Partida Rol por web

-Bien, Sor Sturzo, si el comentario de Irina le parece bien, empezaría la investigación por donde creo más probable habitualmente encontrar algún detalle arqueológico o antropológico de peso: el fondo bibliográfico del British Museum. Con las aportaciones que han tenido por mi parte últimamente, creo que podré conseguir que nos dejen pasar sin mucho inconveniente.- dice Wan, incorporándose para ponerse en marcha -Entre tanto dejaremos algo más de tiempo a mi buen amigo estadounidense para que nos busque algo de información que poder contrastar.- termina, con una mano dispuesta a ayudar a incorporarse a la hermana.

-De acuerdo entonces. Respondió la religiosa poniéndose inmediatamente en pie, tomando con naturalidad la mano que el angloasiático le tendía. -Vayamos al British. Un relámpago atravesó fugaz las pupilas de la mujer. -¡Deseaba visitar esa Institución!, aunque desde luego no esperaba hacerlo en estas circunstancias. Este es mi primer viaje a Londres... bien, en realidad... es mi primer viaje fuera de Italia. Y desde luego era uno de los hitos en mi periplo turístico. Aunque deberé dejar para otra ocasión el visitarlo con ánimo más lúdico.

Suspiró, y de nuevo sus ojos volvieron a adquirir el sombreado grave que le tintaban, quizá sus pesatañas, quizá su preocupación. Era una mujer extraña, incongruente. Un rostro y una figura de actriz de fama encastados dentro de un hábito. Aunque nadie podía poner en duda que, además de eso, Sor Sturzo tenía un cerebro.

-¿Les parece, damas y caballeros, que nos pongamos ya en marcha? Como bien dicen la señorita Irina y el señor Wan, ha llegado el momento de empezar la investigación. Sugiero que nos reunamos aquí de nuevo, a cenar, por ejemplo, y no antes, para que cada cual haya tenido tiempo de realizar sus gestiones sin agobios...

Pues entonces no hay mucho más que hablar - determinó el político dejando a un lado la taza que hasta ese momento le había estado calentando las manos - Debemos ponernos en marcha. En cuanto a Lord Balmister y el camarada Zagorianski, si no tienen incoveniente, podrían sondear a alguno de sus conocidos que estuvieran en la cena del Trust, sobretodo por parte de Reginald, y así intentar averiguar que rumores corren por la ciudad a estas horas......debo reconocer que las familias importantes de Londres son una fuente inagotable de chismorreos.

James lo había visto durante toda su vida. Si querías que toda la ciudad se enterase de algo, sólo debía contarse como un secreto a la persona apropiada. Si se hacía a la hora del desayuno, cuando llegaba la hora del té todo Londres conocía ese secreto.
Más de una vez le había sido de gran utilidad para mancillar la reputación de algún rival, pero había que tener cuidado, pues era un truco que podía volverse en contra de uno mismo al menor descuido.

Lentamente, mientras esperaba la decisión de Lord Balmister y Dimitri, el agregado se había acercado a la puerta para reclamar sus prendas de abrigo....unas prendas que sin duda necesitaría, pues aunque el día acababa de nacer, ya prometía unas horas de intenso frío.
Al menos eso ganaría cuando comenzaran el viaje, pues si se dirigían hacia el sur, tal y como era su propósito, quizá encontraran un clima algo más amigable.

La noche anterior había hecho estragos en ella. Sin duda la falta de costumbre de vivir tantas emociones la había agotado. Fue la úlltima en bajar a desayunar y al llegar al salón, puedo comprobar que ya estaba todo más que organizado.

Sintió alivio al no tener que plantearse si quiera cual sería el siguiente paso a seguir. Siempre entre las paredes del internado nunca se había encontrado con verdaderos problemas que la obligasen a tomar decisiones en tan poco tiempo. No sabía si estaba preparada para todo aquello, lo que había empezado como un juego se convertía en algo más.

De todas formas, no quería echarse atrás. Pensó en lo que le había costado llegar hasta donde estaba, no podía echarlo todo por la borda.

Miró a los presentes y se planteó donde sería más útil pero desestimo la idea de separarse de Regi. A fin de cuentas él era su único nexo con todo aquello. Por un segundo se preocupó por su documentación, pero cayó en la cuenta de que tenía todo en orden ya que había tenido que viajar desde Suiza hasta Londres, de vuelta del internado. Sin duda, no requeriría muchos trámites, o al menos, eso esperaba.

-Buenos días a todos- dijo tratando de sonreir -Lamento haberme retrasado tanto- era extraño oirla hablar acostumbrados a sus escasas intervenciones. Miro a Regi -Espero serte útil en algo, la verdad. Yo tengo mi documentación en orden, así que no tendrán que preocuparse mucho. Al menos no seré una carga.

Si, no tiene lógica alguna que todos vayamos a indagar en la misma fuente, sería desperdiciar recursos, asi que mientras ustedes se dedican a visitar el British para recabar información, y a preparar los tramites del viaje, yo vere que chismorreos corren por las calles de Londres. Espero tener algo mas de información cuando nos veamos esta noche.

Bien...eso está mejor...decidió Irina, retirando con cuidado la silla hacia atrás se incorporó de la mesa y pausadamente rodeó la mesa deteniéndose junto a la monja.

-Me parece buena idea, hermana. Nos veremos entonces aquí esta noche, ¿a la hora de cenar?-aventuró enarcando una ceja en dirección a Lord Balmister. Al fin y al cabo él era el anfitrión. Luego se giró y con una sonrisa encantadora cogió las manos de Mia Balmister-no se preocupe querida...aquí nadie es una carga..seguro que con su encanto averiguará más chismorreos que su primo y el señor Zagorianski aquí presentes-tras estrecharles la mano con cariño se las soltó y se dirigió hacia la puerta del comedor para pedir sus prendas de abrigo. Ahora que por fin se iba a poner en marcha la joven rusa ardía en deseos de entrar en acción. Mientras junto a Lord Connely aguardaba expectante la llegada de su chaquetón les miró a todos con el entusiasmo claramente patente en sus ojos chispeantes y en sus mejillas ligeramente ruborizadas de excitatión. Y así es cómo la aventura empieza...¿será tan bonita como la describen Santa sofía?...Estambul...¡allá vamos! A pesar de que los sucesos de la noche anterior todavía empañaban su natural buen ánimo, la perspectiva del viaje le había devuelto parte de su habitual carácter positivo y jovial.

Viendo que el retraso de la partida era inevitable el general se encogió de hombros y simplemente añadió:

- Pero... ¿a donde quieren que vaya yo? ¿Qué debo preguntar?

El general odiaba reconocerlo pero desconocía por completo como comportarse a nivel investigación. ¡El no era un político o un espía! ¡Era un general! Se sentía, literalmente, desarmado. Sin embargo intentó recuperar algo de dignidad en cuanto pudo:

- Bueno, lord Balmister. Le acompañaré a usted por si surge algún tipo de complicación... No deben olvidar que esa gente no tiene empacho a la hora de matar. Les ruego, señoras, que sean cuidadosas.

Con los grupos de trabajo establecidos, los que faltaban por levantarse de la mesa lo hicieron a regañadientes y se dirigieron a la entrada. La perspectiva de enfrentarse al frío otra vez no era plato del gusto de casi nadie, pero la gravedad de las circunstancias se impuso a la apatía.

Irina Vasilieva y Lord Connely subieron a un hansom y el conductor, tras oir la dirección, salió al galope en dirección Ministerio, donde el ahora Agregado Diplomático en Turquía había trabajado los últimos años. Sus contactos facilitarían la tarea considerablemente.

Alexander Wan Bruswell y la hermana Sturzo subieron al coche que había usado el angloriental para llegar a la residencia de los Balmister y se dirigieron al British Museum.

Por último, Lord Reginald, su prima y el conde Zagorianski montaron en el coche familiar y partieron en dirección al Garrick Club, lugar habitual de esparcimiento para Reginald, con la esperanza de obtener información adicional.