Gió bailaba con su fular entre sus manos, al son de la canción de Asladriel, jugando con el viento y la seda alrededor del hada.
Discutir hoy no servia de nada y el viento cálido de la reunion le pedía moverse a su son después de todo era un espíritu libre.
Miró a las demás, no tenía sentido hablar, ya lo habían dicho todo.
-Mostrar nuestros poderes eso ¡¡que gran idea!! así podrán matar a las que de verdad nos puedan ser útiles para ayudar en la busqueda- miró a Salem -Supongo que habrá muchas que no quieran mostrar su don, y es totalmente comprensible, además ¿que te hace pensar que las que no muestren su don son culpables? o quizás tengan más de un don- negó con la cabeza, y siguió con la guardia.
Porque yo puedo demostra mi don y ademas puedo ayudar en eso...
Pero queriais ideas, y esa es una idea... pero claro esta que las mayores detractoras de la misma seran sin duda las traidores. Pues son las que mas han de perder...
Yo por mi parte puedo ayudar, pero eso claro esta tiene unas consecuencias para mi que como todas el miedo a la muerte siempre esta... aun asi hay que hacerle frente, sino pensar en lo acaecido en el ultimo conclave... murieron practicamente todas..... entonces a que esperamos, hay que cambiar de tactica...no podemos hacer siempre lo mismo, pues el final sera siempre muy parecido...
Miró a Salem, estaba un poco cansada de esa discusión y de esa idea aún más absurda -Si todas decimos nuestro don, se lo pondremos aún más fácil, ya que sabrán cual puede saber más fácil quienes son y descubrirlas y seran por las primeras que vayan. Igual eres tu una de ellas, de ahí esa absruda idea de que digamos nuestros poderes, para que así los sepas y acabes con las más útiles-
Jojojo, empiezan las acusaciones, nada personal chicas XD
¿Pero realmente esperáis que diciendo nuestros don, podamos creer en que no estemos mintiendo para pillar aquellas que son más débiles?. La verdad que no lo veo muy acertado, seguid discutiendo si queréis pero yo voy a seguir a lo mio porque voy a morir de una forma u otra...
Tras haber unido su voz a la de Asladriel durante varios minutos, llegado cierto momento, Eglantine dejó de cantar y mientras continuaba con su guardia, seguía escuchando la canción sonriendo.
Había pasado un buen rato y sus hermanas se habían puesto a discutir sobre si enseñar (o no), sus dones, y mientras seguía mirando alrededor, notando la tierra, intentando captar alguna chispa de maldad que les indicase algo, Eglantine habló - Al igual que muchas otras hermanas, no creo que sea conveniente decir cuáles son nuestros dones, si los tenemos o no, porque eso sólo pondrá una diana sobre alguna de nosotras, y no demostrará nada, ya que perfectamente, las traidoras, mentirán para encubrirse... ¿y cómo vamos a averiguar si la verdad se esconde detrás de sus palabras? - hizo una pequeña pausa antes de continuar - ahora, por favor, dejemos de discutir, ¿no véis que no llegamos a ninguna parte y sólo estamos haciéndoles la tarea a las traidoras? deberíamos estar unidas, apoyarnos unas a otras y no tirarnos a la yugular de las demás... -.
bien entonces callare pero no espereis que haga guardias, para cubriror las alas, pero que no sea que no haya querido ayudar.... luego no me digais...
Eso si espero ser buena amiga al final de Nocturna que parece tener las ideas claras...
Continuo cantando...tranquila, con al esperanza de contagiar a otra hermana con mi musica...miro a Eglantine y le sonrio en señal de agradecimiento por acompañar con su bella voz mi canción...
Va cayendo lentamente la tarde
y el sol indolente,
lanza sus débiles rayos a través
de los árboles del bosque,
dando un color rojizo a las hojas
que se mecen al compás del viento.
La noche tímidamente empieza a hacer
su aparición y el encargado de encender
las estrellas, ha empezado ya con su cotidiano trabajo.
Toma una nube en la mano
y con ella les va sacando brillo
una por una.
Las quiere. Las mima.
Y ellas con un guiño
le agradecen su esmero.
¡Son tan coquetas!
Mientras, allá abajo,
en aquel claro del bosque,
la luna ilumina al viejo árbol
que extiende perezosamente sus ramas,
mientras abre la boca en un bostezo,
para a continuación exhalar un suspiro.
Es noche de luna llena.
Noche de ritual.
Noche de ceremonias.
Noche de hadas.
Se acerca el momento.
La noche se llena de suaves sonidos
que acarician el alma.
Todo es paz. Todo es calma.
Rumor suave de alas se oyen en el aire.
Pequeñas luces van bajando.
Distintos colores que van iluminando
el claro del bosque y toman forma humana.
La última en llegar,
la que trae el color verde,
verde como el mar.
El viejo árbol bosteza.
Paz.
Calma.
Es la noche de las hadas.
Se vuelve a tumbar y se adormece escuchando la canción de Asladriel, mientras se ensimisma en sus pensamientos, en las acusaciones que se han hecho y en como pueden salir airosas de tan espantosa situación.
Primero Brianne y luego Titania, se giran para estar tumbadas boca arriba, mirando las estrellas y cantan la canción de Asladriel, una un párrafo la otra el siguiente. Sonriendo. Alegres. Tranquilas. Pese a lo que las espera a todas.
No puedo evitar que se me escape una leve sonrisa al escuchar la canción de la hada de viento, y como muchas hadas hacían empece a cantar la canción.
Me uní a la canción de mis hermanas con una leve sonrisa en la comisura de mis labios. Era relajante entre tanto temor y recelo que todas nos unieramos aunque fuera en la canción de nuestra hermana del viento.
Lilith en silencio agradecia a Asladriel su canción. Habia hecho callar a todas un rato, y tranquilizaba para poder dormir tranquilamente.
Seguía con mi guardia mientras otras terminaban de aclararse y el resto disfrutaba de una melodía que unas de nuestras hermanas cantaba.
Por fin todas en calma....por lo menos algo que logrado...con mas melodias, a la espera que se sigan uniendo mas hermanas en mi canción...
Observo en busca de Gió....
Leporidae estaba profundamente dormida. La madriguera amortiguaba tanto el ruido exterior que en su estado de ensoñamiento era incapaz de escuchar la canción que sus hermanas entonaban.
Se vio a si misma bañándose en un cristalino arroyo. Era un día soleado, la temperatura era perfecta, y una suave brisa le hacia cosquillas en su húmeda piel. Se sentía feliz, en paz. Jamás en su vida había disfrutado de un momento tan perfecto.
De pronto, el cielo se oscureció. Súbitamente. El, hasta ahora, cálido arroyo, se convirtió en un regato glacial, haciendo que todo el vello de su cuerpo erizase al unisono. Sintió como se le helaba la sangre cuando algo le desgarró el vientre. Notaba como sus vísceras se desparramaban mientras una mano ascendía por su interior en busca de su corazón. Y finalmente, miró a los ojos a su atacante, mientras este, lentamente, casi con suavidad, le arrebataba su alma, sumiéndola en la mas profunda, absoluta y fría oscuridad. En su último suspiro, reconoció el rostro de su asesino. Era la mismísima encarnación del terror.
Leporidae despertó sobresaltada y empapada en sudor. Y sintiéndose vencida, una vez mas, por el cansancio y la preocupación, volvió a caer presa del sueño, rogando a la madre naturaleza por no volver a soñar esa noche.
Tras tirarme en la hierva fresca que cubría parte del suelo me quede dormida durante un tiempo que no sabría decir cuanto fue, la melodía de una canción me despertó mis hermanas cantaban para alejar los miedos aquello me gusto y me uní a la melodía durante un tiempo hasta volver a caer en un profundo sueño.