Partida Rol por web

Dejaron atrás el puente y la guarida goblin, avanzaron a través de la gran sala hasta encontrar escaleras que ascendían a la superficie, o eso creyeron, pues luego el camino que tomaron no ascendía, sino que descendía. El bretoniano les tranquilizó, no estaban perdidos del todo. Tenía una idea aproximada de dónde estaban: en el primer nivel. Dejaron atrás viejos talleres hace mucho tiempo saqueados y ruidos que no podían sino ser resultado de combates en las profundidades. Un nuevo corredor ascendente y un serpenteante caminó les llevó hacia la luz del sol.

Pero antes del sol, estaban las barbas. Los legisladores enanos, dispuestos a retener los bienes ilegales.

Estáis saliendo de las ruinas de Karak Azgal por la entrada del Palacio de los Muertos. Mostradme vuestra licencia y todos vuestros utensilios.

- Oficiales, estamos a su disposición... - Dijo de manera aplomada el profesional lampiño del Imperio, que deseaba que la ignorancia de aquellos enanos le permitiera pasar la revisión sin tener que recurrir a ningún tipo de soborno que resintiera aún más las finanzas de aquella miserable expedición. 

- Estas son hierbas son materia experimental con la que bien se podría elaborar un brebaje contra la migraña, y quizás uno contra la demencia también... - Explicó con tranquilidad mientras descargaba su mochila y la abría para revelar su contenido natural. En su mente ya barajaba una cifra de oro con la que asegurar el salvoconducto de sus preciados hongos.

Ambrosio regresaba a Karak Azgal, y ya comenzaba a aborrecer ese hecho.

Los legisladores registraron a los cuatro componentes del grupo, dedicando algunas buenas palabras a Louis, interesados por lo obtenido. Desde luego el bretoniano estaba en buenas relaciones con aquellos enanos.

Poca cosa -les decía el bretoniano- unos pocos goblins y algún susto.

Registrados, los legisladores no hallaron ninguna irregularidad (¿les pareció ver desilusión en los enanos al respecto?); y les dejaron abandonar las ruinas. Estaban en Puerta Muerta.