Partida Rol por web

Una nueva alma se une a vosotros.

(Creo que no habías visto esta escena: podéis maquinar lo que queráis, comentar vuestras teorías o simplemente descansar en paz).

Puesto que nadie a optado por quemar vuestros cuerpos, quizá alguno vuelva en sed de venganza.

Si queréis podéis emitir un voto consensuado que servirá únicamente para desempatar en las votaciones diarias. Si no hay empate vuestro voto no contará.

-¡¡Hola!! ¿Hay alguien por aquí?

Parece que el mundo teme a los más famosos.

Saludad a un nuevo amigo.

Repito para Ned.

Puesto que nadie a optado por quemar vuestros cuerpos, quizá alguno vuelva en sed de venganza.

Si queréis podéis emitir un voto consensuado que servirá únicamente para desempatar en las votaciones diarias. Si no hay empate vuestro voto no contará.

Cersei. Los siete reinos sería un lugar mejor sin ella. Ned lo había pensado con frecuencia desde que empezó a conocerla, no sentía simpatía por los Lannister, y por ella, menos que ninguno. Vestía su vida en hipocresía, codicia y maldad. Habría matado a cualquiera sin pestañear por propio interés, por nimio que fuera, o por simple envidia. Eddard lo sabía y jamás había confiado en ella. Si hubiera tenido que señalar a alguien culpable de tantas muertes la habría señalado después de la Targaryen, sin dudarlo. Y de nuevo, se habría equivocado.  Al fin y al cabo, él también era humano.

Cersei Lannister resultó ser víctima y no verdugo, más allá de toda sensatez, de todo lo que le habían chillado los sentidos.

Inocente, al menos, de aquella matanza atroz que los asediaba.

Quizás sí que Lord Stark no era más que un ingenuo, se decía, y mientras contemplaba el cadáver sentado de aquella mujer le embriagaba el vacío, no sabía cómo sentirse. Sentía que el mundo era mejor, sentía que aquella mujer de tener la oportunidad le habría cortado la cabeza sin dudarlo, a él y a toda su estirpe, y sentía a la vez culpabilidad por sus juicios y pensamientos. Todo lo que venían haciendo allí era un error, de principio a fin, no creía en las votaciones, ni en las ejecuciones a dedo, y creía en que deberían de encontrar otro modo de hacer frente y solucionar aquella grotesca, perversa y aberrante rebelión.

Se adelantó dispuesto a subir los peldaños, con la intención de cubrir y darle respeto al frío y rígido cuerpo que quedaba expuesto sobre el Trono. Devolverle la lengua, cerrarle los ojos y confiarla a las sombras. No obstante, el destino estaba a punto de alcanzarle a él mismo, juzgarle bajo el mismo prisma, puesto que, en ese mismo instante entró Varys. El resto, para todos es sabido.

No pudo evitar mirar a los suyos y sentir la traición pero su último pensamiento fue de perdón por la mano que le había condenado. Y de amor por los que había amado y amaría. Luego, lo engulló la muerte y solo sus huesos volverían al norte.

Desembarco del Rey era pequeño. Diminuta, la Fortaleza Roja. Sus torres, sus murallas y sus cúpulas parecían alzarse mecánicamente sobre las tierras que le rodeaban, aunque, a su modo de verlo, era tan reducido como un juguete. A través de sus muros de piedra roja adivinaba a su hija, Arya, a su hermana, a todos aquellos aspirantes a la corona, prisioneros de la voluntad del eunuco, los veía como puntos imperceptibles, pero ni el mismo gnomo escapaba de su visión. Las calles de la capital eran un bullicio de caos, muerte y crueldad sin reserva.  De pronto, a Eddard Stark, aquéllo había dejado de afligirle mientras lo observaba con la misma vista privilegiada que posee un cuervo. Se sentía ajeno a lo que quedaba por debajo de sus pies. Aquello no le preocupaba, “que los vivos se ocupen de lo suyo” se dijo, no era egoísmo, su tiempo había pasado, su luz se había extinguido, su voz había sido silenciada.

Jamás volvería a andar ni podría volver cabalgando a Invernalia. No sentiría el calor recorrer sus piedras, y el frío helar sus fachadas. "El Norte es frío, duro e inclemente" era lo que siempre había dicho, pero ya no sería nunca más así para él. No podría nadar en sus fuentes termales, ni rezar en sus bosques, ni cazar con sus hijos, ni oír sus risas, ni notar la calidez de un abrazo. No podría volver a pasear por las sepulturas de piedra ni reconocer aquellos rostros inexpresivos que había venerado y que habían tejido su familia. Recordó aquellos que, huérfanos de su compañía, quedaban en casa y tardarían a saber de su suerte. Pensó en sus nombres mientras perdía contacto del mundo: Catelyn, Jon, Robb, Sansa, Bran, Rickon.

Su último pensamiento fue para un nombre prohibido.

Se izó por encima de todo aquello, y viajó largas distancias, en cuestión de segundos, de vuelta al norte. Vio el Muro lejos, arriba, más allá de Invernalia, del bosque de los Dioses y de su Árbol corazón. Vio los Otros aguardando por reclamar y consumir reinos que no les pertenecían.

Y allí sintió romper las cadenas que lo ataban al mundo, le envolvieron las nieblas y una luz cegadora. Y, entretanto unas formas amorfas se acercaban y se definían, desvalido preguntó con la esperanza de reunirse con aquellos seres amados que hacía tiempo que había perdido: -¿Benjen? ¿Brandon?… ¿Padre?-

Pero no eran ellos, aún.

Poco a poco, entre brumas, aquellas formas se iban perfilando, y uno a uno pudo reconocer los rostros de los presentes.

Entrecerró los ojos incrédulo, sin comprender.

Ahí en pie, flotando en la blancura y con ropas manchadas estaban: el desconocido bastardo cuya reputación sanguinaria le precedía; Ramsay Nieves. No muy lejos, pero también algo apartada, vio la muchacha de pelo dorado, la última de la estirpe del dragón; Daenerys Targaryen de la Tormenta. Uno junto al otro podía encontrar a los hermanos leónidos, Jaime Lannister, el matareyes, y su amada gemela Cersey. Recelando cuantos les rodeaban.

Finalmente, un sentimiento que creía extinto nació de sus inexistentes entrañas. Allí también se encontraba, su hermano, Benjen, al que quiso abrazar sin atreverse, pues no sabía si aquello no era más que una cruel visión, o una artimaña aunque algo en el alma le gritaba cúanto era de real. Pero ahí estaba, junto al resto. -¿Vosotros?? Hermano, ¿qué hacemos aquí? ¿Sóis quienes veo? ¿O tan solo un engaño más allá del muro?- Preguntó con ansiedad. No obstante, todos sus rostros permanecieron inexpresivos y silenciosos, como si tuvieran cuerpo pero no voz. Todos muertos.

Miró unos y otros, casi clamando algo de calidez. Algunos los veía y se sentía culpable, Dany había caído por el filo de su espada al ejecutarla según juicio de los cortesanos, algunos no despertaban ni en la presente situación sus simpatías pero al menos había esperado algo de empatización mutua.

Entonces, les volvió a preguntar -¿Tenéis voz?- y luego elevó su voz al aire, solemne, frío y algo autoritario, como lo había sido en vida. No hablaba el hombre sino el Señor que otrahora fue para Invernalia. -¿Son ellos reales? ¿Es esto el frío beso de la muerte? ¿No hay otra cosa al desprendernos del cuerpo y la sangre? ¿Qué esperáis de mí?- Interrogaba e imploraba. Oraba a los Dioses antiguos pero no sabía si trataba tan solo a demonios que hacían de él su diversión.

Me gusta ver vuestras sospechas, así que perfecto que des nombre, pero solo os tengo en cuenta en caso de empate, asi que iba a. deciros empatan A y B, ¿quien va al hoyo?

A ver si el próximo muerto habla más y os trae noticias.

Dos nuevas almas se unen a vosotros. Bienvenido Bryden, bienvenida Melisandre.

Puesto que nadie ha optado por quemar vuestros cuerpos, quizá alguno vuelva en sed de venganza.

Si queréis podéis emitir un voto consensuado que servirá únicamente para desempatar en las votaciones diarias. Si no hay empate vuestro voto no contará.

Una alma más se une a vosotros, traída por el fuego de la ira de un dios. Bienvenida Arya.

Puesto que nadie ha optado por quemar vuestros cuerpos, quizá alguno vuelva en sed de venganza.

Si queréis podéis emitir un voto consensuado que servirá únicamente para desempatar en las votaciones diarias. Si no hay empate vuestro voto no contará.

Asi que aca vamos a parar cuando morimos... comento observando su alrededor. Cuando llego la sacerdotiza de fuego sonrio pequeño. Asi que finalmente terminaste aca, aunque no fuera mi idea. Lo siento de verdad. Dijo aganchando la cabeza con seriedad.

- Bueno, digamos que si no hubiera sido por ti, yo no estaría acá. Me vi en la obligación de exponer mis acciones para salvar mi vida, aunque estaba que eso aseguraría mi muerte al día siguiente - sonríe y mira a Arya.

- Una hija que envenena a su propio padre... Tu corazón está plagado por la oscuridad, pequeña... -.

De los Dioses, ni antiguos ni nuevos, no obtendría Eddard la respuesta esperada, si pretendían algo de él, no parecía que estuviesen dispuestos a hacérselo saber. A toda plegaria, para todo ruego, tan solo abrieron una fisura en aquél lugar entre nubes de luz, por la que cruzaron algunas figuras difusas más. Algunas le eran más conocidas y amadas que otras.

La sacerdotisa de R’llor, quién sirviese al Dios que sirviese, tampoco este le había librado de una muerte prematura. Y, el tío de Cathelyn, su esposa. Se dirigió a ellos, con pretensión de recibirlos. Confundido, incrédulo y tan dispuesto como Brynden a saber si aquél sitio era el reservado para los que pierden la vida, o si había algo más allá.

Y, por último, entrando tras ellos, se dibujó la esencia de su hija menor… -Arya…Arya…- Su voz sonó quebrada, llena de dolor y absoluta incomprensión. «¿Significa esto que mi hija esta… muerta? ¿Es ella de verdad? »  Sintió de repente una necesidad de hallarse en Invernalia, en su bosque de los Dioses y postrarse frente el árbol corazón. Antes de sentir el frío cuchillo del eunuco y la caricia de la muerte segándolo de su cuerpo, habría jurado que el alma no concibe dolor, en ese momento tenía la certeza de que no era así. Miles de invisibles espadas atenazaban y esparcían sus vísceras, aunque nadie lo pudiera ver. Su mente era un enjambre de dudas y preguntas, pero solo afloró la primera cuando leyó culpa en la mirada de esta y supo, de forma tan cierta como si lo hubiese presenciado, que ella era la autora de su desdicha. Juntó las cejas sobre la nariz con los ojos anegados por la emoción:  –¿Por… qué?- No sentía odio, ni desprecio, ni rencor. La perdonó al instante aunque no comprendía la razón que podía haberla impulsado a querer y llevar a cabo la muerte de quién habría dado la vida, los títulos, la dignidad y el honor por ella, y para que no le ocurriese nada malo.

Necesitaba imperiosamente saber la razón. De pronto, aquellas palabras de la sacerdotisa dirigidas a la pequeña loba resonaron en su cabeza. Y, cegado, de haber podido, Lord Stark se habría quitado la vida… por segunda vez.

Miro con recelo a la chiquilla que habia envenenado a su padre, no habia mucho mas que decir que lo que habia dicho en voz alta la bruja roja y no iba a meterse en un asunto asi entre padre e hija.

Entonces que paso luego que muriera? Alguno penso en algo mejor que acusar a los que hablan mucho y se dedico a examinar a los que callan? pregunto a Melisandre

Podría haber un empate, así que vosotros sois los encargados de desempatar ^^.

No sé cómo lo soléis hacer con la máster habitual, soy la sustituta... ¿Os dice los nombres y elegís por nombre? ¿U os dice A y B y elegís a ciegas? Voy a preguntarle a ella, pero tiene poca cobertura, así que si alguno de vosotros lo sabe, os agradezco una manita ^^.

Supongo que el plazo sería hasta mañana por la mañana, espero que sea suficiente :-/.

Hasta ahora ni se habia dado. Una vez le pregunté y me respondió que diria A o B. Y nosottros elegíamos.

Pero leelo tu misma. Lo tienes en un mensaje que me escribió solo a mí un poco más arriba en esta misma escena.

Vale... Me chivan por aquí que es con A y B.

Así que podéis elegir, aunque será a ciegas.

Tachán, tachán... ¿A o B? En vuestras manos queda ;).

A: Petyr

B: Aemon

Genial, gracias :)

Pero no das los nombres de A y B? O.o
Entonces no tenemos papel que un dado xDDDDDDDD