El sonido le llegaba desde algún lugar muy lejano, más allá del mundo de los sueños donde ahora se encontraba.
Intentó ignorarlo y seguir inmerso en aquel mar fantástico que podía recorrer únicamente cuando las luces se apagaban y dejaban paso a las fantasías. Allí no necesitaba de ninguna escafandra que soportara la enorme presión a la que se veía sometido el exterior de la cúpula, y ni tan siquiera el soporte vital para poder seguir respirando. Simplemente era un sueño y allí él elegía lo que ocurría.
Pero el repetitivo sonido continuaba taladrando su subconsciente de forma realmente incómoda, recordándole que debía regresar de su exploración, pues en el mundo real tenía aún cosas por hacer. No podía entretenerse ahora siendo el hombre-pez, y debería utilizar otros métodos por los cuales llegar a conocer, aún más, el océano que siempre había sido su pasión.
Abrió los ojos, pero estos no pudieron ver absolutamente nada. Tenía la costumbre de dejar la habitación completamente a oscuras, pues en el exterior no existía el día ni la noche. Sólo una iluminación permanente otorgada por la infinidad de focos que se encontraban suspendidos sobre la ciudad de Hoffnung.
Extendió la mano hasta donde se encontraba el despertador, con intención de arrojarlo al otro lado de la habitación para hacerle callar.....pero no era ese maldito cacharro el que le taladraba el cerebro, sino el teléfono que se encontraba justo al lado.
¿Qué importaba lanzar una cosa u otra? Lanzaría el teléfono y llegaría nuevamente el silencio, permitiéndole regresar al reposo de un oscuro océano maravilloso.
Pero en vez de eso encendió la luz que se encontraba justo encima de él, en el cabecero de la cama que ocupaba.
La habitación se iluminó, pero Stephen miró únicamente, de forma acusadora, al aparato maldito que le había despertado. ¿Quién llamaría a esas horas? Se preguntó mientras comprobó nuevamente la hora en el despertador.....apenas las seis de la mañana, y encima en el único día libre que tenía a la semana.
Al final la curiosidad pudo más que el enfado, aunque no pudo evitar que el tono de su voz sonara tosco al responder a la llamada - ¿Qué quieres?
La voz de Ethan respondió de inmediato al otro lado de la línea, y eso fue suficiente para que Stephen se pusiera en guardia, pues no era de los que se dedican a llamar a esas horas.
Ethan era quien se hacía cargo del turno de noche en el instituto oceanográfico, aunque últimamente también se le veía por allí la mayor parte del día.
Algunos decían que lo hacía porque había tenido algún problema en casa, pero él no había confirmado ni desmentido nada.
Steve - le dijo en tono acelerado, utilizando su diminutivo como hacía tantas otras veces. No parecía haberle dado la mayor importancia al tono de respuesta con que había sido recibido - ¡ha vuelto a ocurrir! No sé qué ocurre, pero la cúpula ha vuelto a ser atacada por algún animal marino. Debes venir rápido.
En los últimos días, se había comprobado la aproximación de un animal marino, pero no habían conseguido imágenes de él. Y un par de veces había estado tan cerca que, incluso, llegó a golpear la cúpula que recubría la ciudad.
-Salgo ya mismo -repuso inmediatamente y colgó el teléfono antes incluso de esperar confirmación.
Las palabras de Ethan habían causado su efecto y se sorprendió al comprobar que el sopor se había desvanecido por completo. Mejor que el café, pensó con aire divertido.
Se incorporó de un salto y abrió el cajón de la cómoda donde guardaba la ropa interior. No había tiempo para duchas, por mucho que le pesara. Los ojos se desviaron hasta la almohada, donde un charquito de baba todavía húmeda marcaba, delator, el lugar donde había apoyado la cabeza. Hizo un gesto de repugnancia y se frotó la mejilla. Odiaba con todas sus fuerzas ese tipo de cosas.
Antes de seguir vistiéndose hizo una rápida visita al cuarto de baño y se lavó la cara con agua caliente y se aseó lo mejor que pudo en tiempo record. Luego se vistió sin preocuparse mucho de su aspecto, cosa que por otro lado era habitual incluso cuando no tenía prisa, y se dirigió a la pequeña cocina para servirse un vaso de zumo multivitaminas. Era lo único que desayunaba hasta media mañana.
Después de asegurarse de que llevaba todas sus cosas un par de veces, salió del habitáculo y echó a andar hacia la calle en busca de un taxi. Iría más rápido que andando a esa hora del día.
-O de la noche, o lo que sea -pensó levantando la mirada hacia el "cielo". La cúpula quedaba demasiado arriba como para ser visible, sobretodo porque fuera de la burbuja a la que llamaba hogar la luz no era una de las cosas que abundaran precisamente.
La calle, sorprendentemente llena de gente, estaba igual que la noche anterior. Lo que fuera que estaba pasando ahí fuera no dejaba su huella ahí dentro. Ciertamente haría las cosas más fáciles de demostrar.
Por fin encontró un taxi vacío y, en cuanto se hubo detenido, saltó al interior y cerró la puerta
-Al Instituto Oceanográfico, en la Avenida Ramius. Rápido, por favor -le dijo al conductor para luego reclinarse en el asiento y mirar por la ventanilla. Su mente estaba en otro sitio, considerando posibilidades y opciones. ¿Qué habría encontrado Ethan?
El taxista puso mala cara en cuanto Stephen le indicó la dirección a la que quería ir, pues la Avenida Ramius se encontraba en extremo del sector Sur, justo a lado del lugar donde la cúpula se unía finalmente con el suelo, pues desde allí tenían un fácil acceso al océano que les rodeaba.
No faltaban las ocasiones en que debían utilizar alguno de los vehículos submarinos para realizar algún tipo de medición.
Por desgracia, estas ocasiones se encontraban bastante limitadas y se necesitaba de distintas autorizaciones....una tontería más de la cúpulas de poder que no sabían ni qué hacían realmente allí. ¿Cómo esperaban que pudieran realizar su trabajo si todo eran trabas? Hacía días que debería haber salido para medir las corrientes y la temperatura del agua, pues existían suficientes indicios del calentamiento que se estaba produciendo y que no tenía ninguna explicación plausible.
Y ahora pasaba esto. Alguna clase de animal que había mostrado una afición inusual de golpear con su cuerpo la cúpula que protegía Hoffnung.
Por el momento no era demasiado preocupante, pues la resistencia del material que la formaba era considerable.....pero no debían olvidar la gran presión a la que se encontraba sometida de forma continua, y que antes o despues llegaría a debilitarla.
Las calles, con sus enormes edificios custodiandolas, discurrían rápidamente bajo las ruedas del vehículo, que cada vez encontraba un tráfico más fluído hasta que prácticamente se hizo anecdótico.
Pocas personas iban hasta aquel lugar, puesto que allí no había viviendas. Tan sólo pequeños almacenes y los accesos de entrada a los subterráneos de la ciudad, desde los cuales se realizaba el mantenimiento de la maquinaria que permitía la vida en el interior de la cúpula, tales como el abastecimiento de aire o el de agua, todo extraído de la mayor materia prima que tenían.....el océano.
No tardó en ver el edificio al que se dirigía. El instituto Oceanográfico se encontraba ubicado en un edificio de únicamente cuatro plantas, o eso pensaría cualquiera que lo mirara desde el exterior, porque todo aquel que trabajaba allí sabía que otras cuatro más se encontraban bajo tierra.
Era allí donde se realizaba el verdadero trabajo de investigación, además de albergar el hangar donde se encontraban los vehículos acuáticos.
El taxi detuvo su marcha justo delante de la doble puerta de cristal que daba acceso a la recepción, donde se encontraría la empleada que se encargaba de atender las llamadas de centralita, así como recibir a los que no eran empleados.
Stephen tendría que dirigirse a los ascensores que se encontraban a espaldas de la mujer y bajar hasta el sótano tres, donde se encontraba su despacho, el cual compartía con Ethan.
Desde fuera podía ver que la recepcionista hablaba, en ese mismo instante, con un tipo que vestía un mono de trabajo.
A su lado, en el suelo, se encontraba una caja de herramientas.
Stephen pasó de largo sin prestar mucha atención al técnico. Su mente seguía en otra parte, haciendo conjeturas y especulando acerca de lo que podía haber ocurrido. Sí tuvo la decencia de saludar a la recepcionista que, además de resultarle particularmente atractiva, solía ser muy amable con él. Lástima que estuviera ocupada, y no se refería al tipo de la caja de herramientas.
-Buenos días, Sarah -le dijo cuando sus miradas se cruzaron un instante.
-A las ideas les cuesta morir- pensó divertido. A esa profundidad hablar de día o de noche era irrelevante y sin embargo seguían utilizando expresiones arcaicas y convencionalismos que hacía tiempo habían perdido su significado real. Se apuntó como tarea para más tarde buscar los orígenes de la expresión.
Pulsó el botón del ascensor y esperó pacientemente a que se abrieran las compuertas metálicas mientras soportaba estoicamente el examen visual al que estaba siendo sometido, o eso esperaba, por la hermosa recepcionista.
-Saca pecho, mete la barriga -recordó las palabras de su difunto padre.
Me crecen los enanos. Si me despisto pegame dos collejas, que con esto de ir a cuatro manos se me caen la mitad de las pelotas al suelo :(
Mis disculpas una vez más.
Sarah le respondió con una sonrisa cuando Stephen pasó por su lado, acompañado con un pequeño ademán con su mano derecha. Por desgracia esta mañana no podría escuchar palabras dirigidas a él, puesto que en aquel instante se encontraba respondiendo a una de las muchas llamadas que entraban por centralita.
Últimamente, dichas llamadas habían aumentado en número, pues el calentamiento del agua ya era un secreto a voces y muchos interesados acudían a las fuentes del instituto para corroborar los datos, o al menos apaciguar sus temores.
Mientras Stephen esperaba a que el ascensor llegara hasta su nivel y se abrieran las puertas, pensó en lo que ocurriría cuando todo el mundo se enterase de lo que sucedía con los ataques a la cúpula.
No cabía duda de que el aluvión de llamadas sería aún mayor, puesto que una ofensiva contra aquello que los mantenía con vida era más preocupante que unos cuantos grados de más en el exterior.
Ellos no sabían que tan peligrosa puede ser una cosa como la otra, y además les daba exactamente lo mismo.....qué curiosa era la percepción de la gente.
Finalmente las puertas se abrieron y Stephen sólo tuvo que entrar, oprimiendo el botón que le llevaría un par de pisos más abajo, donde se encontraba su despacho y el de Ethan, el cual seguro que se encontraba esperándolo impaciente.
No tuvo que esperar mucho para que las voces de ese subnivel se introdujeran por las puertas que se abrían, dejándole observar una escena realmente curiosa.
"Pues usted dirá para que me han llamado, porque la verdad es que yo no tengo ni idea." - decía en ese momento un hombre de avanzada edad, con la extraña peculiaridad de mostrar un parche en uno de sus ojos.
Ante él se encontraba Ethan, en un estado aparentemente bastante nervioso. Su respuesta llegó hasta él justo antes de que su amigo se percatara de su presencia.
Como ya le dije antes - respondía Ethan - nuestro ingeniero se encuentra enfermo, y necesitamos que el "Espada" pueda salir al exterior para realizar unas mediciones. Por lo tanto, el objeto de que usted se encuentre aquí es por el mero hecho de que el vehículo no puede salir al océano sin que a bordo se encuentre alguien capacitado para solvertar algún problema técnico....si surgiera.
En ese instante, Ethan levantó la vista y reconoció al recién llegado - ¡Por fin! Steve, ¿acaso te has entretenido desayunando?
Vamos a hacer un cambio, y te explico por qué.
El mecánico que se encontraba hablando con la secretaria es un jugador, pero hace ya tiempo que ha bajado y se encontraba hablando con Ethan, así que hacemos como que tú no le viste en ningún momento y podemos continuar.
Como información te diré que el "Espada" es un vehículo submarino que te permite hacer mediciones del agua, así como navegar alrededor de la cúpula.
Por supuesto tú sabes pilotarlo.
Pasas a la escena "Vetusta soledad", donde verás un post con las mismas palabras (las habladas por Ethan) que aquí.
PD.: Cuidado con el viejo, que es un pelín borde. XDDDDDDDD