¿Y quieres descansar?
Pregunto en un susurro a Leporidae, mientras mi mano se dirije a su mejilla delicadamente. Sus labios se aproximan a los míos y, sin dudarlo, ladeo mi rostro para juntar los míos con los suyos en un fugaz beso, aunque las sombras que nos rodean parecen cobrar vida y, formando un par de tentáculos, uno suyo y otro mío, nos rodean a ambas apretando su cuerpo contra el mío en una especie de cálido abrazo, es entonces cuando soy yo quien acerca mis labios a los suyos para besarla, cargada de una energía naciente. No es lo que esperaba, pero sus labios...
... Saben bien.
Le sonrío con picardía mientras continúo buscando sus labios.