El calvo continuaba dando el espectáculo, agazapado al otro lado de la barra. Para entonces, los hielos de su paquete ya se habían convertido en agua, pero algo se había quebrado en la mente de Baker, lo suficiente como para que no volviera a ser el mismo que intentaba aparentar que era.
-Objetivamente hablando... Objetivamente hablando...
-No es nada. - reí levemente para demostrar que no importo. -Solo busco conversación... Parece usted muy atento a las persona de esta sala. - Señalo ante su mirada perdida en las acciones de todos los presentes. Era una mirada analítica y fría que le daba la apariencia de ser un hombre serio y calculador. -Como he dicho antes, me llamo Matthew.
Oh nada mas lejos de la realidad, simplemente pensaba en la disparidad de las personalidades de los invitados a esta cena y intentaba por curiosidad intentar discenir entre los presentes cuales son dignos de un estudio mas a fondo- comente con simpleza- yo soy Overheart, Dr. Thadeus Overhart, gusto en conocerlo.- despues le ofreci la mano.
-¡oh! No, muchas gracias pero acabo de pedir este refresco y aún esta entero_ contesté*_ De todos modos no es necesario que se excuse por las acciones de su amigo, creo que ya le han dado la lección de la noche.
Estuve un rato más de conversación con Amanda, Victoria y Ethan conociendo un poco de nuestra vida pero de repente vi que alguien entraba en la sala -Disculpadme, acabo de ver a un antiguo amigo de la familia y no puedo dejar que se me escape, tengo que ir a saludarle.
-¡Doctor Montgomery! ¿se acuerda de mi? Soy Lili, Lilibeth Edwards. Cuanto tiempo sin vernos...¿Cuando ha vuelto de su viaje?
* contestando al ofrecimiento de Ethan.
La juez se encontraba más calmada, la fiesta parecía tomar su ritmo propio y eso era bueno, por esa razón se dirigió al balcón a tomar algo de aire, después de todo era un grupo bastante interesante el que se encontraba ahí, ahora cual sería la mejor manera de conseguir marido, apelar por los deseos pasionales y carnales que sentía por Abbadon, disfrutar del baile tango del señor Tenerus, o preferir una velada más calmada, eran los primeros pensamientos que tenía en la cabeza.
Me levanto de la butaca y salgo a fumar al balcón, me encuentro con la mujer que estaba poco menos que fornicando en la pista de baile con dos jóvenes,
- Buenas noches madame. Doy una calada de mi cigarro ¿Sabía usted que la reforma del Código Penal en 1990 elevó las penas a los infractores de los delitos contra el libertinaje cuando la víctima sea mucho más joven o especialmente vulnerable y contempla de manera más específica en el Registro Central de Penados la información de penas y medidas de seguridad en sentencias firmes y no firmes por esos delitos? Bebo de mi copa de Whiskey un largo sorbo y la dejo vacía en la barandilla del balcón.
- Espero que nadie ose denunciar a una mujer tan elegante y bella, pero si lo hacen, no dude ni por un segundo en que yo la representaría gratis, solamente por estar en su presencia ya valdría la pena. Aaron Nash, abogado, encantado de conocerla.
Victoria había rechazado su ofrecimiento, pero al menos le había servido para averiguar el nombre de ella.
Victoria. Es un nombre con mucha fuerza. Conocí a una Victoria hace algún tiempo. Una mujer brillante que fue capaz de, mediante correspondencia, conseguir que las personas adecuadas hicieran las acciones más provechosas. - Dijo intentando no perder la posibilidad de mantener una conversación. - ¿Lo eligieron en honor a alguien? ¿O fue elegido para usted?
Miró a la pequeña rizosa pelirroja cuando la dama la mencionó.
El caso es que me suena a alguien conocido. Sí... zampabollos. Y también aparenta ser alguien acostumbrado a salirse con la suya
Tomó asiento en la mesa de las chicas aprovechando el vacío generado por el alocado calvito.
-Buenas noches señor Nash, los abogados siempre buscando una manera de salirse con la suya, me agradan, pero en esta caso y aunque la reforma de 1990 lo diga, no la he violentado, en especial por que el señor Abbadon ya es mayor de edad- con una sonrisa contestó cortésmente
-Agnes Mary Extravanganza Corpiño de Libramorte, suprema juez de la corte de justicia de Voluntariado Federal de Delitos, el gusto es mío.
¿Me permite su mano? Me gustaría tomarla y sentir su tacto brevemente. Acerco mi mano hacia la suya.
-Mi querido señor Nash, por supuesto- con gentiliza la dama ofreció la mano, esperaba un hermoso anillo para completar la ceremonia, después de todo pedirle la mano a una señorita era señal de matrimonio muy elegante en algunos lugares.
Agacho la cabeza un poco y acerco su mano a mis labios, la beso brevemente y a continuación me giro hacia el exterior del balcón. ¿Bellísima noche no cree?
-Si, hermosa, tan hermosa y perfecta como para unir dos almas- otro más que se escapaba pero no me daría por vencida - ¿Esta casado señor Nash?.
No, la verdad es que siempre he tenido mala suerte en el amor, no he encontrado a mi alma gemela. ¿Cree usted en que para cada persona hay alguien esperando para ser su otra mitad? Suspiro y me llevo el cigarro a la boca para levemente dar una calada.
Siempre me he dedicado exclusivamente a mi carrera, y a mi edad las citas la verdad es que no tienen mucho sentido, cuando te dedicas a lo que yo me dedico la naturaleza humana deja de sorprenderte, ves el interior de una persona cuando te habla. Doy otra calada.
Me gusta pensar sin embargo, que algún día podré encontrar a alguien que me sorprenda y me de algo que las demás no pueden, esperanza.
Pues si que era curioso. -Ah, así que es doctor, ¿en que especialidad? Yo trabajo como fiscal.
Oh nada mas lejos de la realidad, simplemente pensaba en la disparidad de las personalidades de los invitados a esta cena y intentaba por curiosidad intentar discenir entre los presentes cuales son dignos de un estudio mas a fondo
-Es algo curioso, debo admitir que no recuerdo haber visto a nadie haciendo algo parecido en una fiesta, digame doctor, ¿ya ha decidido quienes son dignos?