Partida Rol por web

Horror en el Orient Express (2)

0.3 Casting

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25/06/2008, 13:54
Director
Sólo para el director

1837 - 1906: Alfred Bruswell.

1845 – 1915: (Xi) Ling Bruswell.

1885 - ???: Alexander Wan Bruswell.

El extracto del opecarpo de las verdes cabezas de papaver somníferum; opio. Una pequeña hermana de la amapola que ya había enviado todo el peso de la imparable flota británica a anegar las costas de China casi dos décadas atrás, volvía a desatar la tormenta sobre el antiguo imperio de Catay, apenas 15 años después del Tratado de Nanjing. Al parecer la dinastía Qing no aprendía de sus errores, y el monstruo británico era demasiado despiadado como para desaprovechar el incidente del Arrow, ahora que la familia imperial estaba tan debilitada por la constante guerra contra los insurgentes de la Rebelión Taiping.

1857 fue un año sangriento para Hong Kong, mientras la Corona Inglesa arrojaba sus grilletes sobre Guagzhou y Guangxi. Tras estás se postró Tientsin, ofreciendo a su vecina Beijing al imparable ejército de Sir James Bruce 8º, Conde de Elgin, Comandante de mi padre y de tantos otros...

El Principe Gong, por poderes de su hermano Xianfeng, perseguido hasta el arrasado palacio de verano, rindió por fin el honor de su pueblo a los Soldados de la Reina, en la convención de Beijing, a las puertas de la muerte del año 1860. Elgin consiguió Kowloon para los territorios ingleses... mi padre, en la lozanía de sus 23 años, a Xi Ling... Bruswell Ling, como la hubieran llamado sus vecinos de entonces en adelante, si esa posibilidad hubiera existido. Si las amapolas hubieran sido princesas, hubieran envidiado la belleza indómita de mi madre. Los triunfos de la guerra le dieron a mi padre una posición y un nombre en Hong Kong; su vida estaba ya jalonada de recios muros y altas columnas, que resistirían contra viento y marea. Como hembra de fertilidad extrañamente tardía, 3 felices años desfilaron ante ellos, antes de que los hados los bendijeran con su primer infante; pero los vivieron con paciencia y alegría, disfrutándose el uno al otro. Mas el cólera les arrancó al pequeño de las manos, sin haber vivido sus primeros doce meses. La pena desgarró a la pareja, que tan solo con su mutuo amor pudo sobrellevar el dolor y la desesperación.

Tardaron muchos años más en volver a arriesgar su tierno corazón a la paternidad; años en los que ambos se distanciaron, destrozados por el dolor, viviendo como dos desconocidos en la misma casa. Cuando finalmente ella quedó encinta, el miedo los unió. Mi padre habló a mi madre de su tierra natal y de los fantásticos médicos que allí podrían encontrar, de la salubridad del agua y la comida y del ambiente limpio. En la piel de una embarazada asustada, Ling cedió a los argumentos y ambos emprendieron el largo camino a la Gran Bretaña.

Nací en Londres, en la vieja casona de los Bruswell, cerca del centro neurálgico de la vieja ciudad; fuerte y lozano, como buen señorito inglés, con el porte militar de mi herencia paterna y los exóticos rasgos de mi herencia china. Tanto el alumbramiento como mi más tierna infancia transcurrieron en salud, si no en paz. Las mustias raíces de mi madre maldijeron su suerte cuando fueron plantadas en tierra británica, al regreso de mi padre a su hogar. Su alma añorante del Hong Kong que la vio crecer se apagó con el tiempo, y los viejos fuegos de la guerra entre mis padres se avivaron. Ella se marchó cuando yo apenas había cumplido los 15 años; cogió el único billete que fue capaz de pagarse: el de la navaja de mi padre sobre sus muñecas del color del incienso fresco.

Nunca se lo perdoné; lo culpé por el resto de mis días de mi vida condenada a un hueco eterno. Mi padre, sabiéndolo lo mejor para ambos, me envió a estudiar internado en el extranjero. Francia fue mi destino, en plena efervescencia de la fiebre por el antiguo Egipto y sus tesoros perdidos y olvidados. No fue difícil que la increíble magia de las misteriosas piedras que el tiempo se había comido durante siglos me atrapara en sus redes.

Caí en la espiral de exclusivas sociedades secretas que poblaban los salones apartados de la alta sociedad por aquel entonces, reforzando una red de contactos que tan valiosa me ha sido posteriormente para desarrollar mi actual actividad. Tratando de librarme de mis excesos y de los omnipresentes salones de opio, mi padre se personó en Francia para arrancarme de mi decadencia. Le escupí en la cara... no fue mucho antes del incendio que consumió mi habitual “lecho sin dolor”. Mi padre estaba allí; él fue quien sacó mi cuerpo medio quemado de las llamas. Sin su ayuda yo hubiera muerto... y él no.

El fuego me consumió medio cuerpo sin compasión, y se llevó la vitalidad de mi salvador. La exposición al humo que sufrió mi padre, acabó con su salud y con mis reservas sobre su amor, todo a una. En cuanto me permitieron abandonar el hospital, lo acompañé de regreso a Inglaterra, a la campiña cercana a Oxford, donde adquirimos una casita de veraneo. Allí los médicos esperaban que la humedad y un entorno más bucólico mitigaría sus problemas respiratorios, pero no fue así; poco a poco me fue dejando, como mi madre hiciera antes que él. Aun así, acabé mis estudios cum laude, como a él le hubiera gustado, mas los recuerdos anegaban las brumas inglesas, y no pude seguir allí.

Vendí la casita de verano y con lo obtenido volví a mis raíces, a Hong Kong, y bebí de cuanto mi madre había sentido en su piel durante sus años jóvenes y felices. Me empapé de la cultura de aquellas tierras. La inmersión fue reparadora y reveladora, pero la solvencia no lo fue tanto. Pronto advertí que tendría que comenzar a ganarme la vida, pues los ahorros obtenidos de la venta no durarían siempre, y tener que vender la vieja casona londinense hubiera sido como arrancarle las últimas hojas a lo que fui. No, había una diferencia entre no poder verlo y perderlo; mi padre la había aprendido demasiado tarde con mi madre... yo no cometería el mismo error.

Fue entonces cuando mis antiguos colegas de estudio resultaron la más oportuna de las incidencias en mi vida. Algunos, señoritos bien avenidos, poseían el ansia de quien desea devorar los secretos del mundo que su complicada vida aristocrática no les permitiría visitar... los otros tenían los fondos y el conocimiento para las más alocadas expediciones. Juntar a proveedores y clientes fue solo una labor de mano izquierda. Pronto me convertí en el “recuperador” más afamado y competente del momento. El riesgo y la aventura me acogieron como un bálsamo milagroso y me apartaron de mis penurias; sin ellas, no podría vivir.

Conocí a Jackson Elías por medio de uno de estos amigos, que me introdujo en la peculiar sociedad en la que ambos participaban, que venían a llamar Novus Ordus Sequorum. Inmediatamente el avezado escritor e investigador comenzó a bombardearme con sus misivas; parecía necesitar ciertas traducciones del mandarín y, oportunamente, yo era el único miembro del grupo de filántropos que dominaba sus complejidades.

Nos vimos en persona no mucho después y trabamos una gran amistad. Jackson era un manantial inagotable para su trabajo y yo era la herramienta perfecta para conseguir sus fines; ambos estábamos hechos de la misma madera. Fue él quien avivó mi interés por lo paranormal, él siempre desde un punto de vista algo más excéptico que el mío; aunque siempre se lo achacó a mis raíces “oscurantistas”.

Y es por eso, por nuestra amistad, que estoy aquí en Londres de nuevo; sin su petición tácita de ayuda, puede que jamás lo hubiera hecho. He vuelto a descorrer las cortinas y he descubierto algunos muebles. El reencuentro con mis orígenes ha sido más agradable que doloroso, a decir verdad. Supongo que mi amigo me conoce mucho mejor que yo a mí mismo.

Al parecer desea que visite al profesor Julian Arthur Smith, en referencia a unas pistas que está siguiendo que parecen relacionadas con sus recientes trabajos. Jackson no fue muy explícito, pero él es así: siempre le gusta dejarme una última nota de misterio. Bien sabe que sin desafío no me atrapará.

Notas de juego

Etrius

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25/06/2008, 13:54
Director
Sólo para el director

Me llamo Reginald Balmister Cornwell y soy un hombre feliz. Tengo casi todo lo que un hombre puede desear y mas aún. No hablo de alguien sin aspiraciones y con una vida gris, si no de alguien con aspiraciones, alguien de mi posición social, mis contactos y mi talento.
Nací hace veinte tres años en la cuna del mundo civilizado, en la mejor y más selecta ciudad del mundo, en Londres .

Naci en Mayfair, por si no conocéis Londres, os diré que es una zona que delimita al sur por Piccadilli y al norte por la calle Oxford . se trata de una zona residencial conocida por sus mansiones aristocráticas. Ahí en la mansión familiar nací yo. A pesar de la mala asistencia de la época mis padres no tuvieron ningún problema, en contratar los servicios de un respetado médico para que atendiera a mi madre en casa.
Soy el pequeño de cuatro hermanos Richard, Edgard, Nancy y yo. Os confesaré un secreto fui un hijo no deseado, la verdad es que mis padres ya no querían tener mas hijos, no me entendáis mal, no me lamento ni mucho menos, y siempre me han querido como al resto de mis hermanos, pero siempre ha sido una virtud mía aquella de aparecer o conseguir aquello que parecía imposible ¿ os he dicho que me encantan los retos? ¿no? Pues si, me gustan, esa sensación que obtienes cuando lo consigues es … adictiva ja ja ja estoy seguro de que aunque el uso del preservativo se hubiera adelantado 12 o 13 años, estoy seguro de que igualmente estaría aquí hablando con vosotros.

Criarme como el mas pequeño de la casa tiene sus ventajas, era el mas mimado y no recibía la presión que tenían mis hermanos mayores. No por eso me libre de ir a Eton, ahí corregirán tu carácter y harán de ti un hombre de provecho, solía decirme mi padre. En ese momento no me gusto la idea, y debo decir que le primer año fue un autentico infierno, Salí “ del invernadero “ que era mi casa y entre por primera vez en el mundo real. Ahí conocí lo que sería lo mejor de la alta sociedad unos años después.
Las cosas no tardarían en cambiar, cuando se declaro la guerra mundial todos aquellos que tuvieran mas de dieciséis años fueron alistados, mi hermano no fueron menos.
Richard murió en la guerra y Edgard no volvió bien, los medicos dijeron que algo se había roto en su cabeza cuando estuvo en las trincheras ahora esta encerrado e uno de los hospitales , dicen que para evitar que haga daño a los demás.
Mi padre no superó nunca. . Fue muy doloroso perder a mi o mis hermanos, según lo queráis entender, recuerdo estar llorando cuando mi padre me lo contaba y llevarme un bofetón por hacerlo. Reconozco que tarde mucho tiempo en perdonar a mi padre por aquello, recuerdo el haber pensado, si acaso mi padre no les quería, que era un ser malvado y sin corazón. Luego supe cuanto le había afectado esa perdida a el, y cuan grande fue su dolor, pero alguien como el jamás lo demostraría en publico.
Un par de años después lo encontramos muerto sobre el escritorio de la biblioteca, se había pegado un tiro, mas tarde me entere que Edgard le había hecho llegar una carta de algún modo. Nunca supe lo que ponía esa carta.
Esos acontecimientos me obligaron a sentar un poco la cabeza, ahora era el hombre de la casa, asi que desde entonces he hecho todo lo que se espera de un Lord.
Presente a mi hermana en sociedad, os lo contaré aquí es tradición que las hijas de casa bien sean presentadas en sociedad para que puedan encontrar un marido apropiado. Se las conocía como “ las debutantes” y a su primera temporada se la llamaba “ la salida”
Pero para que todo eso pudiera ser, se las debía presentar a su majestad , recuerdo que la noche que la lleve, los coches colapsaban el mall. Mi hermana vestía un hermoso traje de noche que habíamos elegido para la ocasión,.
Mi hermana ahora esta saliendo con Carnavon, un compañero de escuela.
Podría contaros que durante la temporada londinense. Entintase esta como los periodos que solíamos pasar en Londres, que solían ser desde principios de primavera hasta principios de agosto, solía atender a los acontecimientos sociales, estos podían ser tan diversos como, acudir a elegantes bailes, cenas políticas, conciertos, teatros, espectáculos de caballos, críquet, la regata Henley, el dia del discurso en la escuela harrow, montar en globo en Hurlingham , fiestas de jardin, etc…
Pero lo realmente importante es mi otra vida, acudir a clubs de Jazz, tocar en ellos, pasar del elegante caballero ingles al picaro divertido que soy, siempre intentado robarle a una chica, una sonrisa, un beso y quizás algo mas.
A mi llegada a la universidad, conocí a quien me introduciría en el mundo de la noche. John baldwin fue mi mentor en algunas materias y es mi mejor amigo. John es americano su familia aunque sin titulo nobiliario, era casi tan rica como la mia.
John m enseño a robar, y pronto el alumno superó al maestro, y no solo en capacidad si no en señorío, yo soy “ el gato “ un artista, el mejor en lo mio, y el aunque se le daba bien, suele usar las suyas para satisfacer ideas locas que a veces se le pasan por la cabeza.

Notas de juego

Barlow