Partida Rol por web

Finalmente todos se reunieron alrededor del tablero y decidieron - por las buenas o por las malas - participar de aquel juego. Y aunque muchos podían mostrarse escépticos, la intriga y curiosidad era más grande ¿Habían fantasmas en el St. Agnes? Un internado antiguo, de tantos años y con tanta historia, debía albergar por lo menos uno. Los rumores y secretos se esparcían como pólvora entre los antiguos pasillos, y en St. Agnes sólo era cuestión de creer o reventar. Una placa en el hall principal recordaba a la anterior abeja reina del instituto, Quinn Crawford. Muchas chicas estaban aterrorizadas de dormir en la misma habitación donde se había hallado a Mandy Dubois muerta. Y como estas dos, habían más muertos en la historia del internado que la directora quisiera recordar.

A medida que Brad llamaba a un espíritu para que hiciera presencia, todos los presentes colocaron sus dedos sobre el marcador, sin poder disimular su nerviosismo. La tensión podía sentirse cortando el aire frío, los ojos de las almas jóvenes se aferraban unos a otros, como preguntándose si todo aquel circo sería verdadero. La voluptuosidad de los minutos se camuflaba en misterio, y nadie se atrevía a romper ese silencio.

-¿Hay alguien aquí?

Un suspiro entrecortado anunció que definitivamente, alguien había allí, porque la planchette empezó a moverse lentamente hasta una esquina del tablero, deteniéndose donde estaba grabada la palabra "SI".

Tal vez sea momento de hacerle preguntas al nuevo invitado...

Siempre le había resultado divertido aquel estúpido juego. Para Bill, todas las artes adivinatorias eran como Juegos de Mesa y como tales, le gustaba divertirse con ellos.

Unas veces el "truco" era demasiado descarado, otras veces tenía bastante mérito la forma de encubrirlo, pero no recordaba haber estado nunca en una sesión en la que nada de lo que hubiese ocurrido, tuviera nada de sobrenatural.

Para su gusto, en esta sesión el "espíritu" había aparecido demasiado pronto. Demasiado fácil invocarle. Pero aceptando que había aparecido, le seguiría el juego a Brad: Ya suficientemente se había expuesto a ser el hazmerreír de la corte como para seguir ahora de "jefe" de la partida.

Ansiaba hacer alguna pregunta, pero siguió con la mano en la planchette y esperó a que otros las hicieran. Ya llegaría su turno.

Brad solto un ruidito al ver moverse el tablero, algo asi como un "mrrf", un amago de risa nerviosa.Contemplo los dedos de los que empujaban, intentando averiguar quien estaba empujando aquello.

-¿Quién eres?

La pieza comenzaba a moverse y resisti quitar la mano pero los nervios me estaban comiendo viva. Vi a Bill confiado como siempre y sobre todo tan el, que me dio confianza, ademas no podia ponerme fragil o tonta en ese momento, habia demasiada gente, asi que aprete los labios al menos mentalmente y espere a ver que pasaba.

La pieza habia respondido que si, bien fuese verdad o mentira, habia que esperar.

No podia creer lo que estaba haciendo, pero estaba segura que de alguna manera estaba rompiendo alguna norma del internado asi que eso me gusto.

Silencio. Muchos pensaron en retirar sus dedos del marcador pero la intriga era el pegamento más fuerte, todos querían saber qué diría a continuación. Pasaron segundos hasta que finalmente la planchette volvió a moverse, deslizándose por el tablero de manera suave pero segura. A.D.I.V.

Nadie dijo nada. Todos observaban el puntero moverse de un lado a otro. I.N.A

Adivina.

Karl soltó una risita nerviosa, rompiendo con el silencio instaurado. Sentía le abandonaban las fuerzas del brazo y sólo mantenía el dedo pegado al puntero por inercia. ¿Adivina? ¿Qué clase de broma era esa? - De seguro los marginados nos quieren dar un buen susto, eso es todo. - Se autoconvenció. No se las pondría tan fácil, él era más listo.

- ¿Has sido asesinado? - Sonrió satisfecho al notar que la voz no se le había quebrado. Ahora sólo quedaba esperar la respuesta.

¡Vaya! Nos había salido un espíritu juguetón. O alguien quería divertirse más de la cuenta a nuestra costa.

- ¿Por qué estás aquí con nosotros?

Dije mirando a la planchette y mirando luego a Brad con un gesto como pidiendo su aprobación para mi pregunta.

La tabla estuvo parada unos segundos inquietantes y comencé a mirar las caras de todos los que estaban allí e iban desde un gesto de preocupación, al excepticismo más radical.

De lo que si estaba seguro, era de que no había percibido si alguien había movido el artefacto... Y eso me mosqueaba mucho.

Haily mientras tanto deslizó la mano que tenía libre bajo mi brazo juntándose un poco hacia mi. Me encantaba la sensación protectora que la escena me proporcionaba hacia ella y fue a la última que miré. Se la veía con ojillos de preocupación, pero su manita con las uñas perfectamente pintadas, se mantenía tocando la planchette.

¿Adivina? Se esta burlando de nosotros?

Estaba desconcertada y la verdad me parecia todo un mal juego, pero de reojo mire a Bill que seguia el movimiento de la pieza y al parecer todos estaban convencidos de que habia alguien etereo moviendo respondiendo las preguntas.

Estaba nerviosa...

Volvi a mirar a Bill preguntandole con los ojos o con mi mirada si esta bien continuar. Queria irme de alli.

Desde el primer segundo en el que Felicia colocó su mano sobre la planchette, ya se la notaba desganada, incluso algo aburrida de un juego que ni siquiera había empezado. Con un rápido movimiento de ojos, dio un repaso a las caras de los allí presentes. ¿En serio estaban asustados? Ugh.

Entonces la planchette comenzó a moverse, respondiendo a las preguntas de los allí presentes. No sólo confirmó su presencia, sino que encima les había tocado un fantasma juguetón que les pedía que adivinasen su identidad. Felicia puso los ojos en blanco por un segundo, dispuesta a hacer ella misma una pregunta con su pasotismo habitual.

– ¿Eres la persona que está moviendo esta cosa con el dedo para asustarnos? – Preguntó, lanzando una afilada mirada a los presentes. La Queen B de St. Agnes parecía seguir bastante escéptica ante la situación del fantasma, no mostrando ni un ápice de nerviosismo.

Ante la pregunta de Karl, el puntero empezó a moverse nuevamente en dirección a la esquina del tablero, deteniéndose en "Si".

Claire decidió adoptar una actitud más escéptica, intentando no demostrar la inquietud que le causaba la situación. Posó los dedos sobre la planchette con mucha inseguridad y echó una mirada hacia todos los presentes: algunos se mostraban algo preocupados y otros más incrédulos, pero todos estaban a la expectativa de lo que sucedía a continuación.

Un escalofrío recorrió por su torso cuando la planchette comenzó a moverse, aunque no creía que lo hacía por si sola, o más bien esperaba que alguien más la haya estado moviendo.

Despejó su mente y miró fijamente el tablero. -¿Quién te asesinó?- se atrevió a preguntar. 

La delicada voz de Claire quedó colgada en el aire, porque nadie más se atrevió a hacer otro comentario. La vista de todos los presentes estaba puesta sobre la planchette, que se deslizaba sobre el tablero con más énfasis. La vieron recorrer las letras, formando una frase que le quitó la respiración a más de uno.

TÚ LO HICISTE.

¿Qué significaba aquello? Antes de que alguien se atreviese a preguntar algo más, el marcado volvió a moverse a una velocidad sorprendente, recorriendo las letras tan rápido que era difícil seguirle el hilo.

HAN SIDO USTEDES.

- ¡Suficiente! - Exclamó Su, completamente aterrorizada, mientras golpeaba a la planchette tirándola al suelo. Sin más, la lámpara que se encontraba en la esquina - la única fuente de luz en el salón - pareció apagarse y toda la estancia quedó envuelta en las penumbras. Oyeron un golpe seco de la puerta y el sonido de llaves cerrándola ¿Estaban atrapados?

Ryder fue el primero en levantarse, saliendo disparado en dirección al interruptor de luz. Una vez que la estancia volvió a iluminarse, pudieron observar un papel blanco deslizarse por la parte baja de la puerta. El papel era más grueso y grande de lo que se necesitaba, y en el medio de aquel se podía leer en una prolija cursiva.

"Pueden esconderse, pero no pueden escapar. Ahora es mi turno de divertirme. Q."

Un escalofrío erizó el vello de más de uno. ¿Qué significaba aquello? ¿Qué clase de broma de mal gusto era esa?

Solte la pieza cuando Su pego el grito y asustada me agarre del brazo del Bill, fue una accion inconciente pero una vez que la luz se habia apagado me quede pegada a el temblando.

Ella sabia, alguien sabia.

Estaba muy asustada y no sabia que hacer ni como reaccionar hasta que la luz se encendio y varios fueron a ver una nota que habia sido deslizada por la puerta. Me solte de Bill con una sonrisa nerviosa aunque agradeci que hubiese estado alli.

Varios leyeron la nota hasta que pude leerla yo. No podia creer lo que leian mis ojos pero ahora si estaba asustada y sentia mis piernas temblando. En un segundo fui a una esquina del salon y comence a escribir en mi telefono mas asustada que una niña con un atraso en el periodo.

La situación se estaba poniendo cada vez más extraña y la pregunta de Claire fue la gota que colmó el vaso ¿Qué era todo eso? ¿Alguien se las estaba jugando? Pero la luz se fue y escuchó un golpe extraño en la puerta, como si la cerrasen con llave. Un grito agudo se le escapó desde el interior de sí mismo. Karl se cubrió la boca, algo avergonzado.

Cuando Ryder encendió los interruptores de luz, fue Karl uno de los primeros en notar la nota que pasaba abajo de la puerta. Se levantó de inmediato - más como una excusa para alejarse de la dichosa Ouija - y la tomó entre sus manos.

- Pueden esconderse, pero no pueden escapar. Ahora es mi turno de divertirme. Q. - La leyó en voz alta, sin entender nada de lo que significaba aquello. Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo y sintió como las manos le temblaban. - Esto tiene que ser una maldita broma...

Yo me tomaría esta broma muy en serio, Karl. Y no precisamente por la OuiJa: Aquí ya murió alguien y está claro que le han cogido gusto a matar. Sea quien mató a Q., o alguien que la quiere vengar, parece bastante claro que tendremos que andarnos con cuidado hasta que descubramos quien es o avisemos a la policía y nos larguemos de aquí.

Lo que si es verdad, es que a menos que tenga un cómplice ahí fuera, quien nos amenaza no debería ser ninguno de nosotros... Algo es algo.

Bill empezó a elaborar mentalmente una lista de posibles sospechosos, aunque de momento había incluso gente que podía ser a la vez tan inocente como un chupete o tan culpable como Judas.

- ¿Gusto a matar? Pero si aquí no se ha muerto nadie. - Ryder frunció el ceño realmente confundido, mientras seguía intentando girar el picaporte sin resultado. Alguien les había encerrado bajo llave. - Seguro esto es obra de Paul, ya me preguntaba yo cual sería su gran broma para Halloween...

- Escucha Shaw: Si no te has enterado de lo que pasa en este colegio, es que eres más tonto de lo que pensaba -le dije con dureza a aquel pardillo- ¿Acaso no has visto lo que le han preguntado al juego? ¿Nadie te ha contado la historia de Queenie en el St. Agnes?

Intenté no mirar a nadie en exceso para no levantar la liebre sobre mis sospechas, pero aunque solo fuera inconscientemente, tenía la impresión de notar algún par de ojos fijos en mi nuca, y eso me erizaba el vello sin poderlo evitar.

- ...Para entrar en este colegio, deberían exigir que los pardillos conocieran esa historia...

- ¿Pero se puede saber qué es todo esto? - El grupo escuchó a la voz subdirector del St. Agnes del otro lado de la puerta, en el pasillo. - Me sorprende que alguien como usted haga ese tipo de bromas. Váyase a su cuarto a buscar las cosas para la acampada antes de que se gane un castigo. Y devuélvame las llaves.

Escucharon pasos de alguien marcharse a gran velocidad y al señor Zhang abrir la puerta con llave, con una clara expresión de disgusto. Arrugó la frente cuando observó que todas las ventanas estaban cerradas. - ¿Qué estaban haciendo aquí? Deberían ir a prepararse para la acampada. - Alfie escondió el tablero de Ouija antes de que el hombre pudiese descubrirlo.

El subdirector se plantó en el borde de la puerta y se cruzó de brazos. - Vamos, fuera, fuera. - Aplaudió un par de veces para que los estudiantes se apuraran. Michaell estaba hasta el cuello de aquellos niños y sus tonterías.