Cuando la señora Livnova le incluyó dentro del selecto y variopinto grupo de invitados que recorría la casa, Camille agradeció la invitación de viva voz. - Será un honor para mi acompañarles señora - Esto sí que no me lo esperaba...
A ojos de los invitados seguro que sonaba extraño que el servicio se mezclara entre ellos - A ojos de todos no, seguro que la señorita Bayle no piensa como los demás - pero Camille jugó a normalizar la situación.
Descorchó una botella de Dom Perignon de 1956 que inclinó sobre su codo y siguió a la comitiva asegurándose de mantener los labios de toda esa gente humedecidos. No obstante, disfrutó de la visita como si de un invitado más se tratase.
La visita continuaba tranquila entre risas y anécdotas hasta que, riéndole una gracia al Conde, la señora Irina tuvo un incidente con su copa. - No se preocupe señora - Camille volvió a su posición de servicio y ofreció la tela que portaba en su antebrazo para cortar la hemorragia.
-Claro que llevo un modelo esplendoroso querida Demetria, ¡me lo escogiste tu misma!-
Le brillaron los ojos al ver a Tina. Cuánto tiempo hacía que no se veían. Al fin alguien de su categoría.
-Querida Tina, cómo te he extrañado!- dijo, dándole un rápido abrazo -Cuéntame tus buenas nuevas!-
-Oh, Atelier, nadie que haya estado en París y tenga buen gusto puede ignorar ese lugar. Por cierto soy Leonor Giovannoni-
-Muchísimas gracias, señorita Giovanni, es usted muy dulce- sonrió mientras decía esto, regocijándose.
- ¿Este modelo? De París, como tiene que ser. La verdad es que si la conozco he oído muchísimo hablar de sus diseños.- miró para sus ropas y para las de Tina.- La verdad es que vistos las historias se quedan cortas. Preciosos, de veras.-
-Un comentario muy halagador, señorita Bayle, me agrada que le gusten- siguió con su sonrisa altiva.
Se congratuló con la aparición de Irina, a la que también abrazó nada más ver, pues hacía muchísimo tiempo que no tenía contacto con ella. Se veía preciosa, como siempre, y una vez comenzado el tour por la casa, se enganchó a ella como si no hubiera un mañana, tomándose incluso la confianza de cogerla del brazo e ir en la avanzadilla, demostrando el grado de confianza y poder que tenía.
La casa era maravillosa, tanto, que Demetria se sintió fascinada.
-Irina, querida, no hay duda de que tienes un gusto exquisito-
Tanta fué la mala suerte que ésta se dió un pequeño corte en el dedo al despistarse con una copa, aunque el camarero fué bastante rápido y pudo atenderla al momento. Aprovechó esto para darse cuenta de que su copa volví a estar vacía.
-Rellénamela, por favor-
El viaje había sido bastante largo y esperaba que la fiesta estuviera al nivel de sus ilusiones. El empresario llego en un coche con otro invitado con el que compartía dialogo durante el camino. Al llegar, se separaron. Jim empezó a apuntar cosas en su bloc de notas bastante tranquilo ¿Quizás pensaba que era bueno apuntar el numero de invitados o el numero de pastelitos que estaban servidos? De su ojo de águila no se escaparía nada ni nadie, tenia que descubrir cual podría ser la mejor inversión. A veces se acercaba a algunos invitados y hablaba con ellos de manera afable echándose unas risas.
Ante su sorpresa, fue elegido para la visita a la casa, en ese momento se encontraba parlando con Iker Zubiri y Józef Koniarek sobre política. Cuando llego al interior de la casa se asombro por la arquitectura, diseño y decoración de esta. Realmente se notaba la diferencia entre los edificios utilitaristas americanos con el estilo detallista y luminoso francés.
Sin mas dilación, Jim volvió a apuntar cosas o quizás a dibujarlas, no se sabia bien. Intento pasar desapercibido mientras surgía la visita.
La velada era sin duda alguna deliciosa. El salón estaba bien surtido de libros, alcoholes diversos y toda clase de divertimentos para las mentes más curiosas y dispuestas del lugar: mapas, expositores, cuadros... todo formaba un conjunto delicioso y muy disfrutable, y los anfitriones no hacían si no realzar este efecto.
Irina en concreto, claramente encandilada por los encantos del alcohol, parecía estar en todas partes y para todos los anfitriones. El pequeño corte en su mano no parecía haberle afectado, lo cual era normal en su estado, y dejaba alguna que otra nimia mancha carmesí cuando se apoyaba en los sofás o la pared, bastante necesitada de soporte, aunque parecía tener cuidado de no manchar a nadie. Nadie se lo reprocharía en cualquier caso.
Karl no parecía preocupado por ello y simplemente sonreía y besaba la mano o la mejilla de su mujer cuando esta se acercaba cada cierto tiempo. Mientras tanto charlaba y enseñaba el lugar o daba detalles de la estructura logísitica y económica de la Fundación que era precisamente el motivo de la celebración.
Todo era magnífico...
Hasta que de súbito dejó de serlo.
La oscuridadd se hizo absoluta. Un sonido horrible, como de carne hecha de cristal desgarrándose quebró el aire. Y por encima de todo, un alarido femenino colosal trajo el pánico a todos los asistentes.
Había comenzado.