Partida Rol por web

Lunes 22 de Enero de 1923. 7:05

Irina Vasilieva y Lord Connely llegaron al Ministerio al poco rato. El imponente edificio, como la mayoría de edificios gubernamentales en la Capital, traía buenos recuerdos a Connely y le hicieron sentirse como en los viejos tiempos. Para la rusa fue menos emocionante dado que estaba familiarizada con la arquitectura londinense.

En la entrada no hubo problemas en absoluto. Amigos y conocidos saludaron al diplomático y le dieron sus mejores deseos en esa nueva fase de su vida. En el despacho, todavía suyo (¡faltaría más!), la secretaria le recibió con discreto entusiasmo que Connely supo interpretar perfectamente.

-¡Lord Connely! -dijo Miss Herbig- Que inesperado placer.

Buenos días Miss Herbig - respondió al saludo, omitiendo comentario alguno por el rostro de sorpresa puesto por la secretaria, la cual sin duda ya debía esperar que el agregado hubiese comenzado su viaje.
Muchos saludos había recibido en el recorrido desde la entrada al ministerio hasta su despacho, y bien sabía que la mayoría de ellos no eran en absoluto sinceros, pero no le importaba lo más mínimo.
Un buen político se genera enemigos durante su camino hasta la cima, pues no se puede realizar ese tránsito sin contrariar a aquellos que esperan sacar algo a cambio de su apoyo.....Connely se había enfrentado a muchos de ellos, y así había conseguido labrarse su destino actual....el exilio.

He venido a recoger unas cuantas cosas - prosiguió según entraba al despacho que le había pertenecido desde hacía unos años - y de paso necesito realizar unas gestiones de la forma más discreta posible.

Por un momento pareció dudar de hasta donde debía contar. No podía ser demasiado explícito, pero tampoco quedarse corto, pues de otra forma Miss Herbig no podría realizar su labor de forma eficaz - Unos cuantos amigos van a acompañarme en el viaje que debo emprender y necesitaría que sus papeles estuvieran en regla para así no tener ningún problema. Es importante hacerlo cuanto antes.

A lo largo de todo el trayecto en coche Irina había permanecido en silencio sumida en sus pensamientos. Educada y orgullosa ascendencia la joven rusa ante todo sabía mantener las formas y actuar siempre de acuerdo a la situación. Así, aunque en su fuero interno hubiera preferido mil veces ir con el señor Bruswell y la hermana Sturzo y la perspectiva de pasar todo un día con un hombre tan profundamente "inglés" y arrogante como el agregado no le agradaba lo más mínimo, su rostro fue todo sonrisas educadas y comentarios vanales durante todo el recorrido.

Una vez que llegaron, Irina agradeció con un gesto al lacayo la ayuda prestada para apearse del coche y siempre manteniéndose en un comedido segundo plano se limitó a seguir a Lord Connnely por los pasillos del Ministerio manteniendo siempre externamente una máscara de fría cortesía mientras que interiormente no se le escapaba detalle de las corrientes internas que parecían fluir entre las personas que trabajaban allí. Sabía que su esbelta y elegante figura no pasaba desapercibida para nadie pero a la excéntrica pintora le importaba muy poco la opinión que su presencia allí pudiese suscitar en aqueñña gente. Esto no es distinto de la alta sociedad...hipocresía por todas partes, vanidad, engreimiento...dan ganas de vomitar pensó más de una vez al tiempo que observaba cómo el político vadeaba entre las turbias aguas con la destreza que sólo años de experiencia podían dar y que, a su pesar, no pudo dejar de admirar.

Cuando llegaron a su despacho el escaso entusiasmo de su secretaria no le pasó desapercibido y no pudo evitar sonreír levemente. No me extraña trabajando para un hombre como él tampoco me entusiasmaría no pudo evitar pensar para sí misma. Siempre entre las sombras Irina se limitó a retirar el manguito y sacarse los guantes mientras observaba la decoración de la habitación con interés. No sabía muy bien pare qué demonios había ido con él pero bueno algo podría hacer.

Miss Herbig asintió en silencio disponiéndose a seguir a Connely hasta el interior de su despacho para tomar nota de lo que fuera necesario.

-¿Irán con usted hasta Turquía en el Orient Express? -preguntó sujetando un bloc de notas en la izquierda y un lapiz de punta afilada en la derecha. Su letra era clara y de trazos redondeados, muy agradable a la vista.

Tomó nota de sus nombres y examinó los pasaportes, anotando algunos datos más con su habitual eficiencia.

-Ahora mismo iniciaré las gestiones -dijo cuando acabó, antes de salir por la puerta y dejar a la pareja a solas-. ¿Quiere que les sirva el desayuno?

Sí - afirmó James - me acompañarán durante todo el trayecto. Me han comentado que es un camino muy bello.

No quería dar más explicaciones de las necesarias. Nada que pudiera levantar suspicacias y despertar el interés de alguno de los trabajadores del Ministerio.
Por una vez era mejor utilizar el sigilo para salir del país, atrayendo las mínimas miradas sobre un grupo tan extraño.

Sí, por favor - respondió ante el ofrecimiento del desayuno. No tenía ni pizca de hambre después de lo que ya había tomado en la casa de Balmister, pero así podría deshacerse por un rato de miss Herbig - Nada demasiado copioso....té, café y algunas pastas.

Esperó a que la secretaria saliese del despacho para dirigirse a Irina - Mientras continuan con el papeleo, podríamos echar un vistazo a los archivos del Ministerio. Quizá encontremos algo interesante acerca de los lugares que debemos visitar, ¿no cree?

Irina aguardó pacientemente a que la secretaria tomase sus notas y viendo que sus asuntos allí se iban a alargar se quitó el abrigo de lana rojo y se lo tendió a la mujer junto con su sombrero antes de que esta saliese. Mientras con aire ausente se arreglaba los pliegues de su vestido asintió ante las palabras del político.

-¿Tiene usted un folio?-le preguntó mirando a su alrededor en busca de algo en lo que apuntar-Creo que primero deberíamos de tomar algunas notas sobre lo que nos dijo el...el señor Smith anoche-su frente se frunció levemente ante el recuerdo pero haciendo uso de toda su fuerza de voluntad logró dejar a un lado sus macabros pensamientos y centrarse en el problema que tenían entre manos-veamos...si la memoria no me falla tenemos 6 ciudades a las que ir y en las que deberíamos de buscar alojamiento para una estancia más o menos larga antes de llegar a Constantinopla: París, Milán, Trieste, Venecia, Belgrado y Sofía...-continuó alzando un dedo mientras comenzaba a caminar pensativamente de un lado a otro del despacho.-Dado que nuestros amigos la hermana Sturzo y el señor Bruswell se encargan de la parte más...metafísica por así decir, nosotros deberíamos centrarnos en lo más mundano: situación política de los países que vamos a visitar, averiguar si necesitamos algún tipo de permiso para entrar en algún museo o colección privada como el de Trieste o el de Belgrado y también si hay en  sus archivos algún dato sobre Alvise de Gremanci o el conde Fenalik. ¿se le ocurre algo más?-concluida su reflexión se paró y sus ojos increíblemente azules se clavaron en el agregado en espera de una respuesta.

James pensó durante unos instantes antes de responder a aquella mujer tan pragmática que tenía delante.
Le asombraba la entereza de Irina. No cabía duda de las diferencias existentes entre las mujeres británicas y las rusas.....al menos en referencia a aquella que tenía delante. Quizá fuese algo que otorgase el clima de su país de origen, o simplemente que su cultura era extremadamente diferente a la que él conocía, pero la cuestión es que, en cierto modo, le agradaba que ella fuese uno de los componentes del grupo que se había formado debido a las circunstancias.

Intentó apartar esos pensamientos de su mente y centrarse en las palabras que les había dedicado el profesor poco antes de morir, dejando los hechos macabros a un lado y quedándose únicamente con la información.

Deberíamos localizar la mejor sala de subastas de París - dijo finalmente - Quizá guarden un registro de los objetos importantes que han pasado por la ciudad. No creo que les guste mucho dar este tipo de información, pero puede que descubramos qué comprador de Milán compró una de las piezas.

No le cabía la menor duda de que deberían preparar alguna historia antes de presentarse en un lugar como ese, pero eso era algo que podían dejar para después.
Sólo faltaba pensar en la forma de encontrar la pieza de Bulgaria, la que era la más complicada, puesto que no tenían modo alguno de comenzar su búsqueda....a menos....sí, era una opción.

También es necesario que localicemos a algún historiador que se encuentre en Sofía - propuso - Puede que alguien así haya descubierto los lugares donde se ocultaron los objetos de valor durante la guerra de Bulgaria.
Es una opción bastante complicada, pero no me imagino otra forma de encontrar la pieza.

Bueno...parece que hay algo más que arrogancia detrás de ese bigote...meditó Irina a regañadientes. La actitud del agregado ante ciertas...situaciones o personas seguía sin gustarle lo más mínimo pero la joven sabía reconocer cuando alguien tenía buenas ideas. Sin que ninguno de sus pensamientos se reflejase en su rostro chasqueó la lengua satisfecha.

-Más que un historiador yo pensarría en un arqueólogo o algún encarrgado del museo...-volviéndose cogió el bolso de donde lo había dejado encima de una mesa y sacó de él su pitillera esmaltada en negro-¿le imporrta que fume?-le preguntó alzando los ojos hacia él antes de centrar de nuevo su atención en el objeto y retomar el hilo de la conversación-...me refierro al típico hombrrecillo loco y apasionado de lo antiguo que casi darría su vida por salvarr una vasija o una estatua..-mientras encendía el cigarro volvió a mirarle esbozando una sonrisa pícara-no me malinterrprete Lord Connely sin duda yo ante ciertos objetos también lo harría...pero segurro que existe una persona así en Sofía y es la que tenemos que buscar. Personalmente creo que hasta que no estemos allí va a resultarr difícil encontrarla a no ser que el señor Bruswell tenga algún contacto en el museo de la ciudad-entrecerrando los ojos aspiró por la boquilla y sus ojos brillaron divertidos como si escondiese un secreto-en cuanto a lo de la casa de subastas...no deberremos de darle muchas vueltas. Da la casualidad de que mi propia familia y yo misma somos unos apasionados del coleccionismo...por ello le puedo decir que la mejor sala para buscarr un objeto así serría Tajan que está situada en la rue de Mathurins y quizá pueda tirar de algunos hilos para logrrar tener acceso a sus archivos..así que al menos una cosa sí que sabemos-concluyó tras exhalar con una sonrisa triunfal. De repente todo su aire sofisticado se evaporó como una pluma y ante él durante unos segundos sólo hubo una joven con aire juguetón y divertido. Sin embargo el momento pasó y la fugaz imagen fue sustituida de nuevo por la de una mujer joven, toda elegancia y buenas maneras que miraba a su alrededor especulativa en busca de un cenicero. 

Si el señor Bruswell se ha movido tanto como insinúa - comentó tras escuchar detenidamente a la mujer que tenía ante él - no creo que encontremos ningún problema para que él mismo, o alguno de sus contactos, pueda indicarnos el nombre de la persona indicada. Pero pienso que no estaría de más que enviara algún mensaje a la embajada británica en Bulgaria para que realicen las pesquisas que sean necesarias.

El tono de su voz indicaba que aún no terminaba de fiarse completamente del mestizo, aunque él mismo no supiera realmente el motivo de su rechazo.
Puede que fuera por la educación recibida, o porque simplemente todos los mestizos que había conocido en su vida dedicaban su vida a la delincuencia.
Muchos estudiosos decían que eso se debía a que no se les otorgaban las suficientes posibilidades, pero para James había algo que estaba claro.....lo primero era el bienestar de los ingleses.

En cuanto a la casa de subastas - prosiguió - ¿necesita algún tipo de ayuda para mover esos hilos con mayor rapidez? Debemos tener en cuenta que París será uno de los primeros lugares que visitaremos en nuestro viaje, por lo que no disponemos de demasiado margen.

Irina negó con la cabeza ante la pregunta del agregado y se encaminó con pasos lentos hacia el escritorio donde había localizado un cenicero.

-No...no se prreocupe...creo que bastarrá con que mande un telegrama solicitando una entrrevista con el bueno de Regi...-sonrió para sí misma ante un chiste privado y luego alzó la mirada haciendo partícipe al político de su buen humor-mi familia compra a menudo en esa galerría, estarrán encantados de atenderme-explicó echando la ceniza. Dudó unos instantes y después cogió el objeto y sosteniéndolo en la mano izquierda comenzó a caminar con aire pensativo sin dejar de fumar-Bien...en cuanto a lo de la embajada de Bulgaria me parrece buena idea hacer uso de sus contactos en el ministerrio aunque cuanto más discretos sean sus indagaciones mejorr. Tampoco querremos que nos estén esperrando...Entonces lo de Paris y Bulgaria ya está, queda por averriguar cómo entrar en la colección prrivada de Trieste y reserrvar aunque sea alojamiento en París...podrríamos enviar un telegrama al hotel Du Louvre ¿qué le parrece? y una vez que terminemos alli y decidamos nuestra próxima parrada reservar un hotel allí. Así nos asegurramos de contar con alojamiento pero que no necesariamente nadie conozca nuestros próximos movimientos...lo que me lleva a pensar que quizás podríamos reservar en París bajo un seudónimo o algo así...-inquieta la mujer se paró en medio de la estancia y arrugó levemente el ceño adquiriendo un aspecto frágil e inseguro O estoy volviéndome paranoica o realmente corremos peligro...en cualquier caso mejor prevenir que curar como diría mi madre... 

lo de Regi y los contactos de mi familia con la galería me lo he inventado Neigel ¿esta mal que lo haya hecho? me parecía divertido e interesante, un nuevo caractger que dar a la historia. incluso ya estoy viendo a Regi todo pluma y aspavientos puede ser divertido :P si no te parece bien dimelo y modifico las cosas o lo que sea

Si usted y su familia portan un apellido conocido, debido a su gusto por la adquisición de artículos de colección - en realidad James no sabía si eso era así, pero por la forma de hablar de Irina acerca de las salas de subastas, podía suponer que no se equivocaba - puede que no sea tan complicado acceder a la colección privada de Trieste ¿verdad? No creo que exista mayor placer para un coleccionesta que mostrar sus adquisiciones a alguien que sepa apreciarlas.

Él mismo tenía artículos antiguos entre sus propiedades, pero estas no habían venido de ninguna puja por ellas, sino que se habían transmitido de generación en generación desde los inicios de la familia Connely, por lo que nunca había llegado a darles la importancia que merecían.
Simplemente eran objetos de decoración o para hacerle la vida más cómoda.

En cuanto a lo que dice de los alojamientos - prosiguió - tiene toda la razón. Es mejor no señalar cuales serán nuestros movimientos, pero no sé si el pseudónimo nos pueda traer más problemas de los esperados.
Somos un grupo demasiado numeroso como para pasar desapercibido, y deberíamos conseguir documentos de identidad falsos. No creo que sea conveniente.

Ligeramente contrariada Irina apagó el cigarro y quitó la boquilla antes de dejar el cenicero en su sitio. Tiene razón puede ser muy complicado reconoció para sí misma a su pesar.

-Me temo que en eso último tiene razón, será mejor que viajemos con nuestros nombres aunque hay que reconocer que hacerlo bajo pseudónimo le daba un aire emocionante, de aventura-sonrió divertida y sus ojos chispearon cuando su imaginación comenzó a volar pero muy pronto regresó a la tierra y agitó la cabeza apenada-...en cuanto a la colección de Trieste nunca se sabe. A lo mejor mi apellido sí nos resulta ser útil no sé...-replicó insegura volviéndose hacia el hombre. Luego chasqueó la lengua y comentó llena de resolución-Bien las cosas quedan así entonces...será mejor que comencemos a poner la maquinaria en funcionamiento como se dice hoy en día...-le sonrió súbitamente llena de energía-aparte de redactar el telegrama para la casa de subastas...¿hay algo más que pueda hacer? El tiempo es oro y si realmente queremos irnos de viaje cuanto antes yo debería de ir unas horas a mi casa para prepararlo todo...-al fin y al cabo para el resto no tiene más que dar instrucciones a su secretaria...decidió la joven taconeando impaciente con la punta del pie sobre la alfombra. No había otra cosa que odiase más que perder el tiempo.

Las gestiones que había que hacer se resolvieron con la rapidez y eficacia típicas de la burocracia británica, algo a lo que Connely estaba más que acostumbrado pero que haría palidecer a cualquier visitante de otros países menos avanzados en ese campo. En menos de una hora tenían los papeles en regla, el telegrama en manos del mozo y una lista de llamadas pendientes para Miss Herbig, que aceptó el encargo con su entusiasmo habitual.

Pese a las insistencias de la señorita Vasilieva, Lord Connely la acompañó hasta su domicilio y esperó a que preparara la maleta. En su caso no había necesidad de preparar equipaje: estaba ya listo para su odisea particular. El resto de sus cosas sería enviado a Constantinopla más adelante.

Dado lo avanzado del día decidieron comer en un restaurante recomendado por Lord Connely, uno de sus lugares habituales y que pronto dejaría de serlo por una temporada. El chef parisino supo estar a la altura de las circunstancias y la pareja aprovechó para conocerse un poco más, manteniendo las distancias.

Cuando finalmente llegaron a la mansión de los Balmister eran pasadas las tres de la tarde. Estaban listos para la aventura. Solo quedaba ver como les había ido a los demás.