El alquimista mezclaba ingredientes con tal rapidez que Ambrosio se perdía en algunos de los pasos, incapaz de reproducir la fórmula sin el riesgo de equivocarse.
Muchas. Son amigos y soy un fiel siervo, 50 monedas de oro.
Ambrosio casi pudo sentir el gruñido que emitió el enano Norgunson tras recibir la cifra. Si algún vicio tenían los enanos por encima de su orgullo era la avaricia.
Las contundentes palabras del alquimista tranquilizaron un poco a Ambrosio, que se divirtió por momentos con el sincero malestar que podía causarle a su temperamental compañero enano el tener que desembolsar esas cincuenta coronas de oro, aún cuando las mismas no salieran directamente de su bolsillo y, más curioso aún, cuando esa módica suma podía significar la diferencia entre la vida y la muerte del mismísimo líder del clan.
- Argh, la fama de mezquinos es generosa a la hora de calificar a su deforme y decadente raza... - Pensaba con desprecio mientras que el sordo especialista continuaba con el vaivén de preparados químicos.
Frunció el ceño por millonésima vez.
Pese a todo pagó. En lo que a Ambrosio le pareció una bolsa sin fondo repleta de monedas de oro el enano introdujo aquella manaza propia de un artesano o un rudo guerrero y sacó un puñado de monedas, algunas eran de plata pero la mayoría eran de oro. Las fue acumulando en su otra mano hasta la cantidad indicada y después las dejó sobre la mesa de pociones. La bolsa parecía tan abultada como al principio.
Espero humano que tu remedio funcione porque sino vendremos aquí y ajustar...
El alquimista le interrumpió con las palmas abiertas y agitándolas con calma, avisando al enano que ya se conocía aquella cantinela. Después se giró inesperadamente cuando un haz de luz le golpeó la cara.
Al otro extremo de la habitación un espejo de plata se movía erráticamente en torno a unos rieles, rotando empujado por un fino hilo que se estiraba haciéndole girar. Tras el metal había una vela encendida, haciendo rebotar la luz contra el metal, reflejándola por las paredes.
Mi sobrino me necesita. Deben irse. No queda más sibelis. No más poción. Suerte.
Ambrosio: Lista la cura.
La cura estaba en sus manos , la paga y su pellejo en las del alquimista. Si su poción resultaba ser un fracaso, lo màs probable era que no sólo aquél sordo fuera víctima del fatal ajuste de cuentas enano.
Ambrosio hizo una leve reverencia, para luego girar y volver por donde había entrado a aquél lugar. En ningún momento demostró sentimiento alguno por recorrer la escena de uno de sus más grandes delitos hasta la fecha. Era demasiado tarde para arrepentimientos y demás sensibilidades. Lo había sido durante casi toda su infecta existencia, incluso mucho antes de conspirar con el noble Giraldo para asesinar despiadadamente a su mujer.
- Resiste, Furtin. Por la barba chamuscada de la horrenda madre enana que te parió, resiste...
Tras haber aligerado su bolsa de monedas de oro el enano la cerró con firmeza y cuando Ambrosio recogió la compra se encaminó con sus cortas patas hacia el exterior. Abandonaron aquel laboratorio de multiolores para volver a la residencia.
Eso será todo.
El alquimista dejó lo que estaba haciendo y acompañó a los clientes a su recibidor. El alquimista agarró el pomo de la puerta y con la otra mano les invitó a que se fueran.
Ambrosio: Tirada de Perspicacia (Olfato).
Ambrosio se despidió del alquimista con una sonrisa bastante creíble antes de salir del edificio. El momento definitivo estaba próximo ya, y cada paso que lo acercaba a las estancias Norgunson era más pesado que el anterior, como si aquella condenaba pócima que llevaba en manos tuviera el peso férreo de una bala de cañón nulnita.
Las "muchas" probabilidades de éxito que auguraba el boticario no le tranquilizaban. Y es que ningún hombre que se preciara de ser sensato pondría jamás toda su confianza en un malviviente como ese sordo mercader. Pero sus jefes no eran ni hombres ni sensatos... Un par de defectos que para Ambrosio podían resultar fatales.
Motivo: Percepción (Olfato)
Tirada: 1d100
Dificultad: 49-
Resultado: 23 (Exito)
Disculpa la intermitencia. Entre las vacaciones y la poca actividad (partidas activas) que tengo en Umbría, he perdido bastante el ritmo y la costumbre de revisar las novedades a diario.
Éxito en la tirada. Al fin una, venía en mala racha global xD
Hacia Furtin, veamos si el brebaje le sienta bien, je
Un extraño olor a humo se filtraba a través de la puerta, parecía haber un fuego cerca y,si el olfato de Ambrosio no le engañaba, parecía oler a pólvora. Ambrosio se puso nervioso al pensar que el laboratorio que habían dejado atrás pudiera estar a punto de explotar, mas el olor parecía proceder de fuera, no del interior de la casa-laboratorio.
El alquimista abrió la puerta de su casa...
Ambrosio: Yo también estoy intermitente, por suerte a tu escena ya le queda poco. En cuanto avancemos un poco cierro la partida y lo dejaré en el limbo de proyectos pendientes.
- ¿Qué será ese hedor endemoniado? Mejor que regresemos cuanto antes junto a Furtin... - Comentó Ambrosio, ya en el exterior y alzando un poco su nariz para olisquear aquella esencia tan perturbadora que inundaba el aire. Por un momento se sintió aliviado de tener un compañero de andanzas otra vez. Las calles enanas le habían demostrado en poco tiempo una hostilidad casi encarnizada, y temía ahora casi de manera paranoica por su vida.
No era en absoluto paranoico, pues la hostilidad era muy presente. Apenas se alejó dos metros de la puerta y vio un grupo de enanos corriendo, alejándose del lugar, pero lo que más le llamó la atención era un fogonazo que se movía arrastrándose por el suelo, despachando un humo de fuerte olor conforme avanzaba, directo hacia el interior de un taller cuya vidriera frontal había sido roca por un piedra.
Ambrosio sintió el empujón que el Norgunson le dio para que se aparatara de su camino, poniéndose frente a él y examinando la calle.
¿Qué está pasando?
- Esos condenados sastres deben estar detrás de todo esto. Su descaro ha ido demasiado lejos... - Escupió desde su ignorancia el taimado matasanos de Nuln, ubicándose a la par del Norgunson y recorriendo con la mirada el espectáculo dantesco que sus ojos adivinaban. En verdad la situación en la calle iba más allá de su depravada imaginación. Aquél fenómeno que presenciaba ahora parecía a la distancia obra de los mismos demonios. Y la reacción del populacho acompañaba sobradamente aquella sombría impresión del cirujano.
- Tesorero, Furtin nos necesita... vivos. - Advirtió a su compañero, ante el evidente peligro que corrían ambos, estáticos y sin ninguna pista concreta sobre sobre la amenaza humeante que avanzaba implacable.
Caos. Caos everywhere xD
Sí...vámonos de aquí.
Tal vez no supieran qué era aquel destello móvil y humeante, pero decidieron que no estaban seguros en aquella calle y desandaron el camino hacia la Fortaleza Norgunson. El enano y el humano, con la valiosa carga de antídoto en su poder, se alejaron del Barrio Foráneo.
Tal vez no supieran qué era aquel destello móvil y humeante, pero cuando, apenas un minuto después, una tremenda explosión un temblor y una bola de fuego aparecieron en el lugar que habían dejado atrás ya no les quedó ninguna duda. Alguien había hecho saltar por los aires aquel taller, y a ellos no les había cogido de milagro.
- ¡Por todos los dioses del Imperio! ¿Has visto eso? - Exclamó indignado el soberbio hombre de Nuln, que no había atinado a cubrirse los oídos a tiempo, y se encontraba algo aturdido luego de semejante estruendo. La ciudad enana era ya prácticamente una tierra de nadie, y si la guardia no había podido hacer nada contra ese atentado, malos presagios había para las próximas horas. El dúo Norgunson tenía que huir de allí, y rápido.
- ¡La autoridades deben hacer algo para frenar semejante anarquía! - Protestó enfurecido, alzando su bastón en alto, cual anciana molesta por la inseguridad, la degeneración de los viejos valores, la suba en el precio de las alcachofas, o lo que fuera con tal de quejarse. - ¡Salgamos de aquí! Ya he visto demasiado.
La calle empezó a llenarse de curiosos, enanos y humanos en su mayor parte, que fijaban sus ojos hacia la humeante columna que surgía más allá de los edificios. Las caras eran de asombro, y preocupación. Una patrulla de guardias que estaba en las inmediaciones pasó a la carrera junto a ellos, hacia el origen de la explosión, el tintineo del pesado metal les acompañó durante todo el trayecto.
Junto a Ambrosio apareció un humano gordinflón, quien aún llevaba en la cara la espuma del afeitado que les estaban dando cuando ocurrió al explosión, el corte en la mejilla debía haberlo provocado el barbero al asustarse.
Esto no puede estar pasando.
Estaba pasando. Aunque a todos les había cogido por sorpresa no era algo del todo inesperado. Las recientes hostilidades urbanas habían ido en aumento y ahora la sombra de los motines se cernía sobre Karak Azgal y la mano dura de los enanos tal vez no fuera suficiente.
Ambrosio: Me encanta tu PJ.
- Ni una sola palabra de todo esto a Furtin, cuando se encuentre despierto...
Ese prudente comentario fue la única reacción del frío nulnita. Eso y echarse a andar a paso redoblado, en retirada. Su moral era tan deplorable que ni siquiera pensó por un segundo en acercarse al lugar del fatal incidente, en busca de heridos a los que pudiera socorrer con sus amplios conocimientos en medicina. Nada de eso, su descarnado pellejo primaba por sobre todas las cosas, y luego estaba estaba el oro de los Norgunson, y un poco más abajo su prestigio como profesional entre las clases más opulentas de la ciudad.
- No queremos disgustarlo con tan tremendas novedades, al menos no hasta que recobre sus fuerzas...
Se alejaron del lugar, el enano aún tardó un poco más porque se entretuvo hablando con algún camarada suyo pero en cuanto vio que el galeno se alejaba le siguió con pasos tan largos como sus piernas le permitieron. Las calles estaban llenas peros e veía gente preocupada y nerviosa, no había comercio ni trabajo artesanal. La ciudad entera se había involucrado en el juego de los rumores, incluso los poco habladores enanos estaban en ello.
Gordin se encargará. Él sabrá qué hacer. Doblaremos las patrullas e impondremos la ley marcial. Barreremos Puerta Muerta con fuego.
Por fin, llegaron a la Fortalenza Norgunson. La guardia de la puerta había aumentado repentinamente y aún llegó un soldado más para incorporarse a la vigilancia tras lo sucedido. Les dejaron pasar, aunque tuvieron que esperar casi medio minuto a que abrieran las puertas, en ese tiempo sonaron innumerables cerrojos y todo ello le dio a entender a Ambrosio que aquellas puertas eran más resistentes que los muros de muchas casas de la ciudad.
Subieron las escaleras y entraron en la habitación, donde les esperaba un convaleciente Furtin. Ojos abiertos, mirada perdida.
Todos: En breves finalizamos, te daré PE para gastar y guardaremos este personaje para alguna futura aventura, quizá una reapertura de esta partida o alguna distinta.
- Y bien... - Dijo con pasmosa suficiencia, la actitud soberbia y repelente que tanto le caracterizaba. - Todo se reduce a este momento. Si el alquimista estaba en lo cierto, Furtin vivirá...
Se acercó entonces con su torcido y doliente andar hasta colocarse a un lado del moribundo caudillo. Ya con la milagrosa pócima en mano, hizo una seña a su compañero enano para que se sumara también y le ayudara un poco en el procedimiento que no tardaría en comenzar, ni en terminar.
- Escucha bien lo que voy a decirte. - Comentó en voz baja a su camarada ex-tesorero, con cierta imaginada complicidad. - Tienes que sujetar con firmeza a tu señor. Este tipo de brebajes puede causar reacciones un tanto violentas y desagradables, al expulsar las malas auras...
Destapó entonces cuidadosamente el frasco que contenía el prodigioso líquido salvador, alzándolo brevemente ante su mirada, inspeccionándolo no sin cierta desconfianza. Luego miró con determinación a Furtin, el maldito y distante, y con los dedos de su mano libre formó una especie de pinza de cangrejo.
De aquella herramienta personal e improvisada se valió finalmente para abrir la boca de su paciente, sin ninguna delicadeza, vertiendo así el contenido del vial hasta vaciarlo por completo. Se retiró entonces a una distancia prudencial de un par de metros, observando detenidamente las eventuales respuestas de Furtin.
- Ya está hecho...
Suena bien la idea. El personaje me divierte mucho, así que siempre será bueno saber que existe alguna posibilidad de continuarlo algún día, en otra ocasión.
Preocupado por la salud de su amo el enano atendió las instrucciones de Ambrosio y las ejecutó tal y como el nulnita quería.
Sí -se limitó a decir.
Sujetó con firme a Furtin Norgunson mientras Ambrosio quitaba el tapón del frasco, dispuesto a verter su contenido en la boca de Furtin. Estaban solos en la habitación, aunque hubieran ordenado llamar a Gordin. Pero Ambrosio consideraba que no había tiempo que perder. Su cara reflejaba preocupación, pero sujetó con mayor firmeza a su señor cuando Ambrosio acercó el borde a la boca.
El líquido se derramó con suavidad, era un brebaje denso pero carente de grumos, lo que facilitaba su deglución. Cuando la mitad del contenido se había derramado Ambrosio esperó unos instantes y vertió el resto del contenido. Poco después el cuerpo del noble empezó a mostrar cambios.
Primero, un leve temblor en los párpados, unido a un aumento de la actividad respiratoria y cardíaca. Después, intensos temblores en el cuerpo, sólo la firmeza del otro enano logró mantenerle sobre la cama. Tras los violentos temblores iniciales hubo un temblor en los dedos que indicaban consciencia.
Gordin entró cuando todo había terminado, o casi. Tras una última convulsión los ojos de Furtin se abrieron de un golpe. Parapadeó varias veces, desorientado mientras sus globos oculares se acostumbraban a la luz
...agua... -logró decir con un hilo de voz.
El sólo hecho de que hablara era un paso de gigante. Un síntoma claro, incluso a los ojos de los más obtusos escépticos, de que el brebaje, y los cuidados de Ambrosio, habían funcionado y salvado la vida de aquel noble enano.
Tienes un futuro prometedor con nuestro clan, hum...Ambrosio -dijo el administrador enano; Maese Gordin, tío de Furtin Norgunson, del clan Norgunson, de los Grandes Clanes Karak Azgal.
Ambrosio: Recibes 460 PE y lo que se te prometió más 100 coronas de oro (bonificación).
Ambrosio: Fin de escena y partida. Guardamos este PJ.