera por toda la tierra.
Volvieron a esta realidad, a este tiempo y vieron como las bolas de luz atravesaban su pecho para terminar impactando contra las estatuas de los enanos de la entrada a la cripta. El absoluto silencio dio paso a un unísono grito en el interior de sus cabezas: CORRED.
Las lanzas de piedra de las estatuas comenzaron a temblar y algunos pequeños cascotes comenzaron a desprenderse. Luego fueron las propias estatuas las que comenzaron a descascarillarse y a temblar y pronto fue toda la estancia la que empezaría a quebrarse como un castillo de naipes. Los héroes corrieron y remaron con fuerza hasta llegar a la base de las escaleras que daban acceso a las enormes puertas negras. De camino, vieron como todo el enorme dragón se desplomaba hundiendo la sala funeraria bajo enormes rocas de piedra. Corrieron como nunca y ascendieron las escaleras. No miraban atrás, pero eran conscientes también de que los peldaños se hundían tras ellos. Tuvieron que lanzarse y cruzar la puerta negra de un salto; rodaron por el suelo y se giraron sólo para comprobar que las enormes hojas de la puerta se cerraban por sí solas. Los motivos grabados se iluminaron con la misma luz que la de las almas y después de un destello, la enorme puerta negra desapareció, como si nunca hubiera existido y tan sólo quedaron los motivos bélicos grabados en la ahora pared de piedra.
En el interior de sus cabezas volvieron a oír la voz unísona de las almas de aquellos bravos enanos diciéndoles un simple, pero intenso: GRACIAS.
Aún había ESPERANZA en el mundo...sus corazones así lo sentían. El espíritu y valor de aquellos enanos debía persistir en cada amanecer. Había esperanza más allá de lo invisible.
Continuara...