Partida Rol por web

Milliner te miró preocupado. Ignorando su comentario sobre tu palidez negó con la cabeza.
No has hecho nada, pero aun no sabes que no quieres eso. te dijo Como un poco de turismo puede estar bien, incluso divertido, pero hazme caso. Nunca vayas más allá de donde has llegado hoy. Y nunca bebas ni tomes nada rojo. Otra vez sonó como si fuera a acabarse el mundo si lo hacías.
Miró a un reloj grande de pared que había dentro.
Va a salir el sol, se va a ir todo el mundo. te informó Deberíamos hacer lo mismo.
Ahora más de cerca viste que tenía un chupetón salvaje en el cuello. Un enorme moratón en el cuello.
¿Por que la urgencia? dijo como si se acordase de repente mientras se incorporaba para ponerse en marcha.

—No sé que no quiero... ¿qué? —me eché a reír y resoplé, —¿Cocaína rosa? Eso es un mal viaje, acabé en Frankfurter Tor con las bragas a modo de bandera —negué con la cabeza mientras hacía el gesto de agitar las manos como si llevase una bandera —esas no me gustan, aunque no he oído hablar de ninguna líquida —.

Asentí a sus palabras —¿Que por qué la prisa? Tu mismo acabas de decir que chapan el garito porque se hace de día, pero por si eso no fuera suficiente —busco las gafas de sol en uno de los bolsillos de la chaqueta y las cojo, —anda por ahí uno de los que trabajan para mi jefe, aunque Yliana dice que no, pero no tiene ni puta idea ella —.

Di unos pasos, —vamos, ¿no? —miré sin disimulo el moratón del cuello —vaya, y tú que te querías ir a dormir, ¿eh pillín? —.

Caminasteis hasta el coche
Es complicado todas las connotaciones que tiene esto y a la vez no tengo tiempo para explicarlo. reconoció Milliner Por eso suena tan críptico.
Tu explicación del sicario de tu jefe le bastó asintió sin decir más, no puso pegas ni añadió más.
Cuando estabais llegando al coche comentaste el aspecto de su cuello y el se miró en el reflejo del cristal de la ventanilla.
Hostia con razón casi me desmayo... Que burra... dijo para si mismo sin tener en cuenta que tu estabas al lado mientras subías al coche. ¿Si te acerco hasta casa tu padre enviará a Galindo a por mi? preguntó irónico ¿O te dejo en algún otro sitio?

Me encojo de hombros al escucharle, no hay quien entienda nada. Así que decido no hacer mucho caso. —¿Burra? —digo entre risas mientras abro la puerta del coche y me siento dentro —¡ojalá! Alguien me besara a mi con esa pasión que hiciera que me desmayara —suspiro mientras me recuesto en el asiento.

—¿Con este coche? —negué con la cabeza —pensará que es de uno de esos hijos de papá, no te preocupes, además seguro que está en la otra punta de Berlín buscándome, jeje —respondo mientras busco mi móvil, —¿Y a donde voy a ir ahora? Nah, creo que lo mejor será ir a casa aunque duerma sola —.

Desde el asiento del copiloto envío un whatsapp a Mary Anne:

¿Qué tal has acabado la noche, tía? Yo lo he pasado de miedo en un club privado, ya te contaré. ¡Besitos!

Me coloco las gafas de sol para esperar los primeros rayos.

El cansancio de la noche y probablemente el resfriado que ya estarías incubando empezó a pasarte factura antes de llegar a casa. Te costó no dormirte en el asiento del coche. O quizá si lo hiciste por que el trayecto se te hizo cortísimo.
Ya hemos llegado dijo Milliner apagando el motor, estabais aparcados fuera de tu casa. El vacío que dejó el ronroneo del motor te espabiló.
Bajaste del coche, y mientras te dabas la vuelta para entrar en casa Milliner se fue en su coche. Cuando ibas a entrar por la puerta de tu casa ya pasado el jardín tu cerebro proceso algo que había visto pero que no habías pasado por alto antes. Cuando te bajaste del coche Milliner no tenía aquel horrible chupetón.... Desechaste ese pensamiento pensando que quizá estabas demasiado cansada.

Después de despedirme de Milliner con un beso en la mejilla caminé casi de puntillas por el jardín. Un pensamiento cruzó mi mente pero lo deseché rápido, estaba muy cansada y había bebido demasiado. Los oídos me retumbaban de la música.

Pese a que el guarda de seguridad me vería y quizá se lo comentara a papá, esperaba no encontrármelo despierto, así que introduje la llave en la cerradura con mucho cuidado y una vez abierta la puerta alumbré con el móvil para poner la alarma. Parece que Klaist no me había visto.

Caminé despacio hasta las escaleras y subí a hurtadillas. En el ala donde estaba mi habitación el silencio era sepulcral, entré en mi habitación y cerré la puerta. Encendí la luz de la mesilla mientras me quitaba la ropa lanzándola por todas partes y me ponía el pijama. Ojalá hubiera podido culminar la noche con alguien de compañía, pero no podía quejarme, lo había pasado muy bien.

Con un último pensamiento para Yliana y el Visionaere cerré los ojos.