Partida Rol por web

La escena sin duda resulto siniestra hasta para un no muerto, pero todo pareció acabar por aquella noche pero sin duda no definitivamente.  El asesino lanzó una directa amenaza y anunció un asedio inminente.

Una vez se fue, Francesco se dirigió a los presentes.

Sin duda estoy de acuerdo con Cristoff, nada nos retiene ya aquí y debemos partir antes del asedio... creo que estas tierras tienen otras cosas que vengar más importantes que las que nos trajo aquí.

Mario escuchó a sus compañeros y asintió. Estaba de acuerdo con ellos.

- Espero que nos dejen marchar sin mayor problema de este castillo - comentó esperanzado aunque sospechaba que no iba a ser tan fácil - Tengo algo que contaros.. encontré una nota en el cuerpo de Rinaldo. Enzo ya lo sabe, pero debéis tener la información vosotros también, tal vez sea de utilidad.

Enzo apareció al cabo de la nada.

-Es rápido. No hay duda-, comentó con aire enigmático mirando hacia la oscuridad que se cernía al otro lado de la muralla.

Observó a sus compañeros tras la máscara que ocultaba sus ojos en el abismo.

-Resulta evidente que estamos siendo espectadores de un asunto bastante más complejo que el que se intuía en Zara. Creo que al Príncipe Flamcourt consolará sobremanera saber que su principal amenaza ha sido brutalmente asesinada. A saber el motivo, claro. Así pues, creo que podemos dar por zanjada nuestra labor diplomática en estas tierras.

Se ahorró añadir que por él podían arder Devald y toda su familia. Odiaba a los de su clase.

-Respecto a la nota que menciona Mario...-. El enmascarado extrajo un trozo de papel de su morral. -Dudo que nos sea de utilidad. Rinaldo ha fenecido dejando algunos interrogantes en el aire.

Enzo cubrió su figura con su capa oscura y un sonido gutural emergió de su máscara.

-Por mí podemos abandonar esta tierra maldita ahora mismo.

La carta que Enzo muestra es la siguiente:

Mi buen amigo Rico:

He conseguido escapar de la serenísima a duras penas, ahora me dirijo en una galera hacia Bizancio. Mi vida ha cambiado totalmente desde esa noche, necesito respuestas. Espero tu llegada a la ciudad, todos los sábados, a primera hora de la noche esperare en Sancta Sophia frente al mosaico de la Concepción.

Siempre tu amigo, y ahora tu hijo Pierro. 

Magibs que hasta ese momento había permanecido blanco como el papel, tras desaparecer la amenaza del hombre calvo, se lanza sobre el cuerpo defenestrado de Devald. ¡Hijo mío! Grita mientras recoge la cabeza decapitada y comienza a acunarla.

Coged vuestras cosas, nos vamos esta noche a Zara

¡Vosotros! Os grita Magibs, ya que parecía que todo lo acaecido no iba con vosotros, cosa totalmente cierta. El grupo se había dirigido al paso de Thor para evitar una masacre en Zara, ahora sin el líder, esa masacre no se produciría. Si me ayudáis contra mi enemigo, no masacrare Zara.

Cristof leyó con interés la carta como el que lee una novela de amantes. luego escuchó a sus compañeros y asintió pero en cuanto escuchó la amenaza de Magibs instantaneamente se le enfrió el rostro y mostró desdén en su voz.

-¿Y a nosotros que nos importa esa mierda de ciudad que ya ha sido arrasada?-preguntó no sabía muy bien con que tono-como si arde en las llamas del infierno, nos iremos con los cruzados a otro lado.-sabía por donde iba el viejo, pero la torre jamás obedecería ordenes de un peón.

"¿Hijo mío?". Así que era Magibs el que estaba al mando todo este tiempo... La cosa se ponía interesante.

Enzo dejó escapar una risilla lúgubre ante la petición desesperada del árabe.

-Declino gentilmente la oferta. No se puede aniquilar lo que ya es pasto de las llamas... Y temo que os queda una noche para rezar por vuestra tierra... Aprovechadla bien, mi señor... Si es que vos rezáis...-, dijo recordando el trato que le había dispensado la pasada noche aquel infeliz y su condenada familia.

Desde luego, el enmascarado no tenía intención de ayudar a aquellos sátrapas.

Francesco volvió a asentir ante las intervenciones de  sus compañeros.

Mi señor Magibs creo que no esta en disposición de exigir nada, más después de presenciar que no son capaces de guardar ni sus propias tierras.  Marcharemos libres y en paz y solo entonces os será devuelta la mujer para que pueda regresar... si es que este castillo sigue en pie cuando lo haga.

- Si al menos nos ofreciera algo... - comentó Mario alzando las manos - Pues lo podríamos meditar. Pero Rinaldo primero, esto después.. demasiado peligro para algo que apenas va con nosotros. - dijo Mario no demasiado convencido. Si destruían Zara seguro que no podía encontrar aquella biblioteca o aquel saber que le llevaría a Bizancio..

Angyaikase levanta ágilmente mientras desenvaina un cuchillo y se acerca al caballero cruzado. Cristoff. Entonces Myka, que había permanecido callado hasta ese momento hablo. ¿Señor Magibs, tengo que recordarle las reglas de hospitalidad a su hija? Si los caballeros quieren marcharse, tienen todo el derecho.

Marchar si queréis, marcharos cobardes que huis del combate. Grita con rabia el hombre árabe, cada una de sus palabras destilan una gran cantidad de odio. Pero terminare con estos atacantes, terminare con Zubor y su estirpe, luego con los odiosos cruzados que mataron a mi hijo en Zara, y luego, luego os tocara el turno a vosotros.

Cristoff se rió con fuerza ante el acto de Anganika-mi señora ¿podría explicarme que he hecho para provocar tales sentimientos? somos desconocidos sus problemas son suyos, o acaso le he pedido la mano de su hija para que me haga tales demandas?-luego se giro hacia Magibs-Señor es la misma situación para vos, si amenazáis con atentar contra nuestra existencia sin provocación alguna no hay motivo por el cual no debamos cortaros el cuello a vos y a vuestra hija aquí y ahora para evitar futuros problemas-el monje que fue cruzado sintió la necesidad de empuñar su espada y acabar con todo aquello que estaba al alcance de su mano antes de que se saliese de control, pero como buen lasombra se mantuvo quieto y dejo que sus palabras cayeran en una pulla sin valor, pues como bien había dicho Myka estaban bajo las reglas de la hospitalidad.

-Tenéis muchas tareas pendientes, mi señor...-, deslizó Enzo observando a Magibs. -Demasiadas para vuestra última noche... Reservad fuerzas. Arengad a vuestras huestes. A juzgar por lo visto hasta ahora, van a necesitarlo...

Rió lúgubre ante el gesto de Angyaika y sacudió la cabeza muy despacio, mas no añadió nada a lo dicho por Christoff.

Finalmente, tras varias suplicas más de Magibs ofreciendo oro y otros menesteres materiales, cansados de los lloros y gritos del Voivoda comenzáis a alejaros del castillo. Para el viaje usáis los recursos proporcionados por Gary, el príncipe de Zara, varias mulas, dos carros y la pequeña guardia de soldados humanos. En uno de los carros iba el cuerpo en letargo de Rinaldo di Bonavilla, o Rico según la carta que portaba.

Ya alejados de la aldea, cuando comenzáis a descrestar el collado oeste del paso para iniciar el viaje por el valle, observáis en el valle una masa negra y compacta que se mueve hacia el castillo. Rápidamente discernís que esa masa no es otra cosa que el ejercito de Koban. Si alguien había estada lanzando un farol robre destruir una ciudad, ese no era Koban.

Una figura imponente apareció en mitad de camino montando un caballo de guerra, aunque el caballo tenia un aspecto demoniaco. El animal era mucho mas grande de lo normal, totalmente negro y enfundado en una barda de color rojo, que para vuestra sorpresa, estaba formada por la propia piel del caballo.

¡Extranjeros! El Voivoda Koban quiere parlamentar con ustedes sobre los motivos que os han traído a este rincón de su tierra sagrada. ¡No tenéis que tener miedo, no sois de la sangre de Zubor!

Conforme se alejaban del castillo y su locura la sensación de estar a salvo pareció llegar nuevamente a los cainitas.  El viaje había sido accidentado y no muy productivo aunque quizá hubieran logrado su objetivo de forma indirecta después de todo.

La tranquilidad pareció durar poco cuando se encontraron con el ejercito que se dirigía al castillo y allí nuevamente el calvo se alzaba frente a ellos.

Saludos, no tenemos problemas en parlamentar nada tenemos que ver en este asunto.

Enzo no pudo evitar sonreír tras su máscara ante la agradable casualidad. No todas las noches se cruzaba uno con un asesino imparable con pasión por decapitar a los lores.

El simpático calvito les salía al paso de nuevo montando un corcel en perfecto estado de descomposición.

Enternecedor.

-Qué hospitalario... Sin duda, uno no debe fiarse de las primeras impresiones... Aunque conlleven rituales satánicos y decapitaciones varias-, pensó Enzo dejando hablar al siempre diplomático Francesco.

-Hablemos con ese voivoda Koban... Visto lo visto, nada hay que perder...-, murmuró con su ronca y áspera voz, atraído por la propuesta del calvo de poder conocer al enemigo de aquella familia de insoportables arrogantes.

-Aaaaah... Reconvertido en diplomático... Será un daño irreparable para mi reputación...-, se lamentó en los silenciosos ecos de su mente.

Cristoff satisfecho consigo mismo, fue tentado a pedir el mejor corcel como pago al servicio mercenario y salir corriendo con su premio como un vil roedor. Entusiasmado por la idea de volver con la tarea originar otorgada por su señor el Lasombra hasta se permitió silbar de satisfacción.

pero obviamente desde la expulsión de adan y eva del paraiso, la humanidad incluidos los cainitas estaban condenados a sufrir las vicisitudes de la vida, y el hideputa que reventó a Reinaldo estaba ahí frente a ellos.

.."la puta que lo pario...pues no viene aquí para darnos porculo de nuevo"...

el monje guerrero miro con hastió a la gentuza a su alrededor y se contuvo para no ensartarlos con su espada y abrir de nuevo el camino hasta Zara.

-Disculpad pero tenemos un largo viaje ante nosotros y ustedes tienen una larga noche por delante-dijo refiriendose al asedio.-pero estamos cansados y tenemos hambre, si el Voivoda se ofrece a brindarnos su hospitalidad nosotros haremos un esfuerzo sublime para desviarnos de nuestro camino para parlamentar.-si quería atención y su tiempo le iba a costar algo.

Mario simplemente se limito a asentir a la propuesta del hombre calvo, todos sus compañeros habían aceptado y no era prudente continuar tan largo viaje en soledad. Aceptaremos la hospitalidad de su señor.

El grandullón acepto sin muchas palabras la proposición de Cristoff. El voivoda Koban gustosamente ofrecerá sal y pan a sus invitados. Dicho esto, empezó a guiaros en dirección a una zona del collado protegida de las inclemencias del tiempo gracias a un gran saliente de roca. Mientras avanzabais hacia las inmediaciones del saliente, podíais ver como la gran masa negra seguía avanzando hacia el castillo, a medida que se acercaba podíais diferenciar a hombre de infantería con largas lanzas, soldados con rudimentarias ballestas y entre ellos engendros de formas inexplicables, los Szlachta. Criaturas creadas por los Tzimisce uniendo varios cuerpos de hombres y animales.

Al llegar cerca del saliente podéis ver una inmensa tienda de campaña realizada con pieles de diferentes animales, entre las pieles usadas se encuentran algunas pieles humanas, fácilmente discernibles por su falta de pelo y su color rosado. Alrededor de la tienda nueve figuras encapuchadas trazan intrincados dibujos en la nieve con largas pértigas.

El hombre calvo os abre la cortina de la tienda y os invita a pasar, él y sus sirvientes se harán cargo de vuestras pertenencias y alojaros en una tienda de campaña adyacente.

Dentro de la tienda el olor a incienso y humo es abrumador. En el fondo de la tienda se distingue una gran figura sentada sobre un palanquín de hueso tallado con incrustaciones dorada. Las cabezas de dos caballos árabes sirven cromo reposabrazos. Cuando prestáis más atención en el palanquín y en las cabezas, descubrís que los caballos siguen vivos, seguramente serán ghoul moldeados por el voivoda.

Sentado en el palanquín se encuentra Koban, una pesadilla hecha realidad. Aunque mide más de dos metros cuando está completamente erguido, normalmente se encorva hacia delante con sus manos alzadas, en una postura similar a la de un animal a punto de lanzarse sobre su presa. Su cuerpo está cubierto de una piel grisáceo de aspecto marmóreo. Tiene cinco orificios que doblan a los de la boca y los ojos: dos en cada mejilla, uno en el centro de la frente y uno más en cada palma de su mano. Todos estos orificios tienen una fila de colmillos y de músculos hundidos que hacen de lengua. Como armadura lleva puesta una caja torácica y la espina dorsal de un humano.

Bienvenidos a mi tierra y la tierra de mis antepasados, cada centímetro de ella esta bañada por la sangre de mi estirpe de la cual, yo soy su orgulloso heredero. Voivoda Koban me llaman mis súbditos, y mis enemigos lloran antes de su muerte llamándome Demonio Entre Los Demonios.

Sois extranjeros en tierras lejanas envueltos en una guerra ancestral. No pertenecéis a la sangre de Zubor, por ello no tengo nada contra vosotros…. en principio.

Hace años Zubor vino desde la ciudad del cuerno de oro, la urbe de Bizancio, (Constantinopla) a mancillar mis tierras con sus conocimientos heréticos. Se autoproclamaba siervo de Simeón y Gesu, seguidor de la orden Obertus, guardián de los Conocimientos de la biblioteca de los olvidados, pero ninguno de esos títulos le valió de gran ayuda. Ahora forma parte de mí. Dice dando un par de golpes a la coraza formada por la caja torácica y la espina dorsal. Pero antes de morir pronuncio una maldición. Sugirió que su sangre me mataría. ¡Matarme a mí! La maldición de Zubor no tiene poder en esta ancestral tierra. Pero el agravio de alzar dichas palabras contra mi tiene que ser limpiado eliminando la sangre de Zubor de la tierra.

Ahora los cruzados se asientan en las costas de Dalmacia, amenazando con entrar en mis sagradas tierras, igual que hizo Zubor hace años. ¿Sois acaso exploradores de dicha hueste? ¿Queréis pactar con mi acérrimo enemigo? ¿quiere mi enemigo pactar de forma ignominiosa con los cruzado? Contestar sin miedo os protege mi hospitalidad.