Partida Rol por web

Pasteur desapareció, nadie lo volvió a ver, el decano había muerto, la libreta desaparecida, las fotocopias de sus notas estaban empapadas en sangre y la mayoría de ellas ilegibles irremediablemente.

Jack perdió el control y cuando becket llegó 5 min despues tuvo problemas para contenerle, Milliner se encargó de alejaros de allí a toda prisa. Manteniendoos a salvo primero de Jack que estaba enloquecido y luego de Becquet, quien os llevaría a la justicia de los inmortales, de veros en ese estado, o eso decía totalmente convencido de ello.

Milliner nunca os había dicho mentira o confabulado contra vosotros, por lo que en el calor del momento decidisteis ir con él. Os llevó a un piso que era un cuchitril y que tenía muy pocas cosas, era algún tipo de piso franco y os dijo:

"Tendréis que arreglarosla solos a partir de aquí, ahora sois vampiros, se os tratara como tal y las leyes de los vampiros están en vuestra contra, jamás confeseis que os creo un científico loco, o que carecéis de linea de sangre, decid que sois toreadores o algo así..." os aconsejó complementando el consejo con una clase apresurada de lo que era ser vampiro, de las diferentes familias de vampiro y sus leyes,. de las caracteristicas de vuestra nueva condición.

Luego os dijo que tendríais que tomar una decisión, confiar a la clemencia de los príncipes, o huir, tras eso pasó un tiempo examinando los papeles ilegibles, les sacó fotos con un movil y se lamentó de lo ilegible de todo aquello, en su voz había rabia y arrepentimiento, Milliner jamás había querido ser vampiro y ahora lo era, esperaba encontrar una cura en esos papeles y no podía ni leerlo, se marchó en un estado de ánimo alterado que daba pie a salir de su camino, os farfullo "Podeis quedaros aqui todo el tiempo que queráis"

El recuerdo del cadáver de Jackob golpeaba vuestra memoria de tanto en cuando, el detective devorado por aquel perro, el guardia jurado al que tirotearon delante vuestro y la sangre salpicando el cristal del despacho donde se refugiaba el decano. La espada atravesando a Dietter y el cayendo desangrandose en el suelo.

Os despertasteis la noche siguiente a la que Milliner se hubiera ido, no iba a volver, estabais solos, solo os teníais los unos a los otros.

Me despierto a la noche siguiente agitado y como si saliera de un sueño. Y esto es lo que me parece, que todo lo sucedido ha sido un sueño o más bien una pesadilla. La muerte de Norb, del Decano, el detective, el guardia... Pero peor aún y recordar lo que le pasó a Jackob.

Miro a Mary tumbada a mi lado y acaricio suavemente su pelo rubio. Si esto dura una eternidad o si nos capturan y noa ejecutan, no quisiera estar con nadie que no fuera ella.

Pero ahora tenemos que decidir qué hacer, y quedarnos en Berlín no me parece una buena opción. Igual Munich, Hamburgo, Frankfurt... O quizá Mary quiera volver a su hogar.

En cualquier caso, por lo que nos contó Milliner, si nos presentamos ante un príncipe puede ser complicado que nos dejen vivir. Aunque tampoco me parece bien una vida todo el tiempo huyendo. Creo que lo mejor será que espere a que Mary se despierte para decidir entre los dos qué hacer.

Abro los ojos a la vez que noto una presencia a mi lado.

Es Dieter. Su piel es blanca, pálida en esta oscuridad que nos envuelve la habitación. La negrura no es problema ahora. Tampoco lo era antes para reconocer el cuerpo de mi chico, sus curvas, en la penumbra. Podría dibujar sobre un lienzo su figura con tan solo recordarlo. Sonrío y un leve dolor en los incisivos me recuerda lo que ahora soy. Lo que ahora somos.

Supongo que será cuestión de tiempo el acostumbrarse a las pequeñas llagas en el interior de mi boca que producen estos nuevos dientes. Espero que sea igual de fácil acostumbrarse a no tener pulso. Ya no oído a mi propio corazón. Ahora lo oigo todo. Oigo el tuyo, el suyo y el del mendigo que está a una manzana de la puerta de esta casa.

Mis piernas están muertas. Como el reto de mi cuerpo. Frio y blanquecino. Como si estuviera esculpida en marfil. Pero soy incapaz de sentir la calidez de la sangre en mi cuerpo. Quizá sea porque lo que ahora llevo dentro no es más que sangre de otro, que me sirvió de alimento y hace que aun pueda moverme. 

La sangre de Jakob.

Tengo el recuerdo vivido, como si hubiera pasado solo un par de minutos, la congoja y el miedo en el cuerpo. Aún es pronto para todo esto, pero no hay tiempo de nada. Me levanto de la cama, casi como una serpiente deslizándome entre las sabanas, y descorro las cortinas de la habitación. Por un momento creo que el sol me va a saludar pero en cambio lo hace una espesa noche, con una luna y una brisa fría. Más fría que lo normal, pero mi cuerpo desnudo, frente a la ventana no lo siente. No de la misma manera que cuando estaba viva.

Solo espero que cambiar mi vida por un par de colmillos y no sentir frio merezca la pena. O que venga con más accesorios, porque hasta ahora, la advertencia de lo malo, y que seremos perseguidos por ser experimentos de un loco... no, no compensa. Siento rabia, y hambre. Y sé que lo que no quiero hacer es morir. No me gustó la primera vez.

-No voy a esperar que nos encuentren, Dieter.- Dije sin mirarle, sabiendo que me escuchaba.- Tenemos que desaparecer un tiempo, al menos.- Digo exhalando un aire que no me alimenta ni me da vida- Voy a irme a casa. Volveré a América. Esta noche.- Me giro y vuelvo a la cama, andando como una gata sobre la misma en dirección a mi amor.- Ven conmigo. - Solicito sentándome desnuda sobre su regazo y cogiendo su rostro entre mis manos.- Aprenderemos a usar esto...allí no nos buscan y podremos sobrevivir.- Digo lamiendo sus labios como si tuviera hambre.- Y cuando sepamos lo suficiente...- Paro y le miro a los ojos, mientras los mismos adquieren una forma más agresiva y peligrosa.- ... Buscaremos a Pasteur.

Mis manos se transforman levemente en pequeñas garras arañando levemente el rostro de Dieter pero sin hacer daño.

-Y le castigaremos.- le doy beso apasionado.- Le quitaremos lo que más quiere.- sigo esos besos, pues quiero mas- Buscaremos el cuerpo de su querida y lo destrozaremos. - Rio entre beso y beso.

- Y después ...-

Mis palabras se pierden entre los labios de Dieter. El sabe lo que pienso. Somos uno. Y tenemos la eternidad para buscar las palabras adecuadas.

Me quedo pensando ante las palabras de Mary y afirmo. Aquí somos unos renegados, sin ser creados por ningún vampiro, pero quizá en tu país podemos simular ser... ¿cómo era? ¿Neonatos? Pues eso, ser vampiros recién creados que han tenido que viajar a América. Quizá así consigamos a alguien que nos enseñe, ¿no te parece?

Comparto sus besos mientras una macabra sonrisa ilumina mi cara. Nos vengaremos de todo lo que nos ha hecho, mi amor. Lo único que tengo que hacer es despedirme de mi familia y podremos ir al aeropuerto para comenzar nuestra nueva vida. Solo espero que nadie capture a Pasteur antes de que estemos preparados para terminar con él.

Mi vida se ha arruinado. Lejos de mi país, lejos de mi familia, lejos de mis sueños. Solo tengo una cosa para esta eternidad, a Mary, pero no la cambiaría por nada.

Mis manos se mueven buscando la piel debajo de la ropa para acariciar su cuerpo, frío y suave como el más hermoso mármol. Sé que mi familia no va a comprender porqué me tengo que ir, pero es lo mejor para todos pienso mientras abrazo a mi chica. Al menos seguimos juntos.

El ocaso caía sobre el horizonte, mientras vosotros os planteabais vuestras posibilidades, el mundo era grande y oscuro y ahora msimo sin saber cómo iba a ser el día de mañana, solo os teníais el uno al otro. Berlin se os antojaba una trampa mortal y lo habíais perdido todo, familia, amigos, trabajo, dinero.... vuestras carreras.... todo lo que habíais llegado a luchar por tener, debíais dejarlo atrás.

Quizá lo único que pudiera quedaros era el fiel Duncan, maniático como el solo, pero podía ser una ayuda en estos momentos. Dietter alguna vez se preguntaría ue hubiera pasado si hubiera disparado por la espalda a Pasteur, Mary se atormentaría por haber matado a Jackob.

Quizá Jack les pudiera ayudar, pero probablemente no de forma inmediata, no en Berlin. Y Milliner parecía obsesionado con recuperar lo que había perdido, quizá aquello fuera una posibilidad para Mary y para Dietter si querían ir tras Pasteur.

No era un futuro demasiado alentador, pero en el fondo, era un futuro y podían tener mucho menos de lo que tenían hasta ahora, eso les permitía mantener una frágil y débil llama de optimismo que los alejaba de la desesperación.