Partida Rol por web

Miro a su abuelo -Ahora tengo otra preocupación, mira este hierro -tomo el cazo de fundir los metales, donde estaban los restos de metal, se lo enseño a su abuelo -el hierro emano un barro marron, antes del punto de fusión del metal -negó con la cabeza -este mineral tiene algo raro -dejo que se fundiera totalmente el metal y lo volcó sobre un molde que rápidamente metió en agua, una nube de vapor broto del cubo de madera llenando de un olor agrio el lugar, lo tomo con una tenazas y el cubo de metal seguía sudando -es duro muy duro y cuesta mucho moldearlo -arrugo el morro y con un cincel tomo una muestra de el lodo extraño -¿que te parece? -algo extraño -muy raro yo nunca antes lo habia visto

Es...una impureza. Claro está. Pero, ¿de qué tipo?

Thorin examinó el metal, con paciencia, tuvo que acercarse mucho, estaba perdiendo la vista con los años, pero se negaba  a llevar anteojos, como esos ingenieros enanos.

Si el metal es duro es buena señal, se volverá tenaz cuando se enfríe...pero esto, casi parece barro. ¿Seguro que no los has manchado al sacarlo del horno?

-Estoy seguro de que ese barro sale del mismo metal -enfrió el metal y en una cubo lleno de agua, puso en bloque de metal sobre el yunque y tomo entre sus dedos el mejor martillo que había en la forja -ahora es un bloque de hierro solido, probaremos su dureza a base de fuertes golpes -y asi lo hizo comenzó a golpear fuertemente el metal sobrante sobre el yunque, al cuarto golpe un par de chispas brotaron de contacto metal contra metal, siguió golpeando esperando ver si ese barro podía ser algo mas, si el metal realmente merecía la pena o no

Golpe tras golpe, el metal resistió. Thorin no estaba convencido del todo, por lo que siguió golpeando. La tenacidad del acero era la esperada, no hubo duda sobre ella. Aquella impureza debía ser otra cosa.

Ummm -Thorin I se acercó a su nieto- hay un alquimista en el Barrio Foráneo. No sé dónde vive exactamente, cuando termines tu trabajo recoge algo de ese barro y llevaselo, a ver si sabe qué es. No es algo que haya visto antes en un metal.

Asintió con la cabeza -Si abuelo terminare de forjar lo poco que me queda de este casco y llevare este barro a ese alquimista -tomo de nuevo el martillos y continuo su labor.

Siguió forjando el metal para terminar el casco y cada vez que aquel barro salia con una paleta lo introducía en un caldero, a fuego y martillo termino de forjar el casco. Una magnifica obra de arte de un magnifico herrero. Una vez recogido todo herramientas limpias, casco guardado, metal sobrante fundido y hecho un bloque le lavo las manos y la cara antes de cambiar de ropa para ir a buscar a ese tal alquimista.

Tomo su martillo, la ballesta, su ropa de calle y protección, sin mas agarro aquel cubo lleno de aquel barro y el poco metal que sobro -Arkold me voy saluda a tu mujer -con un grito desde la forja -!maestro me voy¡ -sin esperar demasiado se marcho en dirección al barrio foráneo.

Allí tenia la esperanza de encontrar respuesta a sus incognitas -¿Que sera este barro?

Salió a la fresca tarde de la fortaleza de Skalf, el cielo grisáceo amenazaba lluvia entre los picos del valle del dragón. Caminós hasta abandonar el BArrio del Templo y se internó en el barrio foráneo justo para toparse de frente con una multitudinaria protesta. La mayoría de ellos eran humanos y reclamaban, entre gritos e improvisados cantos, una mayor seguridad en Puerta Muerta, supresión de impuestos y reducción de otros. Muchos de los que protestaban no pertenecían a la Fortaleza de Skalf y resultaba difícil comprender cómo habían podido entrar en la fortaleza sin que se lo impidieran.

La mayoría de ellos eran pacíficos pero había pequeños grupos armados entre ellos, incitando al tumulto en una protesta cada vez más violenta.

Se acerco con cautela a los hombre para escuchar lo de decían la verdad es que incluso se sintió ofendido -Piden unas cosas muy incoherentes -pero a el quien le llamaba a meterse en problemas con esos hombres, permaneció atento a lo que pasaba por el lugar y se acerco a uno de los hombres que por allí estaba a un tranquilo que no estaba alterado -Perdone señor sabe usted donde puedo encontrar al alquimista que reside en este barrio -fue educado había aprendido que si querías algo de un humano tenias que ser condescendiente con ellos

¿Alquimista? ¿Aquén le impota un alkimista, enano? -respondió el humano-. No ve' que no' etán matando dambre con sus leyes. No les preocupa na' la gente.  No' obligan a vivi' en una pocilga donde los criminale' hacen lo que lej da la gana. Sí, tú y tos los tuyos. Sois como carroñero', nos quitáis to lo que tenemos y luego no culpá de vuestro' problemas. Fuera dakí, so ladrón.

¡Eso! ¡Eso! -se sumaron al hombre aquellos que estaban más cerca.