Tan cerca y a la vez tan lejos, pese a que la grandiosa Faris estaba a punto de lograrlo, esta se vio atrapada en aquel viaje dimensional que terminó con su trasero en el suelo de aquel lugar; tras levantarse ligeramente dolorida reconoció algunos rostros, en cambio otros, no tenía ni la más absoluta idea de quienes podían ser, sea como sea, la situación parecía clara, evidente y cristalina. Algo habría que hacer.
-Así que alguno de nosotros es "Subdito del Caos"... -Resumió ante las palabras de aquella mujer que los había invocado- ¡Como si eso fuera difícil de de encontrar!. Apuesto por aquellos que parecen más inocentes, a fin de cuentas; ¿Para qué tratar de corromper a alguien ya corrompido por sus propios asuntos?.
Quizás estas fueran palabras vacías, o quizás tratase de decir "algo más", sea como sea, ella ya había participado en aquel debate que aún se encontraba en pañales, y sea como sea, iba a ocurrir, con ella o sin ella. Por lo que, al menos, su opinión quedaba ahí, en el aire.
Me sentía realmente confusa. No sabía dónde me encontraba, ni cómo había llegado a aquel lugar. Estaba rodeada de desconocidos, y una cúpula nos envolvía y nos atrapaba.
Traté de recordar qué había ocurrido inmediatamente antes de ser transportada a aquel sitio pero, todos mis recuerdos eran confusos. A mi mente llegaban fragmentos de diversos sucesos, gente que había conocido, y… cosas en las que prefería no pensar.
Miré a la gente que había a mi alrededor. El grupo era de lo más variopinto. Había un chico con cola, que estaba acompañado de un niño. En otro lugar había alguien que a simple vista parecía una niña, y a su lado…
—T-T-Tú… ¡Tú! ¿Qué haces tú aquí? —exclamé al reconocer al extraño hombre con maquillaje y ropas estrambóticas. Instintivamente me alejé en dirección opuesta a él, temblando de miedo—. Alejaos de él. Es malvado… y peligroso —dije en voz alta dirigiéndome al resto de los presentes. Me acerqué al chico con cola y al niño del sombrero en busca de apoyo.
En mi mente resonaban voces lejanas. «Mi dulce y pequeña…» «…esta corona de…» «…me pertenecerás». Los recuerdos eran confusos, pero sabía que estaban relacionados con aquel hombre.
No sabía si esto era un simple sueño o un capricho del destino, sólo sabía que Luna estaba allí, frente a mi y su cálido abrazo y dulce aroma, bastaban para darme un motivo para luchar.
Es así que tras unos pocos segundos, que si por mi fueran, se hubieran prolongado por toda la eternidad, Luna y yo empezamos a prestar verdadera atención a lo que nos rodeaba.
Si esta diosa era capaz de devolverme a la mujer que amaba, yo con gusto lucharía en su nombre y sangraría por ella, pues cualquier esfuerzo me parecía mínimo por una recompensa tan inconmensurable como esta.
Yo soy Noctis Lucet Caellum, soberano de Insomnia y con gusto lucharé en tu nombre Cosmos pues me has devuelto a quien es más preciado para mi corazón.
Sólo muéstrame a tus enemigos y el poder de la Santalita y toda Insomnia caerá sobre ellos. - anuncio convocando las armas de los ancestros para respaldar mi frase.
Mi fuerza es tuya Cosmos pero mi corazón es de Luna.
El pequeño momento de reencuentro se vio interrumpido por voces de un lado a otro, aún cuando hubiera querido que nuestro abrazo durara un poco más, la dama Cosmos nos había reunido a todos dentro de aquel cúmulo de hielo para descubrir entre los presentes aquellos envenenados por el odio de Caos.
-Soy Aerith. Aerith Gainsborough.- Me presenté. -Y haré lo necesario para protegerlos.- Dije, con seguridad, mostrando una sonrisa de confianza. Tomé una flor de mi cesta, y la coloqué detrás de mi oreja. Escuché entonces como una de las jóvenes señalaba a un hombre que vestía de forma llamativa y llevaba el rostro pintado como payaso. -¿Quién eres?- La niña parecía realmente asustada de él. Pero si como la voz había dicho, el Caos se había infiltrado en los corazones, ¿no sería demasiado evidente que aquel hombre lo era? ¿Dónde quedaba la infiltración en ese caso?
Me disponía a responder a la moguri depilada pero de pronto Terra se vuelve medio loca al verme, si es que desde luego tengo un no se que que se yo que vuelve locas a las chicas. Me llevo una mano a la frente y hago un saludo militar a Terra e inmediatamente la ignoro para volver a conversar con la pequeña pero de nuevo me interrumpen. Esta vez es una chica con una larga coleta vestida de rosa.
Suspiro hastiado y comienzo mi presentación haciendo posturitas cool dignas del mejor Jojo. Soy Su Malignisima Alteza Kefka Palazzo. Primer soldado magitek, y mayor mago de la historia. Hago una pausa teatral y me como un caramelo observando a todos los presentes. No se quien ese Caos ni quien es la tipa que nos habla de no se que cristal, y si, soy algo cabroncete. Pero decidme sinceramente. ¿Quien no ha querido acabar con todos los humanos al menos una vez en su vida?. ¿Quien no ha querido convertirse en Dios y gobernar el mundo? Si, soy culpable de eso y de mucho más. Pero señores, aquí todos somos culpables de algo.
Me acerco a Terra dando saltitos como un canguro y pongo mi mano sobre su hombro. Estimada Terra, es cierto que te puse una corona de esclavitud, es cierto que te usé como arma de guerra, es cierto que te perseguí por todo el continente para hacer experimentos contigo. Le ofrezco uno de mis caramelos mientras suelto una triste lagrimita. ¿Pero que importa eso?. Solo soy un sociopata megalomano más, uno de tantos. Además, si me quisiera infiltrar no entraría aquí saludando a todos. Quizá sea un payaso loco, pero no soy un imbécil MUAJAJAJAJA.
Bueno, no creo que viva mucho más xD
Hmmmm... con que señor Kefka... - le respondía al festivo Hume mientras de apoco a nuestro alrededor una par de de sujetos se empezaban a aglomerar alrededor de nosotros mientras señalaban cierta inclinación moral que podía presentar el tal Kefka y podría haber dicho algo para evitar tensar el ambiente.... pero el mismo... como que se auto-condeno un poco.
A ver... igual el señor de vestimenta de carnaval tiene un punto... digo, mas de una vez e tenido problemas con los Hume por ser demasiados inoperantes controlando sus borregos ,tanto que me e visto obligada en tener que mover un poco los hilos para que no se maten solos, pero ya~ya acabar con todos ellos por que si... es un poco mucho... ¿no?, digo, si lo hiciera... ¿ de donde después sacaría gente de la que reírme ? - le encaraba aunque no en plan enojada, mas a modo de consejo ... para todo imperio se necesita mano de obra barata y desechable y si hay personas que usar... pues mejor...
Despierto de aquel sueño profundo del cual había estado sumergido - Guy... María... - busco a mis amigos dentro de aquel grupo de extraños, suspiro al no encontrarlos y ver como varios de los presentes se conocían - bueno... - susurro resignado y con cara de melancolía
-Yi-Yitan - dije sorprendiendome ante tal acto sorpresivo de mi amigo - Que alegría de que estés bien. Yo estoy bien también, pero creía que me moría. - dije abiertamente, aunque era raro ahora estar en el lugar en el que estabamos -B-bueno, supongo que ayudarla sería lo más adecuado pero... ¿Como? - pregunté ante mi ignorancia de no saber que hacer realmente - Será dificil encontrar lo que busca ¿No? - era lo más probable... aunque ya tenía uno en mente.
No obstante cuando nos presentó me puse muy nervioso, tanto que tire de su pantalón hacia atrás - T-tampoco es p-para tanto... - Es verdad que sabía usar magia negra, pero decir que era extraordinario era demasiado... No obstante todos se estaban presentando, y por no quedarme atrás di un par de pasos quedandome a la altura de Yitan para presentarme a mi mismo - Como ha dicho mi amigo Yitan, me llamo Vivi Ornitier, ambos venimos del continente de la niebla, aunque bueno yo lo último que recuerdo es estar en el mundo cristalino. P-pero eso es lo de menos. Ayudaremos a Cosmos si lo necesita antes de volver.
No obstante la presentación de uno de los componentes de allí, me hizo temblar un poco de miedo, siendo que me acerqué más a Yitan - Dice que es un mago ¿Será como Kuja? ¿También creará magos negros como yo? - le volví a mirar bien y luego a mi compañero de nuevo - Aunque no tiene cola como Kuja y como tu... Pero si que parece tan malo como Kuja... ¿Deberiamos atacarle Yitan?
-Mi nombre es Yuna. - Acabó por presentarse ella también, observando a los presentes. Uno de los hombres hizo una demostración de sus habilidades, invocando armas de la nada, y que decía ser un gobernador. O un rey. Algo así. De todas formas, aquel despliegue de poder innecesario le pareció poco más que fanfarronería. Sus palabras tampoco ayudaban mucho a que la idea que la joven poseía fuese otra. - Soy una invocadora.
Por otro lado estaba aquel payaso que era el único que tenía pintas de ser malo, pero ella coincidía en que para corromper un corazón este tendría que ser puro en primer lugar. ¿Qué sentido tenía si alguien ya era malvado de por sí? - Todos somos culpables de algo pero permíteme dudar que estemos al nivel de querer destruir a la humanidad o ser dioses. - Ella, de hecho, no se sentía culpable de nada. Había conseguido liberar a su tierra de las fuerzas oscuras, el cuál era su cometido como invocadora. - De todas formas creo que tenemos que ayudarnos mutuamente para salir de aquí con vida. La mayor herramienta que posee Caos para sembrar su semilla es la de la duda. Si nos dejamos guiar por ello, acabaremos atacándonos unos a otros. Necesitamos preservar la calma. - Anunció, aunque no estaba del todo segura de lo que decía.
Era una situación complicada y lo último que quería era que murieran personas inocentes. Con tan sólo pensarlo sentía una punzada en su pecho. ¿Cómo alguien podía ser tan cruel como para ponerlos a unos en contra de otros? Y, más allá, ¿qué camino debían seguir? ¿Cómo descubrirán la corrupción en los corazones de otros héroes? Las preguntas eran más que las respuestas...
Kefka no hizo nada por ocultar lo malvado que era realmente. Me sobresalté cuando se acercó a mí dando saltitos como si nada y posó su mano sobre mi hombro, como si fuéramos amigos. Sus palabras despertaron en mí algunos recuerdos. «¡Mi dulce y pequeña hechicera! Je, je, je… ¡Con esta Corona de Esclavitud prácticamente me pertenecerás!».
—¡N-No te acerques a mí! —exclamé, a la vez que me alejaba inmediatamente de él, con escalofríos recorriéndome el cuerpo. —¡Está claro que él es el malvado! ¡Tenemos que acabar con él! —exclamé dirigiéndome a todos los presentes.
Alguien que se llama a sí mismo malvado no debe ser demasiado listo -exclamo tras las palabras de la muchacha que se aterra del payaso- y ha sido convocado igual que los demás.
Se puso al lado de la desconocida, Terra, con una sonrisa de suficiencia.
Pero igual os protegeré, my lady, a cambio de vuestro nombre y una sonrisa. ¿Os parece?
Sonrío a la muchacha con confianza, colocando el sombrero con mi arma y ladeando la cabeza para mirar con un aire de superioridad, evaluando la posible amenaza.
¿Qué piensas, Squall?
Pregunto al que ha sido mi compañero. Procuro no prestar demasiada atención al exceso de parejitas y sus amoríos, ahora mismo una doncella me necesita y, doquiera una hermosura me necesite, allí estaré yo.
Ufff resoplo al ver que hay tantos arremolinados a mi alrededor haciendome preguntas, es inevitable que alguien con mi nivel de molonidad atraiga a tantos patéticos mortales así que decido armarme de paciencia para ir contestandolos uno a uno.
Primero doy unos golpecitos en la cabeza a la moguri calva. Claro kupo, alguien los tiene que controlar, y mejor que lo haga yo a que lo haga otro, y no pensaba matarlos realmente a todos kupo, solo a los que no me fueran útiles kupopo.
Despues me arrodillo al lado de la cosa oscura con el sombrero divertido y le contesto. Hummm no se si como tu, pero si fabriqué un ejercito de soldados magitek, ya sabes, del tipo que lo mismo te incineran con una bola de fuego como te descuartizan con alegres machetazos al ritmo de una zumba.
Miro a Terra ya algo cansadito de que sea tan monotemática. Terra, se que no soy un angelito, pero dime... ¿Eso de organizar un asesinato en masa es bueno? Pongo los ojos en blanco y miro al cielo harto ya de tanta tontería. La dulce y angelical Terra pidiendo a unos desconocidos que me maten por algo que ella considera délitos sin importar que fueran en otro plano y además acusandome de crimenes que no cometí y por los que se ve que merezco una condena a muerte sin juicio. Vaya vaya... creo que no soy el ser más despreciable de aquí, cierta jovencita me supera.
Me acerco a paso lento al vaquerito sexy y le sonrio. Wow señor, diga so a su caballo o eché freno a su lengüita, perdone por ser un malvado sincero que no se avergüenza de ser así. Solo soy un producto de la sociedad, un pobre marginado maltratado con el que experimentaron mil veces más de lo que yo hice con Terra. Me gustaría ver si tu habrías aguantado la mitad de lo que yo aguante.
A continuación hago una reverencia teatral al resto y hablo al conjunto de presentes. Queridos amigos yo ni acusé ni insulté a nadie como hicieron la rubia y el vaquero de doujinshi yaoi. Tampoco me oculté ni negué mi pasado. ¿Alguien de esa secta del Caos haría eso? ¿En serio creen que un infiltrado entraría aquí diciendo, hola, yo soy uno de ellos y quiero exterminaros?.
Miro con el ceño fruncido a Terra y al caballerete del pistolón para a continuación afirmar. Aquí lo que pasa es que algunos están muy interesados en que se fijen en mi, en aparentar ser unos niños buenecitos y en despistar al resto sobre lo que realmente está sucediendo en este lugar. Recuerden una cosa queridos amigos, ser malvadito me permite distinguir a otros malvaditos como yo con solo una ojeada, quizá por eso la tipa del cristal me trajo aquí.
Finalmente me siento en una roca, quito mis botas y con un palito me pongo a sacarme roña de las uñas de los pies.
Un un costado me encontraba, mirando cómo todos se presentaban, ahí no había nadie conocido, nadie resultaba familiar, estando perdida entre el gentío, pensé que en este mundo, Rasler podía llegar estar, veía a muchos que se reencontraban con sus parejas, muchos de los chicos que ahí se encontraban eran atractivos, algunos otros parecían más extravagantes, y otros parecían más bien sacados de una historia bizarra.
-Antes de que su platica tan interesante continúe, debo de presentarme-
Por algún motivo, solo tenía mi ropa de combate, la que llevaba durante sus viajes junto con mis amigos Vahn y Penelo, Balthier y Frann, y mi siempre leal Basch, el por qué es algo que no entendería de inmediato, o eso creo.
-Soy la reina Ashelia B'nargin Dalmasca, soberana de dicho reino, debo decir que, aún no caigo en la cuenta, ¿cual es el objetivo de todo esto? No creo que acusar nos injustamente los unos a los otros sea la solución fehaciente para esto-
Cruzo mi brazo por debajo del pecho, para tomar mi codo, manifestando una expresión pensativa en el rostro, si había que encontrar entre nosotros a los malvados, la clave sería cómo reconocerlos, pero esa es la cuestión, el "Cómo", una excelente pregunta para una difícil situación.