Partida Rol por web

 El Sr. Nobel, con el encanto que le caracterizaba cuando se trataba de matemáticos, decidió tirarle una dinamita a Emmy Noether. Debía ser una venganza, ya que la dama le había recriminado a la organización el no haber recibido nunca un premio de esa índole. ¡Si hasta el mismo Einstein decía que ella era cool! Como sea; la amenazante dinamita se acercaba a ella, más la matemática miró a aquel objeto con pena y simplemente le dirigió una palabra que contradecía el propósito y el objetivo de aquel maravilloso dispositivo llamado dinamita.

No.

 Fue tal la analítica, precisa y lógica frialdad con la cual la matemática rechazó el acercamiento de esa dinamita a su persona, que aquel objeto que debía seguir su predeterminado curso físico no encontró mejor forma de evitar una contradicción (entre su destino y lo dicho por la mujer) que evitando hacerle daño a la Srta. Noether. Hubo explosión, pero la explosión eligió no dañar a la dama. Teóricamente era imposible semejante suceso... pero Emmy era conocida por revolucionar teorías.

- Esto fue... algo interesante. Supongo que no hará daño decirles esto, así que lo dejaré en claro para que no se gasten en usar artimañas y juegos contra mí: rechazaré todos sus ataques. Uno por uno. Y mi palabra es la verdad absoluta, pues trabajo en los fundamentos del álgebra más abstracta que el hombre haya conocido.

Christoph había estado colocando espejos en diversos puntos tranquilamente, silbando.

—Bueno, Sócrates —dijo mientras colocaba el último—, esa fue sin duda una apuesta arriesgada y aunque a mi modo de ver parece haber salido bien —si se tenía en cuenta que posiblemente se había linchado a un nazi y se obviaban los dos presuntos inocentes muertos— pone en duda su transparencia al no haber siquiera propuesto una discusión sobre la persona a la cual pensaba linchar. Ah, y... —dijo volviéndose hacia él— aún no me ha dicho los supuestos motivos de su sospecha.

Terminadas sus preparaciones, Christoph se giró hacia Emmy Noether y con una pequeña sonrisa dibujada en el rostro la observó durante unos segundos, aunque decidió finalmente guardarse sus pensamientos al respecto.

-"Vaya, que sorprendente multitud de sucesos" Tranquilamente y sin que nadie se percatara, sacó una fregona de nadie sabe donde y comenzó a limpiar un poco el lugar de las explosiones. "Estaba trabajando en esto cuando fallecí. La fregona portatil, retractil" Le apetecía chulear un poco de sus logros, al fin y al cabo era el mas modesto de todos los invitados a la celebración.

-"Mi querido Erwin Schrödinger, me encanta su razonamiento. Me gustaría saber que ha aportado usted, aparte de exculpar y acusar sin justificación alguna. Debemos recordar que su primera opción para elegir votar fue la B, votos ocultos y secretos, Tal vez estaba buscando apuntar con el resto de sus compinches Nazis de forma segura a alguien que les estorbara. Luego se dejó llevar por la corriente y cambió su voto, tal vez vio peligrar su situación. Mi silencio se debe sobre todo a no tener certezas sobre los compañeros y a no querer acusar o infundar sospechas injustificadas sobre alguien inocente, pero usted ya estaba en mi punto de mira por esa situación. Y ahora decidiéndose a comenzar a señalar e una forma relativamente abierta, a fundar sospechas, tanto de mi persona como sobre las de otros compañeros, ya me hace dudar más aún de su inocencia. No juegue con nosotros, no somos el gatito de su caja." lo mismo que apareció volvió a desaparecer esa fregona, seguro que sera el descubrimiento del siglo, 

Todo eso está muy bien, señores... pero olvidan una cosa. Lo dije muy al principio de la velada... el único nazi confeso, no, perdón... confeso no es la palabra. El único nazi de aquí, además de alto mando de las SS no era otro que Aribert Heim... y no ha muerto por nuestras votaciones, pese a ser evidente, sino de alguna extraña enfermedad (probablemente provocada por el señor Fleming)...

Así que... seguir discutiendo cuando ni siquiera en eso nos pusimos de acuerdo... me van a permitir augurar un futuro muy negro a esta reunión.

Por cierto, señorita Noether... sigue usted utilizando una lógica aplastante. Enhorabuena.

Acto seguido me encaminé hacia el señor Jalón, pues me había picado la curiosidad ese artefacto que había sacado para fregar el suelo...

Erwin, por una parte estaba satisfecho y por otra no. Hasta no hacer instrospección cualquiera de las dos opciones era correcta.

- A ver, señor Jalón, no sé en qué invierte usted su tiempo, porque de hecho ni sé quién es, peroyo soy una persona muy ocupada y, en ocasiones, sorpréndase, me equivoco. Por eso propuse una opción errónea cuando en la descripción de mis motivaciones estaba apuntando a otra elección. Mea culpa. Pero si se fija, elegí de los primeros para que nadiera pudiera pensar que me esperaba a que las votaciones estuvieran resueltas para pasar desapercibido con la mayoría. En cuanto me advirtieron de mi error, cambié. Otros en cambio han esperado para votar sin consecuencias.

Por otra parte mi intención es descubrir nazis y para eso es necesario la comunicación. Ustedes dos, el señor Helchem y usted están poniendo en duda mis aportaciones. Perfecto, pero no caigan en el error de los argumentos ad hominem, eso me conviene puesto que apuesto por la comunicación y la investigación colaborativa: no como el señor Jalón y otros cobardes que prefieren esperar a que los demás hagan el trabajo sucio- dijo airado el señor gatuno mirando al desconocido antes de añadir-. Por mi parte no esperen que me calle, más al contrario estaré dispuesto a las consecuencias del debate.

Y a parte de todo eso anteriormente mentado, algo más ocurrió, aunque en esta ocasión fue algo mucho más aburrido que un un triple asesinato repentino, un asesinato previo y como una mujer fuerte e independiente no le importaba una mierda que una dinamita le haya explotado entre los dientes. Lo que le ocurrió a Alan Stern fue mucho más sencillo, desapareció... también.

James estaba perplejo ante la carnicería que se le había presentado en la sala. Lo que era una simple decisión por parte de Sócrates, se había vuelto en algo mucho mayor.

Me alegra que esté dispuesto a colaborar, señor Schrödinger. Pero no todos tenemos las cosas tan claras. No soy de los que desean hablar sin aportar. Toda vez que he hablado, es para declarar mi opinión e intentar que no dejemos cabos sueltos en nuestra misión de acabar con los nazis. Si aún así le parezco sospechoso, no es de extrañar. Pocos son inocentes confirmables en esta sala.

- No me malinterprete, Maxwell. Sólo emito hipótesis y me limito a observar, esto dista mucho de tener las cosas claras y como bien dice todos aquí somos sospechosos - reconoció Erwin- pero si sólo manifestamos certezas, vaticino un gran silencio entre nosotros. ¿No le parece?

Viendo el silencio reinante continuó.

- Y ahora se escaquea el señor Alan Stern... la verdad es que no sé qué pensar, así que les preguntaré a nuestros líderes: Sócrates, Servet ¿confían ustedes en el señor Stern? Les ruego que sean claros y concisos en este tema.

En absoluto lo malinterpreto. Es más, he dicho que veo sus argumentos como válidos ya que pocos son libres de sospecha aquí. Tampoco niego que tirar piedras al aire con la esperanza de dar al objetivo no es el método más efectivo, pero a estas alturas parece ser el único que tenemos.

Comentó, aclarando su opinión respecto al tema.

Muy bien damas y caballeros - Interrumpe Sócrates - Estoy entre la opción B y la E. Y ustedes preguntarán "porque esas opciones?", Y yo responderé "porque tengo una idea" - Mira a todos con seriedad - Si tarde o temprano tenemos que pasar por las opciones a ciegas que tal que si aunque sean ocultas digan por quién votarán, si el recuento final no coincide tendremos una pista de quienes pueden ser culculpable.

Después respondo al señor Erwin - Si, desconfío de él igual que en la mayoría de ustedes.

El señor Fleming había "regresado a la vida" mareado y con náuseas, pero seguía vivo después de todo, tras haber hecho uso del preciado antibiótico ya  mejorado que tiempo atrás le hizo merecedor del premio Nobel, la penicilina que se obtenía del hongo Penicillium. Si bien estaba dolorido por las puñaladas recibidas por los nazis infiltrados y sus heridas estaban en proceso de sanar, al menos se levantó victorioso, sabiendo que se había llevado por delante al malnacido de Aribert Heim. En su trance entre la vida y la muerte había logrado hablar en el más allá con Louis Pasteur, el padre de la microbiología, quién le había ayudado a tener más clara una perspectiva de quién era un más que probable traidor infiltrado.

- Me alegra volver a verles y sentirme vivo, mis estimados compañeros. - comentó con una sonrisa mientras terminaba de recuperarse tras la extrema situación vivida. Al igual que muchos de ustedes, desconfío de la mayoría y no tengo claro hacia donde dirigir mis sospechas, pero de lo que estoy seguro es que el malnacido de Aribert Heim era un detestable nazi infiltrado, de quién no me arrepiento haber arrastrado al más allá para que se pudra por toda la eternidad. La inestimable ayuda del señor Pasteur ha sido fundamental para mí, quién además reafirmó lo que ya sospechaba con anterioridad... Aribert Heim quedó marcado tras asesinarle. 

Dicho aquello, escuchó las acusaciones y sospechas que se regalaban unos a otros, meditando para sus adentros quién mentía y quién decía la verdad, a la vez que veía como claramente empezaban a desdibujarse varios grupos. Algo más molestaba a Alexander en todo aquello, y es que las extrañas desapariciones parecían ser muy concretas, dos en cada ciclo, y estaba seguro que tenían un fin.

- Ya que hablamos de sospechas, mi teoría es que alguien de los presentes se está tomando la molestia de llevarnos a los presentes a alguna zona secreta, supuestamente de a dos en cada ciclo, con alguna finalidad u objetivo que no me agrada. Deberíamos empezar a valorar la posibilidad de que hay un tercer bando en esta ecuación con un interés distinto al resto, tanto de nazis asesinos infiltrados como de científicos inocentes. ¿Alguien sería tan amable de actualizarme de los casos en mi ausencia, para descartar a las posibilidades y cercar al culpable?

En cuanto a las palabras del señor Sócrates, proponiendo las opciones B y E, por mi parte me declinaría por la opción E. Considero que seguimos siendo mayoría de científicos honrados frente a los nazis que puedan quedar infiltrados, por lo que simplemente deberíamos acordar todos los inocentes votar al mismo. De no ser posible votar nuevamente a Sócrates, cuestión que espero el señor Freud resuelva en breves, optaría por votar todos al señor Servet. ¿Qué opinan? La opción G ahora vuelve a cobrar fuerza descartadas las opciones A y D, también sería bueno valorar esa posibilidad que queda abierta.

—No no no —dijo Christoph sonriendo con los ojos cerrados—, la opción G no está en la mesa mientras Sócrates o Servet sigan vivos, o al menos no si actúan de forma transparnte y democrática... —dijo mirando de reojo a Sócrates—. Si no mal recuerdo, cada opción puede ser reelecta luego de 4 días, con lo cual nos quedaría algo como A D B E A... _Creo... —dijo entonces mirando a un lado mientras parte de su convicción parecía difuminarse con el ambiente, puesto que era también posible que la combinación necesitase otra letra, quedando algo así como A D B E X A—. En todo caso, por mi parte mañana votaré a Servet a la espera de que sea un poco más comunicativo que nuestro primer inocente confirmado. Esta noche me encargaré personalmente de protegerlos a ambos, pero ruego que quienes se vean capaces lo hagan en futuras noches, cuando yo ya no sea capaz. Si teniendo a un inocente confirmado como líder el linchamiento es tan imprecible como resultó serlo, lo que sucedería si escogiésemos por error a un líder nazi sería incluso peor. En cuanto al tercer bando... No me sorprendería que existiese, siendo sincero.

-Señor Sócrates, tarde o temprano nos va a tocar utilizar las votaciones privadas y secretas y, tal y como están las cosas, nos son más beneficiosas las privadas que las secretas -Copérnico había dejado ya su copa de carajillo, mostrándose más serio-. Le sugiero que, una vez que volvamos a tener votaciones públicas, alterne cada Día entre votaciones públicas y privadas en cuanto pueda. Las públicas nos dan ventaja, pero si nos quedamos sin ellas demasiado rápido... nos va a tocar utilizar las privadas muy se seguido, y las secretas son aún peores.

El astrónomo escucha la teoría de Fleming sobre el secuestrador o secuestradores. Era una teoría interesante, aunque Copérnico termina haciendo un gesto de negación.

-Son dos personas distintas secuestrando -asegura el astrónomo, dándole vueltas a lo que resultaba comprobable hasta el momento-. Una de ellas secuestra al final del Día y los secuestrados ya no regresan. Pasó con Gregor Mendel y ha pasado de nuevo con Hipatia. Pero hay un segundo secuestrador que secuestra en mitad de la noche y hace que sus secuestrados regresen, seguramente tras obtener información de ellos. Rosalind Franklin regresó y, si no me equivoco, Alan Stern regresará en algún momento. Aun a riesgo de equivocarme, diría que el primer secuestrador podría ser un peligro, pero el segundo, el que devuelve a los secuestrados, creo que está de nuestro lado.

Asistí atento, muy atento, a las palabras del señor Fleming, cuanta razón y que bien expuesta... si señor...

Señores, señoras... estoy muy de acuerdo con las palabras del señor Fleming, incluso iría un poco más lejos, pero por ahora prefiero mantener la prudencia. Ese posible tercer grupo no creo que sea un peligro, de existir, otra cosa sería averiguar sus motivaciones...

Señor Copérnico, tiene lógica lo que dice de agotar las votaciones públicas rápidamente, pero... creo que deberíamos aprovechar mientras podamos que tanto Sócrates como Servet están vivos y son inocentes. El señor Nobel, por ejemplo, también lo era, y ya no está entre nosotros, salvo nuevo milagro.

Por otro lado - dije mirando al señor Schrödinger - lo que usted dice, bueno... no estoy de acuerdo. Al principio deberíamos centrarnos en las certezas que tenemos, de ese modo podemos ir eliminando las amenazas. Yo dije desde el principio que Aribert Heim era nazi... lo fue en su vida anterior... y lo fue en esta prórroga. Nadie me hizo caso y el señor Pasteur pagó con su vida tal cosa. Eso era una certeza, y deberíamos haberla aprovechado.

Por último... voto pues por mantener las votaciones (valga la redundancia) lo más públicas posible mientras podamos hacerlo.

Señor Christoph el señor Servet no es más "comunicativo" que yo de hecho yo estoy dispuesto a contestar cuando sea necesario, el problema es que usted es demaciado hablador y espera que todos sean así

​​En cuanto a las votaciones será la opción E pero insisto, todos deberán de decir por quién votarán para que los resultados concuerden con lo que dijimos y descubrir cualquier mentir que pueda ocurrir

—Le recuerdo que linchó a alguien sin siquiera haber comentado su intención con anterioridad, algo que debería ser casi una obligación como compensación a la confianza puesta en usted. Eso de que responde a las preguntas tampoco me queda muy claro, puesto que llevo ya un par de horas pidiéndole algún argumento por el cuál según usted me consideraría sospechoso principal más sólo he recibido silencio por su parte. Por si fuera poco hay ocasiones en las que parece que no escucha al resto cuando hablan. Si a usted eso le parece ser comunicativo mucho me temo que está equivocado, pues no lo es en absoluto. Confío y espero que el señor Servet intervenga más una vez sea electo como líder.

- Por todas las hélices del adn - Rosalind se echó atrás sorprendida por las explosiones. Aquella cadena de sucesos la habían tomado por sorpresa.

La científica comenzaba a perderse entre tantas acusaciones, hasta que oyó su nombre de boca de Socrates. Algo confundida por su lógica, se llevó una mano al mentón.

- Señor Socrates, ¿acaso el primer día alguien tenía una razón de peso para votar a quien votó? Sin evidencias, sin ninguna pista... excepto usted y la señorita Noether, por supuesto, porque sabían que no iban a morir. Como ya dije, a falta de una mejor opción y ante la obligación de votar, me decidí por el señor Schrödinger por su lugar de nacimiento. Votarle a usted no me pareció una buena opción por el simple hecho de que podría haber sido una trampa. Por suerte, no lo fue.

Tras escuchar las teorías del señor Fleming, la científica negó con la cabeza. Con una copa de martini recién tomada en la mano lo señaló.

- Estoy completamente de acuerdo con usted, señor Fleming, sobre que Aribert Heim era un nazi, mas se equivoca sobre las desapariciones. Todfas no son fruto de la misma persona. Yo fui secuestrada y devuelta, como puede ver. Esa persona no es peligrosa, de hecho, puede proteger a quien se lleva, por lo que estoy segura de que no es un nazi. Respecto al otro, estoy casi segura de que es un peligro, ya que ninguno de sus secuestrados ha regresado.

En cuanto a las votaciones, creo que tanto una opción como otra podría ser válida, por lo que me parece bien que sea el E.

Antes de que nadie pudiera decir o hacer nada, el cuerpo de Louis Pasteur comenzó a moverse, abriendo lentamente los ojos, aquel científico, mareado por lo que le acababa de pasar, trata de orientarse en la sala mientras sus heridas aún se encontraban abiertas de par en par y dejando caer alguna que otra gota de sangre por el suelo y las mesas.

Y a parte de todo eso anteriormente mentado, algo más ocurrió, aunque en esta ocasión fue algo mucho más aburrido que un un triple asesinato repentino, un asesinato previo y como una mujer fuerte e independiente no le importaba una mierda que una dinamita le haya explotado entre los dientes. Lo que le ocurrió a Alan Stern fue mucho más sencillo, aunque contrario a lo que habían esperado, pues esta había re-aparecido debajo de una de las mesas.